Durante semanas hemos escuchado hablar de Galicia porque los resultados de las elecciones en esa comunidad se han interpretado en clave nacional. Quizás muchos gallegos echaron de menos en la campaña el abordaje de temas que habitualmente quedan arrinconados en estas contiendas. Por ejemplo: los asuntos culturales. A través de los medios generalistas, en el resto del territorio poco hemos podido saber de lo que allí se cuece en lo referente a estos menesteres.

Como lo nuestro son las artes escénicas, desde Madrid hemos querido poner la mirada en Galicia, pero esta vez sobre las gentes del teatro. Aprovechamos como excusa dos de los montajes que podremos ver estos días en la capital. Uno de ellos es Run baby run, escrito por la orensana Fátima Delgado, que permanecerá en cartel en el Teatro Español hasta el 24 de marzo. El otro estreno es Helen Keller, ¿la mujer maravilla?, de la compañía Chévere, que está programado en el Teatro Valle-Inclán del 15 de marzo al 7 de abril.

Hablamos de estas propuestas y del panorama escénico gallego con la dramaturga Fátima Delgado; el director de Chévere, Xesús Ron; la directora adjunta del Centro Dramático Nacional (y gallega militante), Fefa Noia, y el director del Centro Dramático Galego, Fran Núñez.

 

SOBRE DIVERSIDAD, INJUSTICIAS Y DISCRIMINACIÓN

“¿Por qué las mujeres tenemos que justificar todo el tiempo nuestros triunfos, nuestros logros? ¿Por qué siempre hay una sospecha sobre el cuerpo de la mujer? Se supone que para poder llegar a la igualdad tenemos que ser las mejores”. Sobre esta premisa, la dramaturga gallega Fátima Delgado construyó el texto de Run baby run, la historia de una atleta intersexual -cualidad por la que el individuo muestra caracteres sexuales de ambos sexos- que ve truncada su participación en los Juegos Olímpicos por tener unas condiciones biológicas diferentes. Partiendo de un interés por reflexionar sobre los patrones de género tradicionales, “el tema de la discriminación y la injusticia” fueron las motivaciones principales de la creadora para poner sobre la mesa otros temas diversos como las “categorías tan férreas” que adopta el deporte entre lo masculino y lo femenino.

Sin llegar a ser teatro documental, por tratarse de una historia de ficción, el texto de Run baby run, dirigido por Jana Pacheco, se teje con todo el material recopilado durante un intenso “proceso de investigación”.

 

La escena gallega derriba los límites en Madrid
Fátima Delgado. ©Ilde Sandrín

Igualmente parte de una ardua proceso de búsqueda la obra Helen Keller, ¿la mujer maravilla? “Esta vez hemos hecho teatro documental sin testimonios directos”, desvela Xesús Ron, a pesar de haber accedido en Estados Unidos, y en inglés, a una cantidad de “documentación desbordante” y a los “propios escritos y cartas de Helen Keller”.

Pero quién era esa ¿mujer maravilla? que la compañía gallega quiere presentar entre signos de interrogación. Helen Keller es la primera mujer sordociega -al año y medio de vida una grave enfermedad le provocó la pérdida total de visión y audición- en obtener un título universitario (Harvard, 1904). Ya desde los siete años su vida saltó a la prensa y se fue construyendo una imagen pública, “como una de esas niñas prodigio, lo que contribuyó a hacer de ella una celebridad”, cuenta el director de Chévere.

Sin embargo, la compañía gallega descubrió que “detrás de esa fachada maravillosa, hay muchísimo más que se había ocultado. Queremos que la gente, con la obra, descubra un poderoso pensamiento político, muy radical en su época, y que, visto desde ahora, parece más radical todavía, con sus luces y sus sombras”. A Chévere le sorprendió “que una mujer como ella, ya desde los primeros años del siglo XX, se convierte en socialista; sale a la calle y en las entrevistas se declara sufragista militante; está en contacto con las sufragistas inglesas; tiene un nivel de información muy potente sobre todo lo que se estaba cociendo en la Unión Soviética a través de las revistas socialistas alemanas, muy cercanas al movimiento revolucionario; a los pocos años de estar en el Partido Socialista, considera que es demasiado blando y se hace militante de un sindicato anarquista”.

