SUSCRÍBETE

Lucía Miranda resucita al Valle-Inclán más punky

«Hay tradiciones que vienen arraigadas a una forma de pensar a las que habría que darles una vuelta»

 

La autora pucelana, Lucía Miranda, regresa al Centro Dramático Nacional resucitando al Valle Inclán más punky con su obra de teatro infantil La cabeza del dragón.  Para levantar esta revisión de la pieza, Lucía se ha acompañado de aliados de siempre, como Nacho Bilbao o Belén de Santiago, y un elenco de actores menores de 30 años -Francesc Aparicio, Ares B. Fernández, Carmen Escudero, María Gálvez, Carlos González, Marina Moltó, Juan Paños, Chelís Quinzá, Marta Ruiz, Víctor Sáinz Ramírez y Clara Sans- que convertirán este montaje en un cuento de hadas para adultos.  

Para conocer más detalles del proceso de creación de esta obra, mantengo un encuentro con dos de sus intérpretes: Clara Sans -actriz catalana reconocida por su intervención en la serie Cardo– y Carlos González -actor navarro que protagonizó la aclamada serie de Bob Pop Maricón Perdido-. Acudí a la cita a las puertas del emblemático Teatro María Guerrero y, como no podía ser de otra forma, materializamos la tertulia en el Café Gijón, historia viva de la literatura española. Allí fui testigo de la química que existía entre ambos y, por qué no decirlo, fantaseé con la idea de que el mismísimo Valle estuviera sentado a nuestro lado escuchando atentamente todo lo que ellos nos pudieron desvelar antes de su estreno. Si tú también quieres sentarte a tomarte un café con nosotros, continúa leyendo.

 

Un homenaje al Valle-Inclán al que le gustaba irse de farra

 

 

Por Ka Penichet

Foto de portada: Bárbara Sánchez Palomero

 

¿Cómo os llega esta propuesta y cómo fue el proceso de selección casting para acceder a un papel en este montaje?

Clara Sans: Lucía Miranda abrió convocatoria de casting en el CDN y nosotros fuimos propuestos por Pilar Bergés, que es una actriz maravillosa, porque nos había conocido en un evento de Atresplayer donde estaba la serie de Carlos, la mía y la de ella. Ella le dijo a Lucía que le gustaba mucho nuestro trabajo y que por qué no nos hacía una prueba.

Carlos González: Yo conocí a Pilar, antes de ese evento, porque ella estudió en Corazza, la misma escuela donde estudié yo y era una de mis actrices soñadas. De hecho, en mi primer videobook le copié una escena que tenía ella escrita porque la admiraba tanto que tenía esa cosas de querer ser como ella. Seguí sus pasos y fíjate cómo las cosas luego van dando la vuelta. Una vez que Pilar dio nuestros nombres, accedimos a un casting más largo de lo que nosotros pensábamos.

C. S. : Éramos muchos, como 30 o 40, y realmente pensábamos que serían dos fases. Toda la gente que se presentó era talentosísima y para Lucía fue complicado elegir el elenco.

 

¿Cuántos se quedaron al final?

C. S.: Ella quería ampliar a 14, no la dejaron y al final somos 9 actores y dos músicos.

C. G.: Para mí, los dos músicos de esta función son intérpretes, son maravillosos. Me gustaría mencionarlas porque son dos personas que no han hecho nada de interpretación en su vida pero que se les está despertando el gusanillo y es muy bello verlos en escena. Super clowns.

 

¿Alguna anécdota para recordar de esas audiciones?

C. G.: Estábamos un poco cagados porque pensábamos que no nos iban a coger porque éramos tres gordas. Creíamos que tres gordas no cabían en un mismo proyecto. Igual cogen a la gorda pero a las tres era un poco difícil. La otra, era nuestro amigo Chelis Quinzá que estuvo la temporada pasada en Comedia sin título. Hemos hecho un trío maravilloso. Estamos todo el rato en los ensayos llamándonos: “Gorda, gorda, gordaaa”.  Usando esta palabra desde un lugar bonito. Muchas veces Lucía nos dice: “A ver las skinny”(risas).

 

Habéis cosechado éxito en series como Maricón perdido y Cardo, ¿cómo estáis viviendo el salto a las tablas del Centro Dramático Nacional?

C. S.: En Barcelona había hecho teatro en salas pequeñas como la Becket con Els Masnascuts. De repente, llegar a un teatro tan grande y tan importante como el María Guerrero está siendo fuerte porque cuando sueñas con ser actriz en realidad sueñas con hacer teatro. No hay nada más de verdad que eso. Qué fuerte que vaya a hacerse realidad.

