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Marta Poveda vuela en ‘La hija del aire’

“Semíramis es una combinación de animal, inteligencia, sensualidad, presente y asombro”

 

Por Álvaro Vicente / @AlvaroMajer

Fotos: Laura Ortega

 

Marta Poveda engrandece su estela de actriz con otro papelón que asume de la mano de Mario Gas. Semíramis, la protagonista de La hija del aire de Calderón de la Barca (en este caso con versión adaptada por Benjamín Prado), es el reverso de Segismundo, pero es mucho más, es una mujer que encuentra, desde que nace, un impedimento tras otro para ser quien es. Antes que ella la interpretaron Ana Belén y Blanca Portillo. La Poveda encabeza un reparto (en lo que supone el debut en la Compañía Nacional de Teatro Clásico de Mario Gas como director) donde están José Luis Alcobendas, Marta Betriu, Juan Díaz, Germán Torres o José Luis Torrijo, que también se baten el cobre en esta tragedia de ambiciones y violencias en torno al poder. Hasta el 23 de junio se puede ver en el Teatro de la Comedia y luego hará parada, como ya es tradición, en el Festival de Almagro del 19 al 28 de julio.

 

Mario Gas, que se enfrentaba a su primer montaje de una obra del Siglo de Oro, ha dicho de ti, que llevas unas cuantas obras barrocas a la espalda, que eres disciplinada, hipertrabajadora y meticulosa…

Me dejó loca, la verdad. Pero tuve que hacer tres pruebas para conseguir este papel, lo cual me enorgullece más todavía porque me ha gustado volver al Clásico ganándomelo. Trabajé mucho en las pruebas y me arriesgué bastante, y la competencia era tremenda. Y sí, Mario es la primera vez que se enfrenta a una obra barroca, a pesar de que la versión de Benjamín Prado es claramente diferente del original de Calderón, pero claro, yo venía con un trabajo musical sobre todo ya hecho, y Mario también es un tipo que dirige con los ojos cerrados, él ama el ritmo y la música, y por ahí congeniamos bien. Y yo soy muy aplicadita y todo lo que me dicen lo intento hacer.

 

Cuando ya supiste que ibas a ser tú Semíramis, ¿pensaste en algún momento en Ana Belén y en Blanca Portillo, que son las que hicieron los dos montajes más recordados, casi los únicos, de La hija del aire, los de Lluis Pascual y Jorge Lavelli?

Claro, claro que pensé en esos precedentes admirables, pero tampoco me preocupaba en exceso porque cada función era muy diferente, no me imponía el hecho de ser comparada con ellas, primero porque ellas son unas diosas del Olimpo, no ha lugar, y segundo por esa maravilla que tiene el teatro, que cada uno siempre va a aportar una visión diferente y eso siempre es enriquecedor. Sí que pensé mucho en Blanca Portillo, no tanto por el montaje de Lavelli sino por todo lo que viví con ella trabajando en La vida es sueño, que quieras o no, La hija del aire bebe de La vida es sueño, es un desarrollo que hizo Calderón 20 o 30 años después, con una química de las emociones mucho más trabajada, pero Semíramis nace en Segismundo.

 

La obra es enorme, y el personaje también. ¿Cómo fue tu trabajo, cómo te vas amigando con Semíramis? ¿Cómo desgranas los conceptos de poder, ambición, pasión, la fortaleza femenina que se le atribuyen?

