La coreógrafa española recibirá el premio durante la celebración del festival, el próximo mes de octubre. El León de Plata ha sido para la dramaturga y coreógrafa italiana Claudia Castellucci, una de las fundadoras de la compañía Societas.
La Bienal de Venecia, en su sección de danza, ha decidido otorgar el León de Oro honorífico a la coreógrafa María La Ribot, nacida en Madrid en 1962 pero afincada en Suiza desde 2004. La responsable de danza de la Bienal, Marie Chouinard, ha escrito, a propósito de La Ribot, lo siguiente:
«Gran señora extravagante del arte contemporáneo, figura destacada de la danza actual, su obra, rigurosa y radical, critica y se ríe de la metamorfosis, la hibridación, el absurdo y la libertad. Su trabajo se resiste a cualquier clasificación: performance, instalación, danza, arte visual. Su forma se impregna y actúa sorprendentemente sobre el pensamiento, obligándolo a remover los cánones y reorganizar las referencias. La caja negra del teatro ha saltado por los aires desde que entró en ella esta artista total: ella misma es un manifiesto encarnado que se renueva implacable masacrando alegremente las ideas preconcebidas. La transdisciplinariedad es su firma de artista indisciplinada, su fisicidad es absoluta, practica la pobreza con opulencia, sus actos son proteicos. Es una trágica salvaje y minimalista, su humor primero despelleja y luego libera el pensamiento libre. Nos hace amar la libertad y sus vibrantes límites. Se divierte. Y nos alegra».
Este galardón viene a sumarse a otros premios importantes que ha recibido, como el Gran Premio suizo de danza, recibido de manos de la Oficina Federal de la cultura helvética en 2019; y aquí en España, el Premio de Artes Plásticas de la Comunidad de Madrid en 2018; la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes en 2015; o el Premio Nacional de Danza en 2000. La Ribot presentará en Venecia su espectáculo Paroramix (1993-2003) el 13 de octubre de 2020, pero antes, en julio, pasará por el Grec de Barcelona y por los Teatros del Canal de Madrid con su pieza Please please please, creada junto a Mathilde Monnier y Tiago Rodrigues.
Su obra, iniciada al final de la transición democrática en la España de los años 80, ha cambiado profundamente el campo de la danza contemporánea. Desafía los marcos y los formatos de la escena y del museo, tomando prestado libremente el vocabulario del teatro, de las artes visuales, de la performance, del cine y del vídeo para llevar a cabo un desplazamiento conceptual de la coreografía. Solos, exploraciones colaborativas, investigación con aficionados, instalaciones e imágenes en movimiento presentan desde entonces las facetas de una práctica proteiforme, que no deja de jugar con el derecho al cuerpo.
María Ribot empieza formándose en danza clásica a mediados de los años 70. Crítica desde muy pronto con las convenciones del ballet, continúa su formación en danza contemporánea en Francia, Alemania y los Estados Unidos antes de fundar, a su regreso a Madrid en 1986, Bocanada Danza junto a la coreógrafa Blanca Calvo. La experimentación de los años 80, cimentada en las prácticas colectivas y transdisciplinares, participa de la mezcla de géneros que se desarrolla dentro del underground madrileño, y que conjuga la danza, el cabaré, el free jazz, la música contemporánea y las artes visuales. Aunque España representa para La Ribot un punto de anclaje artístico e intelectual constante, su trayectoria la expone a entornos diversos. Entre 1997 y 2004 se instala en Londres, donde su trabajo recibe el apoyo de la corriente del live art, que presagia una cada vez mayor hibridación entre las artes del espectáculo y la performance artística. Desde 2004 vive, trabaja y enseña en Ginebra, donde ha fundado su compañía, La Ribot-Genève.
León de Plata para Claudia Castellucci
Por su parte, la Bienal de Venecia ha decidido entregar el León de Plata a la dramaturga, coreógrafa y pedagoga Claudia Castellucci (Cesena, Italia, 1958), cofundadora junto a Romeo Castellucci y a Chiara y Paolo Guidi de la Socìetas Raffaello Sanzio (hoy Socìetas a secas), una compañía teatral que desde los años ochenta del pasado siglo se ha ido afianzando en la escena internacional por su radical reinvención del lenguaje escénico. Como dice Marie Chouinard, «desde hace tiempo conocemos a esta coreógrafa sobria, seria, minimalista y exigente, que trabaja con un profundo sentido de lo sagrado. Recientemente, sin embargo, nos sorprendió con su trabajo en el Catalogue des Oiseaux, de Olivier Messiaen. Una creadora que emerge, con acentos sobrios y fulguraciones delicadas, siempre modestas, y que nos lleva de vuelta a los orígenes de la creación, y en particular a la casa madre del amor por la danza y el arte en general».
Claudia Castellucci visitó Madrid en el pasado Festival de Otoño y de aquella experiencia compartió con nuestros lectores su artículo titulado Allí y después, la necesidad. Una visita al Prado. Dedicada principalmente a la escritura y a la pedagogía, es fundadora de diversas experiencias didácticas: a finales de los años ochenta inaugura la Scuola Teatrica della Discesa, entre la filosofía y la práctica teatral. Le sigue la Stoa, dedicada al movimiento rítmico, que se desarrolló en Calla en 2010 y la École du rythme en Burdeos en 2011 para la Bienal de Arte Urbano. Desde 2015 continúa su idea original de una escuela concebida propiamente como una obra de arte con la Scuola Mòra, de donde nace la obra Verso la specie, una danza que toma como modelo la métrica de la poesía griega arcaica y que ya se presentó en la Bienal de Vencia.
En 2014 fundó la Scuola Cònia, un curso de verano en técnica de la representación alimentado por diferentes maestros y con alumnos llegados de todo el mundo que conviven durante dos semanas en Cesena. En 2016 creó Catalysi, una residencia escolar destinada a la producción y al estudio teórico contextual. Su actividad dramática está íntimamente ligada a la escritura de textos para las obras de su hermano Romeo Castellucci (Metope del Partenone, Go down Moses, Democracy in America y The Minister’s Black Veil son algunas de las últimas). En 2019, la experiencia de la Scuola Mòra se transforma en la compañía de danza Mòra, y en ese mismo año estrena la pieza All’inizio della città di Roma.