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La luz que alumbra el camino

“La creación no debe ser un proceso aislado”

[los números imaginarios] es una compañía de investigación escénica que está celebrando 10 años de trayectoria, desde que allá por 2013 sorprendieran con su maravillosa representación de La cena del Rey Baltasar. Su director, Carlos Tuñón, imparte cada año un taller en El Umbral de Primavera en el que acompaña a seis procesos de creación, desde que en octubre se planta la semilla hasta que florece ahora en abril. Es un trabajo de acompañamiento integral en todos los aspectos de una creación y es, al fin y al cabo, la luz que ilumina cada año el camino de 6 creadoras y creadores emergentes para que ellas y ellos puedan encontrar su propia voz.

Hablamos con él para que nos cuente en qué consiste este taller de acompañamiento llamado [abril imaginario], que ya va por su tercera edición, y también para que nos hable de estos 10 años de recorrido propio.

Foto de portada: Ales Alcalde

 

Carlos, ¿cómo decides montar una compañía y por qué decides usar un lenguaje distinto para expresarte en cada uno de tus montajes?

Los comienzos siempre son muy imprevistos, yo creo que nunca te haces un mapa real de cómo puede ser la deriva de una compañía. Yo en 2013 estaba terminando la RESAD y decidí reunir a gente para probar cosas que me interesaban y no quería poner mi nombre en la compañía. Entonces vi una obra de Juan Mayorga, El chico de la última fila, y ahí aparecía la idea de los números imaginarios, que de hecho así se iba a llamar la obra de teatro de Mayorga en un primer momento, y hablaba de la idea de salirse de la gráfica para imaginar el mundo de otra manera. Así es como aparecen esos números imaginarios, como la raíz cuadrada de -1, y esa idea me encantó.

Y con esto que hablas de hacer algo diferente, yo sí que tenía ganas de probar cómo las narrativas o las obras de repertorio podían ser más porosas con el público, cómo podían ayudarnos los dispositivos a que pudiéramos experienciar más o corporizar más las piezas. A mí me encantan las piezas de repertorio, me encantan las obras narrativas pero no tanto que sólo me lo cuenten, que me lo representen únicamente, yo quería trasladar la idea de formar parte de alguna manera de eso que me están contando, de estar dentro de ese rito siendo parte activa, no solo espectador. Y en 2013 hicimos La cena del Rey Baltasar, nuestro primer auto sacramental dentro de una asignatura de Teatro Clásico de la RESAD y ahí fue cuando descubrimos que podíamos generar otro tipo de relaciones con el público a partir de un autor del cánon como es Calderón de la Barca. Y ese fue el germen de la compañía que se fue materializando tiempo después en Hamlet entre todos, que de nuevo fue una pieza en la que nos preguntamos cómo hacer que Hamlet pudiera ser percibido desde diferentes puntos de vista desde dentro de la experiencia y así el público aparecía dentro del rito. Y a partir de ahí fuimos tirando del hilo hasta ahora, justo 10 años después en el que la Compañía Nacional de Teatro Clásico nos ha convocado para hacer otro auto sacramental de Calderón, La vida es sueño, y nos encanta cómo tiene lugar esa simetría, esos 10 años que han pasado en el que volvemos a hacer Calderón y volvemos a generar rito y volvemos a convocar al público para que ocurra algo.

 

¿Sientes que en estos 10 años de trayectoria ya sois un referente para las nuevas generaciones en la manera de hacer las cosas?

A mí eso es algo que me parece increíble. Es raro para la compañía sentirnos que estamos en la vanguardia o que somos bandera de algo porque yo siento que estamos aglutinando estrategias contemporáneas o estrategias relacionales o discursivas de otras compañías que han abierto camino mucho antes que nosotros y que, además, yo no siento que sea un abanderado de lo contemporáneo, yo no siento que esté ahí. Creo que hay compañías que están trabajando más en la disolución de los sistemas convencionales como por ejemplo El Conde de Torrefiel, La Tristura, Los Bárbaros, Sleepwalk Collective… y yo los veo y siento que nosotros no estamos en esas. Y es verdad que tampoco estamos en formatos más convencionales, de los que también somos fans, dicho sea de paso. Yo siento que estamos un poco en medio, estamos en un territorio intermedio entre lo clásico y lo contemporáneo, y que hacemos dialogar cosas que normalmente no están juntas y por eso quizá seamos una compañía que tiene cierto reconocimiento y cierta cabida… pero, también te digo, nada exagerado ni tanta cabida, nosotros sobrevivimos porque hemos ido a festivales, porque nos han convocado algunos teatros, pero no somos una compañía premiada y yo creo que no estamos en la conversación habitual del sector

 

Me sorprende bastante lo que me comentas, porque yo hablo con muchos creadores jóvenes y vuestro nombre suele salir a relucir a la hora de pedirles ejemplos o líneas a seguir.

