«Creo que he batido un récord aprendiéndome el texto y las coreografías»
No hay muchas artistas que, como ella, puedan presumir de haber triunfado en los diferentes medios (cine, tv, teatro) a lo largo de varias décadas. Dice Ramón Paso que para protagonizar la obra El Mensaje, en sustitución de Natalia Millán, “quería una actriz con una energía arrolladora”. No hay mejor descripción para ella, como presentadora, actriz o, en su reciente actividad, como Mentora o conferenciante lo ha demostrado. Como también siempre ha dejado constancia de su capacidad para la comedia y de un carácter que apuesta por el positivismo. Ahora, en su querido Teatro Lara, regresa a los escenarios para meterse en la piel de Lucía, una madre que acude a la lectura de la herencia de su ex-marido con sus dos hijas. Se une así al elenco de la obra escrita y dirigida por Paso donde está bien arropada por Ana Azorín, Inés Kerzan, Ángela Peirat y Eduard Alejandre (que también se incorpora en esta segunda temporada).
Una comedia sobre los secretos y mentiras dentro de una familia
Por David Hinarejos
¿En qué momento profesional te llega la propuesta de Ramón Paso para unirte a El mensaje?
Antes de que empezara esta aventura tenía un proyecto teatral para sacarlo adelante, una comedia de cuatro mujeres, pero todo se cayó por la pandemia. Luego retomar ese montaje fue complicado porque había un embudo de creaciones que se habían quedado en el camino. Durante este tiempo, además, yo aproveché para formarme como mentora, en el campo del desarrollo personal y comunicación humana, pero en todo caso las actrices y los actores siempre estamos abiertos a todo tipo de proyectos ya sea en televisión, cine o teatro. Acabé de rodar Toy Boy que se acaba de estrenar la segunda temporada y llegó Ramón con esta propuesta y me gustó muchísimo. Además, hacerla en un espacio como el Teatro Lara en el que he fue tan feliz trabajando hace tres años en la obra Lavar, cortar y enterrar. No tuve que pensar demasiado porque se juntaban muchas cosas positivas para aceptar.
¿Te ha costado mucho entrar en esa maquinaría tan bien engrasada que es la Cía. PasoAzorín y en este espectáculo en particular que ya lleva un tiempo en cartel con mucho éxito?
Volver al teatro con una comedia que ya está probada y que a la gente le está gustando mucho era muy apetecible para mí. Tanto Ramón, como todo el equipo, me han recibido con los brazos abiertos. Cuando me hago responsable de un proyecto me enfoco solamente en disfrutarlo.
¿Crees que una de las cosas que vieron en ti es tenías la capacidad de adaptarte rápidamente?
Otras cosas no, pero soy súper rápida memorizando textos. Creo que he batido un récord en aprenderme el libreto y las coreografías. También supongo que han tenido en cuenta mi vis cómica para un personaje como el de Lucía.
Respecto a la Lucía que interpretaba Natalia Millán vamos a ver muchos cambios, ¿no?
Es algo que ellos buscaban. Cuando apuestas por una nueva actriz asumes que va aportar su perspectiva y su personalidad. La suerte ha sido que como yo veía al personaje ha coincidido completamente con cómo me veía Ramón en él. En cualquier propuesta que compartíamos el uno con el otro coincidíamos siempre. Hay que decir que es una suerte encontrar un director que tiene esa inteligencia emocional para escuchar a los actores y las actrices y acompañarnos en todo lo que queremos probar. No es que acepte cualquier cosa, obviamente solo se queda con lo que sabe que va a funcionar. En este caso, además, la cuestión era intentar sumar a una comedia que ya estaba funcionando estupendamente.
¿Dónde vamos a notar más el cambio?
En todo (risas). Estéticamente ya es muy diferente, es una Lucía más bohemia, más desenfadada, con una energía muy fresca y cristalina. Es alegre y al mismo tiempo contundente y con mucho carácter.
¿Qué es lo que no funciona en la vida de Lucía?
Un concepto de amor equivocado que le ha llevado a hacer ciertas cosas, a perder quien es. Por una excesiva sobreprotección con sus hijas se olvida de ella como mujer y al final se planta y destapa toda la verdad y ser sincera con su vida. Además, en la obra se rompe una lanza a favor de una amistad entre mujeres, a pesar de que lo que se dice de que no es posible cuando hay un hombre en medio.
