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Jesús Carmona y el BECM se estrenan mirando a Albéniz

“Un ballet como este no puede surgir sin el apoyo institucional”

Hablamos con Jesús Carmona, que dirige el nuevo Ballet Español de la Comunidad de Madrid (BECM), un proyecto que nace para recuperar y difundir la valiosa herencia musical y coreográfica española y que se estrena en Teatros del Canal, del 12 al 27 de octubre, con un revelador programa doble: Suite Española, OP. 47, de I. Albénoz y Epifanía de lo flamenco.

 

FOTOS: Rafa de Pazos

 

¿Cómo van los nervios ante el inminente estreno de la compañía?

Al ver cómo está yendo la venta de entradas, que está siendo algo precioso y van quedando muy, muy pocas, te vas dando cuenta de la expectación del público y eso crea un nervio que quizás es un poquito más acusado que el que tienes siempre, aunque el compromiso, el respeto y el trabajo es el mismo estrenes en un sitio u otro o con una u otra compañía. El tipo de elementos que tienes que tener en cuenta para desarrollar cada espectáculo es igual, sea un formato más grande o más pequeño.

 

Dices lo de la venta de entradas, no sé si esto es un ejemplo más de que el flamenco no sólo tiene demanda como atracción turística, sino que hay un público nacional que también lo reclama y consume.

Es un estigma que nos lleva persiguiendo mucho tiempo y que espero que poco a poco vaya desapareciendo. No sé si se creó con al-guna intencionalidad, pero el flamenco vende muchísimo y no solamente a nivel internacional. A veces los propios artistas hemos pecado de hacer más hincapié en ese discurso de que el flamenco se vende mucho más fuera sin destacar que dentro de España los teatros están llenos cuando se programa. Eso sí, tienen que existir unas determinadas condiciones: tener buenos días y horarios, que sean propuestas de cierta calidad, que se promocione como debe ser, que se comunique bien… pues como pasa con cualquier cosa que quieras que llegue a muchas personas. Además, se está creando nuevo público, estamos un poco mejor que hace unos años, pero no podemos bajar la guardia, ni relajarnos y decir: “Esto está hecho”, hay que seguir mejorando poquito a poco, pasito a paso, granito a grano.

 

¿Crees que goza de mejor salud que otras artes escénicas como la danza contemporánea? ¿Quizá el flamenco conecta más con el público?

Puede ser. Obviamente cuando viene una compañía pues muy, muy potente, de danza contemporánea las salas se llenan, pero sí que es verdad que a nivel nacional está siendo como más compleja la captación de público para este tipo de espectáculos, algo que sinceramente me da muchísima pena porque tendríamos que tener público todas las disciplinas.

 

Comentabas antes lo importante de una buena promoción y de la información que llega a la gente. ¿Crees que es algo que falta en la danza en general?

No suele tenerla y no tiene tampoco el hábito. Me explico. Creo que nos hemos pasado bastante tiempo pensando que esto venía de forma infusa, que se hacía solo. Ahora existe una generación que nos estamos dando cuenta que dentro de las partidas presupuestarias con las que tenemos que convivir los artistas debe de haber una partida para la promoción del mismo porque es elemento diferenciador muy potente. Si la información de tu espectáculo llega al público como tiene que llegar, va a ser mucho más fácil que quieran venir a verte.

 

Jesús Carmona y el BECM se estrenan mirando a Albéniz en Madrid

 

Otro aspecto que suele jugar en contra son los pocos días que suele darse a un espectáculo de danza dentro de las programaciones. No es habitual, como ahora vosotros en el Canal, estar tres semanas seguidas en cartelera.

Eso, para mí, es un sueño hecho realidad. Debería ser lo habitual, se está comprobando que si se da tiempo a los espectáculos, los espectadores responden. En 20 años de carrera nunca he hecho una temporada en ningún espacio a no ser que me la he autofinanciado. Es decir, que alquilas el espacio y corres con todos los riesgos con tu propio dinero. Gracias a Dios que me salió bien, pero imagínate el riesgo. Es como abrir un negocio de cero con el condicionante de que en un tiempo tienes crear algo completamente distinto porque no puedes estar haciendo siempre lo mismo.

