La muerte y sus ángulos
Por Álvaro Vicente/@AlvaroMajer
La muerte -se ha dicho infinidad de veces- es el tema central, junto con el amor, de cualquier creación artística humana. Si muere tu marido o tu mujer, te quedas viuda o viudo. Si mueren tus padres, te quedas huérfano. Existe una palabra. ¿Y si quien muere es tu hijo? Seguimos pensando que es antinatural que un hijo muera antes que sus padres, pero pasa constantemente y todavía no hemos inventado un término. Para Mohamed El Khatib, la muerte de su madre fue un seísmo emocional. «Siempre he considerado que para tratar un problema -dice este creador francés-, no es vital atravesarlo íntimamente. Esto te puede hacer mejor testigo pero no un escritor más justo. Sin embargo, desde hace unos años no puedo disociar mi escritura de lo real».
Siempre interesado en el documento como activo escénico, El Khatib reconstruyó en Finir en beauté una especie de diario escrito a partir del día que murió su madre. Comenzó un trabajo de inmersión en la memoria para volver a visitar lugares y espacios de su vida. Y todos esos recuerdos cobran vida en escena sin intermediarios entre el autor, su vida, su escritura y el público. Esta pieza tiene ya un halo de mítica y fue la que le dio a su creador el pasaporte a la internacionalidad escénica. Su consagración llegó en 2017 con el ciclo que le dedicó el Festival de Otoño de París. Después de hablar de su madre, se propuso hablar de la muerte de los hijos.
Y así llegó C’est la vie. El Khatib había empezado saqueando los testimonios de personas que habían perdido un hijo, desde Victor Hugo a Zidane, y de pronto se topó con dos actores con los que ya había querido trabajar antes sin fortuna: Fanny Catel y Daniel Kenigsberg. Daniel, con 61 años, actor alto y corpulento, al final de su carrera. Su hijo se suicidó con 25 años. Fanny, de 37 años, pequeña y delgada, perdió a una hija de tan solo 5 años. «Sugerí que me dijeran por lo que estaban pasando y así comenzó este experimento límite. Después de horas de entrevistas, testimonios, e-mails y documentos administrativos, devolvemos la crónica de dos muertes anunciadas». Fanny y Daniel frente a frente en un dispositivo escénico desnudo donde no más de 100 espectadores viven el relato con la mayor proximidad posible a los actores. Una experiencia íntima, estética y política.