Pablo, escribes este texto en 2015, con la finalidad de cuestionar algo tan mecanizado como es el hablar. En tu caso ¿es algo que te resulta difícil?
Pablo Rosal: Siempre me he notado como cierta dificultad, como con dos segundos un poco más tarde de reaccionar a tiempo, porque necesito darle vueltas a las cosas, necesito macerarlas y digerirlas bien. Aunque suene un poco brusco, siento una falta de espontaneidad, de cimiento de base, que no es malo, pero me ha tocado eso.
Me consta que es un texto atemporal, pero ¿puede ser que con la crisis sanitaria se haya acentuado más la falta de comunicación que tenemos?
Pablo Rosal: Me parecería muy aventurado afirmar eso. Creo que, con la crisis sanitaria, lo que se ha acentuado es que nos damos cuenta de que somos muy poco interesantes. Decimos cosas muy poco interesantes. Nos dejamos llevar por la actualidad con mucha facilidad. Esta obra sí que pretende frenar, al menos, esa facilidad. Que la actualidad no mande en nuestra cabeza, en nuestras conversaciones, que no mande en nuestra vida, que no haya un espacio interior de calma, de silencio…
Aunque Pablo tiene una extensa carrera en Barcelona, en Madrid ha irrumpido como un descubrimiento, ¿cómo presentarías al lector de Godot quién es Pablo rosal?
Malena Alterio: Pablo es una flor rara, difícil de encontrar en el planeta y creo que, sólo por eso, merece la pena conocerle, conocer su cabeza y lo especial e interesante que es. Invito a todo el mundo a que lo conozca porque es fascinante, a mí me encanta.
¿Cómo llega el texto a las manos de Ana Belén Santiago, directora artística del Teatro del Barrio, para que decidiera apostar por él y producirlo?
Pablo Rosal: Llegó porque hace como un año y medio quise dar un giro en mi vida y buscar suerte en Madrid. Entonces, actuaba en el penúltimo espectáculo de la Agrupación Señor Serrano, Kingdom, y les pedí a ellos que me dieron referencias de personas en Madrid. Hice como una campaña militar de enviar mails y llamadas a todo el mundo, y, en principio, no surtió ningún efecto. Hasta que un día, uno de los mails que había por ahí perdido, de pronto lo contestó Ana, y ahí empezó todo. Ana, como directora artística que es de un teatro, tiene la delicadeza, el cuidado, el amor y la curiosidad de leerse todos lo proyectos que le llegan y este le fascinó. Básicamente, a partir de ahí comenzó una relación de amistad y le envié más textos. De hecho, Los que hablan fue uno de los últimos que le envié. En realidad, no tuve que hacer mucho porque fue su trabajo y su pasión la que lo ha llevado todo. Ella me ha convencido a cada paso, de que era posible y de que lo íbamos a hacer. Ha sido por ella, por Carlos Aladro y, por Luis Bermejo y Malena Alterio, por supuesto.
Malena y a ti cuando te llegó el texto…
Malena Alterio: A mí ya Luis me había hablado del texto hacía tiempo. Estaba enamorado y me lo había pasado un poco así por abajo, como somos amigos, para ver qué pensaba. Pero bueno, yo como soy un desastre y andaba un poco liada lo dejé estar. Cuando pasó el tiempo y ese texto se convirtió en una propuesta en firme, ahí si, puse el culo en la silla, empecé a leer y entendí la fascinación de Luis porque es un texto extraño, pero que tiene mucho imán y que tienes ganas de continuar leyendo para ver qué es lo que les pasa a estos seres que hablan de cosas, que saltan, que van, que vienen, que no sé qué quieren decirse y a lo largo de todo el texto te vas haciendo todas estas preguntas hasta el final, y luego creo que realmente la conclusión es de cada uno de los espectadores, o de cada uno de los intérpretes porque es muy libre y abierta. Al final, todos concluyen en que no sabemos cómo comunicarnos o que realmente cuando nos preguntan cómo estamos pues ahí se presenta la dificultad a la hora de hablar. Y así fue, a través de Luis y de su cabezonería maravillosa.
¿Es lo mismo hablar que decir?
Malena Alterio: Yo creo que la obra también es un espejo que nos pone en evidencia a todos, porque realmente creo que el 90% de las veces que hablamos, como dice Pablo en su texto, vamos recopilando sobras de otras frases y vamos haciéndolas nuestras. Igual, hay un 10% en todo lo que hablamos que realmente es nuestro auténtico y que sale de nuestro corazón. Aunque por otro lado, te digo que mejor, es por algo también, porque imagínate que todo lo que decimos está en un nivel de intensidad y de compromiso 100%, sería un poco inaguantable. Pero bueno, un equilibrio, que no fuera un 90-10 sino que fuera un 50-50. La obra te hace reflexionar, pensar y te reconoces en muchas frases hechas que usamos a diario y que piensas, por qué digo estas cosas si están vacías, si no dicen nada, pero bueno, así subsistimos.
Pablo Rosal: Al hilo de lo que dice Malena, la obra es como una especie de gimnasia de pruebas, de gimnasia de fracasos, o sea, es un tablero de juego en el que ellos dos van probando y van fracasando, van quemando cartuchos… Efectivamente, ellos dicen y esperan, con un decir cualquiera, que lleguen a hablar, que lleguen a conseguir decir algo que esté completamente como enraizado y tenga que ver con ellos. Pero bueno, también dice en el texto que una vez consigues decir algo, que era lo que querías decir más o menos, que se aproxima bastante, este algo, también se escapa. No es lo mismo decir que hablar, pero forman parte del mismo circuito, es una dinámica que no la podemos frenar en el fondo. Decimos porque hemos oído decir muchas cosas, e intentamos hablar porque intentamos decir realmente lo que está conectado, y que sea verdadero y tenga que ver con nosotros y con la vida. Pero a la vez, a la mínima que lo probamos y a la mínima que nos acercamos, ya se nos escapa, se nos va de las manos. Estamos continuamente en esta órbita que no podemos agarrar.
