Fotos obra: Luiscar Cuevas
Partes de un hecho real: el anuncio que puso Bette Davis en un periódico, para imaginar este encuentro ficticio con un periodista. ¿De dónde surge la idea?
Así es, en septiembre de 1962 -se cumplen ahora 60 años-, Bette Davis se presentó en el Hollywood Reporter para publicar una demanda de empleo. Desde que conozco esa anécdota me he estado preguntando qué llevaría a una actriz con dos Oscar a hacer eso. ¿Se trataba de una provocación? ¿Estaba realmente tan desesperada como para poner un anuncio? El caso es que, años después, escuché a una actriz española quejarse de no encontrar trabajo a pesar de haber ganado un Goya. Y no era la única. Enseguida relacioné estos hechos y decidí escribir una obra donde poder reflexionar sobre este tema y, de paso, hacer un homenaje a Bette Davis y todas esas actrices que, llegadas a cierta edad, son relegadas a papeles secundarios o condenadas, muchas veces, al olvido.
El texto destila mucho amor por el cine y por el personaje.
Muchos de los que amamos el teatro hemos sido antes y, ante todo, espectadores de cine. No todos teníamos la suerte de tener un teatro cerca, pero casi todos teníamos la posibilidad de ir al cine o ver películas en televisión. Ahora apenas quedan cines y la televisión, como diría Bette Davis, “es la muerte”. Por suerte, muchos pertenecemos a una generación que vio mucho cine y que se enamoró de actrices, actores y directores como como Billy Wilder, Joseph Mankiewicz, William Wyler, Ingmar Bergman, Katharine Hepburn, Gloria Swanson, James Dean, Marlon Brando, Alec Guinness Federico Fellini, Stanley Kubrick, Martin Scorsese, Francis Ford Coppola, Al Pacino, Robert De Niro, Susan Sarandon, Sigourney Weaver, Steven Spielberg, Oliver Stone, Anthony Hopkins, Quentin Tarantino, Woody Allen, Meryl Streep, Frances McDormand, Glenn Close. ¿Cómo olvidarlas? ¿Cómo olvidarlos?
Hay muchísimas referencias a su vida personal y profesional. ¿Cómo ha sido el proceso de documentación?
Cuando te basas en personajes y en hechos reales hay que saber muy bien de quién y de qué estás hablando. Durante más de un año estuve leyendo todas las biografías y autobiografías de Bette Davis, muchas de ellas no publicadas en España, y viendo también las numerosas entrevistas y documentales que pude encontrar sobre ella. También revisé todas sus películas y encontré muchas cosas en ellas que me ayudaron a construir el personaje. Se puede decir que, casi todo lo que se cuenta en la obra, sucedió realmente. Obviamente, al no haber testigos del encuentro de Bette y Lukas (el periodista), no tuve más remedio que hacer uso de la imaginación. Disfruté mucho imaginando la aparición de Bette Davis ante un atónito redactor que, finalmente, resulta ser algo más que un simple empleado del Hollywood Reporter, pero eso lo descubriremos al final de la obra.
Bette Davis era una mujer de un carácter y personalidad arrolladoras, diría que te lo has tenido que pasar en grande metiéndote en su piel.
He disfrutado mucho. Para construir el personaje me he basado en su personalidad real, o la que se deja ver en entrevistas y autobiografías, y la de los principales personajes que ha interpretado, que es al final la imagen que nos ha quedado de ella. Pero muchas veces, esa imagen no se corresponde exactamente con la realidad. Ella fue una mujer de carácter, pero no tenía esa maldad que podían tener otras actrices como Miriam Hopkins o Joan Crawford. Bette no era así, no era una persona rencorosa, a ella lo único que le interesaba era el trabajo bien hecho y, en ese sentido, siempre fue una mujer dura y exigente, con ella misma y con los demás. Muchos no saben que fue una mujer comprometida con las causas sociales, generosa, más amable de lo que dicen los rumores y con un gran sentido del humor. Ella se entregó por completo a la profesión, hasta su última actuación en el Festival de Cine de San Sebastián, donde se despidió del mundo antes de morir unos días después.
Hay en cartelera muchos montajes en formato monólogo de determinadas figuras relevantes. ¿Introducir a Lukas como coprotagonista qué aporta formalmente y en la historia?
Esta obra podría haber sido perfectamente un monólogo, pero pensé que Bette necesitaba alguien con quien interactuar, alguien a quien poder dar la réplica, no solo con palabras sino, además, con un repertorio de gestos que se me ocurría podía ser muy divertido. Y tenía claro que esto no iba a funcionar del mismo modo en un monólogo. Me parecía interesante, además, que el personaje que se enfrentara a Bette, una estrella desencantada por un Hollywood en decadencia, fuera un joven ilusionado por abrirse camino. Y, para terminar, necesitaba algo que los conectara y uniera de alguna forma, quizás para siempre, sin que ellos lo supieran. Pero, para saber de qué se trata, habrá que ir a ver la obra.
La obra parte de una problemática que más de 70 años después todavía sigue vigente: la invisibilidad de las actrices a partir de cierta edad. Alguien que lo ha sido todo en Hollywood, ¿cómo vive sentirse apartada?
Para ella fue una muerte lenta en vida. Trabajar era lo único que le hacía feliz y, como ella misma decía: “nunca trabajé para vivir, sino para sentirme viva”. Después de Eva al desnudo, lo más interesante que le ofrecieron fue ¿Qué fue de Baby Jane?, y fue doce años más tarde. Después, intentaron repetir la fórmula Crawford-Davis con Canción de cuna para un cadáver, pero la rivalidad entre ambas llevó a sustituir a Joan Crawford por Olivia de Havilland, y esto ya no funcionó. Luego vendrían algunas series y esas películas mediocres que ella tanto odiaba. Pese a todo, ella nunca quiso retirarse, estuvo luchando por conseguir buenos papeles hasta el final.