C. G.: Yo estaba cagado de miedo con el texto, con subirme a un María Guerrero con un Valle Inclán, pero luego es cierto que viendo el lugar desde el que trabaja Lucía desde el principio y el amor que pone en todo, el proceso tanto personal como actoral se te quitan los nervios, porque ha habido juego desde el principio. Y para un actor que viene de lo audiovisual es muy gustoso acceder al juego, porque aquí también vamos a trabajar, somos más funcionarios de la interpretación. Hay un espacio de creación que yo echaba mucho de menos como actor, para mi ha sido como volver a mis años de estudio de interpretación. Estoy muy ilusionado, pero no te voy a negar que tengo mucho miedo.

 

¿Cómo definiríais la pieza?

C. G.: Para mí este espectáculo es como una casita de muñecas donde los actores somos muñecos que juegan a ser personajes. El público forma parte de esa casa de muñecas. El público son las niñas y los niños que juegan con esas muñecas. Hay algo de hogar.

 

¿Cómo es trabajar con Lucía Miranda?

C. S.: Es muy agradable, te hace sentir como en casa. Te coge de la mano y te dice: “¡Juega! ¿Qué te apetece hacer? ¿Desde dónde lo quieres hacer?” No es una directora que imponga.

C. G.: Es muy abierta y escucha tus propuestas. Tiene las cosas muy claras. Es muy niña y está muy abierta a montar y a desmontar. Y eso es maravilloso.

C. S.: Tiene una capacidad de desapego a las ideas increíble. De repente monta algo con una idea increíble que se le ha ocurrido y con la misma dice: “Bueno, vamos a hacer otra cosa”.

C. G.: A mí eso me motiva mucho porque me hace estar alerta. Como actor me hace estar despierto y vivo. Eso es muy importante.

C. S.: Es una directora muy energética. Levanta a todo el equipo y se lo lleva con ella. Tiene visión de elenco.

C. G.: Ella nos dice: “Esta función sin vosotros no funciona. Tenéis que salir a sudarla. A confundiros. Abrazad el caos”.

C. S.: Yo también quisiera remarcar que es una mujer que, dentro de un mundo de hombres, la tía vale muchísimo. Tienes las cosas muy claras, sabe lo que quiere y, aun así, es muy cuidadosa con su equipo. No hay mañana en que no venga a abrazarnos a todos, a darnos un beso, a preguntarnos cómo estamos. Es algo que a veces, se nos da por sentado y no nos podemos olvidar que estamos trabajando con nosotros y nuestras emociones. Ella siempre saca un tiempo de sus ensayos para cuidar a su equipo. Trabajar con ella es como una aventura.

C. G.: Hemos revivido de alguna manera a Valle Inclán para que vea lo que nosotros queremos proponerle. Hay cosas que le espantarán y otras que le parecerán maravillosas.

 

 

¿Qué diferencias nos vamos a encontrar en esta adaptación respecto al texto de Valle?

C. S.: La premisa para Lucía para hacer esta obra en el María Guerrero era: “No puedes cambiar ni una coma del texto”. El texto es tal cual. Es tan tal cual que hay hasta acotaciones.

C. G.: Las acotaciones las hace José Sacristán. Es una voz en off que hace de Valle Inclán.

C. S.: Tú sabes qué ilusión que una persona como José Sacristán haya accedido a estar en nuestra obra.

C. G.: Y va a venir a vernos. Lo que sí hay que decir es que, aunque el texto se respeta tal cual, si que hay cosas que son distintas, hay números musicales, pero quiero recalcar que no es un musical. Es una obra de teatro con números musicales. En este elenco hay gente que toca la guitarra, que toca el piano, baila, canta, hacen el pino puente…es muy loco. Es un circo. Es un texto complejo y llevar todo esto a la naturalidad y la verdad es muy difícil. Hay momentos en los que igual no son de verdad, pero son muy divertidos.

 

Lucía dice que la función es un cuento de hadas para adultos, pero ¿lo es también para público infantil?

C. S.: Yo creo que, si vienen niños a ver esto, va a flipar con la escenografía, los vestuarios, con los personajes que son de cuento de hadas. Para mí es como representar la leyenda de San Jordi.

C. G.: Para mí es Shreck II, también es La princesa prometida…

C. S.: Obviamente, hay momentos adultos donde solo ellos van a entender de lo que estamos hablando, no solo hablamos de hadas, hablamos de una realidad, pero los niños, si vienen, van a flipar.

 

¿Podemos decir que esta función es un homenaje a la figura de Valle Inclán?

C. G.: Es un homenaje al Valle Inclán fiestero y punky, a ese Valle que le gustaba salir de farra y liarla parda. No es un homenaje al Valle Inclán de la mujer en casa y el marido trabajando.

