El cuerpo en todas sus amplitudes de transformación es una auténtica investigación. A causa de una transmutación estética debido a una enfermedad, los cambios físicos a lo largo del tiempo, la modificación de un organismo tras un embarazo, al relacionarse con otros cuerpos neutros… con esta base de investigación física en continuo crecimiento, nace La brevedad del cuerpo, un espectáculo que la coreógrafa y bailarina Ana Erdozain ha querido denominar como “danza investigativa”.

Esta historia surgió en el imaginario de Ana hace cuatro años, cuando sufrió una lesión en la que se rompió la rodilla y le impidió bailar durante una temporada. Comenzó como un proyecto unipersonal al que poco a poco fue adhiriendo otros dos cuerpos para trabajar desde sensaciones conjuntas, con la pretensión inicial de que son tres cuerpos que entran siendo uno, y cuando terminen el espectáculo, se hayan convertido en otro completamente diferente. Toda esta variación de la fisicalidad, en palabras de Erdozain, no tiene el propósito de verse desde un modo negativo, si no desde todas y cada una de las posibilidades que tiene el cuerpo, “me gustaría que el público se colocara desde un lugar contemplativo, y en él perduraran ciertos paisajes mentales que ellos se lleven después de ver el espectáculo”, confiesa la coreógrafa.

 

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SOPORTE EXTERNO AL CUERPO CREATIVO

Aunque la herramienta preponderante en este proyecto es el movimiento del cuerpo, Erdozain también ha estado muy ligada a la interpretación tras su formación en la Sala Cuarta Pared, y subraya que le resulta vital en sus espectáculos introducir texto o apoyo audiovisual que ayuden a conducir este viaje corpóreo, que parte de un eje estructural fijo, pero juega mucho con la improvisación. “Por ahora solo cuerpo, pero no descarto que en estas dos semanas previas al estreno nazca algún texto proyectado, pero no creo que sea desde la palabra de las bailarinas”, entre las que se introduce como tercer cuerpo sobre el escenario.

Esto, le añade una dificultad añadida a su trabajo, ya que “por un lado estás generando algo desde fuera a nivel creativo, pero al colocarte dentro no tienes a alguien que te guíe, aunque encuentras muchos caminos internos”, subraya la también bailarina. Para Ana es importante recibir gente externa durante los ensayos para visualizar el espectáculo, y su mentora y también coreógrafa, Raquel Sánchez, ha sido muy protagonista en esta mirada externa, ya que la ha ayudado a “ablandarse mentalmente y delegar esa tarea de guía durante un rato”.

 

 

 

DT COMO PARTE DEL PROYECTO

Para la creadora, las sala DT Espacio Escénico se ha convertido en parte indispensable de La brevedad del cuerpo, ya que el proyecto está sentando sus bases en estas instalaciones. La primera apertura al público fue con la iniciativa de Inconclusos en el Teatro Pradillo, donde realizaron dos encuentros con los espectadores, y según cuenta Ana, “de ahí se aplicó para las residencias DT y ese fue el inicio del viaje”.

Estas salas ofrecen espacio para ensayar “desde un lugar muy generoso y con muchas facilidades”, relata agradecida Erdozain, además de apoyo económico y un lugar para mostrar el trabajo durante nueve días. “Me parece interesante para este proyecto que el sitio sea tan concreto, con tanta esencia”, realza la coreógrafa y bailarina.

 

CONCIENCIACIÓN Y DISFRUTE

Cuando le preguntan qué siente por una de sus tareas vitales, bailar, a Ana le cuesta colocarle palabras a todas las sensaciones que interpreta sobre un escenario. Una de las cosas que nombra es la amplitud corporal, “es como si pudiera adentrarme dentro del cuerpo y darle una amplitud que siento que normalmente en la vida no sale”. Tal y como relata desde un lugar cómodo y sensitivo, cuando baila se genera un disfrute, una conciencia plena y unas sensaciones corporales densas, “es permitir que toda la vulnerabilidad que tienes fuera en la calle, se desvanezca”.

 

OTRAS PASIONES

Ana también imparte clases de pilates, talleres de creación, de contact y de contemporáneo, que le ayudan a acercarse a su profesión desde otro lugar. En cada una de las clases es muy diferente el enfoque, afirma Erdozain. Por ejemplo, en las clases de contemporáneo trabaja desde un lugar más técnico, ofreciéndole a los alumnos un conocimiento del cuerpo y una posibilidad de entrar en la memoria corporal, siempre desde el disfrute. En los talleres de creación trabaja desde textos e imágenes, como en sus creaciones como coreógrafa. Y en los cursos de contact, se parte desde la improvisación y el contacto humano de los cuerpos. Cuando la coreógrafa habla de estas clases, recuerda a su compañera Aroa González, que también ha estado muy presente en la creación del espectáculo. Esta faceta de profesora, expresa Ana, es parte esencial que delimita su condición de bailarina, “para mí enseñar a los demás conforma mucho mi esencia en el mundo de la danza”.

 

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