Euforia y desazón surge del trabajo de un equipo medio español y medio argentino, que ha establecido un puente entre la creación independiente barcelonesa y la creación independiente bonaerense.
Estamos en un espacio atravesado por el cruce: un instituto de bachillerato venido a menos para adultos repetidores, donde se imparte un poco de cada materia y nada en profundidad, es invadido por elementos de un taller de neumáticos.
Conviven ficheros y mesas de examen con ruedas usadas y una bañera llena de agua sucia para encontrar pinchazos. Se siente en el aire el pegamento para poner parches a ruedas que ya no resisten. Un baño roto por una promesa de reforma. Taladros que interfieren el clima evaluatorio. Desaprobar y permanecer ahí.