Pues fue tela marinera, porque además fue todo en muy poco tiempo, me dijeron que iba a ser yo y a los cuatro días empecé a ensayar. Siempre tenía el texto de Ruiz Ramón, súper fiel al original de Calderón, siempre lo he tenido constantemente debajo del brazo, y empecé desde el trauma, desde una mujer que ha estado 20 o 25 años encerrada, oyendo gotear el agua en la cueva, oyendo que arriba pasan cosas y que ella no las puede vivir, y recibiendo una educación también, obviamente, porque mira qué bien habla la tipa, qué bien ordenada tiene la cabeza. Jugando entre el encierro y el instinto. Ella ha sido tratada como un animal y tiene algo muy animal, y a la vez, como ha recibido una educación y ha estado conviviendo con un hombre, Tiresias, que por muy encerrada que la haya tenido por lo menos la ha educado, intentaba imaginar cómo a partir de eso ella iba creciendo teniendo siempre muy en cuenta la profecía y el mito. Le asusta y a la vez lo disfruta, huye de ella y a la vez es atraída por esa profecía terrorífica que llevó a que la encerraran en una cueva cuando nació. Entonces, he tratado de combinar lo animal, la inteligencia, la sensualidad, sexualidad, presente y asombro.

 

¿A Semíramis le mueve más un ánimo de venganza o un ánimo de restituirse a sí misma y que ese mundo que la ha tratado como un animal la termine respetando, aunque para eso tengan que rodar cabezas?

Yo te diría que lo segundo, absolutamente. Ella lo dice: la venganza es quitar lo mismo que antes te han quitado. Ella siente una grandísima responsabilidad con su imperio, políticamente piensa que el hecho de que su hijo le arrebate el trono, más allá del orgullo herido, de la sensación de que la han desterrado, tiene que ver con la responsabilidad de conservar un imperio que ella ha hecho crecer hasta convertirlo en una gran civilización. Semíramis dicen que conquistó dos millones de metros cuadrados, es una barbaridad, construyó realmente esos jardines colgantes de Babilonia, generó una civilización y creó una sociedad estéticamente bellísima, y luego ella propició un gobierno en el que ella creía. Entonces, el hecho de que la destierren le hace temer por su imperio y por todo lo que ella ha construido. Y luego, más allá de esto, está el hecho de que la destituyan por el mero hecho de ser mujer, con todo lo que ha trabajado. No le cabe en la cabeza, ni a ella ni a nadie con dos dedos de frente, y eso para ella es una lucha. Y sí, desde luego, hay venganza, porque es una mujer con una herida muy grande de nacimiento. Todo lo que a ella le llevan haciendo desde que nació se convierte en su modus operandi, acaba encerrando a todo el mundo porque es lo que le han hecho a ella, incluso se vuelve a encerrar a sí misma.

 

Marta Poveda vuela en 'La hija del aire' en Madrid

 

En ese sentido, ¿hasta qué punto habéis trabajado desde una lectura actual en clave de género, en clave feminista incluso? Porque uno va viendo la obra y lo que se ve es a una mujer que ha estado encerrada, que no se le ha dado ninguna oportunidad, y que cuando se la han dado ella ha dicho aquí estoy yo, tomo el poder con todas las de la ley, y sin ánimo de venganza, diciendo yo puedo hacer esto y lo puedo hacer bien. 

Totalmente, en esta discusión que tiene con Lidoro, él le dice el trono me pertenece a mí porque soy el cuñado de Nino y soy hombre. Y ella responde, claro: a mí el reino me lo ha dado mi esposo, ¿como que cuñado? Esto es mío y Ninias es pequeño y no sabe gobernar, y yo he hecho que creciera el imperio, no puede ser que por ser mujer me aparten. En los ensayos salía, sí, pero lo que me gusta es que no es necesario recalcarlo ni hacer panfleto, es tan claro… y eso es lo bueno, y así lo ha hecho Calderón siempre, aquí y en La vida es sueño, es un autor con un corte protofeminista si quieres, Calderón siempre ha tenido un interés por la integridad femenina, sobre la libertad femenina. Calderón y Cervantes o Tirso también, son hombres que les interesaba el ser humano y por tanto les interesaban las mujeres. Pero Calderón es especialmente profundo para mí en este sentido.

 

Y hacer de Semíramis la gran heroína trágica de esta obra habla de que cuando una mujer adoptaba esta posición, lo que le esperaba era la tragedia y no la gloria. 