La lista de sorpresas sobre su figura parece no tener fin. Además de trazar una biografía del personaje más real, el montaje protagonizado por Ángela Ibáñez, Patricia de Lorenzo y Chusa Pérez de Vallejo, pone sobre la mesa la doble discriminación o el doble rasero con el que se la midió por su discapacidad: “Fue utilizada como embajadora de Estados Unidos en el mundo durante la posguerra, llevando un mensaje de paz, pero al mismo tiempo estaba siendo investigada por el FBI porque era comunista. Nunca llegaron a tomar acciones contra ella, aunque siempre estuvo diciendo: ‘Venid a por mí, detenedme, que no hay ninguna razón para no tratarme como a una cualquiera de mis compañeras de sindicato”.

Para acompañar al público en ese descubrimiento de lo que existió más allá del mito, Chévere ha ideado un espectáculo inclusivo en origen (el equipo estuvo más de un año estudiando lengua de signos). La obra es bilingüe en lengua de signos y cualquier persona sorda la podrá seguir íntegramente (para las personas ciegas habrá un servicio de autodescripción). De este modo, el público oyente “se va a confrontar con un universo que a lo mejor implica cierto rechazo”, aventura Ron. Es esta una capa más de todas las que sustentan la propuesta: “Nos acercamos a la lengua de signos y la utilizamos en el escenario desde nuestra experiencia de usuarios de lengua minorizada, que es la lengua gallega”.

 

IDENTIDAD Y ORGULLO DE PATRIA

Parece casi irremediable que los gallegos hagan patria allá donde estampen su firma. En Run baby run, Fátima Delgado conecta de una forma “muy natural” la historia de Alba, corredora olímpica, con el carnaval gallego: “Mi pasión por el entroido entronca con mi pasión con el teatro” y “no fue nada forzado traer a esa atleta profesional a mi entorno y a mi cultura, imaginándola como una de las primeras niñas que usara máscara y corriera el entroido”.

Este bien entendido proselitismo gallego pudo favorecer la apertura de alguna puerta, a la hora de pedir ayuda para levantar este montaje protagonizado por Alba Loureiro, Camila Bossa, Celina Fernández Ponte y Daniel Méndez. “Por el contenido de la obra, por toda la presencia de folclore gallego, por mi necesidad también de que el texto estuviera a la vez en castellano y en gallego, el primer sitio donde llamé fue al Centro Dramático Galego”, recuerda Fátima Delgado. “Fran Núñez (director del CDG) desde el principio se mostró muy interesado y contamos con ese apoyo. Seguimos llamando a puertas y, afortunadamente, Natalia Menéndez, que en aquel momento era la directora artística del Teatro Español, se mostró muy interesada por el texto y por la temática, y nos dio esta oportunidad”.

La dramaturga agradece “el apoyo del Centro Dramático Galego para que profesionales de las artes escénicas que ya estábamos fuera de Galicia retornemos y volvamos a conectarnos. Eso también es política por parte de Fran Núñez: hay mucho talento gallego desperdigado, vamos a intentar que vuelva”.

Y así lo reconoce el propio director del CDG a esta revista. Entre las diversas líneas de trabajo que tiene marcadas esta unidad de producción y creación teatral, dependiente de la Agencia Gallega de las Industrias Culturales (el INAEM gallego), está la de “rescatar gente que tenemos trabajando fuera, no solo en el resto de España, sino a nivel internacional. Intentamos que salir sea una opción, no una obligación”.

Y para los que finalmente deciden salir de Galicia, Fran Núñez reconoce que a nivel de producción están haciendo “un esfuerzo grande que responda a todo el territorio. Es un gran desafío para los teatros públicos, que nos consta que el CDN [Centro Dramático Nacional] está asumiendo también, para que las producciones salgan fuera y lleguen a más sitios, cosa que sabemos que es muy difícil y compleja. Intentamos ser una herramienta para nuestro sector”.

