En los Teatros Luchana podremos ver ‘Carta al Padre’, el texto original de Franz Kafka que José Sanchis Sinisterra ha versionado para crear este montaje dirigido por Víctor Boira y Jorge de las Heras. El propio Jorge de las Heras junto a Rafa Núñez y Milagros Morón protagonizan esta obra en la que Kafka habla sobre la relación emocionalmente abusiva que mantuvo con su padre autoritario
Por Sergio Díaz
Kafka y Sanchis, vaya dos nombres para abordar un proyecto…
A mi edad soy muy consciente de la importancia de rodearse bien no ya en el arte sino en la vida en general. Y no hablo solo de talento, sino de gente humanamente maja. En este caso por un fantasma y un maestro viviente.
Y un proyecto complicado, porque adaptar cualquier obra de Kafka no es sencillo, quizás solo Sanchis lo pueda hacer con esa maestría… ya que es un enamorado de la obra del escritor checo.
Creo que Junto a Beckett es el autor que José cita con más frecuencia. Hace muchos, muchos años que Sanchis lee y relee a Kafka y tiene un conocimiento muy profundo de su obra con muchas capas de lecturas sedimentadas a lo largo de los años.
En el ámbito teatral has trabajado en Nuevo Teatro Fronterizo e imagino que te une una relación de amistad con Sanchis…
Para mí José no es solo un gran dramaturgo. Es un Maestro en el sentido más ancestral del término. Aprendiendo con él tienes la sensación de entroncar con ese hermoso linaje de seres humanos que han consagrado su vida al conocimiento y al arte. Esta atmósfera no la genera cualquiera pero además no con cualquiera tienes la sensación de estar remando hombro con hombro en medio del mar. El verdadero capitán se arremanga y rema contigo, el verdadero maestro aprende contigo… y por eso mismo aborrece que le llamen maestro, como es el caso de José. Seguro que si lee estas palabras se le estarán poniendo los pelos de punta. Todo esto lo legitima aún más para recibir el nombre de Maestro.
¿Cuéntanos cómo se gesta Carta al padre? ¿Parte de ti hablar con Sanchis o es al revés?
Tengo una relación muy íntima con Carta al Padre desde mi adolescencia. Cuando me planteé abandonar la gestión cultural tenía muy claro que este era el texto con el que quería inaugurar mi nueva etapa. Acudí a Sanchis porque la carta planteaba muchísimos problemas desde el punto de vista dramatúrgico. Mi intención era básicamente la de buscar consejo pero José me comentó que hacía muchos años que tenía una idea para transformar esa carta en una dramaturgia: convertirla en un juicio onírico al padre.
La idea de recrear la obra como si fuera un juicio, hace que el público se sienta protagonista desde el minuto uno…
Así es, Kafka hijo necesita que el público escuche sus argumentos, que se pongan de su lado.
Aquí aparece la genialidad de este gran dramaturgo. Llevar la carta tal cual a un escenario resultaría una tarea penosa y árida en la que el actor estaría completamente solo en escena.
Exacto, Sinisterra ha creado a través del juicio un triángulo Padre (Acusado) – Madre (Testigo silencioso) – Público (Jurado) que hace que todo lo que hace o dice Kafka tenga una intención y una dirección. En la carta original solo aparece un receptor, el Padre, pero es un receptor ausente. Llevar al teatro tal cual la carta hubiera sido una tarea muy ardua para el actor.
¿Cómo has abordado meterte en la piel de Kafka?
Aquí el trabajo con el director, Víctor Boira, ha sido decisivo. Ambos coincidimos en no queríamos una versión historicista del personaje. Para empezar soy calvo… No queríamos pelucas, ni reales ni metafóticas, sino explorar desde nuestra piel, desde nuestro propio tiempo y lugar que cosas despertaba en nosotros esa carta tan universal.
¿Hay algo de ti en la obra? Todos somos, en mayor o menor medida, reflejo de nuestros padres. ¿Has utilizado experiencias personales para afrontar este papel?
Tengo una relación antigua e íntima con el texto y no por casualidad. Tuve un padre alcohólico y maltratador. La primera vez que leí la carta quedé profundamente conmovido, incluso me alentó a escribir mi propia ‘Carta al Padre’ que, al igual que Kafka, nunca llegué a entregar. Quizá porque el verdadero destinatario de esas cartas es uno mismo.
Tal y como habéis abordado la obra, Kafka deja sensaciones encontradas en el público-jurado. En un primer momento te pones claramente de su parte, pero al final, el alegato del padre deja dudas… ¿Hasta qué punto es responsabilidad del padre y hasta qué punto es responsabilidad de Kafka no haber sido capaz de salir de ese agujero?
La responsabilidad es de ambos. Cada uno recibe una herencia única de sus padres. Esta herencia puede ser mejor o peor pero todos, absolutamente todos, tenemos que hacer un trabajo para hacerla propia, desde las plantas mejor regadas a las peores. No se libra nadie. Este trabajo es el que determina que se aproveche todo lo recibido, lo bueno y lo malo. Creo que Franz Kafka estaba en medio de ese proceso cuando la enfermedad se lo llevó. La carta es el mejor testimonio de ese proceso.
Parece una defensa justa, la que hace el padre de sí mismo y es lo primero que se te puede venir a la cabeza, pero luego te queda la sensación de que su comportamiento sigue siendo abusivo, al volver a humillar a su hijo y sin reconocer ningún hecho (típico de relaciones maltratador-víctima). ¿Lo ves así? ¿Es Kafka una víctima?
Me alegra que me hagas estas preguntas tras haber visto la obra porque son precisamente las preguntas que queremos despertar en el espectador. Queremos que el público, el jurado, no pueda emitir un veredicto a favor de uno u otro. Igual que sucede en la vida. Cuando nos hacemos estas preguntas en relación a nuestros padres nunca hay una respuesta tajante. A veces somos víctimas, a veces agresores, a veces somos victimistas agresores, a veces somos agresores víctimas…
La puesta en escena es muy minimalista, pero aún así lográis crear un ambiente de mucha tensión durante toda la obra.
Básicamente se trata de una obra de actores. Queríamos que la atención residiera en el proceso tan tremendo que están viviendo los personajes.
Aún siendo actor y habiéndote formado para ello, las grandes referencias que tenemos sobre ti es por haber fundado La Escalera de Jacob, por haber iniciado el proyecto de los Teatros Luchana. ¿Por qué un día decides dar un paso al costado en el tema de la gestión cultural?
Han sido doce años trabajando en gestión en dos proyectos maravillosos con gente maravillosa. Solo tengo gratitud para todos los trabajadores, socios, actores… que he conocido en ese ciclo. Amo los proyectos, me encanta ponerlos en pie pero lo que verdaderamente me hace feliz es estar sobre un escenario. Me ha costado muchos años darme cuenta de esto. Pero nunca es tarde.
¿Y qué proyectos te interesan como actor? ¿Dónde podremos verte a partir de ahora?
A mis 39 años tengo claro que no voy a involucrarme en cualquier cosa. Me interesan textos que me muevan desde la raíz a las hojas. He montado junto a Angélika Tarazska una productora con este fin y Carta al Padre es el primer proyecto. Estamos cerrando otros dos proyectos para la próxima temporada pero aún no puedo dar información sobre ellos.
Teatros Luchana
Sábados a las 19h