Extraído del universo poético del Antiguo Testamento y de la energía mítica de Medea, este Génesis se pone de acuerdo con la ira de Dios para devolver el mundo a las tinieblas. Un mundo agotado de soportar su miseria. Un mundo que no puede resolverse desde el materialismo ni el mecanicismo horizontal sino mediante lo sagrado vertical.
Un mundo que ya no puede seguir esperando y desea desaparecer. Pero lo más importante es la revelación que une la descendencia a la palabra, es decir, el misterio de la creación basado en la analogía entre el verbo y la fecundación. Angélica Liddell