Bueno, a ver, otra cosa es que haya gente que se haya acercado a vernos y les guste lo que hacemos, pero es que tampoco se nos ha visto tanto. Esta temporada hemos estado cuatro semanas en el Teatro Español con El encanto de una hora, siendo la primera vez que estamos tanto tiempo en un teatro así, pero hemos ido a taquilla, asumiendo el riesgo nosotros y menos mal que nos ha ido bien, pero el riesgo era grande porque para mí no tenemos un grupo grande de público que nos sigue de forma habitual y nos respalde. Al final, y quiero que esto se sepa, yo vivo de dar clase, que es un poco la idea de este ciclo [abril imaginario], acompañar procesos, de asesorar a gente, de ayudar a la creación emergente… eso es con lo que ganamos dinero. Y luego hacemos teatro y eventos, pero no tenemos giras, por ejemplo, y eso que tenemos una distribuidora maravillosa que se llama Katerina Muñoz y ella establece muchas conversaciones con mucha gente, pero al final los programadores no nos cogen porque ellos necesitan obras que les llene el teatro y nosotros no somos garantistas de eso. Así que yo no siento eso que comentas y no es un tema de falsa humildad, no creo que seamos una compañía de referencia, más allá de que podamos haber abierto algún camino de gente que haya visto que las cosas se pueden hacer de la forma en la que lo hacemos nosotros. Al final la gente puede pensar que estamos mejor de lo que estamos, porque se tiende mucho a hablar cada uno de lo bien que está, sobre todo en RRSS, pero se habla poco de lo mucho que cuesta todo. Nosotros al final somos muy privilegiados porque podemos hacer teatro y algunos espacios se arriesgan y nos convocan, hemos formado parte del Festival de Otoño, hemos estado asociados al Teatro de la Abadía, a Clásicos en Alcalá… hemos tenido a Carlos Aladro como principal valedor y ha sido una persona que nos ha apoyado mucho para que nosotros pudiéramos desarrollar un relato. Gracias a que hubo una persona que se arriesgó con nosotros pudimos ir creando, en precariedad, pero creando.

También tenemos obras de repertorio que podemos ir repitiendo en el tiempo y podemos ir tirando del hilo, pero esto no es tan sencillo ni nos viene a ver público de forma masiva ni resulta fácil para una compañía que implica a tanta gente poder vivir bien de esto.

 

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Carlos Tuñón. ©Luz Soria

En cada conversación que tengo últimamente sale a relucir lo complicado que resulta ganarse la vida con las Artes Escénicas…

Yo soy de las pocas personas de mi clase de dirección de la RESAD que está más o menos dirigiendo y porque me dedico a dar clase, que si no… Todo esto es porque el mercado funciona así, y ¿por qué funciona así?, pues esa es la pregunta. Al final todo depende de que haya productores privados que apuesten por los creadores. Al final depende de esa gente que decide y eso no es, debería haber una estructura mejor para sustentar estas cosas. Todo el mercado teatral es como un gran fracaso estructural. Todo el sector privado, que son los que sustentan el tejido realmente, lo hacen sabiendo que pocas veces recuperan la inversión. En cualquier parte de Europa tú sales de un Centro Dramático público y vas a trabajar a los Centros Dramáticos públicos. Es como que hemos aceptado una lógica perversa, que esto ya lo sabemos por el tema capitalista, pero por eso es importante en cada oportunidad que nos brindáis, bajar las cosas a tierra, decir realmente lo que está pasando, porque la gente no es consciente.

Yo estoy muy agradecido de si alguien nos ve y siente que le hemos abierto alguna puerta. Yo estoy feliz de poder haber creado las obras que hemos representado y la idea es que cada creador/a haga su propio camino sin que tenga que depender de que haya una persona que decida que puede hacer esas cosas. Y si tiene la suerte de que alguien apueste y le ceda un espacio, que la gente no se vuelva conservadora y haga lo que quiera hacer y en lo que crea, que no intente adecuar su propuesta el mercado porque eso es un error.

