"Es importante vivir la danza cuestionándose aquello que se da por sentado"
A veces un "no" solo es la promesa de un "sí". Es cerrar la puerta ahora para abrir una ventana después. O al revés. El caso es que la negación como posibilidad, y el vacío como un lugar que volver a llenar, como oportunidad, es el enfoque desde el que La Venidera se plantea la importancia de decir que NO en su nuevo espectáculo que podrá verse en Centro Danza Matadero los días 17 y 18 de octubre.
La primera obra larga en solitario desde que los jóvenes Irene Tena y Albert Hernández dejaron las filas del Ballet Nacional de España e irrumpieron con notoriedad en la escena al frente de su agrupación.
De la corta trayectoria de los jóvenes Irene Tena (Barcelona, 1998) y Albert Hernández (Barcelona, 1997) sorprende su madurez. Dentro y fuera del escenario. Sobre las tablas, la claridad de un discurso que mira al futuro (“de ahí el nombre de La Venidera”, cuentan) desde algo con tanto pasado como la danza española, y la interpretación tan versátil de los dos, les ha valido las miradas se posen en ellos. En la entrevista que tiene lugar a pocas semanas del gran estreno en el Centro de Danza Matadero, sus palabras también recogen esa tranquilidad de quienes están donde quieren. “Sabíamos que nuestro paso por el Ballet Nacional de España iba a ser algo efímero porque siempre hemos querido coreografiar y hacer nuestro camino. Esta obra, NO, de alguna manera es un acto de valentía. Es preferir hacerte preguntas. Venimos de una academización muy fuerte y hemos estado muchos años bebiendo de los mecanismos de la danza española, cómo se piensa y se organiza, etc, pero por nuestra propia intuición creativa y coreográfica y las ganas de hacer cosas, vimos que necesitábamos más espacio”, declara Albert Hernández. “Sabíamos que el BNE iba a ser un lugar de paso”, añade Irene Tena, “nosotros venimos del Institut del Teatre con una formación muy flexible y amplia. Y la estructura del BNE, aunque tanto Antonio Najarro, con quien entramos, como Rubén Olmo que nos ascendió a las categorías de solistas y primeros bailarines, han tenido una vocación de apertura, no puede ser demasiado elástica”. “Y está bien así”, explica Hernández, “quizá una institución pública y tan grande no sea el mejor lugar para romper moldes, aunque soy de los que piensan que el arte es libertad y doy gracias por una producción como Afanador, que es precisamente lo que ha hecho en el BNE, friccionar y romper moldes”.
Se refieren a la obra concebida por Marcos Morau que sigue cosechando premios y aplausos por donde pasa, tras su estreno en 2023 y que, sin duda, ha marcado un antes y un después (por muchas razones, todas positivas) en la historia del Ballet Nacional de España. “Quisimos esperar a estrenar Afanador para volar solos y menos mal que lo hicimos porque también pudimos crear un paso a dos para este espectáculo”, cuentan. De este encuentro, además, surgió una relación muy provechosa y Morau ha realizado labores de asesoramiento artístico para NO, la obra larga que se verá los días 17 y 18 de octubre, dentro del ciclo Nuevos creadores, y que tiene su origen en la pieza del mismo nombre, de veinte minutos de duración, que se estrenó este año y sigue girando. “Fue Marcos el que nos incitó a reunirnos y hablar. Tuvo curiosidad por nosotros y quiso saber dónde nos enfocábamos. La Venidera ya estaba formada, surgió en 2019, y desde entonces hasta ahora hemos compaginado nuestra compañía con el Ballet Nacional de España”. ¿Cuándo salísteis del todo del BNE? “En octubre de 2024. Y estar en el BNE nos ha dado una perspectiva muy necesaria porque sentimos que hemos aprendido mucho sobre la importancia de observar, de ir creciendo poquito a poco…. Es verdad que hemos rechazado dos nóminas importantes, una plaza fija, una comodidad… pero era tan importante para nosotros sentirnos libres para crear que todo eso quedó en un segundo plano. Creo que vamos haciendo de una manera coherente lo que somos y lo que queremos ser”.
