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Marta Fuenar es Cleopatra

“La admiración hacia una mujer sigue estando muy asociada a la belleza”

 

Marta Fuenar es una actriz grancanaria formada en la Escuela de Cristina Rota y en Work in Progress de Darío Facal. Ha vivido un año en Edimburgo y otro en California, colaborando en producciones del Bedlam Theatre, formando parte de la compañía Cursive Productions y de Bachelor of Fine Arts in Acting.

Actualmente forma parte de la compañía de teatro Paraíso Cero, recientemente fundada por Isabel Guerrero -directora y dramaturga-, y con ella ha estrenado esta temporada en El Umbral de Primavera su ópera prima Cómo ser Cleopatra. Un estudio sobre la tentación y cómo perder Egipto en 10 pasos, junto a Luis Visuara y Mar Mandli. La pieza, que ahora podrá verse en Nave 73 dentro del Festival clasicOFF, aborda el conflicto entre el deber y el placer, está estructurada en 10 actos y es una versión libérrima de Antonio y Cleopatra de Willliam Shakespeare. 

Marta atiende la entrevista en una llamada por zoom en la casa de su madre en Gran Canaria con unos cuadros de Egipto de fondo. La luminosidad que entra en la casa y su acento consiguen trasladarme allí y, sin siquiera cerrar los ojos, oler la brisa marina de ese inmenso océano Atlántico que nos ha visto crecer a las dos. Nos sumergimos en un encuentro en el que buceamos por su vida profesional, su paso por el Off y, como no, el inminente estreno de esta pieza que nos hará soñar con convertirnos en la reina del Nilo.

 

Cómo ser Cleopatra, en El Umbral de Primavera

 

 

Por Ka Penichet

 

¿Cómo se formó Paraíso Cero?

Yo conocí a Isabel Guerrero, que es la fundadora de Paraíso Cero, en un taller de Carlos Tuñón y Luis Sorolla, en el que estábamos trabajando con dramaturgos ingleses. Nos hicimos muy amigas en ese momento. Isabel había estudiado dirección, pero también es profesora de Filología Inglesa y siempre había trabajado más a Shakespeare desde el lado más teórico. Esta es la primera obra que ha desarrollado desde que decidió volver y fundar la compañía para trabajar de manera estable.

 

¿Cómo trabajaron la dramaturgia colectiva?

Partiendo del texto de Shakespeare, Antonio y Cleopatra, nos leímos la obra y empezamos a tener muchas sesiones que eran de hablar y debatir sobre cosas que veíamos en la obra. Llegó un momento en el que Isabel nos hizo preguntas que podíamos redactar previamente las respuestas o a hablarlo en las sesiones que teníamos. A partir de ahí, fuimos conformando un poco la dramaturgia. Al final, la idea era no trasladar la obra a hoy en día, pero sí al personaje de Cleopatra. ¿Cómo acercar ese personaje? Al final es alguien que siempre llama la atención, más allá de la obra de William Shakespeare y del personaje histórico. Nos preguntamos qué podíamos tener nosotros de Cleopatra o qué nos faltaría y cómo gestiona ella el mundo entre el deber y el placer.

 

¿Qué has descubierto de Cleopatra que no supieras hasta trabajar esta pieza?

Cuando empezamos a trabajar investigamos un poco el personaje en otros ámbitos. Yo siempre había oído que era muy buena gobernante y muy inteligente, pero hay muchos testimonios que hablan de ella como una persona que no era para nada atractiva físicamente, sino que tenía una personalidad completamente arrolladora. En el cine y la ficción siempre se la ha representado, desde el punto de vista físico, como preciosa. Eso me chocó cuando fui consciente que era su mera presencia la que hizo que ella se le considerara completamente atractiva. Realmente no tendría que haber sido representada por actrices espectaculares, era otra cosa lo que ella tenía, partía de otro lugar.

 

¿Por qué crees que la ficción construyó una imagen de Cleopatra con una belleza inusitada?

Tiene un poco que ver con el tipo de sociedad en el que vivimos. La admiración hacia una mujer sigue estando muy asociada a la belleza. A veces también cobran peso las imágenes que nosotros tenemos de eso en nuestra cabeza. Una de las cosas que más me ha costado trabajar es su presencia. Para mí había algo de que Cleopatra es esa persona que entra en una habitación y la gente no puede parar de mirarla. Y eso casi siempre se asocia con una persona bella porque estamos entrenados para eso, pero realmente no, en la vida hay gente que entra a una habitación y no necesariamente es espectacularmente guapo, en el estricto sentido de la palabra, pero hay algo en todo lo que emanan que los convierte en bellos, pero es verdad que eso se suele asociar a es perfecto físicamente. En la ficción esto no ocurre tanto con los hombres, pero la mujer siempre que hay que admirarla se le representa con un aspecto físico muy determinado. Creo que está empezando a cambiar un poco eso, pero sigue ahí.

