La Sala Tarambana cumple 15 años. Justamente el 27 de octubre celebrarán la primera representación de una obra de teatro que tuvo lugar ese mismo día pero en 2004. Nacho Bonacho, uno de los impulsores de este proyecto junto a Eva Bedmar (a los que podemos ver juntos en la foto de portada), nos habla de este feliz aniversario, del trabajo duro para que Carabanchel, su barrio, pudiese disfrutar de una alternativa de ocio de calidad y nos cuenta lo que será el futuro de un espacio que se ha consolidado como uno de los referentes culturales de nuestra ciudad… aunque haya gente que aún no lo quiera ver.
Por Sergio Díaz
¿Cómo surge tu interés por las artes escénicas?
Pues todo me vino por mi madre, la verdad. Ella fue siempre muy aficionada al teatro y desde pequeño yo estuve metido en todos los saraos teatrales del colegio. Luego ya en el instituto formamos un grupo de teatro, Incrono, con la gente de clase. Este grupo estuvo vigente varios años y la verdad es que hicimos cosas muy interesantes y con bastante calidad para los recursos que teníamos. Y desde entonces no lo he dejado. Aunque por circunstancias de la vida también me he dedicado a otras cosas. Estuve 17 años trabajando en una empresa de logística con un buen puesto, era director de un departamento a nivel nacional, ganaba bastante dinero, incentivos, coche de empresa… tenía todas esas cosas con las que la gente sueña, pero en realidad me faltaba todo. Y hace 15 años decidí dejarlo por el sueño de tener una sala de teatro propia. Compañía ya teníamos de antes, formada en 1999 con la infatigable Eva Bedmar. En el 2003 iniciamos la compra del local que ahora mismo tenemos. En el 2004 lo inauguramos. Concretamente el 27 de octubre.
Ya teníais la compañía formada, ¿por qué quisisteis tener sala propia?
Todo el mundo siempre me ha dicho que montamos la sala para así mostrar nuestros montajes, pero no, o no sólo. Esto viene de antes. Eva y yo siempre tuvimos el sueño o la obcecación de tener un espacio en el barrio, en Carabanchel, era así desde siempre. Montamos la compañía primero, pero el sueño seguía ahí. Y al final se hizo realidad. Así que no era solo por la necesidad de exponer nuestros trabajos, que también, pero era más una cosa de base, un sueño que teníamos desde el principio.
Y desde el primer momento teníais claro que era en Carabanchel…
Sí, eso era impepinable. Aunque lo primero que vimos fue un local en el Paseo de Extremadura, que era un lugar excepcional, un antiguo cine con una altura y unas dimensiones bestiales. Pensamos en un proyecto muy ambicioso para ese lugar, con sala de exhibición, montar salas de ensayo de música… y lo presentamos e incluso nos dieron la financiación para poder llevarlo a cabo. Pero hubo un par de problemas que hicieron que no se pudiera avanzar en él y abandonamos ese proyecto. Y a partir de ahí yo ya sí que me empeñé en que la sala tenía que estar aquí en mi barrio, en Carabanchel, aunque el Paseo de Extremadura es casi el barrio, pero no lo es… Y al final vimos este local, que era la antigua sede de la compañía de Juan Carlos Santamaría, Premio Nacional de Danza de 2008, tristemente fallecido hace unos años, y aquí nos quedamos y aquí seguimos 15 años después.
¿Cuál fue la primera obra que se pudo ver en Tarambana?
La primera obra de teatro que se pudo ver aquí fue Star bien, de la compañía A la cara teatro, compuesta por Carmen Ruiz, Susana Rubio, Kike Guaza y Pablo Paz. Mira qué nombres te estoy diciendo. Kike que está ahora en el Español con Juguetes Rotos. Susana Rubio, que es gestora cultural y que lo hace muy bien, Pablo, también actor al que últimamente hemos podido ver en La Calderona y finalmente Carmen, que está en todos los lados y haciéndolo muy bien también. Los cuatro muy bien asentados afortunadamente, así que mal ojo no teníamos para programar. Pero es que además, la técnico de esta primera obra que tuvimos fue Ana Morgade, que también nos suena de algo, ¿no?
