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Las duras secuelas del bullying

“La masculinidad clásica está matando, literalmente”

 

Marc Ribera y Sergi Cervera son los intérpretes de Here comes your man, obra creada y dirigida por Jordi Cadellans, junto a Raül Tortosa, que tras su estreno en Madrid la pasada temporada en la Sala Tarambana (productora del montaje) y su estancia triunfal en Barcelona, ahora regresa a nuestra ciudad, esta vez a los Teatros Luchana.

Es una obra que trata sobre las secuelas físicas y psicológicas que deja en las personas el acoso escolar, en este caso por la condición sexual, y ambos intérpretes nos comentan cómo se sienten al representar este montaje, un crudo retrato sobre lo mucho que sufren algunas personas en una etapa clave de la vida.

 

Here comes your man en los Teatros Luchana

 

Por Sergio Díaz

Foto portada: Guillem Medina

 

¿Cómo está siendo este viaje de más de un año con Here comes your man?

Marc Ribera: Yo lo estoy viviendo como un sueño. En medio de una pandemia mundial, tener la oportunidad de seguir contando esta historia por todo el país me parece un lujo. Me siento muy agradecido y me lo repito a diario. Llevamos casi 100 funciones… no me lo puedo creer.

Sergi Cervera: Está siendo una de las aventuras más bonitas de mi carrera. Comenzó como una simple lectura en casa de Jordi, amigo desde hace una década. Al cabo de unos meses, nos comentó si estaríamos dispuestos a venir un mes a la Sala Tarambana en Madrid, a ensayar el proyecto. Habían conseguido algo de recursos para levantar esta pequeña obra. En su día tuve dudas sobre si lo podría hacer, por cuestiones de agenda con otro trabajo. Afortunadamente tomé la decisión correcta, nunca estaré lo suficientemente agradecido por este proyecto. En Tarambana encontramos una segunda familia y después de un año con la obra ya llevamos más de 75 funciones y la hemos podido representar en Madrid, Barcelona, Valencia, Vigo, Mallorca, etc. Y lo mejor de todo es que no da la sensación que este viaje vaya a terminar aquí… (dedos cruzados). ¡Lo mejor aún está por llegar!

 

 

Ahora volvéis a Madrid. ¿Cuáles son vuestras sensaciones en este regreso?

M. C.: Volvemos a los teatros Luchana, un teatro mucho más grande. Hay cierta sensación de vértigo pero muchas ganas y mucha energía. Tengo la sensación que va a volver a ser un éxito. Por mi parte prometo dejarme la piel en el escenario y dar lo mejor de mi contando esta historia tan necesaria.

S. C.: En la línea de lo que comentaba antes, solo puedo sentirme plenamente optimista. Después de los ensayos, el compromiso con la Sala Tarambana era solamente hacer 2-4 funciones. No había ningún compromiso más. Después de eso, hicimos dos meses de temporada que la pandemia y el confinamiento interrumpieron precipitadamente. Ahora volvemos a Madrid, en una sala más grande, más céntrica y Nacho Bonacho (nuestro indescriptiblemente maravilloso productor) nos dijo que solo el mismo día en que las entradas se pusieron a la venta, 25 personas las compraron ya. No sé cómo irá, son tiempos difíciles para la cultura y para todo el mundo, pero no me puedo sentir más afortunado de regresar a Madrid y las expectativas no son nada malas.

 

Sergi, ¿Nos puedes hablar un poco de tu personaje?

S. C.: ¡Y hasta mucho! Torres es una persona que ha vivido toda su vida por inercia, como un autómata. Ha hecho en todo momento lo que tocaba, lo que se esperaba de él y lo ha hecho con dedicación y fidelidad a sus referentes: su padre, su mejor amigo Gonza y seguro que en su trabajo es exactamente igual, hará lo que le diga su superior y lo hará con rigor sólo para que estén contentos con él.  Está casado con su mujer, también por inercia; supongo que en su día se debían querer pero ahora ya poco queda de eso. Tiene una relación con sus padres frívola y, básicamente, su vida ha funcionado de forma previsible. No creo que sea una mala persona, simplemente es alguien que no está acostumbrado a mirarse al espejo y profundizar en esa mirada. No se atreve.

