Estamos viviendo en directo cómo la manipulación del poder está provocando el alzamiento por parte del pueblo, una agitación provocada desde la distancia, apoyándose en ideales y legitimidades inventadas y polarizadoras; nada que no se haya vivido con anterioridad y que, precisamente por eso, da mucho que pensar sobre cómo y hacia dónde ¿avanzamos? como sociedad.
Hablamos con Juan Codina sobre la llegada de Marat ~ Sade a las Naves del Español, un multitudinario montaje donde el actor se encarga de dar vida a Marat, personaje que, sumergido en una bañera, llamó a la revolución de todo un pueblo.
¿La revolución se hace desde la acción o desde el pensamiento?
Foto portada de Esmeralda Martín
Juan, ¿cómo afrontas un reto como es estar al frente de esta versión de Marat ~ Sade?
Mientras estoy en un proceso me cuesta mucho articularlo porque me gusta disfrutar del proceso y no me hago demasiadas preguntas, por si acabo haciendo un trabajo lleno de prejuicios. Quiero decir: Juego a ser un poco idiota. Para mí es la forma ideal. Cuando veo a alguien que va muy preparado y tiene todas las respuestas, me alarma un poco.
Supongo que “jugar a ser idiota” es la mejor manera para empaparte de la propuesta que trae el/la directora/a, ¿no?
Esto lo decían Mastroianni y Gassman en una entrevista maravillosa donde hablan de defender al actor estúpido. Es una provocación, pero sí que jugar con eso ayuda mucho porque te pone a la altura que tiene que ser el juego, es decir, a la altura de los niños, no tener una línea de pensamiento demasiado elaborada ni demasiado sofisticada, sino que haya mucho más atrevimiento para entrar en el juego.
¿Hay otra manera de adentrarse en un Marat ~ Sade que no sea atreviéndose a jugar?
¡Esto es puro juego! Están con el metateatro, contando una historia, inspirada en hechos históricos, pero desde un sanatorio mental con enfermos mentales que están interpretando a esos personajes históricos. El único que se supone que es quien realmente es, es Sade. Pero aun así el teatro está presente.
Luis (Luque) nos dijo que íbamos a trabajar con tres capas: Por un lado, están los personajes históricos, por otro los enfermos mentales y en otro los actores. Nos dijo: “Los actores vais a hacer de enfermos mentales que hacen de personajes históricos”.
Sois un elenco enorme en escena, ¿cómo se han planteado los ensayos?
El tema de la convivencia, con todo el protocolo covid, está siendo un poco anómalo. Somos una compañía de trece y coincidimos muy poco para que no haya demasiados riesgos. A mí, lo que me gusta de nuestro trabajo es todo lo que tiene que ver con todo lo humano, el reencontrarte con gente con la que ya has trabajado, ir conociendo a los que no, ver cómo todo eso va encontrando su armonía y más en un espectáculo tan interactivo como este, donde los lenguajes están ahí en constante fusión. La semana pasada – La entrevista se realizó en los días previos a las fiestas navideñas – hubo una gran sorpresa, cuando aparecieron los cantores. Un equipo fantástico de gente muy joven, que están a una altura maravillosa, que cantan, bailan, tocan instrumentos, son poliartistas ¡Una maravilla! Tres de ellos son alumnos de mi estudio y estoy disfrutando como un idiota de ver cómo, hace tres o cuatro años, eran alumnos de primero y ahora verlos con esa madurez artística, a pesar de la juventud. Me ha emocionado mucho.
Tiene que ser muy especial acabar siendo compañero y compartir escenario con los cachorros de tu estudio.
Es lo que más emocionante me está resultando. Han pasado en nada de tiempo de ser alumnos a ser compañeros y estoy emocionado.
El libreto sobre el que estáis trabajando es el mismo con el que trabajó Miguel Narros en 1994, ¿cómo será la puesta en escena?
Sí, es la traducción de Miguel Sáenz, en vez de la de Alfonso Sastre. Sáenz es una persona que conoce bien la lengua germánica, las mejores traducciones de Brecht son suyas. A mí me convence más, me parece que tiene más peso filológico y filosófico.
Luis ha tenido muy claro que había que respetar el conflicto de estilos y la propuesta de lenguajes que Peter Weiss hace en la obra: música, danza, plástica, teatro, es decir, hay algo muy multidisciplinar donde nosotros no solo nos sentimos actores sino artistas, parte de una maquinaria ambiciosa. La propuesta es un espectáculo más que una obra de teatro.
Tú te encargas de dar vida a Marat, ¿cómo está siendo este encuentro?
Hay una frase en la obra que dice: “¿Quién es Marat?” Y esa es la pregunta que me estoy haciendo yo. Es un personaje enigmático. Luis y yo hablamos mucho de dónde está la seducción de Marat. Un tipo que tuvo que estar la mayor parte del tiempo escondido, enfermo, un hombre físicamente muy poco agraciado… ¿Dónde está el nivel de seducción de Marat? Es un agitador, es un hombre de acción con capacidad de movilizar a la masa, pero es un hombre con muchas limitaciones intelectuales, no tiene el brillo, ni la dimensión, ni la altura filosófica y poética de Sade, pero tiene la capacidad de movilizar que tienen esas figuras religiosas de todas las revoluciones. Es el mártir que legitima una revolución. Hay un momento que crea tanta comunión con la idea de la revolución que se deja asesinar. No es que se deje, pero sabe aprovechar la oportunidad de que aparezca el personaje de Charlotte a asesinarle para convertirse en una figura inmortal. Es un político también.
