“Pueblo chico, infierno grande”
Ya está en marcha la 25ª edición del Festival LesGaiCineMad, una edición atípica, como todo lo que nos está sucediendo en este 2020, del que ya es considerado como el festival de temática LGTB de habla hispana más importante. En esta ocasión os hablamos de Las mil y una, película escrita y dirigida por la argentina Clarisa Navas.
Nueva película de Clarisa Navas
Por Lucas Cavallo
Desde hace unas semanas, por no decir meses, Madrid está viviendo una situación convulsa a causa de la crisis del coronavirus. Las idas y venidas con las restricciones han hecho que los ciudadanos nos encontremos en tal caos mental, que ya no sabemos si nos podemos reunir seis, diez o ninguna persona, en qué horario está vigente el toque de queda, o si algún día volveremos a salir en las fiestas de Albacete.
Por suerte, el miércoles 28 de octubre, Madrid volvió a encontrar algo de coherencia en el único lugar donde uno siempre está seguro: la cultura. Hace unos días dio comienzo la 25 edición del Lesgaicinemad, el festival LGBT más importante de habla hispana tanto en número de películas proyectadas como en cantidad de público. Hasta el último momento no se supo si se iba a poder llevar a cabo, pero la tenacidad y entrega de los organizadores hizo posible el evento. En la presentación se hizo hincapié en la importancia que tiene poder celebrar un certamen de este tipo tan necesario en este momento, no solo por la existencia de una pandemia sino también por las muestras de intolerancia de ciertos sectores a los que bien valdría aplicarles un cordón sanitario. Al igual que en Donosti, se tomaron todas las medidas de seguridad recomendadas por las autoridades competentes en la materia, haciendo de este lugar un espacio sin riesgos. Desde el 28 de octubre hasta el 15 de noviembre se podrán ver largometrajes, cortos, documentales y exposiciones en sus diferentes secciones. Desde aquí iremos comentando nuestra selección.
La obra que inauguró el festival fue Las mil y una, segundo largometraje de la directora argentina Clarisa Navas, que narra la vida de Iris, una joven de 17 años que se va a vivir junto a sus dos primos y mejores amigos, a una zona marginal del interior de Argentina. Su vida cambia ante el regreso de Renata, una antigua habitante de la localidad. A simple vista parece que la cuestión principal en el film es la identidad sexual de su protagonista y cómo esta se desenvuelve a raíz de los sucesivos encuentros con Renata. Sin embargo, para la Directora cobra mucha más importancia la localidad en donde se desarrolla la historia. El título, sin ir más lejos, hace referencia a uno de los barrios periféricos de la ciudad de Corrientes, Las mil. Iris y sus primos no son seres anónimos como cualquier persona que vive en una gran urbe. Tienen nombre y apellido y son susceptibles de ser juzgados ante la mirada crítica de sus vecinos. En una conversación entre las dos muchachas, Renata comenta “pueblo chico, infierno grande” como si estuviera viviendo en una novela de Manuel Puig. En Boquitas Pintadas, gran novela del escritor maldito, Puig nos traslada a un pasado argentino donde sus protagonistas viven atrapados en un mundo rural y cruel. Parece ser que la evolución natural de esta obra es precisamente esta película. Desde luego las condiciones objetivas que dieron lugar a la aparición de la novela no han perdido un ápice de vigencia en la actualidad, solo han sufrido ligeras modificaciones. Se pasa de la heteronormatividad a la diversidad sexual, del tango a la cumbia, pero el rumor y la presión social permanecen.
El mayor logro de la película es mostrar, con una cámara muy cercana a los movimientos de los personajes y a los espacios pequeños, la vida asfixiante que puede tener la gente que posiblemente no tenga un futuro. Iris sin estudios y sin trabajo pasa sus días hablando con sus primos y visitando a Renata. Sus primos intentan sobrevivir en una sociedad que no los acepta ni los entiende mientras que Renata tiene que luchar contra la fama que le precede. Todo ello acompañado de sus respectivas familias disfuncionales. Navas logra escenificar con talento el estilo de vida de la periferia: prostitución, trabajo nocturno, pobreza, desidia de algunos y esfuerzo de otros. Posiblemente el mayor defecto del film lo encontramos en la protagonista. Tal vez si el personaje de Iris tuviese una mayor expresividad a la hora de relacionarse con el entorno sería más fácil que el espectador empatizase o se sintiese identificado con ella. Por otra parte, también es entendible que en una comunidad tan complicada como la que muestra la película fuese difícil para ella ser elocuente. En cualquier caso, Clarisa Navas se confirma como una de las voces narrativas más importantes de América Latina, con un buen ojo para el detalle y las historias que ocurren en un segundo plano.
En los últimos treinta años la sociedad ha pasado de trabajar con máquinas de escribir a utilizar ordenadores, del teléfono fijo al teléfono móvil, de escuchar la radio al uso masivo de internet, pero todavía queda un largo camino por recorrer para que nuestra forma de ver al otro también evolucione.