¿Y la primera obra con un sello propio de Tarambana?
La primera producción de Tarambana fue Gaia, una obra que se representó por casi toda España durante muchos años. Data del año 1999, y habla sobre el medio ambiente y sobre cosas que, 20 años después, parece que no nos suenan de nada porque nadie hace caso de estos problemas que nos asolan, y seguimos haciendo de nuestro hogar un basurero. Esta primera obra tenía todos los ingredientes que siguen siendo seña de identidad de Tarambana. Era una obra muy comprometida con la realidad, muy social, muy reivindicativa y que tenía un gran componente musical, porque aquí en Tarambana muchos somos músicos y para nosotros la música es muy importante en cada una de nuestras creaciones. Una vez montada la sala, la primera obra que se produjo aquí fue Mis queridos monstruos. Una pieza infantil que siempre reponemos a finales de octubre con gran éxito y muy buena acogida después de 15 temporadas. Cuenta con la participación de Ángel Jodra, un actor como la copa de un pino y muy carabanchelero, que ha estado desde la primera representación con nosotros. Son esa clase de actores y actrices a los que quiero reivindicar desde aquí. Gente que se ha dejado la piel en su trabajo, participando en proyectos pequeños, pero que lo han hecho con la misma ilusión y profesionalidad que en una película de Hollywood y que no siempre han obtenido la recompensa que merecían. Ángel se ha labrado una gran carrera y hoy triunfa con la comedia de Mediaset, El pueblo.
¿Cuál fue el núcleo fundacional de Tarambana?
A nivel artístico siempre hemos sido Eva Bedmar y yo los encargados. A nivel económico hay más gente que forman o formó parte de esto, como mi gran amigo Pepe Sánchez, mi hermano Santi, que en los inicios también estuvo al pie del cañón o Enrique Córdoba (cofundador del extinto Ensayo 100). Otro socio en la sombra era mi hermano Quique Bonacho, pero desde hace tres años lo tenemos con nosotros en las barricadas del día a día. Aunque seguimos estando muchos de los que empezamos, últimamente va llegando savia nueva con nuevas ideas y nuevos proyectos. Contamos con Javier Crespo en la programación de adultos. Manu Medina, Cristo Barbuzano, Aida de la Cruz, Alicia Sansegundo y Juan Expósito en la formación, Elis Budakova en la producción, Sara Esquivel como responsable técnica, Betho Carvajal, Olga Ortiz, Diego Miranda, Momo Cortés, David Bonacho, Intxizu Bengoa y por supuesto, nuestra alma mater, Margarita Rico… esas son las personas que hacen posible Tarambana.
Eva Bedmar es el otro pilar de este proyecto. ¿Qué nos puedes decir de ella?
Eva y yo nos conocimos en el grupo de teatro de la E. M. T. a mediados de los 90 y desde entonces hemos tenido una trayectoria conjunta, primero con la Compañía Tarambana, después con la sala y hasta hoy. Hemos sido inseparables en el plano laboral. Hemos vivido muchas situaciones complicadas, de superación, pero todo ha sido por bien empleado porque aún seguimos aquí los dos. Ella es la responsable de que Tarambana sea un lugar de referencia en el teatro infantil. Su labor como programadora infantil es encomiable y su aportación a la compañía es también mayúscula. Es una persona tremendamente creativa y activa, como actriz ha actuado en casi todas las obras de la compañía, ha sido la encargada de escribir el último montaje infantil que hemos hecho, Emoticolors, es codirectora, diseñadora de vestuario… pero también Eva pone la guinda organizativa en todos los procesos de gestión, porque yo soy un poco caótico y ella me baja a la tierra. Eva es un baluarte y ojalá sigamos mucho tiempo juntos en este barco.
