El clásico auto sacramental de Calderón de la Barca El gran teatro del mundo ha sido el elegido para abrir la nueva temporada del Teatro de la Comedia, con la curiosidad de ser la primera vez que la Compañía Nacional de Teatro Clásico la pone en escena. Una producción que pudimos ver inaugurando la última edición del Festival Internacional de Teatro Clásico de Almagro bajo la dirección de Lluís Homar en una versión realizada por el propio Homar junto a Brenda Escobedo y Xavier Albertí, quien además se encarga de la dirección musical.

 

SIGUIENDO LA SENDA MÍSTICA

Partiendo del concepto del Theatrum Mundi, Calderón construye una alegoría que representa la vida humana como una gran obra de teatro dirigida por Dios, el Autor, una metáfora para explorar temas como la justicia divina, la moralidad y el destino. “Esta obra nos da la oportunidad de vernos, de reconocernos, en lo que somos -comentaba Homar durante su presentación en Almagro-. Sobre la contraposición del yo y el nosotros”.

Calderón construye un relato con el que nos presenta al Autor (Dios), en esta ocasión interpretado por el actor Antoni Comas, explicándole al Mundo, papel al que da vida Carlota Gaviño, cuál es el cometido de su creación y asigna a los personajes roles que representan a los diferentes estratos sociales: El Rey (Jorge Merino), el Rico (Pablo Chaves), el Pobre (Clara Altarriba), la Hermosura (Yolanda de la Hoz), la Discreción (Aisa Pérez), la Ley de Gracia (Chupi Llorente), el Labrador (Pilar Gómez) y el Niño (Malena Casado), para que estos representen la comedia de la vida cuyo título es ‘Obrad bien, que Dios es Dios’. Una vez terminada la función, el Mundo despoja de sus ropajes a cada uno de los personajes para que se presenten ante el Autor y le rindan cuentas, y así, los que hayan obrado bien, puedan contar con la Gracia de Dios.

Una visión cristiana, no olvidemos que estos autos sacramentales se representaban durante la celebración de Corpus Christi, sobre el comportamiento humano y la constante evaluación divina a la que estamos sometidos a lo largo de nuestras vidas para, llegado el momento del juicio final, ser recompensados o castigados en función a nuestros actos. Una elección muy en consonancia con esa vertiente mística a la que Homar ha querido, para bien o para mal, dar protagonismo en las últimas temporadas. “El teatro de Calderón va a ser paradigmático para entrar en las fronteras entre la obediencia ciega a una idea de Dios impuesta por los teólogos -apuntaba Xavier Albertí antes de la cita almagreña-, o un camino abierto para que cada ciudadano, desde su libertad, pueda escoger cómo relacionarse con su idea desde el albedrío libre que cada uno debe de tener”.

Si queremos darle una lectura más actual y desprovista de las connotaciones religiosas, “La obra habla de algo que todos podemos reconocer”, apuntaba hace unos meses la actriz Carlota Gaviño, podemos decir que nos invita a reflexionar acerca del sentido de nuestras vidas, qué lugar ocupamos y las consecuencias de las decisiones que tomamos en esta gran representación en la que nos encontramos expuestos y juzgados.

 

Obrad bien, que Dios es Dios en Madrid
Escena de El gran teatro del mundo de la CNTC. Foto de Pablo Lorente.

 

LA PALABRA POR ENCIMA DE TODO

La producción que nos llega ahora a Madrid es una propuesta a la que, por lo que pudimos ver en Almagro, se le ha querido despojar de cualquier atisbo de floritura escénica para centrar el foco en el verso. “La idea de Lluís Homar era despejar al espectáculo -comentaba en Almagro el actor Antoni Comas-, ir a la esencia, e intentar explicarlo con claridad para que llegue al público”. Para ello se ha optado por obviar la utilización de cualquier aparato escenográfico, al contrario de como se representaban habitualmente los autos sacramentales, para ofrecer un escenario despejado, eliminando todos los elementos que puedan distraer al público, y centrar nuestra atención en el mensaje que Calderón nos ofrece. En definitiva, Homar con esta elección ha querido centrarse en el trabajo actoral, la música en directo, a cargo de Pablo Sánchez, y ensalzar el valor de la palabra por encima de todo.

 

UN CIERRE DE CICLO

En un giro inesperado de la vida, El gran teatro del mundo viene a marcar el final de la trayectoria de Lluís Homar al frente de la compañía, ya que tendrá que abandonar su cargo como director artístico a finales de año debido a las ya conocidas irregularidades que han girado en torno a la gestión de la compañía.

Ironías de la vida, y como una carambola cósmica, el estreno de este Calderón y su mensaje de obrar “como Dios manda” y sobre la justicia divina, ha acabado marcando el final de una controvertida etapa dentro de la CNTC. Ahora, la función de este gran teatro del que somos partícipes debe continuar, veamos qué nos depara el próximo acto.

 

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