Pronunciada por Caetano Veloso en una entrevista que le hicieron en 2022, la frase “El carnaval no es alegre” contiene la fuerza de la sencillez y también la que otorga siempre la negación de creencias populares. También abarca parte del bagaje de la coreógrafa y bailarina Natalia Fernandes (Sao Paulo, Brasil, 1987), que explica a esta revista lo que supuso para ella escucharla. “El carnaval es una fiesta con día y hora de inicio y fin. Como si se tuviera acceso a una libertad gigantesca dentro de ese periodo que termina el miércoles de ceniza para volver a la ‘normalidad’. En este sentido el carnaval es mucho más dionisiaco, más una euforia que necesariamente una alegría”. Afincada en España desde 2017, con una trayectoria de creadora e intérprete poderosa y de gran personalidad artística, Natalia Fernandes también encontró en esta frase, que es el título de la pieza que se verá en la Sala Cuarta Pared, capas más personales. “Tiene que ver con el hecho de que soy una brasileña que vive y crea fuera de Brasil. Y un carnaval vivido fuera de mi tierra, en medio del invierno europeo, nunca será del todo alegre. La imagen de que nunca podré poner una canción de carnaval brasileño en una fiesta aquí en España y sentiré la fuerza y la euforia de poder cantar a plenos pulmones estas canciones es una sensación de frustración enorme. Esta, para mí, es una imagen muy sencilla y a la vez muy reveladora de la condición inmigrante, especialmente de cuando vienes de una cultura no dominante”.

 

¿En qué momento se produce la necesidad de crear esta obra?

Natalia Fernandes: La pieza surge en el momento en que me di cuenta de que iba a completar 10 años viviendo fuera de Brasil. Hasta este momento nunca había deseado hablar de mi país o de mis orígenes en mis creaciones (por supuesto siempre han estado presentes, pero nunca les di el foco de atención merecido). Creo que es un intento desesperado de traducir y compartir la importancia que esta cultura, esta forma de pensar, escribir, bailar y hacer música tiene en mi cuerpo. Así como el carnaval, mi solo también es corto, empieza y termina dentro de estos límites que me generan la sensación de libertad.

 

Hasta la fecha, Natalia Fernandes ha ido mostrando este trabajo en proceso, o los procesos de este montaje, en diferentes espacios. Estrenado en el Festival TNT de 2023, finalmente se impuso el formato de concierto bailado, con la participación casi espontánea del público, contagiado por la música y el reclamo de cuerpos desobedientes por el que la creadora nos condue de manera realmente inteligente. “Para mí es un goce y una forma de traer al centro del escenario lo que más me conecta con Brasil, que es la música y la poesía brasileña”, explica. Para la muestra de esta obra en Cuarta Pared, contará con la participación de DJ brasileña Agatha Cigarra. “Seré una telonera en este nueva ocasión”.

 

El desarrollar un tema, una idea, en varios trabajos dilatados en el tiempo, parece una constante en su trabajo, ¿resulta clave para usted en su discurso esta forma de trabajar?

Natalia Fernandes: Creo que es algo que aún estoy entendiendo y, ojalá, me equivoque y cambie de idea muchas veces. Pero, por ahora, siento que la creación escénica solo me interesa cuando entiendo de qué quiero hablar y por qué necesito hacerlo en un escenario.

 

En este sentido mi deseo, en los últimos años, está caminando por direcciones que me hacen tocar temáticas como la exploración del cuerpo como un discurso, sobre el imaginario de un cuerpo como parte de su coreografía y explorar  dispositivos escénicos que posibiliten al cuerpo expresarse en límites que traspasan las fronteras de las disciplinas artísticas, que invadan otros lenguajes, que desobedezca un poco más el orden de las cosas Como en El Carnaval No Es Alegre el imaginario surge totalmente de mi cuerpo: de un cuerpo brasileño, lusoparlante y periférico.

