¿Cuándo y cómo decidisteis uniros en la escritura?
Carla Cabané: Habíamos intentado sacar obra adelante con más gente y estuvimos como un año y todo el rato nos encontrábamos con piedras en el camino. Este texto nació un poco desde la desesperación. No sabíamos qué queríamos hacer, pero teníamos claro que queríamos pasarlo bien, hacer teatro, escribir… y nos juntamos. Lo que empezamos a hacer fue quedar con un temporizador de 30 minutos cada una, nos separábamos, nos poníamos a escribir lo que se nos ocurriese y luego lo poníamos en común.
¿Qué sucede para que dos actrices quieran dar el salto a la escritura teatral?
Carmen Escalonilla: En realidad, son las ganas de hacer teatro lo que nos mueve a empezar a escribir. Ya que nadie escribe por nosotras, ya que nadie nos da nada, pues vamos nosotras a probar y hemos descubierto un mundo en la escritura muy guay. También, en los cursos que hemos hecho, nos han formado para ser creadores.
¿Qué aporta cada una en el proceso de escritura?
C. E.: De primera aportamos textos, cada una miró su carpeta en el ordenador y encontramos como alguna idea guay en alguno de ellos. No había una premisa muy concreta, pero era cómo seguirías tú estos textos que ya no se sabía cómo continuarían. Cada una probó cosas distintas. No había una cosa muy concreta, había mucha libertad.
C. C.: La idea que si se mantuvo desde el principio fue la idea del mar de un texto que había rescatado Carmen. Fue el primer texto que pusimos en ese documento y es cómo arranca la obra. De ahí, nos fueron surgiendo la obra.
Y qué ocurre cuando no hay un punto de consenso, ¿cómo lo resolvéis?
C. C.: Creo que en la escritura lo que nos ha pasado un poco es que cuando una no sabía cómo seguir la otra lo continuaba.
C. E.: La verdad que cuando las dos teníamos cosas distintas escritas, rápidamente dialogando lo resolvíamos. Igual eso que comentas ha sucedido más en la dirección.
¿Quiénes son vuestras protagonistas? Que cada una presente su personaje…
C. C.: Alma es una chica que siempre es el centro atención sin que ella lo quiera o sin que ella lo sepa. Se hace notar en cualquier sitio al que entra porque es muy especial, vamos a decirlo así. A vistas de los demás, sería un poco el estereotipo de un adolescente o de una persona joven que intenta vivir todo a la vez, decir sí a todo. Alma tiene algo que nunca se llega a ver de lo que realmente le está pasando o vivir la juventud como supuestamente tienes que vivirla, pero por dentro le suceden cosas que no se ven.
¿Y Marina?
C. E.: Marina es una chica que siempre ha sido todo lo que se esperaba de ella. Siempre se le han puesto unas expectativas super altas de cómo debe ser en cuanto a estudios, en cuanto a vida, a relaciones sociales… Toda su vida su lucha ha sido no defraudar a su entorno y conseguir todo lo que se espera de ella. Llega un momento en que rompe con todo eso y decide por primera vez tomar las riendas de su vida.
¿Tienen algo estas mujeres de Thelma y Louise?
C. E.: Me lo han dicho un montón de veces. No creo que sea consciente, pero creo que hay algo que está ahí. Me siento fatal porque no he visto la película.
¿Hablamos de Virgilio?
C. E.: Virgilio sería el personaje de Regreso al futuro. No viaja al pasado o al futuro, pero es quién las mueve a ellas. Es un poco faro para ellas y es una persona que quiere que toda salga como él quiere. Por eso maneja la situación, pero claro a Alma y Marina no se les puede dirigir. De hecho, se llama Virgilio porque nos hacía gracia que Virgilio es quien acompaña a Dante en su viaje y está como ese paralelismo ahí.
¿Cuánto hay de vosotras dos en los personajes?
C. E.: Justo cada una interpreta a la contraria. En un principio lo vimos así. Carmen es más Alma y Carla es más Marina, pero creo que se ha ido mezclando todo mucho y también creo que cada una tenemos bastante de las dos.
C. C.: La gente que ha venido a vernos nos contaba que se sentían identificada con las dos. He visto que era una obra no solo generacional sino para todo el mundo como amigos de mis padres que se han sentido identificados. Los personajes son tan Ying y Yang que se complementan mucho.
¿Qué tema es el que atraviesa la obra?
C. C.: Creo que las expectativas de cada uno sino de las impuestas. De intentar llegar a algo que luego nunca sucede como te lo imaginabas y bueno, eso no es malo. Nos han metido mucho en la cabeza que, si no cumples las expectativas, fracasas, pero a veces el resultado es muchísimo mejor. Al final de lo que hablamos en la obra es un poco lo que nos ha pasado en el proceso. Al principio teníamos una imagen de lo que iba a ser la obra con una escenografía que al final no fue, pero llegamos a este resultado y estamos más felices con el que con lo que habíamos imaginado.
