Cirque du Soleil regresa a Madrid, a su habitual Gran Carpa situada en Puerta del Ángel, tras este obligado ‘intermedio’ para presentarnos LUZIA, una espectacular celebración inspirada en el espíritu festivo de Méjico.
Una producción, que estará en la capital hasta el próximo 22 de enero, que recupera la emoción, la poesía y la belleza a la que la compañía canadiense nos tiene acostumbrados. Música, artes circenses y una potente puesta en escena vuelven a asombrar a todo tipo de públicos.
La fiesta del reencuentro
Foto de portada de Matt Beard. Cortesía Cirque du Soleil
‘El intermedio ha terminado’, así es como Cirque su Soleil da por zanjada esta etapa de incertidumbre que ha venido acompañando al planeta desde marzo del 2020. Y para hacerlo patente, se presentan en Madrid con LUZIA. “Básicamente viene del juego de palabras: ‘luz’ y ‘lluvia’ que son dos elementos incorporados dentro del espectáculo”, nos explican desde la compañía. Un mensaje con el que han querido romper esa etapa de oscuridad, dejándola atrás a base de colorido, celebración y agua, como elementos sanadores con los que limpiarnos el espíritu y recuperar el placer de la emoción.
En esta ocasión la compañía ha querido inspirarse en el folclore mejicano como temática y nexo de unión de este show, estrenado en el año 2016 -es su trigésimo octava producción-, y que ahora gira por nuestro país, instalándose en la ya tradicional Gran Carpa en Puerta del Ángel hasta principios del 2023.
Una enorme Mariposa Monarca abre el espectáculo desplegando sus alas e invitándonos a realizar este viaje migratorio, desde Canadá, tierra originaria del Cirque du Soleil, hasta Méjico, donde a través de la música, la luz y las artes circenses iremos descubriendo las diferentes etapas del camino. “No es un show donde vayan a encontrar clichés, ni mariachis -nos explican desde el equipo artístico-. Sin embargo, es una carta de amor escrita por un extranjero hacia este país con mucho respeto y amor”, una declaración apasionada hacia la cultura mejicana que señala directamente a su director, Daniel Finzi Pasca, quien invita al público a descubrir el universo de LUZIA aterrizando en un mundo desconocido, como le sucede a uno de los personajes, que va desplegándose ante nuestros ojos lleno de belleza y magia.
El acrónimo que da título al espectáculo, además de hacer referencia a la luz, da protagonismo al agua. Uno de los principales atractivos del show es, sin duda, la enorme pared de agua que preside algunos de sus números. “Es el único espectáculo itinerante que posee una cascada”, aspecto con el que además se jactan de ser una gran producción preocupada por la sostenibilidad, “reutilizamos el agua». Algo bastante complejo a nivel técnico que es posible gracias al estanque artificial que han instalado bajo la pista y que, en algunos momentos, realza el potencial poético, humorístico y visual del show.
En cuanto a la música, que vuelve a ser una de las principales e innegables protagonistas dentro de los espectáculos de la compañía, nos explican que han trabajado en arreglos que fusionen el folclore autóctono con nuevas melodías interpretadas en directo, subrayando la emoción de cuanto sucede en la escena.
A lo largo del espectáculo vamos ir descubriendo, gracias al medio centenar de artistas que lo hacen posible, el imaginario mejicano a través de los llamativos vestuarios, de la música y de los diferentes paisajes: Desde celebrar el tradicional Día de Muertos, pasando por una típica cantina, o sumergiéndonos en un cenote, hasta la jungla; donde descubriremos personajes como los Tarahumara, comunidad indígena que se autodenominan “los de los pies alados”, que se caracterizan por su fuerte espiritualidad canalizada a través de su habilidad para correr. Un espectáculo que no da tregua, lleno de ternura y adrenalina, que pasa ante nuestros ojos con el grácil vuelo de esa mariposa que lo corona y la trepidante ejecución de sus números.
Sin duda, hay que vivir al menos una vez en la vida la experiencia de asistir a uno de los espectáculos de Cirque du Soleil. Hay pocas cosas más emocionantes que dejarse envolver por su espectacularidad y descubrirse a uno mismo mirando con ojos sorprendidos, como si volviéramos a ser niños, lo que acontece en la pista.