No vamos a descubrir ahora nada sobre la relevancia y popularidad internacional de la famosa obra de Cervantes. Sin embargo, este estreno nos da la excusa perfecta para recordar, o descubrir para algunos, las andanzas del ingenioso hidalgo en el mundo de la danza.
Muchos han sido los coreógrafos que han mirado al Quijote o a algunos de sus episodios para sus creaciones: Ballon (París, 1720), Gaston (París, 1799), Hilverding (Viena, 1753), G. Monticini (Turín, 1803), Taglioni (Viena, 1807), J. Francisqui (Nueva Orleans, 1800), Didelot (San Petersburgo, 1808), J. H. d’Egville (Londres, 1809), Blache (Moscú, 1834), Bournonville (Copenhague, 1837), solo por citar algunos. Uno de los ballets más representados y que en mejor forma ha llegado a nuestros días es el Don Quijote coreografiado por el francés Marius Petipa y música del austríaco Ludwig Minkus, que fue estrenado en 1869 en el Teatro Imperial Bolshoi de Moscú. Petipa había sido de 1843 a 1846 primer bailarín en el Teatro del Circo de Madrid y adquirió un profundo conocimiento de la danza tradicional española produciendo varias piezas como Carmen y su torero, La perla de Sevilla o Las aventuras de una madrileña. Recién llegado a Rusia, decidió realizar una versión del clásico de Cervantes muy libre -la sitúa en el puerto de Barcelona-, divertida y llena de color y alegría. La historia se centra en el episodio de la segunda parte llamado Las bodas de Camacho. En él se narra la historia de amor entre el barbero Basilio y la joven Quiteria frente a la oposición de sus familias. Don Quijote, creyendo que Quiteria es una princesa en peligro, interviene para ayudarla, lo que conlleva una serie de cómicos enredos.
Con esta producción, que se convertiría, junto con El Lago de los Cisnes, en uno de los ballets más populares en Rusia, Petipa y Minkus rompían con el universo de las criaturas sobrenaturales o etéreas, omnipresentes en la danza del XIX, para poner en escena a la gente del pueblo.
LO POÉTICO Y LA TRADICIÓN ESPAÑOLA
La adaptación que ahora podremos disfrutar de José Carlos Martínez fue estrenada por la Compañía Nacional de Danza en 2015 en el Teatro de la Zarzuela. En ella, el coreógrafo, además de devolver la acción a La Mancha, quiso introducir algunos cambios sobre el original: “Basándome en la coreografía original de Petipa, y en las diversas versiones que he tenido ocasión de bailar (Nureyev, Baryshnikov, Gorski), me ha parecido importante mantener la construcción coreográfica del ballet, pero he querido darle un matiz más poético al personaje de Don Quijote y a su búsqueda del amor perfecto encarnado por Dulcinea. A su vez, era necesario acercarse lo más posible a la esencia de nuestra danza. Me parece muy importante que la producción de Don Quijote de una compañía española, aún siendo una versión del clásico ruso-francés, sea realmente respetuosa con nuestra cultura y nuestra tradición”.
Una maravillosa oportunidad de disfrutar de la danza acompañando a personajes de sobra conocidos como Don Quijote, Dulcinea o Sancho Panza mientras se mezclan con toreros, gitanos, pescadores, un grupo de ninfas, Cupido… al ritmo de seguidillas, fandangos, boleros y jotas. Una deliciosa locura, como no podía ser de otra manera.