Con motivo de la llegada del Orgullo LGTBIQ+, el Teatro Infanta Isabel ha querido contar dentro de su programación con dos espectáculos que reivindican las diversidad y el respeto, no solo para el colectivo, sino para toda aquella persona que no cumplen con los estándares de lo normativo: Puños de harina y Johnny Chico, de este último espectáculo os hablamos.
¿Es posible hacer coincidir lo que eres por fuera con lo que eres por dentro?
Como todos los años, la llegada de junio viene acompañada con la celebración del Orgullo LGTBIQ+, ocasión a la que se ha querido sumar el Teatro Infanta Isabel, tan próximo a Chueca, para reivindicar la diversidad desde su escenario, ofreciendo la posibilidad -de jueves a domingo- de marcarse un programa doble con dos espectáculos que abordan historias centradas en la problemática de este colectivo: Johnny Chico y Puños de harina. Dos monólogos que regalan al público el placer de disfrutar de dos propuestas sobresalientes, con lenguajes muy diferentes para tratar temáticas comunes y absolutamente necesarias.
El primero de los dos espectáculos que se podrá ver es Johnny Chico, texto del dramaturgo australiano Stephen House, protagonizada por Víctor Palmero, bajo la dirección de Eduard Costa. La obra ahonda en la identidad de género y la necesidad de encontrar la aceptación y el cariño.
Este espectáculo unipersonal supone un reto interpretativo para Víctor Palmero que se sube al escenario para encarnar cerca de una decena de personajes que pueblan el viaje de Johnny, un joven que huye de su pueblo, tras el fallecimiento de su madre, adentrándose en los suburbios más oscuros de la ciudad en busca de sí mismo. El texto sorprende por su conexión con la actualidad en la que vivimos, a pesar de estar escrito en los años 90, es una especie de odisea de tintes «Dickensianos» que ofrece un retrato de los bajos fondos donde la marginación, la drogadicción o la prostitución son temas que también cobran relevancia, poniendo a prueba al protagonista en este viaje en el que, el objetivo principal, es la búsqueda del amor y la identidad. «Johnny chico es un interrogante -ha declarado en numerosas ocasiones el actor- en una búsqueda de sí mismo y de encontrar la forma de ser amado y aceptado».
El propio Palmero es el responsable de la adaptación de este texto con el que se topó durante un viaje a Nueva York y que, según cuenta, le atrapó desde la primera escena. Allá por el 2019 comenzó a darle forma contando con la complicidad de Eduard Costa, antiguo profesor del actor cuando este aún daba sus primeros pasos, poniéndose al frente de la dirección de este espectáculo que supone una apuesta personal del propio actor y que reactiva el carácter reivindicativo del teatro, viviendo una segunda vuelta a la cartelera madrileña desde el Teatro Infanta Isabel tras su exitoso paso por el Teatro Lara.
Viendo -y sufriendo- los tiempos que corren, ojalá fueran más teatros del circuito comercial los que dieran un paso al frente y pusieran sus escenarios al servicio de la diversidad y programaran espectáculos que ayudaran a visibilizar, aunque solo fuera en estas fechas tan señaladas porque, como dice el propio Víctor Palmero: «Sigue siendo tremendamente necesario seguir luchando por los derechos LGTBIQ+, y hacerlo desde el Arte».