Por otro lado, no es la persona que pretende ser. Es sensible, curioso y lleno de sueños que ha ahogado. Todo lo malo que hace o ha hecho, ha sido guiado por el miedo de que se lo hicieran a él. Tal vez, en el fin de semana que pasará con Morales, no le quedará más remedio que mirarse al espejo con profundidad. 

 

¿Y el tuyo cómo es, Marc?

M. C.: Morales es un reconocido actor de televisión que ha sufrido bullying y acoso sexual en la escuela donde estudiaba cuando era un niño. Tengo una sensación extraña con el personaje de Morales. Después de tantas funciones sigo descubriendo aspectos de su personalidad que no conocía. Tiene muchos matices y está realmente muy bien escrito: siento que el personaje me invade y le hace viajar por donde le da la gana. No creo que el personaje sea un ejemplo de una ‘bella persona’. Tiene muchos puntos oscuros (¿y quién no?) y mucho dolor dentro. Es una persona que sufre mucho, tiene una gran capacidad de análisis de las situaciones y cierta labilidad emocional que le permite tocar fondo y rebotar. Es seductor, inteligente, duro, punzante, sarcástico… Doy fe que interpretarlo es como subirse a una montaña rusa. En algunas ocasiones me he pillado los dedos interpretándolo, he salido muy removido y con ganas de irme a casa a dormir. Es la primera vez que me sucede esto, pero es un placer interpretarlo.

 

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Foto: Antonio Garci

 

¿Qué feedback estáis recibiendo del público tras hacer la función? ¿Sentís que hay mucha gente que se siente especialmente interpelada por la obra? ¿Os lo comenta?

M. C.: Conozco a poca gente a quien no le haya gustado la obra. La gente sale muy sorprendida. Es muy poco común ver esta especie de ‘thriller’ en el teatro.  Decenas de personas me han escrito por Instagram explicándome sus experiencias. Muchas de ellas me han dado las gracias. Otras muchas personas me han esperado en la salida del teatro para darme un abrazo y explicarme sus historias. Es muy gratificante, que alguien te comparta y te confíe una parte de su intimidad.

S. C.: Esa es otra de las partes más mágicas de poder interpretar esta obra, ya que es parte de la verdad de la vida de muchas personas, y llega, llega mucho. Profesionalmente, los últimos años, he trabajado en el sector de la comedia, mayoritariamente, y durante la primera parte de la obra, siempre he sentido esa conexión con el público porque, contrariamente a lo que puede parecer, la obra tiene una parte bastante cómica (tragicómica, comedia negra, de esa que te ríes y te sientes incomodo por hacerlo). En esa primera parte, siento esa comodidad con el público pero la obra es un viaje que hacemos juntos, ya que la segunda parte es un descenso hacía la oscuridad humana; y a ratos, también se nota esa tensión, ese silencio glacial del público, que contagia.

Por el contrario, la magia vuelve en el momento de salir de la burbuja y encontrarte al público aplaudiendo, a menudo aun con lagrimas en los ojos. A Marc, como él dice, se le acercan más las personas que sufrieron bullying, mientras que a mí en cambio, a veces me viene gente ‘medio arrepentida’ por lo que hicieron o, también recibo muchos comentarios tipo “me recuerdas a mi padre”, “me recuerdas a un colega”, “el que me hacía bullying tenia la misma risa”, etc. Desgraciadamente, el tema de la obra es, todavía, de rabiosa actualidad.

 

Todos podemos vernos representados en la obra de alguna manera, ¿no?