 

 

ANATOMÍA INVENTADA

En el discurso de la coreógrafa, que hasta la fecha tiene varias piezas estrenadas en nuestro país y una trayectoria como intérprete en compañías como las de Jesús Rubio (participó en las obras Gran Bolero y Acciones sencillas), la de Poliana Lima (en la actualidad forma parte del elenco de The common ground) y La Tristura (también actualmente trabaja como intérprete en el montaje de Celso Giménez Las niñas zombie), sobresale una idea, cristalizada en obras y prácticas de talleres alrededor de la Anatomía inventada. Una forma de comprender el cuerpo y sus potencialidades. “El cuerpo siempre es anatomía y discurso, así que para entender las posibilidades de un cuerpo hay que mover y remover su imaginario. Y no solamente el cuerpo que baila, que actúa, también me interesa mucho el cuerpo que observa”. Una metodología que luce como una buena sacudida a cuerpos y contextos supuestamente normativos alrededor de la danza. “He pasado por muchísimas situaciones a lo largo de mi vida donde mi cuerpo fue definido por miradas externas que cuestionaban si yo era apta para ser o no ser una bailarina. Con el tiempo y con la investigación de mi Anatomía Inventada fui entendiendo que estos discursos dicen más sobre ellos que sobre mi. No deja de ser una metodología que intenta reverter  las ideas preconcebidas de lo que es “tener un cuerpo de bailarina”. Al final, casi siempre necesitamos calentar y estirar mucho más la imaginación que los músculos.

 

La danza la ha acompañado desde pequeña. En este sentido, ¿qué diría que le ha dado y le ha quitado?

Natalia Fernandes:Me ha dado casi todo, de hecho solo estoy aquí hoy porque he tenido el privilegio de dedicar tiempo y energía a la danza. Yo vengo de una periferia de Sao Paulo, un barrio muy pobre y violento y soy consciente de la suerte que he tenido por poder tomar clases de danza e involucrarme en otros imaginarios que me han dado la oportunidad de despegarme de una realidad muy concreta. He podido viajar, leer libros, ver cine, ir a museos, dialogar sobre arte, charlar con amigas en un bar por las noches en el centro de la ciudad, porque la danza me abrió esta mirada y esta posibilidad. No me ha quitado de un estado de precariedad, como sabemos que pasa, pero me generó capital cultural, algo que gran parte de mi familia no ha tenido, por ejemplo. El arte es una forma de transformación de la realidad.

A la vez, me ha quitado muchas cosas también. Estoy lejos de mi país y eso sigue siendo una pérdida para mi, me ha generado muchas cuestiones con mi cuerpo y durante mucho tiempo me ha quitado parte del placer y de la autoconfianza. También me ha quitado mucho tiempo que he dedicado a mirar a direcciones que creo que no me interesaban. Pero estoy muy agradecida por todo eso también porque me ha dejado un espacio que he podido llenar con otras posibilidades. Lo que me ha quitado me lo ha devuelto con ganas de crear.

 

Además de con el cuerpo, usted tiene una relación muy especial con la palabra, da la sensación de que también la necesita, aunque sea a otro nivel, ¿de qué manera le acompaña?

Natalia Fernandes: Para mí, la palabra también es cuerpo. Fue la danza la que me acercó al mundo de la palabra, de la literatura, del cine, del teatro. Yo siempre he bailado con deseo de hacer cine, o de escribir como las poetas de las canciones brasileñas, esta relación siempre ha estado presente, nunca las viví como algo distante. Con el tiempo me fui fascinando con la imposibilidad y los limites del cuerpo, así como con la libertad de la palabra. A la vez, hay dias que el cuerpo me parece infinito y la palabra muy castradora. Creo que este baile entre las posibilidades e imposibilidades de lo uno y de lo otro me va alimentando y provocando mis procesos. En la Anatomía inventada esta relación es un fundamento de la práctica, la palabra está muy presente como estimuladora de imaginarios y facilitadora de las mecánicas del cuerpo.

 

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