Cuatro décadas los contemplan y el Teatro Inestable de Ninguna Parte se mira y se piensa a sí mismo en una obra, ‘Ahora todo es noche’, que vuelve a su esencia, con Paco Sánchez, Gaspar Campuzano y Paco Bustos en escena
Por Álvaro Vicente / @AlvaroMajer
El último espectáculo de La Zaranda lleva por subtítulo, entre paréntesis, (Liquidación de existencias). Qué caso omiso hacemos a veces de las palabras. La publicidad es repetición y la repetición vacía de contenido, es como un ácido sulfúrico que deja el significado en nada. La publicidad es la alumna aventajada del consumismo. Este sin aquella, ni fu ni fa. Lo que no se anuncia no existe, no puede ser comprado, se pierde en la espiral del silencio. Con las personas pasa un poco lo mismo. Algunos quedan fuera porque les falta un elemento: el dinero. Lo de comprar, ya saben. Son los mendigos. O los indigentes que se dice de un tiempo a esta parte. Nos rodean pero son invisibles. “Se volvieron invisibles, sí, -dice Paco de La Zaranda-, tan acostumbrados ya estamos a verlos, dormitando en los vestíbulos de las estaciones y aeropuertos, revolviendo en los contenedores de basura, haciendo cola en los comedores benéficos… Los vemos tan lejanos y apenas la cantidad de una mensualidad nos separa de ellos. Los arrojados por la borda de sus destinos, los náufragos en la oscuridad de un mundo hostil. A veces en silencio cruzan nuestra consciencia, aunque los evitamos como el beso del leproso, porque su pobreza nos interpela. ¿Quién cree que tiene algo para siempre?”
Ser y tener
La Zaranda podría serlo todo, e incluso tenerlo todo, de haber florecido en otro país, en Alemania, en Francia, incluso en Italia. Pero entonces no sería La Zaranda. Fue compañía inestable de Andalucía la Baja, pero para hacer marca de país llevamos el flamenco aséptico a Japón, que viste más. El vinagre de Jerez se le agrió a más de uno cuando había que estampar la firma en el talonario. Andalucía les dio la espalda (que tampoco es que nunca les pusieran una alfombra roja) y pasaron a ser compañía inestable de ninguna parte. Su patria el escenario. A sus 40 años, con una historia llena de éxitos internacionales (en Latinoamérica, sobre todo en Argentina, son dioses), han querido volver a su más pura esencia después de unos espectáculos, podríamos decir, algo más “aperturistas”. En Ahora todo es noche, tres mendigos buscan un lugar donde dormir. No saben adónde ir, pero lo que más les preocupa es saber dónde están. Esos mendigos son los sempiternos Gaspar Campuzano, Paco Bustos y Paco Sánchez, o sea, Paco de la Zaranda, que así se bautiza en su rol de director. Unos intérpretes contándose a sí mismos, a través del texto de Eusebio Calonge, otro texto lleno de frases como pedradas, letanías y poesía. “¡En ganar no está la gloria sino en morir batallando!”
Un fondo de esperanza
Y sí, pese a todo, hay esperanza. Cualquiera de nosotros puede acabar en la indigencia, pero más que esa circunstancia, pesa que todos nos hemos visto y nos veremos mendigando algo alguna vez. Dejemos la mano tendida y abierta, por si acaso. A los 40 años podrían haber tirado la toalla, pero renuevan su compromiso con el teatro, con el pueblo, con la poesía. “Aquí está el universo de una compañía, sus heridas y cicatrices, su desarbolada imaginería, su desgarrada voz, sus personajes desahuciados. Eco de liturgia, tintes esperpénticos y regusto de tragedia, un humor perturbador y un compromiso poético insobornable. Tradicionales y rupturistas, contradicción viva, contracorriente siempre, pasión de cuatro décadas por los escenarios del mundo: La Zaranda, teatro inestable de ninguna parte, cumple cuarenta años a lo hondo del tiempo.” Paco dixit.
Teatro Español.
Del 19 al 29 de abril.