S. C.: Efectivamente, tal como comentábamos en la pregunta anterior, creo que si la obra está funcionando tan bien es porque es difícil ser indiferente a algo que todo el mundo, de una manera o de otra, ha vivido alguna vez.

M. C.: Yo no sé si en todos los aspectos, pero al menos con el concepto de justicia e injusticia. La justicia es una invención humana, la naturaleza no entiende de justicia y lo que le ha pasado a Morales no es justo.

 

Pero hay que dejar claro que Here comes your man es una obra de ficción, no es una función pedagódica, no todo el mundo ha pasado por las mismas fases que se cuentan en el texto.

M. C.: Exacto. Algunas personas han juzgado las reacciones de mi personaje. Qué debería haber hecho, por qué no hizo nada… es ficción y por lo tanto es incorrecta. No creo que sea muy interesante ir a ver una obra con moraleja final al estilo Jorge Bucay… los personajes tienen contradicciones y simpatizas más o menos con ellos.

S. C.: Así es, yo pienso lo mismo. En alguna ocasión habíamos escuchado gente que nos comentaba, con desencanto respecto a la obra, que “ellos no hubiesen actuado así” y que en cambio se sentían identificados con Morales, con Torres, etc. Esto es ficción. La ficción es una mentira que cuenta una verdad o una verdad transformada en una media-mentira, sea lo que sea, es ficción y como ficción queremos que sea recibida. Es solamente la historia de dos personajes: Morales y Torres. Nada más que eso, nada menos que eso.

 

De hecho, tu personaje, Marc, la víctima, no es una víctima al uso…

M. C.: La definición de víctima de acoso escolar y sexual no creo que esté muy clara ni que sea fácil de definir. Lo que sí que sé es que hay muchas cosas que mueven a mi personaje, no está absolutamente en bucle con el mismo tema. Es hiper inteligente y está muy enamorado de la vida.

 

Y el tuyo, Sergi, el amigo del acosador, pasa por muchas fases distintas en la obra…

S. C.: Es una de las montañas rusas más bestias a las que nunca me he enfrentado. Me pasa de-to-do en escena, literalmente. No quiero hacer spoilers a vuestros lectores, pero de verdad que cada vez que entro en escena pienso: here we go!, ¿sabes? Con esa sensación que tienes cuando te subes a la atracción más bestia de un parque de atracciones. Es una función que no da descanso. Yo entro en escena un minuto después que Marc y entre la primera escena y la segunda, tengo dos minutos de descanso, eso es todo. Mi compañero de escena, ni eso. Comenzamos y no paramos hasta una hora y media después.

 

¿Recordáis cómo fueron vuestros días de escuela? ¿Fue una época feliz?

M. C.: Sí absolutamente. Mis días en la escuela los recuerdo como uno de los mejores momentos de mi vida. Tuve mucha suerte.

S. C.: Como dice Torres en la obra, estamos hablando de muchos años atrás y durante muchos años también. En mi caso hubo de todo, no tengo un mal recuerdo pero tampoco es una época a la que volvería. Nunca me han gustado los deportes ‘mainstream’ del patio del cole (futbol, baloncesto, etc). Yo era del grupo de teatro, de jugar a ser los malos de los dibujos animados o las películas que veía. Ya desde pequeño me gustaba interpretar a ‘villanos’. Durante la infancia tuve buenos amigos y compañeros de juegos, como mi amigo Artur con quien me une una amistad de casi 30 años. Éramos un pequeño grupito de ‘freaks’ que nos encantaba el cine, pero no se metían en exceso con nosotros, la verdad. En el último año de instituto repetí curso y allí sí sufrí un poco más. Había un grupito de 3 chicos y una chica que se metían a menudo conmigo, pero de palabra, comentarios, nada excesivo. Me seguía gustando el cine y hacer teatro y ellos eran los ‘garrulos’ de la clase; siempre tiene que haber gente de este tipo. A veces, cuando trabajo a Torres, pienso en ellos.

