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María Pastor debuta como directora con Anonimato

María Pastor: «No vas a poder ser padre hasta que dejes de ser hijo»

La actriz María Pastor, conocida por su extensa trayectoria en Guindalera Teatro, da el salto a la dirección con Anonimato, una obra escrita por Mariano Rochman que aborda los conflictos de identidad y los vínculos familiares. La pieza, protagonizada por el propio Rochman junto a Alba Alonso y Fanny Condado, podrá verse en la sala Lola Membrives del Teatro Lara todos los sábados hasta el 29 de marzo. Días después del estreno, Pastor respondió a un cuestionario en el que reflexiona sobre este nuevo reto, su metodología como directora y los temas universales que atraviesan la obra.

 

Foto de portada: Eva Paris

 

 

Después de 20 años en Guindalera Teatro, ¿qué te impulsó a dar el salto a la dirección con Anonimato? ¿Por qué ahora y por qué con este texto y no otro?

Mi padre siempre me ha dicho que hay en mí una directora luchando por salir. La dirección siempre me ha producido mucho respeto y, aunque siempre he sabido que acabaría haciéndolo, lo he ido posponiendo hasta que he sentido el impulso necesario. No sé muy bien por qué ahora, simplemente lo he sentido. Cuando leí el texto, sencillamente vi que podía hacerlo. Realmente no es lo primero que dirijo, pero sí la primera vez que dirijo una obra entera y de manera oficial. Hasta ahora habían sido más bien muestras de mis clases de interpretación, laboratorios de creación o alguna pieza pequeña.

 

¿Qué aprendizaje o herramientas de tu extensa carrera como actriz has trasladado a esta nueva faceta como directora?

Todas. Ser actriz me permite descifrar más fácilmente por lo que están pasando mis actores. A mí lo que realmente me interesa de la dirección es el trabajo actoral: las puestas en escena al servicio del actor, no las del lucimiento del director y su genial puesta en escena.

 

¿Cómo ha sido tu proceso de trabajo con los actores, especialmente al dirigir a Mariano Rochman, quien también es autor de la pieza?

El proceso de trabajo que hemos llevado es con lo que estoy más satisfecha. He podido trabajar a mi manera, con mi metodología y la forma de trabajo que creamos en Guindalera. Los actores han respondido muy bien, ¡incluso Mariano! Ha sido muy generoso y se ha entregado completamente. No es fácil para alguien que, además de protagonizar la obra, lleva todo el peso de la producción y es el autor del texto. Ha tenido que luchar con lo que inevitablemente estaba en su cabeza cuando lo escribió. Lo que me llevo de este viaje es el buen clima en los ensayos a pesar de las dificultades. Ha sido muy agradable para todos, y los actores se han sentido bien atendidos y escuchados. Eso es, para mí, lo más importante.

 

María Pastor debuta como directora con <i>Anonimato</i> en Madrid
@Juanjo Molina

 

¿Qué retos encontraste al abordar un texto tan íntimo y complejo como Anonimato?

El principal reto ha sido resolver la puesta en escena en un espacio vacío y conseguir cierto tipo de estilo. Y, por supuesto, centrarme en los actores e intentar que todo nazca de la escucha del compañero y de la auténtica comunicación con el espectador. En mi propuesta no hay en ningún momento cuarta pared.

 

¿Qué aspectos de tu experiencia en teatro clásico o contemporáneo crees que más han influido en tu mirada como directora?

No sé cómo responder a esta pregunta. Lo que ha influido en mi mirada como directora es la admiración por mis padres y el tipo de teatro que hacen. Realmente lo que hago es intentar aplicar las enseñanzas de mi padre como director.

 

La obra aborda el tema de la identidad y la pregunta «¿Padre se nace o se hace?». ¿Cómo conecta esta reflexión con debates actuales sobre la familia y las relaciones humanas?

De lo que habla la obra es de la importancia de los vínculos familiares, de la paternidad, no del parentesco. Y de la necesidad de dejar de ser “hijo” para poder ser “padre”. Hay muchos tipos de familias, tantas como relaciones humanas.

 

En tu opinión, ¿cómo afecta la sociedad contemporánea, con su constante búsqueda de certezas, a los conflictos de identidad que presenta la obra?

No entiendo muy bien esta pregunta. El conflicto de identidad es un concepto psicológico que describe cierto tipo de autocuestionamiento, un periodo de confusión. Todos pasamos por eso en algún momento; es parte de ser humano. Así que no sé muy bien cómo afecta a la sociedad. El conflicto nos lleva a la acción.

 

La pieza pone en cuestión el papel del ADN y la crianza en la formación de nuestra identidad. ¿Cómo crees que este debate impacta en el público?

En parte, la obra plantea la necesidad de reconocer el derecho de los hijos de donantes a conocer sus orígenes si lo desean. No con el fin de reclamar una paternidad, sino para conocer el historial genético y construir su identidad. En la mayoría de Europa occidental y del norte ya lo consideran un derecho. Creo que es un tema del que se ha hablado muy poco y pocas veces desde el punto de vista del hijo de donante.

 

¿Qué importancia tiene el humor en una obra que trata temas tan profundos como la identidad y los vínculos familiares?

El sentido del humor es básico para hablar de cosas serias. La pretenciosidad en el arte es lo que más miedo me da.

 

La sala Lola Membrives del Teatro Lara es un espacio íntimo. ¿Cómo ha influido este entorno en la concepción de la puesta en escena?

La cercanía con el espectador es algo que siempre me ha interesado, la idea de poder leer el proceso interno en la cara de los actores. Pero creo que es un espectáculo que se puede adaptar fácilmente a cualquier espacio.

 

María Pastor debuta como directora con <i>Anonimato</i> en Madrid
@Juanjo Molina

La obra aborda temas universales, pero parte de un conflicto muy personal. ¿Cómo has trabajado para equilibrarlos en la dirección?

Mi única pretensión es que la dirección no se note, diseñar una puesta en escena al servicio de los impulsos de los actores, y buscar la sencillez y el sentido lúdico para conectar con el espectador de una forma cálida y lo más honestamente posible.

 

¿Qué tipo de relación buscas establecer entre los actores y el público durante la función?

Lo que pretendo es que los actores trabajen activamente con el público, que conecten de verdad y busquen su comprensión defendiendo las razones de sus personajes. No es que haya un rompimiento de la cuarta pared, es que no existe la cuarta pared y el público es un personaje más.

 

La obra trata la idea de «verdades ocultas». ¿Cómo se refleja esto en la estética y el lenguaje visual de la propuesta?

Lo que tú llamas lenguaje visual y estética, para mí, es la consecuencia de la lógica del comportamiento de los personajes. Nace solo.

 

Como directora, ¿qué elementos has priorizado para resaltar las emociones y dilemas de los personajes?

Las emociones no se resaltan, ocurren o no. Lo importante es la acción.

 

 En tiempos de redes sociales y sobreexposición, ¿qué significa hoy en día ser «anónimo»?

No veo qué tiene que ver esto con la obra, pero se supone que un anónimo es alguien carente de identidad. La identidad, para mí, puede llegar a ser una creencia limitante, pero eso ya es otra historia.

 

¿Cómo ha influido tu experiencia personal en la forma en que se abordan cuestiones de identidad y vínculos familiares en la obra?

No sé cómo responder a esta pregunta.

 

Si tuvieras que elegir una frase o idea de Anonimato que sintetice su esencia, ¿cuál sería y por qué?

“No vas a poder ser padre hasta que dejes de ser hijo.” Es mi favorita porque me representa.

 

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