 

Esto me lleva a preguntarte si falta riesgo en las propuestas teatrales ahora mismo.

Lo que yo siento es que la gente está un poco atemorizada en estos momentos. Nosotros nos dedicamos, básicamente, a asesorar y a acompañar a gente. Tenemos talleres de dirección escénica anuales, talleres de investigación anuales y el [abril imaginario] que es un taller de asesoría que es el tercer año que se hace. En este taller acompañamos a 6 creadores o compañías en un proceso que comienza en octubre y que finaliza en abril cuando estrenan en El Umbral. Lo primero que tenemos que desactivar en este taller es hablar sobre cómo la gente se va a arriesgar o va a apostar si no llega a fin de mes. Si yo tengo miedo de que no sé qué va a ser de mí en pocos meses, imagínate gente que está empezando y que va a comenzar su camino en salas alternativas privadas. Y yo entiendo eso, pero es justamente en este momento donde que tienen que arriesgarse, donde tienen que mostrarse como los creadores que son, no como los mercados quieren que sean. Y no lo hacen porque no llegan a fin de mes y eso hay que aceptarlo. Yo no señalo ni digo nada al respecto, es normal que la gente no arriesgue en España. La responsabilidad la tienen los que regentan los centros de producción, esos son los que tienen que decir a cualquiera que se dedique al oficio: “Este es el espacio-tiempo para que fracases, para que puedas desarrollarte y mostrarte”. Nosotros empezamos un poco por inconsciencia, nos lanzamos sabiendo que no nos jugábamos lo alimenticio, e hicimos lo que queríamos hacer y abrimos un camino. Yo entiendo que la gente esté cabreada, triste, enfadada, preguntándose para qué vamos a hacer esto si no sé luego qué va a pasar conmigo.

 

Y hemos venido a hablar del taller que comentas, [abril imaginario], que ya va por su tercera edición. ¿Cómo nace y qué objetivos persigue?

En 2016 El Umbral me ofreció dar clases aquí de dirección. Fue un año muy bueno y el grupo me planteó la posibilidad de hacer un segundo año de curso pero ya destinado al montaje. En el taller de dirección damos herramientas para que busquen su metodología de trabajo y su propio lenguaje, pero no está destinado a montar una obra. Cómo que se quedaba corto, vaya. Así que en 2020 decidí como coger pocos proyectos para tratar de ir un poco más allá y acompañarles en todo el proceso. Fue justo el año de la pandemia y eso me animó, pensé que era el momento ideal para tratar de apoyar más a creadores emergentes que lo iban a tener más complicado dadas las circunstancias que teníamos.

Cogí 6 proyectos que se presentan en septiembre. Son 6 ideas, 6 semillas que plantamos y a partir de ahí lo que hacemos es acompañarles en todos los aspectos de la producción de un montaje: les hacemos una asesoría de distribución, una asesoría de producción, una asesoría de comunicación, una asesoría de imagen… todas ellas a cargo de gente de la compañía. Abrimos los ensayos a público que vienen a ver el proceso de trabajo, no vienen a ver un trabajo ya terminado, abrimos las puertas en dos momentos del taller para que el público sea partícipe del rito mientras se hace, nos parece importante esa mirada y esa participación. Ese primer año fue muy bien así que decidimos continuar. El año pasado ya subimos un poco el nivel para tener más presencia, hicimos una rueda de prensa para lograr más visibilidad y para facilitar que estos proyectos que acompañamos puedan poner un pie en el mercado, que no se conviertan sólo en espacios de utopía, sino que también intentamos que sea algo real y tangible para que sepan a lo que se van a enfrentar cuando tengan que caminar solos.

Este tercer año, en el que también celebramos los 10 años de nuestra compañía seguimos la misma línea del año pasado, volviendo a intentar dar más información sobre el ciclo tratando de que más gente conozca lo que hacemos. Esas semillas que ellos plantan son ideas que nosotros les animamos a que sigan desarrollando, y nosotros les damos estructura y contexto para que ellos puedan aparecer y la verdad es que las compañías lo agradecen mucho, porque saben que pueden acertar o fracasar, pero están haciendo lo que quieren hacer en todos los casos. Y cada año, además, también volvemos la mirada a los proyectos de años anteriores para hacer un seguimiento de cómo les han ido las cosas, ellos ya vuelan solos, pero nosotros les seguimos acompañando y volvemos a tratar temas que sean importantes para ellos y ellas. En cualquier caso, la idea de todo esto es la de generar tejido.