Y así le sucede a ella, lucha hasta las últimas consecuencias y muere. En otras circunstancias, todo el mundo dice que es una salvaje, mucha gente cuando salgo de la función me dice: qué mala eres, qué hija de puta, pero si eso lo hace un hombre, si un hombre hace exactamente lo que ha hecho ella, es decir, hacer crecer un imperio, conquistar, salir a la guerra, es posible que se le vea más como un héroe que como un tirano. Y Semíramis es una hija de puta. Hay luego un porcentaje muy alto de gente también que ha señalado, lo cual agradezco, y en algunas críticas se ha dicho y me emociona, porque yo lo he intentado luchar así, que yo no intento que Semíramis sea «buena», pero intento que se entienda por qué hace lo que hace y qué ha llevado detrás, que era una mujer encerrada y que Menón, su liberador, era un maltratador potencial. Y ella huye constantemente de todo eso, ella solo quiere libertad, y al final, poder, libertad y poder.

 

Claro, siempre se habla de ambición y poder cuando se habla de La hija del aire, lo cual me hace pensar en Macbeth, que incluso hay escenas muy similares…

Es una obra muy shakesperiana y Benjamín Prado además le ha dado un aire todavía más shakesperiano, sin denostar a Calderón, que está absolutamente a la altura.

 

El trabajo de Benjamín Prado es finísimo, está el verso, está Calderón, pero ha clarificado muchísimo la acción, el avance de la trama, de la principal y las paralelas.

Yo ya había hecho dos obras de Calderón, desde las maravillosas versiones de Álvaro Tato, que son sobre todo de limpiar, de peinar, de desbrozar, y lo que ha hecho Prado es cambiar el texto en un 80% aunque la estructura métrica es la misma. Al principio sientes pena de tener que renunciar a algunas cosas, pero lo ha hecho tan accesible y a la vez potencia tanto la belleza y la fuerza del texto, que la gente lo entiende muy claro, que es súper bonito, porque la gente sale habiendo recibido la historia y encontrándose con las pasiones y las contradicciones.

 

Se nota mucho desde el patio de butacas que la gente está muy dentro de la historia, que con los clásicos a veces uno desconecta…

Y yo noto, es maravilloso, en la segunda parte, que el público sabe lo mismo que yo, y los demás no lo saben, eso es una pasada, les ves que están contigo, aunque seas mala, aunque lo que haces sea cuestionable, es como un juego de niños, como en esas obras de títeres que los niños saben quién es el malo… eso es precioso.

 

Y luego el montaje, en lo plástico, tiene nombres muy míticos, Ezio Frigerio y Franca Squarciapino…

Ezio está ya muy mayor y casi no nos hemos visto el elenco con él, pero Franca… es una mujer mágica, con una mirada increíble, una mirada teatral preciosa, conectamos muy bien, le gustó mucho mi propuesta. Mario Gas juega desde la limpieza, casi desde lo estático, pero a mí me ha permitido romper un poco eso y Franca estaba muy pendiente de que el vestuario fuera apto para que yo pudiera hacer determinados movimientos. Todo, todo el trabajo ha sido muy fino, el elenco hemos trabajado mirándonos sin parar, ha sido engranaje sin tacha con un grupo de 14 actores, todos a favor de obra, y encontrarnos con esas miradas en el escenario es un regalo que no pasa tan a menudo. Creo que está bien que la CNTC se permita hacer estos experimentos con los textos, no es una falta de respeto, pero es muy positivo porque también lo hace más accesible, trae otro tipo de público, y al final lo que haces es un favor a los clásicos.

 

Al final son textos que tienen 400 años, no todo el mundo está preparado para recibirlos tal cual se escribieron.

No, ni mucho menos, a mí misma me cuesta, me costaba, que ahora ya estoy metida hasta las cejas.

 

Y ahí sigues…

Ahí sigo, ahí sigo, en cuanto puedo me escapo para salir un poco del Barroco y hacer otras cosas, pero a Semíramis era imposible decir que no. Me gustaría hacer algo más moderno en algún momento, pero bueno, ya llegará.

 

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