«La marcha del mundo cotidiano muchas veces nos decepciona, pero el arte nos demuestra que no todo está perdido»
Mauricio Dayub es un actor, director y dramaturgo argentino que rezuma pasión por el teatro por los cuatro costados; tanto es así, que hasta posee su propia sala en Buenos Aires, todo una proeza hecha solo para valientes. El público de su país lo aclama, la crítica lo ensalza y ahora llega a nosotros para presentarnos uno de sus espectáculos: El equilibrista, en Teatros del Canal -del 4 al 8 de mayo-, para que podamos comprobar, y compartir, las razones a tanto reconocimiento.
El equilibrista es una función que ahonda en su vida, que hace un viaje al pasado para poder comprender qué sucede en el presente, que pretende recuperar la esencia primigenia que nos movía en la juventud para encarar el futuro y lograr ver más allá de las preocupaciones que nacen con la madurez. En escena, Dayub, se quita y se pone personajes en un acto de funambulismo escénico para hablarnos de la vida, de la suya, que transforma en un espejo en el que vernos identificados. Un monólogo que promete conectar y emocionar al público… Y si no sucede así, él mismo promete esperarte a la salida para devolverte el dinero.
El arte de recuperar nuestra esencia
Foto de portada: Marcos López
Mauricio, llegas de Argentina donde gozas de una gran carrera artística, para presentarte al público español, ¿quién le dirías que es Mauricio Dayub a este público que está por descubrirte?
Creo que como le debe haber pasado a muchos, soy alguien a quien los demás no veían. Pero sin desanimarme por eso, me dediqué a trabajar y a desarrollarme para mejorar y crecer. Ahora que son muchos los que me ven, no me lo puedo creer, porque en esencia, soy el mismo que antes no veían.
¿Qué sensaciones te produce volver a ponerte en la tesitura de conquistar a un público nuevo?
Toda posible conquista produce ilusión, pero la del público español a mí me produce mucho más, es un país que está entre los más fuertes del mundo en mi oficio, eso me exige, y me ilusiona mucho.
El equilibrista es un espectáculo que en Argentina ha tenido un gran éxito de crítica y público, ¿qué cuenta y de qué manera? ¿Dónde crees que reside la clave de esa conexión?
El Equilibrista deslumbra porque es un espectáculo que al mismo tiempo que divierte, conmociona. Pero fundamentalmente creo que ha sido tan elegido y tan elogiado, porque nos recupera como personas, por lo que somos y valemos de verdad, y no por cómo nos cotiza el mercado. Creo que esa emoción íntima y profunda del espectador es la que generó el boca en boca.
¿Cuáles son los orígenes del espectáculo? ¿Dónde nace la necesidad de poner en pie esta propuesta?
Yo sentía que aun llevando años exitosos en el teatro todavía entre los colegas y los espectadores no me conocían de verdad. Quise hablarles al corazón y al mismo tiempo darme un gusto personal: Resignificar y re dignificar mi propia vida arriba del escenario. Ese acontecimiento personal es lo que siente al mismo tiempo el espectador. Por eso muchos vienen a ver más de una vez El Equilibrista, para volver a sentir esa dignidad, esa felicidad: la de imaginar que la vida puede ser como necesitamos que sea, y no cómo es ahora.
¿Cómo se supera el pudor de exponerse sobre el escenario?
En mi caso sintiendo, en este momento, tanta empatía con el público, tanta coincidencia, el pudor se convierte en exigencia, y a lo único que aspiro es a estar a la altura del espectáculo cada noche, para producir la magia de cada función.
Según comentas, tu abuelo decía que “el mundo era de los que se animaban a perder el equilibrio”, ¿qué cosas has descubierto cuando has permitido que eso suceda?
Cuando yo iba entre los 18 y los 22 tuve que animarme a perder el equilibrio y a seguir a mi corazón. Yo estudiaba una carrera que le agradaba a mis padres, pero a mi no. Entonces solo trataba de agradarle a los demás viviendo en un medio que me era hostil, y decidí abandonarlo todo y seguir a mi corazón. Ese fue un cambio definitivo en mi vida provocado por esa frase de mi abuelo.
En lo teatral y en lo personal, ¿qué cosas son las que te desequilibran?
La postura, la mentira, la falta de idoneidad, son valores muy instalados, que me desequilibran, porque la mayoría cree que los demás no lo advertimos. Pareciera que hacer como que se trabaja es trabajar, que hacerse el importante es ser importante. Y no. Cuando alguien lo hace de verdad, advertimos la enorme diferencia.
¿Y cuáles son las que suponen tu centro para mantenerte en pie?
Pensarme adentro del mundo, pensarme con la responsabilidad de que lo que hago puede contribuir o no, a mejorar el bien común.