Eva también hereda su pasión por el teatro, y por el arte en general, de su familia. En concreto de su padre, José María Martín de Eugenio. Además José fue un ‘tarambana’ más desde el principio, trabajando codo con codo con nosotros hasta su jubilación (la foto de grupo de más abajo pertenece a ese día) y colaborando intensamente después de la misma hasta que nos dejó recientemente. José era un auténtico tarambana, un artista excepcional (nos dejó un gran legado pictórico), un loco soñador, un caótico gestor y una persona maravillosa. ¡Te echamos mucho de menos José, mucho!
Y en esa primera reunión, ¿Qué objetivos os marcáis como sala? ¿Sobre que asentasteis este sueño?
En un principio, lo primordial era atender las necesidades del barrio. Por eso nos asentamos aquí. En aquella época solo estaban los Centros Culturales públicos. Ahora hay otras alternativas para disfrutar del ocio y la cultura, hay otras salas como la Sala Milagros, como Arte&Desmayo, la Sala Metáforas que aportan su propio carisma al barrio. Pero en aquel entonces, como te digo, solo estaban las iniciativas públicas que eran bastante mediocres, sobre todo en teatro. Por eso el principal objetivo era abrir en el barrio para ofrecer esa alternativa teatral un poquito decente. Queríamos ser un centro de creación de proyectos, tanto propios como ajenos, queríamos ser un centro de exhibición de obras contemporáneas, queríamos ser una alternativa de ocio de calidad para las familias, cuidando mucho al público infantil, que son los que luego seguirán siendo espectadores de teatro si se enamoran de esta disciplina en los comienzos. Queríamos ser comprometidos con la realidad social que nos toca vivir, integradores, inclusivos… y en eso estamos. Ese es nuestro camino y tratamos de conseguirlo día a día.
¿Entonces Tarambana fue la primera sala de exhibición privada en Carabanchel?
Sí, así es, fuimos los primeros y durante muchos años fuimos los únicos. Afortunadamente ahora ya somos más.
¿Y cómo es relación con el barrio? ¿Sientes que el barrio te ha devuelto la energía que has invertido en ellos?
A ver, como bien sabes el tema del teatro en este país es una cuestión para minorías. Y no es por llorar ni mucho menos, es una realidad. Hace poco estuvimos en Magalia, el congreso Nacional de Teatros Alternativos y se hablaba de que por ejemplo, en Cataluña, que es donde más se ve teatro, hay un 8% de gente que ha ido al teatro,aunque solo sea una vez. Y en el resto del país la media es del 5%. Esto es que hay un 5% de personas en este país que han ido al teatro al menos una vez en su vida. Es un porcentaje bastante bajo, pero incluso si ese 5% fueran asiduamente, no estaría nada mal, pero ni siquiera es eso. Con este panorama, Carabanchel es solo un reflejo de esta realidad. A nivel personal, como Nacho de Tarambana, siempre he tenido y he sentido un gran apoyo a nivel verbal y de ánimo, pero a nivel de acudir a la sala ha sido un poco más más complicado. Pero bueno, sí es cierto que sobre todo en el teatro infantil nos hemos convertido en un referente y sentimos ese apoyo y respaldo y no solo de Carabanchel, aquí viene gente de todo Madrid a ver obras de teatro infantil. A nivel de teatro de adultos es algo más complicado no solo que venga gente del barrio, si no que venga gente en general.
Pero más allá de la exhibición de propuestas y de la generación de públicos, estáis creando una red, un tejido social. ¿Lo ves así? ¿Tarambana se puede considerar uno de los motores del Barrio de Carabanchel?
Por lo menos lo intentamos. Yo quiero creer que sí, que somos uno de los motores culturales del barrio como también lo son la sala de conciertos Gruta 77, la Sala Milagros… Nosotros también hemos tenido mucha relación con otras asociaciones y entidades sociales del barrio como La Casa del Barrio de Carabanchel, gente muy luchadora y muy potente, también con la Plataforma de Cultura. En Tarambana somos gente que creemos de verdad en el barrio y que estamos intentando ayudar en lo que podemos aportando nuestro granito de arena.