¿Sin prisas? “Sí, sin ninguna prisa, declara Tena. “Sabemos de la rapidez de estos tiempos en los que vivimos, pero no queremos entrar en ese engranaje. Necesitamos tiempo para que las cosas se armen lentamente, entren en el cuerpo… Y siempre intentaremos luchar contra esa dinámica que te lleva a la prisa”. “Precisamente ayer, hablando con un compañero, nos preguntaba que cuál era nuestro sueño, que cómo nos proyectábamos, y sin duda sería el de poder avanzar con La Venidera en los tiempos y el disfrute y el trabajo que nosotros queremos sin tener que entrar en mecanismos que no nos apetecen, solo por subsistir. Intentar ser fieles a nuestra propia burbuja”, añade Hernández.
Irene y Albert se conocieron con 12 y 13 años estudiando en el Institut del Teatre y desde entonces sus trayectorias se han desarrollado de manera paralela. La primera vez que se presentaron a una audición para entrar en el Ballet Nacional de España los rechazaron a los dos. La segunda, los eligieron también a los dos. De la danza les unen muchas cosas. Por ejemplo, la necesidad de aplicar códigos de la danza contemporánea en el baile español. “Hay algo en nuestro discurso que querer humanizar la danza española, -explica Tena-, quiero decir que la danza española no tenga el foco solo en la estética, que no solo se centre en las formas, sino que vaya a las sensaciones, al no tener que estar perfecta siempre. Y eso que en los orígenes de la danza española sí vemos este sentimiento de dentro hacia fuera, algo genuino, pero con el paso de los años sentimos que algo se ha ido perdiendo para quedarse en el cliché y lo de fuera. Queremos recuperar esa introspección que sí vemos que se trabaja en la danza contemporánea. Eso que debe sentir un intérprete para llegar a un sitio o un estado. En este sentido, no es que seamos modernos, más bien somos vintage. Se trata de trabajar la paciencia, el estar mucho tiempo con algo, los oficios, lo artesanal, interiorizar estados y movimientos y no correr”.

¿Y cuáles son las herramientas para poder seguir ahí, en ese lugar tranquilo?
Siento que nos preguntamos muchas cosas. De hecho, en el espectáculo que vamos a estrenar se escucha un texto en el que decimos “que no nos mientan con su verdad”. Es importante vivir la danza, el arte, desde el interior, cuestionándose aquello que se da por sentado. En las conversaciones con Morau durante el proceso de Afanador, le contamos que teníamos un pie fuera con La Venidera y nos dijo que quería ayudarnos, abrirnos camino en este principio de la compañía y nos ofreció su mano de la manera que nosotros quisiéramos. Pensamos que lo mejor sería el asesoramiento que ha hecho, porque tanto si nos dirigía como si nos coreografiaba, aunque hubiera sido un sueño, iba a ser muy Morau y queríamos que se viera a La Venidera, no a La Veronal. Así que hemos trabajado en conjunto alrededor del concepto del espectáculo. De ahí surgió la idea de la hoguera y las cenizas que genera que también son el principio de otra cosa. Y nos ha servido para buscarnos y encontrarnos. También ha sido ese amigo al que llamar cuando las cosas se tambalean.
¿Y cómo ha resultado el otro asesoramiento artístico, el flamenco, que os ha brindado Marco Flores?
Ha sido muy importante. Nosotros somos bailarines de danza española, no bailaores de flamenco de tablao, que tienen otro código. Y es importante rodearnos de expertos en la materia. Queríamos a alguien que conociera a fondo el flamenco y nos supiera guiar porque es importante entender lo que haces y no quedarte en esa estética de la que hablábamos. Sentirnos seguros y seguir aprendiendo. Estuvimos hablando con Marco Flores, vino a unos ensayos y con las referencias que nos dio se nos abrió el imaginario muchísimo y ha sido determinante. Nos gustaría seguir trabajando con él más adelante y seguir profundizando.
NO tiene otras primeras veces como el uso de la escenografía, íntimamente relacionada con el sonido. “Es la primera vez que usamos escenografía como tal. Se trata de una pequeña plataforma de madera que tiene muchos secretos”, bromean. Junto a los dos intérpretes, el músico Dereck V. Bulcke participará en directo dirigiéndoles con sonidos electrónicos. “Somos bailarines que hacemos ruido, el que la escenografía nos acompañara a nivel sonoro y el atender a los ruidos y darles ese foco, así como interpretar junto a Bulckle, ha sido clave”, concluyen.