Por Sergio Díaz
Fotos: Mario Zamora
Fight fire with fire
Iñigo Guardamino escribe y dirige este divertido retrato sobre el futuro que podrá verse en el Centro Dramático Nacional. Para llevarlo a cabo ha contado con dos de sus intérpretes fetiche, Sara Moraleda y Rodrigo Sáenz de Heredia, que estarán acompañados en escena por Pablo Béjar, Marta Guerras, Esther Isla y Carlos Luengo.
Lo he dicho aquí ya en varias ocasiones (son tantas cosas escritas que me repito demasiado), pero Iñigo Guardamino es uno de los dramaturgos más interesantes del panorama teatral contemporáneo. Al menos es uno de los que más me gusta a mí. Quizá porque ya conectamos cuando me acompañó de Vacaciones en la inopia, cuando me dijo: Solo con tu amor no es suficiente o cuando me dio mi merecido Castigo ejemplar yeah. Tras esas conversaciones teatrales comprendí que compartíamos muchos demonios -demasiados-, y que podríamos compartir psicoanalista porque nos haría precio. El caso es que tras cada montaje suyo salgo diciendo: “qué cabrón”. No da puntada sin hilo en cada texto y yo mataría (le mataría a él si supiera que eso iba a servir de algo) por tener la mitad de su ingenio y esa pluma afilada que deja tierra quemada tras cada palabra que escribe. Esta 18/19 está siendo la temporada de su consagración definitiva. La comenzó en septiembre estrenando Monta al toro blanco en el Pavón Kamikaze y ahora asalta el CDN con Metálica. Al hilo de este gran salto Guardamino nos cuenta que llegar a un teatro como el María Guerrero supone “Medios. Medios. Medios. Es un alivio poder dedicarte solamente al tema creativo sin tener que preocuparte de todo lo demás. También llegar a más público. Así mucha más gente quiere acostarse contigo. Dicen”. Espero que sea así, si eso sucede seguro que Iñigo dará por bien empleado el tiempo dedicado a crear este espectáculo surgido del Laboratorio Rivas Cherif, la conocida iniciativa auspiciada por el CDN. “Crear dentro de este marco ha supuesto un desafío. No ha sido tanto el escribir contra reloj, estoy acostumbrado a los plazos, si no el trabajar de una manera completamente distinta: partir de los personajes, improvisar escenas sobre una estructura previa y luego, escribir. He tenido mucha suerte de contar con un elenco muy regio que lo ha dado todo, sin miedo, y además nos hemos divertido. También la presencia del equipo artístico en los ensayos ha sido muy enriquecedora. Resumiendo: en el proceso he podido jugar más y probar cosas nuevas. Ha sido un descubrimiento” nos comenta Guardamino.
Retrato del futuro
Como nunca es fácil adivinar de qué van sus creaciones por el título, le pido que me explique qué es Metálica (atención, spoiler: no es un biopic de la conocida banda americana). “La obra va de la deshumanización que nos está provocando la tecnología. Cada vez más tratamos a las máquinas como personas y a las personas como objetos, es la muerte lenta de la empatía. Puesto así parece que la obra va a ser una ‘fiesta’, pero la verdad es que está saliendo algo divertido/nihilista/festivo. No me interesan mucho los robots, lo realmente importante es el efecto que van a tener en nosotros, cómo nos van a cambiar”. Quizás nos cambien, claro, según el uso que les demos. Seguramente los utilicemos como máquinas sexuales, que es a lo que reducimos todo (el otro día Kutxi Romero, de Marea, definió a los ordenadores como “las máquinas de las pajas” y me hizo mucha gracia y me he acordado ahora al hilo de esto).
Metálica es en definitiva una ‘comedia simpática’ según la definen en la sinopsis de la obra. Quizá le hayan obligado a poner eso a Guardamino para suavizar el tema. Quizá se estén empezando a arrepentir en el templo del teatro nacional de dejar campar a sus anchas a este gran irreverente, pero que justifica cada euro invertido en una entrada.