En este tiempo habéis producido obras con un sello muy particular…
En estos 20 años como compañía y 15 como sala hemos creado 9 producciones en el ámbito familiar: Gaia y Mis queridos monstruos, de las que ya hemos hablado. También La princesa Ana, una obra muy importante, muy rompedora en su momento y por la que recibimos el Premio Nacional Sal a Escena contra la Discriminación. Esto en lo que se refiere a teatro infantil. En teatro de adulto, han sido 10 las producciones. Comenzamos con Princesas Busconas (obra protagonizada por Eva Bedmar, Sara Párbole, Susana Rubio y Ana Morgade) y luego siguieron muchas otras como Bienvenido Sr. de la Fuá, Pánico, Arrea, el musical de Mamá Ladilla y Tullidos. Este año llevaremos a cabo dos más, que expondremos de cara a la celebración del aniversario que está ya a la vuelta de la esquina. La primera es una nueva creación de Eva Bedmar, Emoticolors, que ya hemos mencionado, es una propuesta de teatro familiar y musical -muy musical, como no podía ser de otra manera-, con música original de Momo Cortés, de Diego Miranda, de David Bonacho y mía. Es una propuesta muy ambiciosa con un sello muy nuestro. Un obra educativa sobre la gestión de las emociones.
La otra propuesta es de teatro para adultos, una coproducción nuestra con la compañía de Jordi Cadellans, un actor muy conocido y con mucho reconocimiento. Jordi vendrá a hacer una residencia en noviembre y en diciembre estrenará un montaje que se llamará Here comes your man. Es una obra que trata sobre el acoso escolar y sobre la homosexualidad en los años 80, así que es una propuesta muy comprometida y muy cañera.
La música en Tarambana es otra de las señas de identidad…
Sí, como ya te he comentado la música tiene una importancia capital para nosotros. Muchos de los que trabajamos en Tarambana somos músicos y todas nuestras creaciones cuentan con música original. También programamos conciertos desde el principio. Todos los viernes programamos música en la sala. Tarambana es una sala de teatro, principalmente, pero la hemos acondicionado para que suene bien, para que no moleste a los vecinos y la verdad es que se pueden disfrutar de grandes conciertos en este espacio. Por aquí han pasado todo tipo de grupos, sobre todo de música rock, pero vienen todo tipo de artistas, como por ejemplo Momo Cortés, que forma parte del equipo y es una de las grandes voces de nuestro país. Momo fue el protagonista del musical de Queen, We will rock you, siendo escogido por el propio Brian May para el papel.
También habéis adquirido un fuerte compromiso con la Formación
Cuando abrimos la sala, la abrimos con escuela, porque siempre hemos tenido en mente ser un lugar de formación. Lo consideramos fundamental, más allá de exhibir nuestras creaciones. Ya en aquella época teníamos profesionales muy potentes dentro del equipo, muy jóvenes, pero muy formados. Pero fue una época complicada la de los comienzos, no supimos cómo dar con la tecla adecuada para lograr una continuidad y además teníamos un gran problema, que la sala no estaba acondicionada para acoger a grupos grandes de trabajo. Así que esta aventura duró poco.
Hace tres años, durante la I edición del Festival Visibles, que es un festival de teatro inclusivo que organizamos desde Tarambana, conocí a Manu Medina. Le gustó mucho la sala y el proyecto y nos ofreció crear aquí el CIAM (Centro Inclusivo de Artes Múltiples), una escuela de teatro. Comenzamos el año pasado las clases con mucho éxito, con las clases llenas, tanto de interpretación como las clases de formación para profesorado, porque es fundamental formar a gente que pueda ser capaz de trabajar con personas con discapacidad psíquica. Este año hemos comenzado el segundo curso en el que hemos abierto también el taller de danza inclusiva y ahí seguimos, muy contentos con esta iniciativa. Tarambana siempre ha estado muy comprometida con la inclusión en todos los aspectos de la vida y por supuesto, también dentro de las artes escénicas, por eso muchas de las iniciativas que creamos son dentro de este ámbito, como el CIAM y Visibles.