 

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Cómo ser Cleopatra. ©Rebecca Tolosa

 

¿Qué otras cosas crees que la gente no sabe sobre Cleopatra?

En la obra de Shakespeare se le representa más cambiante quizás de lo que puedas leer en otros textos sobre ella. Shakespeare tiene esa cosa de abordar su personaje con picos emocionales como muy fuertes y quizás con una dependencia. En las obras de ficción se le ve como mucho más dependiente que en los textos históricos. También se dice que tenía una de las bibliotecas más importantes donde pasaba horas y horas y se había leído una cantidad de libros increíble. Eso en la ficción no se suele contar de ella. También hablaba una barbaridad de idiomas y eso también pasa desapercibido cuando se la representa en la ficción. Nosotros en la obra por lo que nos hemos ido guiando es por las sensaciones y por la idea que cada uno tenía de Cleopatra, no tanto por ser quién era históricamente sino por lo que nos imaginábamos de ella. Y eso no es necesariamente lo que Cleopatra era, pero sí la idea que yo pueda tener de lo que era ella. Y cada uno tiene unas ideas distintas. Hemos trabajado desde una cosa más emocional y personal, aunque ha sido necesario investigar al personaje.

 

¿Qué me puedes contar de tus compañeros de reparto?

Ellos venían de trabajar juntos en otra compañía. Ha sido un proceso muy guay. A Luis lo conocía de antes pero muy poquito. Así que los he ido conociendo mientras trabajaba con ellos y partiendo de un trabajo en el que hablamos sobre lo que pensamos de las cosas y con un proceso muy reflexivo. Al final estás hablando de cosas muy íntimas. Ha sido de cero a cien. Creo que Isabel tuvo muy buena intuición para pensar que íbamos a ser un grupo que nos íbamos a compensar muy bien. Creo que somos muy distintos y eso enriquece mucho a la pieza. Ha sido un proceso muy bonito en ese sentido.

 

¿Qué Cleopatras reconoces en el mundo actual?

Cleopatras pueden ser muchas mujeres e incluso, muchos hombres porque en el proceso de creación hablábamos de personas que creíamos que querían ser Cleopatra y muy pocos que lo consiguen. Por ejemplo, alguien como C. Tangana es alguien que podría ser Cleopatra. Esa cosa de gestionar esos niveles de placer y deber a la vez. Hemos hablado de que claramente Isabel Díaz Ayuso querría ser Cleopatra, pero no lo es. También hablamos de Rosalía en ese sentido. Y llevándomelo a mi entorno, yo tengo una amiga que además es actriz, María Simón, que para mí es muy Cleopatra. Es de esas personas que entras a una habitación y no puedes parar de mirarla. Hay algo en la energía, en su manera de estar, que para mí es completamente absorbente.

 

¿Qué papel juega la felicidad cuando nada entre las aguas del placer y del deber?

Creo que es muy difícil que se compensen. Yo, por ejemplo, soy una persona muy perfeccionista en cuanto a todo lo que tiene que ver con el trabajo y con un sentido del deber muy instaurado profundamente en mí. Me doy cuenta de que a veces toda esa parte de placer pasa a un segundo plano y la pospongo en muchas ocasiones. A veces está simplemente el deber que puede generarte un placer increíble y grandes dosis de felicidad, pero encontrar la compensación es la parte difícil. A veces el deber te sobrepasa y aunque tú seas muy feliz, necesitas otras cosas para compensar. En mi caso, el placer se dispara por otros lugares y tiene que ver con que yo he estado tan centrada en el deber que tiene que salir por otro lugar, pero es verdad que creo que tengo la suerte de que en el trabajo puedo encontrar altas dosis de placer. Es difícil navegar entre las aguas del placer y el deber.

 

¿Puede el placer convertirse en algo dañino?

Son muchas cosas que al final hablamos en la obra. A mí, por ejemplo me pasa que me cuesta mucho controlarme con ciertos alimentos. Si tengo chucherías, como regalices con sal de fruta, en casa, me los como todos, no los puedo tener en casa porque no puedo gestionar el parar de comer ahora y continuar mañana. Llega un momento en que mis dientes me duelen. Al principio, pensaba que los tenía con caries, pero lo que ha pasado es que han desarrollado una sensibilidad que me obliga a parar cuando yo entro en estos picos de comerme una caja entera de regalices muy grande. Ese tipo de cosas son muy claras porque tienen que ver con alimentos concretos, noto que tengo como una falta de control completa y a nivel vital también te das cuenta de que en ciertas relaciones has podido descontrolar esa parte. Algo que te está haciendo mucho daño pero que te genera altas dosis de placer y cómo gestionas el parar esas situaciones.

 

¿Qué destacarías del trabajo de vestuario?

Nuestra vestuarista, Liana Lizón, ha abordado el vestuario desde una estética un poco gamberra y ‘cani’ que también creemos que tiene la obra y un personaje como Cleopatra.