El tema enlaza con tu otra actividad actual como Mentora en la que tratas aspectos como el desarrollo personal.
Completamente. Lucía durante la obra se ‘mentoriza’ inconscientemente. Y es que sólo cuando es auténtica consigo misma es cuando puede impactar en la vida de los demás. Esto le pasa al 99% de la gente hasta que llega a una edad, a partir de los 40, en la que ya te encuentras muy vacío de haber intentado darlo todo y a veces necesitas centrarte en lo que realmente te hace feliz.
La verdad, entonces, siempre por delante, ¿aunque duela?
Yo creo que está por encima de todo. Hay momentos que no son adecuados para soltarla, pero la verdad con educación y con cariño siempre es adecuada para crear transparencia en las relaciones, a pesar de que puede causar dolor a veces. En el caso de Lucía, por educación, ha intentado ocultar siempre la verdad sobre su matrimonio para no salpicar a sus hijas y que no sufrieran. Eso le ha ido pesando cada vez más a lo largo de los años hasta que explota, pero se da cuenta que sus hijas la respetan más una vez que se libera de esa carga.
La obra es una comedia que invita a la reflexión sobre muchos aspectos que nos tocan a todos. A ti, ¿qué aspecto te ha llamado más la atención del montaje?
Como se estructura toda la obra alrededor de un vídeo. Es una puesta en escena que necesita mucha técnica y rigor porque el vídeo va marcando los tiempos y no se para. Tienes que fluir con tu texto en relación a ese vídeo que al final es muy frío y distante. Resulta muy complicado. Cuando yo vi a mis compañeras hacerlo pensé: “Madre mía, que ‘training’ hay que hacer para que seguir a ese vídeo y naturalizarlo”. También me gusta mucho que vas de sorpresa en sorpresa, hay ciertas cosas que no te las ves venir.
¿Te ha sorprendido lo bien que escribe los personajes femeninos Ramón Paso?
Sí, es muy pro mujer. Él lo comenta mucho, conoce muy bien el mundo de la mujer desde niño y es una pasada poder recibir textos así donde se mima a la actriz y a la mujer al mismo tiempo. Y luego que escribe muy bien, dice muy bien lo que escribe.
En este acaso pone en el centro de la historia a una mujer de cierta edad con hijas ya mayores. ¿Últimamente notas que hay más oportunidades para actrices que han superado los 40 ó los 50 a la hora de ser protagonistas de proyectos en cine, TV o teatro?
En teatro siempre ha habido más oportunidades, es un medio mucho más amable para mujeres con una veteranía. En TV y cine eso cambia, a los productores les cuesta ver que podemos hacer personajes maravillosos sin importar la edad. Poco a poco esto va cambiando porque hay muchas más directoras, mujeres guionistas, productoras…
¿En qué momento os encontráis en la Fundación que presides, ELIGETE (trabajan por la igualdad sin violencia y utilizan el teatro como vehículo para sensibilizar)?
Tras el parón planetario que ha supuesto la pandemia ahora mismo estamos reiniciando. Teníamos muchos pactos con institucionales y todo se paró y poco a poco hay que ir retomando el contacto. Yo sigo dando charlas y ponencias sobre cómo prevenir una situación de violencia. Insisto mucho en ellas en el problema que puede acarrear una excesiva autoexigencia con nosotras mismas o un concepto equivocado del amor. Por eso hay que revisar qué es amor y que conlleva sentir amor.
¿En qué momento te diste cuenta que necesitabas iniciar también este camino en tu vida?
Curiosamente en un momento en el que la oferta profesional que me llegaba era menor y de una forma casi mágica en diferentes eventos me voy encontrando con diversas mujeres empresarias, preparadas, que comparten conmigo situaciones de violencia. Fue como “tienes que hacer caso al universo y poner al servicio de esta causa todo tu potencial como artista y como persona”. Así es como empezó, más adelante nos dieron en 2017 por parte del Gobierno de España un Premio Menina por nuestra labor contra la violencia de género.