 

¿Cada proyecto que te llega, cada semilla, viene ya formada a su manera, pero hay una parte estética y común de [los números imaginarios] reconocible en cada una de ellas?

La idea es que no porque cada creador tiene su propio lenguaje y quiere desarrollarlo a su manera y así ha de ser. Entonces en ningún caso hay algo de: “el modelo es este” o “la estética a seguir es esta”. Ahora, la segunda parte es que soy yo el que mira, soy yo el que observa y hay cosas que inevitablemente se nutren y tienen que ver con mi sensibilidad, por ejemplo, el año pasado de las 6 piezas 5 tenían una parte relacional con el público, porque tenía sentido que así fuera y porque yo les animé a hacerlo. Este año, por ejemplo, no hay casi nada relacional con el público y eso me gusta también, porque yo siempre tengo la duda de cuánto estoy imprimiendo mi poética y este año ha venido así, distinto al anterior. De hecho hay cosas que no tienen nada que ver con mi compañía ni que a priori me pueden interesar a nivel estético o filosófico, pero es el proyecto que ellos quieren hacer y me mola mucho ver a gente abrirse y crecer. Y también, aunque yo sea la mirada más recurrente, trato que haya también otras miradas distintas que ayuden durante el proceso.

 

¿Cómo se eligen los proyectos?

Es un taller independiente del que doy de dirección, es un paso más, pero es un taller autónomo. Como te he ido diciendo, son 6 los proyectos que cogemos porque creo que es el número ideal para trabajar bien. 4 plazas son para la gente que hace el taller de dirección, para darles la opción de que puedan seguir esta línea que han empezado con nuestra compañía. Una quinta plaza que es para exalumnos, para gente que haya estado con nosotros en algunos de los cursos que hemos impartido en estos 7 años. Y la sexta plaza que es libre, totalmente abierta. Los proyectos nos llegan en verano, hasta septiembre, y en la compañía decidimos cuáles pueden ser más complementarios al taller. Hay gente que nos presenta proyectos que les decimos que no merece la pena que estén 6 meses con nosotros porque el proyecto ya viene muy cerrado, casi listo para echar a andar. Solemos coger semillas, no obras que sus creadores ya saben cómo la van a hacer, sino proyectos que aún están en proceso de reflexión y de investigación. Nos gusta acompañar cosas que podamos ver germinar. De hecho, hay una cosa que hacemos que es plantar una planta al comienzo de cada taller en octubre y ver su desarrollo hasta abril, un paralelismo con el taller, que es acompañar a algo orgánico, ver desarrollarse a una vida incipiente.

 

 

“Lugares como El Umbral de Primavera son los que a ciegas te dan espacio y tiempo para trabajar”

 

 

Antes has dicho que hay proyectos que a priori no te resuenan, y aún así los escoges…

Claro que las cogemos, porque si todo se parece a lo que nosotros haríamos de alguna manera todo serían réplicas de las cosas que hacemos en la compañía y ese no es el espíritu del taller que impartimos y no tendría sentido. Bien es verdad que aunque no compartamos la filosofía o estética de algunos proyectos elegimos a gente que pensamos que puede aportar cosas, tanto al público al final, como a sus propios compañeros de taller durante el curso. Nosotros pensamos que la creación no debe ser un proceso aislado, o no debe serlo necesariamente. Nosotros hacemos creación colectiva desde hace 10 años, trabajamos juntas, nos preguntamos por todo lo que nos ocurre y trabajamos codo con codo y desde el primer día, en cualquier sesión de la compañía estamos todos los departamentos trabajando juntos y eso hace que nuestras obras reflejen ese proceso colectivo de la creación. Y por eso en estos talleres, las 6 obras se nutren entre ellas, aunque no tengan nada que ver la una con la otra. Cuando las obras se programen en abril y alguien venga a ver el ciclo, si ve varias obras va a descubrir mundos que no tienen nada que ver, pero si alguien ve todo el ciclo, las 6 obras, e invito al público a que lo haga, sí que apreciará esa mirada externa de los números imaginarios en todas ellas y también verá en todas ellas y de alguna manera, la mirada de los 6 creadores.

 

¿Cómo es esa sinergia con El Umbral de Primavera? ¿Qué sentís aquí?

