Felicidad en Cuarta Pared
Por Alberto Morate
La relación entre parejas es inequívocamente distinta de cada uno de los miembros que participan de la misma en función del tiempo que van pasando juntos y compartiendo actividades diversas.
Al principio todo se ve de color ¿de rosa?, o malva, o azul, o verde, según los gustos de cada uno/una. Después, con el paso del tiempo histórico, (a veces un año puede ser todo un periodo intensísimo), se atraviesan distintos niveles de complicidad, comprensión, conocimiento mutuo.
Se tienen cosas en común que, en más ocasiones de las que quisiéramos, se van perdiendo poco a poco. Surgen discrepancias, otros ritmos de vida, responsabilidades, reproches, sorpresas, inquietudes, intereses dispares.
Aun así, se aguantan situaciones incómodas, surgen perdones y arrepentimientos, desconfianzas, y más soledades de las que se desean. Y si te aguanto es por lo que tenemos en común, pero hay cosas que me desesperan de ti sobremanera.
La vida misma. La realidad de las conductas. La confianza, que da asco. La sociedad a la que pertenecemos.
Felicidad, si existiera. Todo va como la seda, hasta que esa seda es tan fina que se rasga con solo mirarla. Felicidad es un texto de Cristina Rojas y Homero Rodríguez Soriano que también lo interpretan. Un texto de lo que se dice y no se debiera, de lo que se calla y no se debiera, de lo que se debe y se reclama y se echa en cara o no se concreta.
Raquel Mirón y Javier Márquez los acompañan, son la otra pareja. Entre las dos parejas ya no hay conexión, aunque sean familia, algo que pasa hasta en las mejores familias, valga la redundancia. Cada uno piensa en su situación intentando adaptarse, pero “¡es tan largo el amor y tan corto el olvido!”. De todas maneras, buscaremos una salida. Porque de lo que se trata es de estar bien, ¿verdad? La Felicidad no es fácil, es más, es casi revolucionaria, no puede crearse, pero se transforma, se hace desde dentro para que se vea desde fuera, se confunde con las normas sociales, y se busca y no se encuentra, y por eso la disfrazamos de sonrisas.
Sonrisas y risas que en este montaje aparecen a menudo, a pesar de la cruel experiencia íntima de los personajes, del combate social que mantienen en las zonas oscuras del corazón hasta que la autenticidad se libera y ahí vemos a cuatro estupendos intérpretes de tenemos gato haciendo de la Felicidad su mejor apuesta.