Por Pablo Messiez
En su empeño por actualizar, rejuvenecer y reactivar nuestro género lírico, el Teatro de La Zarzuela puso en marcha en 2017 el Proyecto Zarza, primero con La Revoltosa en versión de Guillem Clua y ahora con La verbena de la Paloma, con dirección de Pablo Messiez, que comparte algunas impresiones de este viaje con nosotros.
La invitación a montar La Verbena de la Paloma volvió a plantear en mí la pregunta acerca del sentido. Pregunta que en realidad ya estaba implícita en la raíz del Proyecto Zarza, ya que pensar en ampliar el público del género tiene necesariamente que ver con buscar un vínculo con las obras que no nazca de la nostalgia sino del deseo. Es decir, no de nuestra relación con el pasado, sino de nuestro vínculo con el presente.
Siempre que me toca montar un clásico, hago el ejercicio de volver a leer/ escuchar el material como si fuera un texto contemporáneo. Olvidando todo lo que sé del mismo para ver cómo resuena en mi presente e intentado dejar de lado las lecturas que la historia de las representaciones de la obra le han ido adjudicando.
El ejercicio es siempre sorprendente, y revela qué textos han sido escritos anclados en y para su tiempo y cuáles lo trascienden. Es decir cuáles tenían su agenda marcada por los asuntos del presente y cuáles se dirigían a la médula de lo humano. En ambos casos el resultado podía ser en su tiempo eficaz e incluso extraordinario. Pero en nuestro presente, si nos interesa hacer teatro debemos estar alertas a la sordina de la costumbre y ver qué nos dicen esas palabras nacidas en otro paradigma, tan distinto al de hoy. Es decir, volver a la pregunta inicial: ¿qué sentido tiene volver a encarnarlas hoy en un teatro?
Siendo la zarzuela un género que se nutría del presente para encontrar sus temas e interpelar al público (como hace la televisión hoy en día) es lógico que los libretos de muchas de las obras hayan quedado obsoletos. Sin embargo, las músicas…
El 23 de febrero estrenaremos La verbena de la Paloma para el Proyecto Zarza del Teatro de la Zarzuela. Sin haberlo previsto de antemano, nuestra versión se ha convertido en un homenaje a la música. A ese misterio de las canciones que siguen interpelándonos a través de los tiempos.
Los textos del libreto original, escritos hace 125 años, respondiendo a otros valores hegemónicos, han quedado caducos. Sin embargo la música sigue ahí, tanto más compleja, tanto más misteriosa, revelándonos lo innombrable.
Qué pena que el teatro occidental olvide tantas veces (y con tanta facilidad) su condición musical. Qué pena que olvidemos todos/as con tanta frecuencia que las palabras fueron para nuestros oídos, mucho antes que un significado, una música.
Fragmento del libreto escrito por pablo Messiez para esta versión
ÁNGEL
Claro!
Es la música…
Piensa en las cosas
que pueden pasar en una hora.
En media hora.
En un recreo.
En un instante.
Piensa en las cosas que pueden pasar en un instante.
Ahora.
En este instante.
Cuánta gente está naciendo
ahora.
Ahora mismo
apareciendo al mundo.
Cuánta muriendo
ahora.
Atravesada
por balas, por penas,
por miedo, o por cansancio.
Ahora.
Ahora mismo.
Cuánta durmiendo.
Cuánta gozando, sufriendo,
riendo, llorando
ahora mismo.
Ahora.
Cuánta vida
sucediendo ahora mismo.
En un instante.
En este instante.
Cuántos instantes caben en ciento veinticinco años.
A cuántos cuerpos han tocado estas canciones en ese tiempo.
Qué misterio tienen para seguir ahora aquí.
Porque siguen aquí.
Resonando
ahora.