El viaje que propones tiene algo de recuperar la excitación y la ilusión vital que sentimos siendo niños para trasladarla al presente. ¿Es una forma de enfrentar la oscuridad de las preocupaciones que aporta la madurez?
Si absolutamente, a los 50 advertí claramente la finitud de la vida y necesité aportar mi granito de arena antes de tener que despedirme.
Como dato curioso, al finalizar la función esperas al público en el hall y si alguien te dice que no le ha gustado el espectáculo, le devuelves el dinero. Dices que nunca ha pasado, pero imagino que sí recibirás un feedback, ¿qué es lo que te dice el público a la salida?
Me han dicho cosas inolvidables, las empecé a anotar porque eran de una imaginación increíble. Son elogios que dan pudor repetir, son como un tesoro que me guardo para cuando la realidad me hace descreer en la fuerza de mi oficio.
En estos tiempos de tanta preocupación y precaución, ¿qué es lo que demanda el público?
Intuyo que el público demanda que lo dejemos todo arriba del escenario. Agradece la dedicación, la meticulosidad, la entrega, porque no se quiere resignar al fracaso de la humanidad, a veces cuando se emociona, como pasa en El Equilibrista, vuelven a creer en ellos mismos y en los demás. Y a mí también me pasa, porque nunca estoy seguro de poder lograrlo, es algo que se produce cada noche, es una búsqueda. La marcha del mundo cotidiano muchas veces nos decepciona, pero el arte, a veces, nos demuestra que no todo está perdido.
Además de El equilibrista en Teatros del Canal, también has publicado un libro bajo el título Alguien como vos, ¿hay algún tipo de conexión entre la función y el libro?
La función demuestra que se puede, que todos podemos, porque tenemos un valor que a veces creemos devaluado. El libro contado en algo más de 40 breves momentos reales de mi vida, comprueban que yo pude conmigo mismo, y como se llama Alguien como vos, arriesga que, si yo pude, por qué no podrías vos también con lo tuyo, si yo soy alguien como vos, no soy nadie especial.
El puente entre Argentina y España, en cuanto a las artes escénicas, es cada vez más sólido y aquí se nota una gran influencia de la escena argentina, ¿sucede también al revés? ¿de qué manera se percibe el teatro español en Argentina?
Con España hemos tenido afinidad, respeto y admiración por su cine, su música, sus escritores, sus pintores desde siempre. En lo escénico estrictamente hay grupos que nos han marcado un camino. En lo teatral hemos podido ver a excelentes protagonistas de la escena clásica. Es verdad que, en ese puente entre un país y otro, han llegado más las obras de vuestros autores que las compañías. Pero los argentinos amamos a grandes protagonistas de la escena española.
Todo artista forja su personalidad a través de referentes que le han llevado a querer ser lo que es, ¿cuáles son los tuyos?
Yo me formé mirando un puñado de 7 u 8 actores argentinos queriendo descubrir mi esencia, para un día poder representarme tanto arriba del escenario como en la vida. Me alegra que no hayan sido tantos en ese momento porque esa limitación me ayudó a no perder el rumbo. Ahora hay tanta variedad, tanta cantidad, que tal vez se hace más difícil encontrar esas referencias. Alterio, Alcón, Soriano, Solá, Martínez, Luppi, Dumont, Darín eran actores que representaban el sentir de mi país.
Además de actor, director de escena y dramaturgo, también regentas un espacio, El Chacarerean, en el barrio de Palermo en Buenos Aires, ¿qué nos puedes contar sobre este espacio teatral? ¿y cómo es dirigirlo en estos tiempos?
Creo que Chacarerean Teatre es mi lugar en el mundo, ha sido el espacio en el que me pude desarrollar definitivamente. Los vaivenes de Argentina nos han hecho a mí y a mis socios sentir que timoneamos un barco en alta mar, pero estamos cumpliendo 20 años sin claudicar en el objetivo que nos propusimos: intermediar con el público una parte de la heterogénea creatividad de un país como el nuestro, que produce tanto en crisis como en las épocas buenas. Hemos pasado años mejores y otros no tanto, pero venimos cumpliendo la tarea y mantenerlo abierto nos enorgullece, y nos empuja a seguir.
Hablamos de El equilibrista, pero no podemos olvidar que tienes otro título que también es de gran importancia en tu carrera: El amateur. Han pasado los años y continúas representándolo con éxito, ¿llegaremos a verlo por aquí?
El amateur fue la llave que empezó a abrir la mirada de los demás sobre mí. Es un espectáculo emblemático en el teatro argentino de los últimos años, que me representa absolutamente. Si El Equilibrista les llegara al corazón como me vaticinan, El Amateur será la próxima estación. Ojalá que tu pregunta cristalice mi respuesta, porque significará que entre Madrid y yo hubo romance. Ojalá que así sea.