El texto se repite mucho a lo largo de toda la obra. Desde mi punto de vista, hay algo muy difícil a la hora de interpretar, que es no perder el hilo de dónde estas ¿Cómo llegas a ese grado de complicidad con tu compañero de escena?
Malena Alterio: Esto sí que era un reto. Este texto era bastante complejo. Primero yo tardé un poco hasta que llegué a comprender o tener la sensación de saber lo que quería contar o lo que podía contar entre las directrices de Pablo, el texto y la complicidad de Luis. Entre todo, se ha hecho más o menos lo que se está viendo. A la hora de construirlo, aparte de memorizar, que ha sido muy difícil porque no tiene existe lógica en la que una cosa te lleve a la otra, sino que andas saltando endemoniadamente como de un parlamento a otro, de unos personajes a otros… Yo creo que el proceso ha sido como a la inversa, normalmente es como que entendemos y luego hacemos, y yo creo que aquí se ha hecho y luego lo he entendido. Mi cabeza ha ordenado toda la línea de crecimiento y todo el arco de estos jarrones, de los que habla Pablo, que son estos seres que tratan de averiguar esa disección del lenguaje y traer esos personajes, cómo van acercando, fracasando, proponiendo y darle un poco de ‘in crescendo’ en sus hallazgos, hasta el fracaso el final.
¿Nos hemos acostumbrado a no hablar o quizás nos da pudor contar cómo estamos?
Pablo Rosal: Una tercera opción, sería que responder a la pregunta “¿Cómo estás?” es en realidad verosímil, es muy difícil responder, no tiene solución posible.
Malena Alterio: Creo que es una pregunta muy complicada que no se puede hacer así en la calle, hablando con tu vecino, y decirlo de verdad porque tu imagínate qué cuadro. Esto no puede ser. Tiene que ser en un determinado momento, a una determinada hora con una determinada calma y entonces, ahí sí que se puede hacer un poco de análisis de cómo estás de verdad. Lo otro, es como una cosa de cortesía, de interesarse falsamente por la otra persona y decir “Ah, ¿bien?”- “¡Bien…!” La incomunicación siempre está ahí.
Pablo Rosal: Hay algo muy raro en eso de responder al “¿Cómo estás?”, porque es como que tú te puedes separar de ti mismo, y hablar de ti mismo, y opinar de ti mismo. Hay algo como muy abismal en el fondo, cuando intentas responder, y yo me parto en dos y hay uno que opina sobre ‘yo’. Es peligroso, diría.
Podemos decir que cuando dos personas se comunican a través del mundo digital ¿están hablando?
Malena Alterio: Bueno, nosotros estamos intentando hablar ahora, más o menos. Es raro, es un poco incierto, porque a uno le faltan muchos sentidos, ver la mirada de la otra persona, olerla…todo eso que para mí es lo real, para hablar con alguien me gustaría que fuese así. Pero las otras variantes no están completas, aunque, al menos, es un intento.
Pablo Rosal: Si yo pudiera decir, así de pronto, como si fuera un loco que dice una opinión clara, diría “¡No, no, ni en broma!”. Estamos haciendo simulacros, estamos rellenando nuestra vida de simulacros. Lo digo radicalmente, no se puede educar por ordenador, el arte no puede ser online y la comunicación no puede ser así… es otra cosa pero no es comunicarse, no es hacer arte y no es educar. A lo que hacemos por Internet, llamémosle Internet, pero no es la vida.
Si tuvieras que escribir de nuevo Los que hablan usando otro verbo, como acción, ¿Cuál escogerías?
Malena Alterio: Bueno es que hay tantos… Los que cantan puede estar bien.
Pablo Rosal: Estaría muy bien, Los que bailan, Los que cocinan…
Malena Alterio: Ay qué guay, tenemos muchas secuelas.
Pablo Rosal: Los que pasean, estaría bien.
Malena Alterio: Ay, qué bonita, esa me encanta. Bueno hay una película de Gracia Querejeta que va de tres mujeres que quedan cada tarde en un parque a pasear, y en ese pasear, van contándose sus vidas… En vez de Invisibles, serían Las que pasean.
Pablo Rosal: Los que construyen una casa, esa también sería muy bonita…
Malena Alterio:¡Qué bonito! Bueno, de eso también hay otra peli, ¿te la digo? Esta casa es una ruina, ¿os acordáis?… Aunque esta sería Los que reforman una casa (Risas).
Acabad la frase: El otro día escuché…
Malena Alterio: Ay, ay, ay. El otro día escuché a una amiga que se mudó de casa, que su hijo tiene problemas… En realidad, escuché a una amiga que hacía mucho tiempo que no escuchaba.
Pablo Rosal: El otro día escuché en el avión a un matrimonio a mi lado, y hablaban de cómo mejorar sus vidas durante 30 minutos. Estuvieron hablando de su casa ideal.
¿Y esta otra?: Yo soy ese tipo de personas que…
Malena Alterio: Yo soy ese tipo de personas que piensa para adentro. No sé si se entiende. No verbalizo, pero no sé cómo se podría representar, pero yo soy ese tipo de personas que no habla mucho.
Pablo Rosal: Yo soy ese tipo de personas que aún no ha llegado.
Malena Alterio: Eso es lo que tú te crees. No ha llegado a donde se supone que tú te crees que tienes que llegar.
Pablo Rosal: Como dice Lorca: “Vamos a no llegar, pero vamos ir”.