En su interés por la proyección exterior y la conexión con las principales entidades lusas, el Centro Dramático Galego ha coproducido el espectáculo Manuela Rey Is In Da House, junto al Teatro del Noroeste-Centro Dramático de Viana, el Teatro Nacional D. María II y el Teatro Nacional São João. El propio Fran Núñez firma la dirección artística y la dramaturgia del montaje, inspirado en la historia de la artista de origen gallego, gran estrella del teatro lisboeta del siglo XIX. La pieza se podrá ver en marzo en el Teatro Principal de Santiago de Compostela.

 

La escena gallega derriba los límites en Madrid
Xesús Xron. ©Leticia T. Blanco

 

LAS DRAMATURGAS GALLEGAS, EN AUGE

Otra de las líneas de trabajo es el apoyo a la dramaturgia, favoreciendo la escritura y abriendo los textos a concurso de producciones. Las compañías presentan sus candidaturas para levantar los proyectos, con el “acompañamiento en la producción” del CDG. De esta forma, “se da oportunidad a dramaturgos y dramaturgas que no tienen compañía. El nivel de dramaturgia está siendo muy alto y están saliendo nombres como Esther F. Carrodeguas o AveLina Pérez”.

El actual director del Centro Dramático Galego no tiene reparo en reconocer que su antecesora, la compostelana Fefa Noia, “dio un impulso muy grande a la dramaturgia”. Como actual adjunta a la dirección, “está rescatando en el Centro Dramático Nacional muchas propuestas a las que ya dio una oportunidad siendo la directora del CDG. Tenemos una embajadora maravillosa”, asegura.

 

EMBAJADORA DE LAS ARTES ESCÉNICAS DE GALICIA

“Por su labor dentro del equipo directivo del Centro Dramático Nacional como herramienta de difusión de las propuestas de las artes escénicas gallegas en otros puntos del Estado, una gran labor de fomento de las coproducciones de las empresas gallegas, la atención a los creadores residentes y la ayuda en el estreno de textos de autores gallegos», Fefa Noia fue reconocida en 2023 por la Asociación Gallega de Compañías de Artes Escénicas (Escena Gallega) como Embajadora de las Artes Escénicas de Galicia en el exterior.

Esta gestora cultural que tiene en su haber una completa formación y una dilatada carrera en tareas de dirección artística en templos emblemáticos como el Teatro de la Abadía, reconoce la alegría, pero resta méritos a su distinción: “Si no hubiese talento, no sería posible; y si no hubiese escucha (mira hacia el despacho de Alfredo Sanzol), tampoco sería posible. Yo, al fin y al cabo, estoy en la dirección adjunta del CDN”. Noia insiste en que “los artistas y las artistas que están haciendo artes escénicas en estos momentos en Galicia son magníficos, igual que en muchísimas otras zonas de la periferia”.

 

La escena gallega derriba los límites en Madrid
Fran Núñez

PARA SEGUIR LA PISTA

Cuando se le pregunta a Fefa Noia por el lugar que ocupa la escena gallega en el panorama nacional actual, pone como ejemplo sin dudar a Chévere “porque ha desarrollado un imaginario, una poética y un lenguaje que establece puentes de comunicación con la mayoría de la población” y “por su representación también a nivel nacional; es, de hecho, Premio Nacional de Teatro en 2014”. Recuerda que cuando estuvo dirigiendo el CDG “Chévere estaba todavía con otro proyecto de mucha generosidad que se llamaba la Berberecheira, cuyo objetivo principal era impulsar proyectos de otros y de otras. Son muy beneficiosos para el entorno, no solo ellos como artistas y con lo que hacen”.

Noia menciona también a Matarile, “que ya no existe, pero eran muy buenos representantes de la cultura escénica gallega”. Y destaca a Marta Pazos porque es “magnífico lo que está haciendo”. Indudablemente, la directora de la desaparecida compañía Voadora y referente de la vanguardia escénica mantiene una efervescente actividad creativa. En marzo estrenará El público, de Federico García Lorca, con la Comedia Nacional de Uruguay, entidad que mantiene un elenco estable de más de 30 intérpretes bajo la dirección artística de Gabriel Calderón.

