Fantasía mozartiana pasada por el cine mudo

 

Por Miguel Pérez Valiente/@MiguelPValiente

 

Vuelve al Teatro Real la producción dirigida por Barrie Kosky que reunió a Mozart con la compañía teatral 1927, gracias al auspicio de la Komische Oper de Berlín. Un montaje fascinante sobre el testamento musical del genio austríaco.

 

El Teatro Real abre el año con la reposición de la aclamada producción de La flauta mágica que produjo la Komische Oper de Berlín en el año 2012. Esta imaginativa producción impregnada de lenguaje cinematográfico fue el resultado de la colaboración entre 1927, una de las compañías teatrales de referencia en el panorama actual europeo, y la propia institución berlinesa.

Gracias al Festival de Otoño, en Madrid hemos tenido la oportunidad de ver algunos trabajos muy interesantes de 1927 como fueron The Animals and Children Took to the Streets (Sala Cuarta Pared 2013) y Golem (Teatros del Canal 2015).

De la mano del entonces director de la Ópera Cómica de Berlín Barrie Kosky, los dos co-directores de 1927 Paul Barrit, creador de las animaciones, y Suzanne Andrade se embarcaron en la que sería no solo su primera incursión en el mundo de la ópera, sino también la primera vez que ponían su talento al servicio de una obra que no era de su creación.

Entre las múltiples lecturas de la morzartiana Die Zauberflöte (La flauta mágica) es posible que la interpretación más obvia, el de la fábula infantil, sea la que captase el interés de los creadores de esta producción llena de magia. Sin duda algo del dinámico y expresionista mundo de los 1927 se encontraba ya en el disparatado libreto que creó Schikaneder para este trabajo que sería la última ópera representada por Mozart antes de su prematura muerte.

Y, sin embargo, los 1927 han sabido llevar a su terreno a este Singspiel germano, sustituyendo gran parte de los abundantes diálogos originales por cartelas con texto al estilo de las obras de cine mudo. Conjugar dos lenguajes a priori diferentes, la ópera popular alemana y el cine expresionista dentro del marco del mundo de la animación es, cuanto menos, una apuesta arriesgada que fue y sigue siendo acogida con entusiasmo en numerosos teatros de ópera a lo largo y ancho del planeta.

La flauta mágica es una de las óperas más representadas en el mundo posiblemente por el encantador carisma de sus personajes que, junto con la belleza abrumadora de muchos de sus momentos musicales y la complejidad y dificultad de sus deliciosas arias, crean un universo de triunfal fantasía. Si tuviera que vivir dentro de una ópera no dudaría en escoger este título imprescindible.