 

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El equipo de ‘Here comes your man’, los dos intérpretes junto a Jordi Cadellans (autor y director) y Raül Tortosa (director)

 

Por lo que comentáis entonces fuisteis más espectadores que víctimas o agresores.

M. C.: Conmigo nunca se metieron en el colegio como te he comentado antes. Estaba rodeado de muy buenos compañeros de clase. Sí que hay un punto egoísta en la infancia y presencié alguna burla hacia algún compañero pero siempre puntual y muy inocente.

S. C.: Yo creo que fui las tres cosas en algún momento. Esto es lo que más me atrae de la obra, nos pone a todos/as frente a un examen de consciencia de toda nuestra vida. Cuando ves a alguien agredir a alguien, cuando eres testigo de una injusticia ¿qué haces? Aunque nunca se metieron mucho conmigo, recuerdo la impotencia que sentía cuando lo hacían; también admito que en grupo, posiblemente compartí alguna broma o risa injusta hacia algún compañero de clase. y la tercera opción tal vez es la mas lesiva: el espectador, el silencio. También estoy seguro de haber callado en momentos en los que debería haber alzado la voz. Aunque ya de adulto, siempre he intentado guiarme por unos fuertes principios respecto a la ética y la justicia; intento trabajar la empatía tanto como puedo. Alzar la voz contra la injusticia siempre es difícil, pero hay que esforzarse. Vale la pena.

 

Al meterte en la piel de tu personaje, ¿has pensado que pudiste hacer las cosas de otra manera en el pasado?

M. C.: He estudiado arte dramático en el Institut del Teatre y he presenciado malos tratos a alumnos. Quizás gracias a Morales ahora tengo una visión más sensible hacia la gente que sufre acoso de alguna manera, la que sea… Y sí, todos hemos hecho cosas mal en esta vida, yo también. Morales me ha enseñado que una persona es más fuerte de lo que ella misma cree.

S. C.: A mí sin duda que la obra me ha traído recuerdos pero, afortunadamente, creo que no muchos; aunque seguro que sí tengo algunos episodios de mi vida en mi memoria consciente, en los que sé que no estuve a la altura. Quizá el Sergi de hoy tendría unas palabras al respecto con el Sergi de entonces. Y a quien hubiera podido hacer daño de forma evitable, lo siento.

 

Hay bullying entre los chicos y las chicas, pero la obra habla de las agresiones cometidas por chicos, agresiones homófobas. ¿Es un problema de ese ideal de masculinidad tóxica que todos los chicos reconocemos?

M. C.: Sí, por supuesto. El cliché de masculinidad es muy cutre. Creo que tiene los días contados y cada vez somos más los que lo sabemos. Si te fijas, los mejores personajes masculinos en la ficción no cumplen con el estereotipo de hombre machote. La masculinidad tóxica tiene las patas muy cortas. Es que simplemente tenemos que ver las noticias: esa masculinidad está matando literalmente.

S. C.: Desgraciadamente, creo que hay una parte importante de chicos que no reconoce la toxicidad de ese modelo de masculinidad. Lo vemos en las noticias de actualidad, de hecho, hasta tenemos un nuevo grupo político de desacomplejadamente piden un regreso a ese modelo tóxico de masculinidad. El progreso no hay que darlo nunca por descontado, hay que lucharlo cada día y sí, por supuesto sigue existiendo un modelo extremadamente tóxico de masculinidad de la cual todas y todos somos víctimas y, en ocasiones, verdugos aunque quiero pensar que cada vez es menor y del que somos cada día más conscientes.

La masculinidad única pretende controlar nuestra manera de hacer o deshacer. No hay que permitirlo. Me siento muy a gusto siendo hombre y no me siento nada identificado con este ‘rol’ que se supone que debe definirnos a todos. Creo que el feminismo es la mejor manera de hacer una sociedad más justa para todo el mundo.

 

https://vimeo.com/436332508

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