C. S.: Lucía nos ha contado que ella está harta de ver representado al Valle Inclán de Luces de Bohemia. Valle Inclán era un bohemio que estaba en las calles bebiendo y de fiesta, será mejor o peor persona en cuento a cuestiones de género, pero era un tío que creía en la cultura, que creía en la fiesta, amante de todos. Es un homenaje desde nosotros. Yo sí siento que le estamos rindiendo homenaje. Que le vaya a gustar o no, eso ya él en su tumba nos dirá a ver qué pasa.

C. G.: Valle Inclán no estaba muerto, estaba de parranda.

 

Lucía Miranda resucita al Valle-Inclán más punky en Madrid
Clara Sans y Carlos González en una escena de La cabeza del dragón. Foto de Bárbara Sánchez Palomero.

 

Si Valle levantara la cabeza y se diera de bruces con la España que describe Lucía en esta adaptación, ¿Qué creéis que diría?

C. G.: Valle Inclán fue un hombre que trajo el modernismo a España. Yo creo que este señor era un moderno y que en el siglo XXI estaría tomándose unas cañas en la Plaza del 2 de mayo, entonces, creo que le gustaría mucho como lo ha hecho Lucía.

C. S.: En el patio de butacas tenemos unas figuras de Valle y cuando ensayamos, yo siento que nos está viendo. Hay momentos en los que lo miro y pienso que me está sonriendo y me dan ganas de decirle: “Tío, ¿te está gustando? ¿Vamos bien?”. Yo creo que el nos está diciendo: “Jugad, por favor. Haced esta obra que nunca la hacen y es divertidísima. Pasároslo bien”. Entonces yo pienso que sí le está molando y le está emocionando que un grupo de chavales de menos de 30 años coja esta obra y diga: “¡Hala! Por el arco del triunfo”.

 

¿De qué manera trascienden en vuestras vidas las tradiciones de la cultura española?

C. G.: La tradición puede ser desde el ámbito más social, puede ser una corrida de toros, un cumpleaños o celebrar la nochevieja…Hicimos un ejercicio escribiendo en post it tradiciones españolas… yo, por ejemplo, no puedo vivir sin paella.

C. S.: Yo soy muy fan de la siesta. Creo que hay una parte de nuestra tradición que es preciosa que forma de nuestra cultura y que forma parte de la esencia de lo que somos. Hay una parte de la tradición que va muy ligada a la iglesia, que igual se podría plantear qué es lo que nos va bien heredar y lo que no, y luego hay una parte de herencia cultural y social, a nivel político, que es con lo quiero romper, que siento que eso nos pesa mucho como sociedad, no solo a España sino al mundo entero.

C. G.: Es tradición que un hombre se case con una mujer, pues eso es una mierda de tradición. Hay tradiciones que vienen arraigadas a una forma de pensar a las que habría que darles una vuelta. Otras hay que mantenerla, como la siesta.

 

Decía Valle Inclán que: “Cuando mires tu imagen en el espejo mágico, evoca tu sombra de niño. Quien sabe del pasado, sabe del porvenir”.  ¿Habéis mirado vuestra imagen en un espejo evocando al niño o la niña que lleva dentro?

C. S.: Es tan emocionante.

C. G.: Yo cuando me siento frustrado conmigo, con actitudes mías que me gustaría cambiar, siempre intento acudir a hablar con mi niño y a hacerle aparecer. Está bien hacer aparecer a ese niño que no pensaba tanto porque de mayores tendemos muchas veces a darle mucha importancia a todo. Cuando era niño no le daba tanta importancia a todo. Me gusta cogerle de la mano y escuchar lo que necesita él, no lo que necesito yo porque viendo lo que necesita él puedo volver a mi pasado y, de alguna manera, poder entender mi presente. No es tanto escucharnos a nosotros mismos, sino escuchar a nuestro niño. ¿Qué necesita el niño? Viendo lo que necesita ese niño, que en algún momento no cumpliste, puedes entender por qué tú estás así ahora. ¡Terapia!

C. S.: Yo en este proceso no me he parado a hacerlo, pero sí cada vez que decimos esta frase, inevitablemente, mi niña pequeña aparece. Entonces, cuando tengo inseguridades o siento que no sé si lo estoy haciendo bien o si estoy en el sitio que tengo que estar…la niña está delante de su espejo queriendo ser una actriz de teatro y estar en un teatro grande y la miro y digo: “Ostras, Clari, que estamos aquí. Es muy fuerte. Estás cumpliendo tus sueños con muchísimo trabajo y esfuerzo”. Yo me emociono mucho al pensar que la niña que he sido, está en el sitio que quería estar.

 

Toda la cartelera de obras de teatro de Madrid aquí

Comparte este post