Su directora lo llama “un diálogo con Clarín”. Y viendo el éxito de Los Pazos de Ulloa, Helena Pimenta y Eduardo Galán tenían que volver a trabajar juntos para presentar una nueva adaptación de un clásico, uno todavía más difícil. Y es que en palabras del dramaturgo: “¿Cómo condensar mil páginas en una hora y tres cuartos?”.
Del 4 de febrero al 3 de marzo, esta versión de La Regenta más clariniana que ninguna, podrá disfrutarse en la sala Guirau del teatro Fernán Gómez. Se trata de una producción de Secuencia 3 que perpetua su trayectoria de apostar por clásicos del XIX, pero esta en particular ha sido todo un reto para Pimenta: “Llevarla al teatro se antoja una tarea casi imposible, pero una vez tomada la decisión se hace necesario responder a la pregunta de si vamos a ser fieles al texto de Clarín. La respuesta es sí”.
“La Regenta es una novela enorme en todos los sentidos”, afirma la directora. No habla tanto del peso del libro, que ya es considerable, como de su gran relevancia y, sobre todo, la complejidad de la trama que sigue a Ana Ozores. Para lograr llevar las palabras de Clarín a escena sin desvirtuar la obra original, han optado por centrarse en el personaje femenino interpretado por Ana Ruiz. “La novela para mí es un monumento en defensa de la mujer para elegir, para decidir y para ser, frente a la presión social hipócrita y frente al clero”, asegura Galán.
Para trasladar ese lenguaje novelesco al escenario ha sido necesario reducir el número de personajes a diez. Un recurso teatral que Pimenta y Galán han aprovechado es la presencia de cuatro actores a modo de narradores: “ellos son la conciencia de los personajes, nos permiten contar las elipsis para que se entienda su evolución”. Del mismo modo, la ciudad de Vetusta, que Clarín retrataba bajo la figura de su imponente catedral, se ve representada en escena por un coro. La directora cree, además, que ese narrador omnisciente de lo oculto es muy propio de Clarín: “nos ayuda a contar por un lado lo que hay detrás de los personajes y por otro lo que hay debajo, su parte más oscura”. Ninguna decisión es tomada al azar en esta cuidada adaptación, ni siquiera la escenografía: “La arquitectura es muy sencilla, parece una hoja de papel que recuerda a lo literario, pero engloba la población entera”.
Al fin y al cabo, la esencia de La Regenta reside en esa cárcel moral que representa la sociedad rural de la época y a la que se enfrenta Ana Ozores. La protagonista vive frustrada por un matrimonio infeliz y mantiene un debate interno, entre dejar escapar sus pasiones o seguir la senda marcada por su religión y tradiciones. Aparecen en su vida los personajes de don Álvaro, interpretado por Jacobo Dicenta, un ‘Don Juan’ de Vetusta ya venido a menos, y el sacerdote don Fermín de Pas, en la piel de Álex Gadea, su confesor. Ana deberá decidir su camino en esta obra puramente naturalista, en la que el pasado de los personajes condiciona su presente y su evolución.
“El nombre”, responde la actriz Ana Ruiz cuando le preguntan qué tiene en común con su personaje, porque afortunadamente no hay mucho más. Y es que Ana es un personaje que, en palabras de Ruiz, “no podía ser como realmente era”. A pesar de las carencias afectivas que el personaje sufrió desde su infanica, Ana Ozores tenía una vitalidad y sensibilidad especiales y no muy apreciadas en su época. “Hacer este personaje es un homenaje a aquellas mujeres del XIX que no podían ser, que estaban embaucadas en esa sociedad de apariencia como mayor virtud”.
La Regenta es la historia de una mujer, sí, pero también un reflejo vívido de cualquier sociedad del siglo de oro que Clarín supo capturar. Ahora, Pimenta y Galán esperan haberlo hecho. “En la adaptación nos importa la historia que cuenta, pero nos interesa especialmente cómo lo cuenta el autor, su lenguaje. El lenguaje obedece a un sistema de pensamiento y es precisamente ese sistema particular de Clarín lo que queremos conocer y en el que queremos sumergirnos”.