Pues mira, El Umbral, desde 2016, ese año en el que ya hemos comentado que me invitaron a ciegas, ya establecimos una relación maravillosa. Yo siento que El Umbral es un espacio que no genera tensión en el mercado y eso te permite un nivel de experimentación alto. Son espacios y tiempos que te permiten realmente probar y que han acogido desde el principio muy bien nuestras propuestas y eso posibilita que se genere un contexto, hay un relato compartido.

Yo, el año pasado, era Comisario Artístico del Corral de Comedias de Alcalá de Henares junto a Iara Solano y Manuel Bonillo. Entró la nueva dirección con Juan Mayorga a la cabeza y el proyecto nuestro se acabó tras estar solo seis meses trabajando. Yo salí de allí pensando todo esto que hemos ido hablando a lo largo de la charla, que esto es lo que pasa en España, que no hay estructura, que depende únicamente de la decisión de una persona en base a su criterio. Tú tienes un proyecto, estás generando un tejido y de pronto te dicen que te tienes que largar y tú te quedas pensando en toda la energía que has puesto para generar eso y que al final queda en nada. ¿Con quién no pasa esto? Pues con lugares como El Umbral de Primavera, que son las que a ciegas te dan espacio y tiempo para trabajar. Es cierto que no te dan caché, no te dan dinero para hacer lo que vas a hacer, pero se comprometen contigo. Y esas promesas ocurren. ¿Cuándo no ocurren? Pues en el sector donde hay recursos reales, es que es el mundo al revés. Yo tengo mi compañía y vivo de dar clase porque hubo gente que me acogió, la gente de El Umbral. Y yo sé que este acuerdo se romperá por el devenir de la vida, pero no depende de otros factores externos. Por eso, el año pasado coincidiendo con el Día Mundial del Teatro, decidimos comenzar el proceso de trabajo de Esperando a Godot, adquirimos un compromiso El Umbral de Primavera y [los números imaginarios] de trabajar en una obra que vamos a estrenar en 2060. También plantamos otra semilla que irá creciendo en todos estos años y veremos en qué planta se acaba convirtiendo. Está claro que no sabemos si eso va a suceder, no sabemos si estaremos vivos, si El Umbral existirá que lo más probable es que no, pero nos hemos hecho la promesa de trabajar la obra cada año y cada Día Mundial del Teatro la ensayaremos. Este 27 de marzo de 2023 hemos hecho el segundo ensayo. Dentro de 40 años habremos hecho 40 ensayos, lo normal para muchas de las obras, lo que pasa es que están repartidos durante una vida. Y esto me parece muy bonito, es la reivindicación de que aquellos que mantienen los acuerdos y los compromisos son los que menos recursos tienen para hacerlo, pero lo hacen. Son los proyectos más vulnerables…

 

Pero a la vez los más comprometidos, los que crean sector y ese tejido que tú comentas.

Así es, su labor es fundamental. Por eso no entiendo a las compañías que salen enfadadas de salas alternativas, ellas hacen lo que pueden para intentar sobrevivir y brindan espacios para que puedas mostrar tu trabajo y hay cosas que mejorar también, por supuesto, pero hay que mirar las cosas con perspectiva. Hay que enfadarse cuando hay presupuestos de 200.000 euros y no cuidan el resultado final, ahí sí que hay que molestarse. Con los recursos públicos pagados por todos es donde hay que ser crítico, pero bueno, eso da para otra charla distinta.

Así que resumiendo, El Umbral es mi familia, mi casa, esa es la sinergia que he establecido con Vivi (Lopez Doynel), Israel (Giraldo) y todo el equipo.

 

PROGRAMACIÓN [abril imaginario]

-Random Man, de Tomasz Borczyk y Noche de Camaleones. Jueves 6, 13, 20 y 27 de abril.

-DesconocidX, de Misael Calderón. Viernes 7, 14, 21 y 28 de abril.

-Recuerdos colaterales, de Javier del Barrio. Sábados 8 y 15 de abril. Viernes 5 y 12 de mayo.

-Lo de los tontos, de Diego Baselga. Sábados 8, 15, 22 y 29 de abril.

-Salmo 23. Pintura escénica en tres cuadros, de Lydia Aranda. Domingos 9, 16, 23 y 30 de abril.

-Katsuko, de Samuel Viyuela. Domingos 9, 16, 23 y 30 de abril.

 

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