No se olvida la directora adjunta del CDN de hacer referencia al colectivo A Panadaría (Areta Bolado, Noelia Castro y Ailén Kendelman), “que hacen un trabajo magnífico y están girando muchísimo por todo el territorio”. Del obrador de estas artistas hemos degustado recientemente en Madrid Las que limpian y Elisa y Marcela.

Por su parte, el director del Centro Dramático Galego suma a esta lista de incuestionables otro buen ramillete de artistas y creadores a los que seguir la pista si se cruzan en nuestro camino. Durante la conversación van apareciendo nombres como Noemí Rodríguez, actriz, dramaturga y codirectora artística de la compañía Teatro en Vilo (Premio Ojo Crítico de Teatro 2019); Paula Carballeira, Premio Nacional de Literatura Dramática 2023 por su obra As alumnas; María Torres y Gonçalo Guerreiro, directores artísticos de la compañía Elefante Elegante; Gustavo del Río, de la compañía Os Náufragos; la actriz Tamara Canosa; el actor, director y dramaturgo Quico Cadaval, o el director y dramaturgo Santiago Cortegoso.

 

La escena gallega derriba los límites en Madrid
Fefa Noia

FORTALEZAS Y DEBILIDADES

Dejando constancia del buen momento de la escena gallega y de sus logros, muchos de sus protagonistas son conscientes también de la necesidad de hacer autocrítica para seguir avanzando.

Fefa Noia pasó un primer año “duro” de los cuatro que estuvo al frente del Centro Dramático Galego. Para ella, la entidad pasa ahora por “una buena etapa, que quiero pensar que empecé yo [risas] y que continuó Fran Núñez”. Cree que su paso sirvió como “revulsivo para que determinados procedimientos administrativos se fuesen suavizando, incluso desapareciendo”. A nivel artístico se enorgullece de haber apoyado “iniciativas escénicas muy buenas que estaban solidificándose en ese momento”.

Fran Núñez atribuye otro mérito a Fefa Noia: “Fue muy valiente metiendo la inclusión y la accesibilidad, y nuestra tarea ahora ha sido darle una vuelta a nivel tecnológico y abrir otras posibilidades para generar más derechos”. En la estela de esa herencia, en la que cabe mencionar el sistema de trabajo paritario (ya obligatorio en muchas entidades públicas), arrancan también las funciones ‘descontraídas’ de los miércoles, en las que se crea un ambiente propicio para que el público acuda más relajado y pueda atender sus necesidades en cualquier momento desde el patio de butacas.

Ambos directores, siendo gallegos, reconocen que quizás el carácter o ciertas dificultades comunicativas o pedagógicas restan en ocasiones importancia a los éxitos. “Para mí, uno de los grandes aprendizajes de este tiempo -reconoce Fran Núñez- es la necesidad de no dar por supuesto cosas que la gente no tiene por qué saber”. “En general, las autonomías históricas son Galicia, Euskadi y Cataluña, y a Galicia casi nunca se la menciona. No se sabe muy bien por qué. Yo tampoco me lo explico”, se pregunta Fefa Noia.

Por otro lado, los artistas tienen claro que para que el trabajo con sello gallego, sobre todo de las compañías pequeñas, se pueda mover “por toda España, depende de un compromiso institucional. Sin este apoyo, es imposible moverse desde Galicia”, explica Fátima Delgado. El director de Chévere, Xesús Ron, lamenta que este “panorama diverso e interesante no pueda llegar donde debería llegar, muchas veces por las limitaciones que tiene el sistema teatral en Galicia, sobre todo porque las condiciones para producir están muy marcadas por una convocatoria de subvenciones”, y añade que “el potencial creativo a nivel producción que hay en Galicia necesitaría expandir el tipo de programación”.

 

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