Pero ya contáis con más espacios para abordar esta formación, no solo la sala principal…
Así es. Para abrir la escuela necesitábamos más espacio, para no tener los mismos problemas que al principio y justamente hemos encontrado una nave enfrente de Tarambana, donde está el CIAM y también el grupo de teatro aficionado de Juan Expósito, de El Ladrón de Patinetes, que se ha incorporado a nuestro proyecto y formará parte en un futuro del núcleo de Tarambana.
A nivel teatral, ¿cómo se articula la programación, qué criterios seguís a la hora de programar?
Hay varios criterios para traer propuestas a la sala. Javier Crespo Lorenzo es nuestro programador para público adulto y juntos hablamos un poco de las opciones que tenemos para articular la programación. Lo primero es que sean propuestas arriesgadas, que sean difíciles de ver en otros sitios. Eso por un lado. Pero también tenemos que abrir un poco el abanico y ofrecer teatro para todo el mundo, más abierto, mirando también al barrio, para que el público de aquí quiera venir. Pero todo lo que vemos que es teatro social comprometido intentamos que esté aquí. Por ejemplo obras como la de Jordi Cadellans, que en seguida vimos el potencial que tenía y quisimos no sólo traerla, sino formar parte de ella. Por supuesto impera que las obras que traemos tengan una calidad importante. La comedia también ocupa un lugar primordial en nuestra programación, es importante que el humor suavice y sea un lubricante para poder ingerir el drama cotidiano. Todas estas premisas forman parte también de la programación familiar, con Eva Bedmar, y de la que ya hemos hablado anteriormente.
Algo también muy importante para nosotros es dar salida a proyectos que no tienen la oportunidad de mostrarse en ningún sitio, por eso el mes de junio lo reservamos para el teatro aficionado y compañías en proceso de formación. En este mes programamos obras que se han trabajado durante el año en escuelas de teatro y que tienen un bagaje, sobre todo del barrio. Este tipo de teatro también necesita su espacio y en Tarambana se lo ofrecemos, aunque solo sea un mes (por razones obvias).
Sois una sala que está alejada del centro. ¿Existe esa barrera cultural que hace que cueste más que la gente conozca lo que está más allá del río?
Es un concepto extraño, la verdad. Plaza Castilla está más lejos del centro que Carabanchel y sin embargo la gente no piensa que esté lejos. Tiene que ver más con esa idea de periferia, de barrios periféricos… pero eso ya está cambiando. A este barrio están llegando un montón de artistas que hacen que se esté creando un tejido cultural muy importante, así que esa percepción que se tenía de este barrio está cambiando poco a poco. Pero en el pasado sí, en el pasado nuestra situación geográfica era una brecha importante y se está revirtiendo eso, pero aún nos pasan cosas del tipo que la Guía del Ocio no nos saca en su cartelera en la revista en papel y la excusa que nos dan es que como tienen tantas cosas pues nos tienen que quitar. Y es algo sangrante que piensen que una sala como la nuestra, con 15 años de trayectoria, no deba estar en una cartelera teatral madrileña. Cosas como esta sí me dan que pensar que aún hay ciertas reticencias con Tarambana, quizás por el hecho de estar en Carabanchel, quizás porque piensen que somos espacios de segunda o quizás por otras razones que se me escapan. También es cierto que hay una cierta responsabilidad nuestra por el hecho de que estas cosas sucedan y estamos haciendo todo lo posible por cambiarlo.
¿Tú piensas que dentro de la escena madrileña, dentro del circuito, existe la percepción de que Tarambana es una sala de segunda?