La obra parte de la premisa de: «Si pudieras decirle algo a tu yo de 22 años, ¿qué le dirías?». Y yo os quiero preguntar a vosotras que estáis aún en esa franja de edad, ¿qué le diríais a vuestro yo de 45?
C. E.: Yo le diría que no se acomode que es como un miedo que tengo. Que si algo no está bien que se mueva por cambiarlo porque incluso le pasa a mi yo de 21 años y que salga de ahí si es necesario.
C. C.: Yo siguiendo un poco con lo que dice el personaje de Alma que, aunque nunca sepa cómo son las olas que vienen, que encuentre siempre esa paz que te da el mar. Y aunque no sepa lo que está ocurriendo o si aún no he llegado donde pretendía estar con 45 años que encuentre siempre esa paz ocurra lo que ocurra en mi vida.
¿Es muy fácil sentirse perdido hoy en día?
C. C.: Siento que es muy fácil huir y perderse porque huyes de lo que tienes que hacerte responsable o de lo que tienes que enfrentarte, pero a la vez, si te han acostumbrado a seguir un camino es muy difícil perderse porque lo tienes interiorizado. Hay gente que huye de las responsabilidades porque necesitan esa perdición.
¿Qué cosas os producen miedo, incertidumbre y os paralizan?
C. C.: El equivocarme y tomar malas decisiones.
C. E.: A mí no tanto eso. En este momento, no valoro la opción de reflexionar sobre eso. Ahora mismo, lo que más miedo me da es mi futuro. Esta profesión es tan incierta que me preocupa bastante, aunque no me paraliza.
¿Qué es la felicidad para vosotras?
C. E.: Creo que la felicidad es estar tranquila. Muchas veces prefiero estar como en paz. Ni para bien ni para mal.
C. C.: Para mí, la felicidad ni es tener cosas muy buenas, ni tener cosas muy malas, pero tiene que haber de ambas. La felicidad es encontrar el equilibrio entre las cosas buenas que te ocurren, sin que las malas te hundan.
Y ahora que vivimos en una época con mucho ruido, ¿cómo se mantiene viva la esperanza?
C. C.: Juan Codina nos decía en la escuela que esto es una carrera de fondo y que es muy fácil perder la esperanza porque no ves una meta cercana. A mi me ayuda pensar en eso.
C. E.: La realidad es que no hay nada inmediato ni que perdure en el tiempo, si te enfocas en esa idea, eso te ayuda. Es paradójico porque justo vivimos en la época lo quiero todo ya, pero nos han vendido una mentira. Yo tengo que construir un camino para llegar a lo que quiero. Nada de lo que tú te vayas a proponer en tu vida es inmediato. También te digo que mejor porque como sea inmediato qué rollo todo, ¿no?
C. C.: Buscar una red alrededor que te apoye te ayudan a mantener la esperanza, ya sean familiares o amigos.
Generación de cristal, ¿qué pensáis cuando la gente os dice que sois la generación de cristal?
C. C.: Escribiendo la obra, hablamos de que era uno de los temas que queríamos abordar. En la obra a los personajes no les pasa nada, al final decidimos no exponer una situación dramática porque muchas veces la gente de otras generaciones no entiende que porque no hayamos vivido algo muy grande podamos estar mal o juzgan mucho esta cosa de que somos la generación de cristal, todo nos va a hacer daño, todo nos molesta… Aunque no esté muy presente en la obra, indirectamente está ahí, sobre todo en el personaje de Alma.
C. E.: Nos llaman generación de cristal por no haber vivido una guerra, por ejemplo, en la época de la inmediatez, como decíamos antes, en la que encima no hay trabajo, en la que las enfermedades mentales están al a vuelta de la esquina porque es inevitable porque hay una ansiedad enorme y no nos rompemos. Cómo que somos una generación de cristal, todo lo contrario. Somos bastante fuertes, yo creo.
C. C.: Yo también pienso que nos llaman así porque hemos roto ciertos tabúes con las enfermedades mentales. Que hablemos de ello no significa que no hayan existido toda la vida ni que nos rompamos más fácilmente, todo lo contrario, por darle voz, darle una palabra o darle un nombre, creo que soy más fuerte por decirlo que por ocultarlo. No nos han enseñado a ser vulnerables y creo que nuestra generación se está abriendo a mostrarse tal cual. Yo busco humanidad, alguien a quien contarle que estoy mal y que me abrace.
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