Ella es tremendamente consciente de todo lo que ha hecho como mujer y como actriz, para bien y para mal, con ausencia de victimismo, falsa modestia o remordimientos.
Si algo caracterizaba a Bette Davis era su tremenda honestidad. Ella conocía perfectamente sus virtudes y sus defectos, y sabía que no podía ser buena en todo. Creo que en el momento en que decidió ser actriz, una verdadera actriz, estaba renunciando a ser cualquier otra cosa en la vida. Ella misma llegó a reconocer que había fracasado como madre, como esposa y como amante. Lo mejor, quizás lo único, que sabía hacer bien, era actuar.
¿Había dos Bette Davis diferentes? Porque no parece la misma mujer en sus relaciones de pareja con los hombres y en su carrera como actriz. ¿Una fue más feliz que la otra?
Se podría decir que había dos Bette Davis, la auténtica y ese tipo de mujer que encarnaba en sus películas. Ella misma dijo que Gary Merril, su cuarto marido, no se había casado con ella, sino con Margo Channing, la protagonista de Eva al desnudo, y como no resultó ser la misma mujer, no funcionó. Aún así, pienso que Margo Channing es, de todos los personajes que interpretó, el que más se le parece.
La obra es, también, una reflexión sobre la interpretación.
Esa reflexión tenía que estar, sobre todo hablando de una actriz como ella. No solo le preocupaba la manera de actuar sino, también, las condiciones de trabajo y los derechos de los actores. Fue de las pocas actrices que se rebelaron contra los Estudios. En 1947 formó parte del Comité por la Primera Enmienda, que defendía la libertad de expresión y los derechos civiles, y estuvo apoyando a los ‘Diez de Hollywood’ que estaban en la lista negra acusados de comunistas.
¿Por qué Mélida Molina era la elección perfecta para ser tu Bette Davis?
Creo que la mejor respuesta es ir a ver cómo encarna al personaje. Mélida es una de las mejores actrices de este país, admiradora también de Davis (en su casa hay biografías de ella desde mucho antes de saber que iba a interpretarla) y hasta guarda un cierto parecido con la actriz de Hollywood. No se me ocurre una candidata mejor.
La puesta en escena presenta un tono como de quien te quiere contar un cuento, ¿buscáis una conexión particular con el público?
En realidad, es un cuento. Un cuento protagonizado por una loba cuyo hábitat se extiende desde la costa Este de los Estados Unidos hasta las más cálidas aguas del Océano Pacífico. Una loba que se caracteriza por la búsqueda del perfecto compañero y, al mismo tiempo, por una independencia feroz. Es decir, una especie que no encaja en ningún sitio, condenada sin remedio, a la eterna soledad.
Ella también ronda esa edad que comentábamos en la que todo se hace más complicado para las actrices. ¿Es algo que hablasteis mucho entre vosotros?
Da la casualidad de que Mélida va a interpretar a Bette Davis con la misma edad que tenía la actriz (ni un año más ni un año menos) cuando fue a poner ese anuncio. Hemos hablado bastante de esto y de que, desgraciadamente, es algo que sigue ocurriendo en la actualidad. Bette Davis conseguía papeles protagonistas a pesar de no tener el físico que los estudios demandaban. Pero no pudo hacer nada a partir de los cuarenta o cincuenta años porque no se escribían guiones para mujeres de esa edad. Y es algo que no se entiende, porque es precisamente a esas edades cuando las actrices y los personajes son más interesantes.
No he visto la puesta en escena pero, ¿es posible que la iluminación vaya a ser un elemento muy importante?
La iluminación es muy importante en esta obra, como lo es la escenografía y el vestuario. Siempre busco que todos estos elementos no solo no pasen inadvertidos, sino que se conviertan en verdaderos protagonistas. Y, afortunadamente, en esta obra he podido trabajar con grandes profesionales que han conseguido lo que buscaba. Y más que un homenaje al cine negro hemos jugado con la idea de un Hollywood en decadencia, un universo donde todo se empieza a derrumbar. Y hasta ahí puedo escribir.
La comedia y el surrealismo eran marca de la casa en anteriores trabajos tuyos como Cerda o La partida (Arrabal versus Cervantes), aquí el tono es otro. ¿Un cambio buscado o que surge de forma natural según uno se pone a escribir?
Más que un cambio buscado era una deuda pendiente. Creo que Bette Davis y el cine de la época dorada de Hollywood ha influido mucho en mi forma de escribir y de enfrentarme al teatro. Como decía antes, es lo que he amado y mamado durante mucho tiempo. En Cerda ya hice un pequeño homenaje a Bette Davis. Uno de los personajes era Sor Bette, bautizada así por la madre superiora, que era devota fan de Bette Davis.
Este texto tuyo ya ha sido llevado a escena por la cía. Teatro del Navegante y ha recorrido varias ciudades, ¿te apetecía dirigirlo en Madrid tú? ¿Son propuestas escénicas diferentes?
Desde un principio quise dirigir Loba, pero primero tenía que encontrar a la actriz que la interpretara. Cuando descubrí a Mélida tuve que esperar a que pudiera hacerla, y después llegó la pandemia. En 2020, en pleno confinamiento, la compañía Teatro del Navegante se puso en contacto conmigo para llevarla a escena. La estrenaron en agosto de 2021 en el Festival de Teatro de Castilla y León. Desde entonces han estado de gira por toda España con bastante éxito. De hecho, en 2023 van a coincidir las dos producciones. Y, aunque el texto es el mismo, son propuestas escénicas completamente diferentes.