Para mí es una sala de primera, por supuesto, pero sí que es verdad que al no estar dentro de unas pautas normativas o sigamos nuestro propio camino independiente sí que pueda existir esa sensación o gente que lo piense. Sobre todo dentro del teatro para adultos, porque en el infantil está claro que no, que somos una referencia. Te pongo otro ejemplo. Hace pocas fechas hemos tenido en cartel la obra Under the pelucas, de la compañía DeJabugo, que es un montaje increíble, de una gran calidad, como todo lo que hace esta compañía y nos ha costado muchísimo que tanto la gente como la prensa viniera a verla.
¿Si esa obra estuviera en otra sala del centro hubiera ido más gente?
Pues puede ser que sí.
Y a pesar de todo esto de lo que hablamos, de la percepción que tiene la gente de Tarambana, no conozco a muchas personas que se hayan implicado tanto como tú en ayudar a las personas del sector, te has implicado al máximo para que otros espacios puedan sobrevivir, pero es paradójico que luego no se te reconozca tu labor
Bueno… a ver. Sí que es verdad que siento que mi labor es reconocida dentro del circuito teatral, pero más a nivel de gestión. En otros ámbitos más artísticos, sí que es verdad que todo se queda más en buenas palabras que en un interés real por descubrir lo que hacemos en Tarambana. Pero insisto en que yo tengo gran parte de culpa en eso. Pero es verdad que hay un escollo en ese tema que en algún momento deberíamos saltar y seguimos trabajando en eso.
Al hilo de lo que dices sobre la implicación, yo fui presidente de la Coordinadora Madrileña de Salas Alternativas (MACOMAD) durante 6 años. Yo no soy una persona con un gran discurso político, pero sí que tengo una gran capacidad para trabajar a tope en todo lo que me meto y cuando entré vi que había un montón de necesidades, que había muchas salas que lo estaban pasando mal y lo que hice fue coger el pico y la pala y trabajar duro para intentar mejorar las cosas. Y la falta de ese discurso político pues me limita para muchas otras cosas. Y a lo mejor debería haberlo tenido, porque ese trabajo que haces se queda un poco en el ostracismo, pero esto es lo que hay.
¿Con discurso político te refieres a perfil político?
Sí, es una cuestión de posicionamiento. A ver, yo tengo mis propias ideas, como todo el mundo, pero nunca pensé en utilizar mi cargo en la Coordinadora para posicionarme. También fue una época complicada en general, porque estaba también en la junta directiva de la Red de Teatros Alternativos, a nivel nacional, en los años más duros de la crisis, no me perdí ni una reunión y fue una época de mucho desgaste. Dedicarte a estas labores es algo muy infravalorado e ingrato en general. Se hace una labor importante, o se intenta al menos y el reconocimiento que recibes no es siempre el que tú te esperas. Por eso entiendo perfectamente la encomiable labor que mis compañeros siguen realizando en este tipo de asociaciones.
¿Tú cómo te ves dentro del sector?
Es lo que te decía también antes. Siento el respeto por parte de mucha gente, pero sobre todo a nivel de gestión, no veo a nadie llamándome para proponerme cosas artísticas y eso es algo que echo en falta. Pero para preguntarme de cosas técnicas, administrativas o burocráticas me llaman todos los días y eso que llevo ya más de dos años sin ser el Presidente de la Red. Y yo encantado con esto, ¿eh?, no me estoy quejando para nada, simplemente me gustaría que también me tuvieran en cuenta para temas más artísticos. Y eso sí que me da un poco de pena, porque al final la gente no me conoce artísticamente. Y no es que yo sea la repera, pero creo que tengo cosas que aportar a ese nivel. Pero lo digo como una reflexión sin amargura. Cada uno nos labramos el camino que podemos y yo estoy bastante contento y satisfecho con el mío.
15 años de Tarambana. ¿Imaginabas esta trayectoria?