 

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Hace años estrenaste en el Festival de San Sebastián, Lady Off, una película en la que interpretabas a una chica que compaginaba su trabajo de dependienta con el de actriz del Off, ¿cómo ves el circuito teatral Off actual?

Soy una actriz del Off. A mí el off me apasiona. Lo que te da el Off es esa posibilidad de mostrar tu trabajo en espacios que son interesantes y que la gente pueda venir a verlos. El lado negativo es que no puedes vivir de él y es precario. Tienes la posibilidad de mostrarte haciendo lo que quieres, pero es muy precario, lo haces por amor al arte. En esa cosa se navega. Como actores que queremos trabajar y que queremos ser vistos y necesitamos ser vistos para existir un poquito en este circuito, navegas siempre entre preguntas como: ¿Cuánto puedo dedicar a este espacio? ¿Cuánto debo? y ¿Cuánto es sano que dedique? Es todo muy complicado. Me hace muy feliz tener un espacio en el que poder mostrar estas cosas, pero a la vez tengo que respetar los límites de este espacio porque toda mi vida no puede estar solo centrada en algo que claramente no me da de comer. Al final en el Off estás navegando entre el placer y el deber y cómo conviertes esa línea en algo sano.

 

Por esa película te dieron el premio Mejor Interpretación en Largometraje en el 27 Festival Internacional de Cine de Madrid., y en el discurso de recogida reivindicaste que la industria “buscara actrices en los teatros antes que en Instagram porque los seguidores ya vendrán después”, ¿ha cambiado algo desde entonces?

Creo que sigue siendo algo muy potente, al menos en nuestro país. Me parece que en Inglaterra es un poco diferente. Aquí sí que hay veces que entras en procesos de selección para un personaje y llega el momento en el que el tope es que no eres conocido o que no tienes los suficientes seguidores. Muchas veces entras en procesos donde se busca una cara nueva y cuando descubres quién es la persona que hace finalmente el personaje… No pasa nada, pero no me digas que estás buscando una cara nueva. Este 2021 he trabajado más de lo que lo había hecho en ningún otro momento, sobre todo en televisión, pero aún así los procesos son muy difíciles, se siguen mirando mucho esos números. Yo sigo sosteniendo, como dije en ese discurso, que algunos de los mejores intérpretes que yo he conocido, los conocí en el Off y siguen en el Off. Hay más producciones de las que había hace cinco años, hay muchas más plataformas y más producciones españolas, pero siempre trabajan los mismos. Creo que Luis Zahera dijo en la alfombra roja de los Goya que estaba muy bien trabajar, que él no paraba de hacerlo pero que siempre eran los mismos. Es genial que haya más trabajo, pero sigue siendo sorprendente que sea difícil encontrar esos espacios para incluir a gente nueva.

 

En redes he leído por ejemplo a Daniel Galindo, periodista de RTVE reivindicar el acento, a Ismael Lomana, crítico de En platea, preguntar cuántos actores canarios conocemos que estén trabajando a nivel nacional y en Casting, una película en la que Ruth Armas hacía de actriz canaria, se contaban las dificultades que tenía el poder desarrollarse como actriz con ese acento, ¿cuál es tu experiencia?

Ha sido una constante en mi vida tener un acento que llamaba mucho la atención respecto al resto. Incluso en Edimburgo y California también era una movida mi acento en inglés porque era muy diferente al del resto. Cuando volví a España y empecé intentar trabajar me advirtieron que tenía que quitarme el acento porque me limitaba mucho. Fui a clases y me costó porque no tengo facilidad natural para los acentos y conseguí cómo neutralizarlo. Intento mantener el canario, que ya me va fluctuando. A veces es un acento más canario si hablo con mi familia y, si estoy mucho tiempo en Madrid, es una cosa que está entre medias. En el momento que volví hace 6 ó 7 años claramente me dijeron que si quería acceder a pruebas iba a tener que quitarme el acento, que para mí no fue quitármelo sino aprender a poder no utilizarlo. Quitármelo suena muy mal, parece que te lo extirpas y ya no vuelve a ti y es algo que va a seguir ahí. Creo que a partir de la serie Hierro ha habido un cambio en cuanto a que antes no existían personajes canarios. A partir de ahí se le dio un espacio al acento. Sí es verdad que hay intérpretes canarios que hicieron muy buen trabajo, pero el reconocimiento no ha sido tan grande como los actores que no eran canarios. La serie como producto ha tenido un gran reconocimiento, pero a personajes concretos no se les ha dado y da la sensación a veces que, de alguna manera, es como no reconocer el esfuerzo porque está trabajando con su acento, pero eso algo que nunca te plantearías con un madrileño. Los actores canarios de Hierro no entraron en las nominaciones de ningunos premios. Creo que queda trabajo de reconocimiento en ese sentido a nivel individual.

 

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