Podría decirse que sabe jugar bien ese papel de hombre misterioso con capacidad de agitar a la masa sin mezclarse con ella, ¿no?
Sí, tiene esta mística, esta literatura del enfermo metido en una bañera, esa cosa cristológica del hombre que sufre y que, aun así, no deja de construir la revolución. Tiene un espacio poético decadente que resulta muy atractivo. Lo que rodea a la figura de Marat resulta más atractivo que el propio Marat. No es un tipo que a mí me caiga bien, reconozco que escucho a Sade y digo: “¡Qué maravilla de hombre! Cómo me gustaría pensar como este hombre” Me parece que tiene una altura intelectual flipante.
¿Dónde reside para ti el conflicto entre Marat y Sade?
En su debate filosófico, el del pensamiento contra la acción. Para Sade, todo lo que no derive del pensamiento crítico, libre, no tiene ningún efecto ni consecuencia; y para Marat no tiene ningún valor, es la acción la que determina el valor de las cosas.
Yo soy un hombre de acción no entiendo la vida sin acción, por eso soy actor, pero tampoco la entiendo sin pensamiento, por eso es el debate perfecto. Una cosa va cogida de la otra, es que el pensamiento y la acción por sí solos no tienen ningún sentido, necesitan un lugar de encuentro, un lugar de comunión, por eso creo que Luis está siendo muy inteligente y está insistiendo en que Marat y Sade, aunque sean antagonistas, no son enemigos, no se llevan mal y se necesitan. Hay algunas cosas de Marat que son muy interesantes, parlamentos que están vinculados a la acción que yo comparto totalmente, yo, Codina, no me siento un intelectual, nunca me he sentido así, soy un hombre de acción, no solo por mi disciplina, también estoy muy vinculo a lo que tiene que ver con la filosofía, pero una filosofía activa que tiene que ver con poner en pie el modo y el modelo de vida que uno defiende.
¿Desde dónde te has acercado a tu personaje? ¿Qué necesitas para meterte en él?
Buscando los lugares comunes, aunque a nivel personal a mí me da igual estar muy cerca o lejos del personaje, es más, cuanto más lejos estoy de un personaje mejor lo entiendo. Para mí, los personajes siempre son un enigma, no solo porque no sepas su naturaleza, no conozcas o entiendas la línea de pensamiento del personaje, sino también por cuestiones estilísticas. Creo que aparte de saber qué tienes que hacer, tienes que adivinar qué hacer, no se interpreta igual un Shakespeare que un Chejov o un Peter Weiss que una Angélica Liddell. Ir desactivando ese enigma es lo que más me gusta y lo que a mí más me entretiene, entendiendo que ese enigma no lo voy a resolver ni siquiera el día del estreno, ese enigma se va disolviendo a lo largo de los días, terminas un trabajo y tienes la sensación de que no has llegado hasta el final, pero eso es lo que lo hace interesante.
Si llegaras al día del estreno con todo resuelto…
¡Pues qué aburrimiento! (risas) Yo me dedico a esto porque me parece que es el más apacible de los vacíos. Hay un lugar donde nunca puedes hacer pie y eso me produce seguridad, entiendo que a la mayor parte de la gente el vivir, habitar, en el vacío no es muy cómodo, a mí, sin embargo, lo que me produce angustia y ansiedad es tener el suelo muy firme bajo mis pies. Pero bueno, ya sabes, ¡cada una con sus vicios y sus adicciones! (risas)
¿Qué puede aportar estrenar Marat ~ Sade en estos momentos?
El Marat es una obra que tiene mucha profundidad, pero está escrita de una manera muy sencilla, puede acceder cualquier, tiene esa virtud de lo sencillo y lo profundo a la vez. Yo creo que un clásico siempre es contemporáneo porque al final habla de cosas que nos han pasado siempre. Es una obra escrita en estado de gracia que, a mí, según hemos ido trabajando, me ha sorprendido mucho. Tiene todos los ingredientes para invitarte a la reflexión desde un marco lúdico, de diversión y festivo. Creo que hay un homenaje a muchos estilos de teatro y tiene titulares políticos que, aunque estén inspirados en una historia que pasó hace 200 años, suenan muy actuales.
Habla de algo que toda la vida ha sido muy básico que es la distancia entre los ricos y los pobres, los que lo tienen todo y los que no tienen nada. Aunque hayamos descontextualizado el concepto de lucha de clases, sigue habitando en cada uno de nosotros y sabemos que al final siempre hay un conflicto entre la gente que tiene el poder y la gente que no lo tiene y no lo tendrán nunca. Hay un monólogo maravilloso de Marat que habla de eso precisamente: “Aunque os hagan creer que todo ha cambiado, todo eso será una invención de los que siempre tendrán más que vosotros”. Ese es el misterio de la propaganda que tiene todo sistema que se encarga de hacer parecer que las cosas ya no siguen pasando, pero siguen pasando igual.