A mí me mata la relatividad del tiempo y sí que proyecto de cara a futuro, pero el propio tiempo me come con todas las cosas que tengo que hacer en mi día a día y no me da tiempo a plantearme según que cosas. De lo que sí estoy muy satisfecho es que en estos 15 años hemos logrado un desarrollo importante, hemos conseguido estabilizarnos, en algunos aspectos somos referencia, hemos creado e impulsado festivales, hemos mejorado la sala, tenemos dos espacios más, además de la sala madre, para formación y para tener las oficinas… y bueno lo más importante es que seguimos aquí tratando de crecer año a año, con eso me quedo. Es un sueño materializado, en el que todavía nos queda noche para soñar…
¿Qué es lo que os queda?
Pues intentar que el proyecto artístico impere sobre el nerviosismo de mantener la sala. Hemos tenido épocas malas y la sala ha estado a punto de ahogarse muchas veces por diversas circunstancias (crisis, multas, burocracia, etc.) pero hemos conseguido llegar a la orilla. Y ahora, ya que el proyecto de la sala está estabilizado nos tenemos que centrar en que la programación y las producciones propias sean lo importante. Seguir manteniendo el engranaje para que todo siga funcionando, por supuesto, pero nos tenemos que dedicar en cuerpo y alma a crecer artísticamente. El objetivo es que lo artístico pase a ser lo importante porque lo urgente ya está hecho.
Habéis conseguido sobrevivir, como bien dices, estamos en 2019, celebrando 15 años… ¿Qué es lo que vamos a poder disfrutar en este cumpleaños?
La fiesta como tal será el domingo 27 de octubre, que fue el día en el que inauguramos la sala. Los eventos de la celebración los hemos intentado concentrar todo en un mes y hemos trabajado en dos vías. Por un lado mirando al pasado, volviendo a traer alguna de la producciones más exitosas que ha pasado por aquí como ¡¡Ay amor, qué infierno!!, un trabajo excepcional y muy divertido que podrá verse de nuevo el 31 de octubre y todos los sábados de noviembre; y uno de nuestros infantiles más emblemáticos como es Mis queridos monstruos que lleva representándose desde hace 14 años de forma ininterrumpida y que podrá verse un año más del 1 al 3 de noviembre
Pero también hemos querido mirar al futuro mostrando las que serán nuestras dos nuevas producciones, la obra de teatro infantil Emoticolors, que tendrá un pase especial preestreno el 26 de octubre, y la otra obra de teatro para adultos Here comes your man, de Jordi Cadellans, que se estrenará el 6 de diciembre y que será el gran colofón de nuestro aniversario.
¿Y de quién te quieres acordar en estos 15 años?
Pues de toda la gente que ha pasado por la sala. Y te lo digo de corazón, tengo mucho cariño a todas las personas que han pasado por aquí. En esta profesión los sentimientos están a flor de piel y se crean vínculos muy importantes con las personas, incluso en los momentos duros. Una mención especial que sí quiero hacer es recordar a Juan Manuel Recover, de la compañía Teatro de la Luna (para nosotros siempre nuestro Pollo Pepe), que este año nos ha dejado.
El otro día me quedé solo en la sala, de las pocas veces que pude pararme a pensar un poco y lo que respiraba en esas paredes era muy bueno, era algo que molaba. Era una energía positiva. Incluso los fantasmas que hay en Tarambana, como tiene que haberlos en cada teatro, eran fantasmas de los buenos, de los que transmiten buen rollo. Y sobre todo me acuerdo especialmente de la familia, de mi madre, que no solo fue la que me metió el veneno del teatro dentro, sino que en estos 15 años ha estado trabajando y apoyando como la que más, y también me acuerdo de José María Martín de Eugenio Bedmar, hijo de actor, nieto de autor teatral (del creador de Fantomas, nada menos) y padre de mi querida compañera de viaje, Eva Bedmar. Ellos son las razones fundamentales de que hoy exista algo llamado Sala Tarambana y Compañía Tarambana.