Te hago una comparación, un señor o señora abre un negocio, un bar, por ejemplo, hace una inversión inicial para reformar, comprar mobiliario… y espera cada año ir recuperando ese dinero. Yo hago un espectáculo, hago una inversión inicial que puede ser muy, muy similar a la de cualquier otro negocio y al año y medio, dos, como mucho, ya has salido de la rueda de los festivales y los programadores ni te miran y tienes que montar algo nuevo, con nueva inversión, para que te vuelvan a contratar.

 

Como si reformaras el bar cada año y medio.  

Exacto, pero un poquito más caro (risas).

 

¿Qué lugar dirías que ocupa Madrid en la historia del flamenco? ¿Y en la actualidad?

Como ciudad, Madrid ha sido detonante de grandes figuras. El 99% de las figuras de la edad de oro del flamenco vinieron a Madrid a desarrollar su carrera. Ha sido importantísima para el desarrollo del flamenco del que nosotros hoy en día bebemos y, actualmente, alberga muchísimo talento, hay tantísimos compañeros que están haciendo las cosas muy bien, con calidad, respeto y profesionali-dad, que veo que el flamenco está muy sano en Madrid y tiene mucho que aportar.

 

¿Qué cualidades debe tener la persona que dirige una compañía como la BECM, teniendo en cuenta que surge del apoyo institucional, en este caso de la Comunidad de Madrid?

Lo primero que hay que decir es que un ballet de estas características no puede surgir sin el apoyo institucional, a nivel privado es inviable. Estoy feliz de que la Comunidad de Madrid haya tomado la decisión de crear este proyecto, con todo lo que implica. En cuanto a su dirección, es importante tener una carrera dilatada en la que hayas pasado por muchas experiencias a nivel artístico y también a nivel empresarial o de gestión para poder tomar decisiones lo más acertadas posibles. Como cualquier directivo de una empresa, también tienes que tener dotes para poder dirigir a un grupo de personas, ser flexible, saber hacer equipo, pero también tener marcadas unas directrices, una línea clara que seguir, siempre estando abierto a la conversación. En mi caso, no me gusta nada imponer ideas inamovibles. Estoy muy a gusto con que venga alguien y me dé unos argumentos que me hacen cambiar de parecer. Al final, somos un equipo que consensuamos muchas decisiones porque todos somos profesionales y la voz de cada uno es importante.

 

¿Y a nivel artístico, qué se le debe exigir al BECM?

Realmente, lo que está en los estatutos de creación del mismo: la conservación, la preservación y el desarrollo de la compañía y el flamenco. Entonces, esa premisa, que me parece inmensa, ya marca objetivos de una forma clara y evidente.

 

¿Por ahora has aparcado completamente tu propia compañía?

No, lo que sí he hecho es bajar muchísimo la intensidad. Vengo de cinco o seis años de locura, de no parar de viajar, y ya me apetecía poder estar aquí, en Madrid, de manera más continua para disfrutar de mi familia. Al tomar la decisión, también me atrajo poder llevar a cabo un gran proyecto desde la experiencia acumulada, evitando errores que he podido ver y hacer como bailarín y coreógrafo a lo largo de estos años. Y, a nivel creativo, tener la posibilidad de compartir con un grupo de bailarines y bailarinas diariamente, de manera estable, la puesta en marcha de distintos proyectos es algo maravilloso. Ver cómo crecen, cómo avanzan, cómo llegan a diferentes objetivos para el bien común del espectáculo… me imaginaba todo eso y me hacía especial ilusión aprovechar la oportunidad.

 

A nivel artístico, ¿tienes autonomía para elegir los espectáculos que quieres montar y las giras?

No al 100%. Hay una junta directiva, de la que yo también formo parte, en la que se discuten los temas importantes.

 

He comprobado que dentro de los intérpretes y del equipo de gestión hay algunos nombres que ya habían trabajado contigo, pero se ha realizado un casting abierto, ¿no?

Obviamente. De hecho hay otros muchos intérpretes y personas del equipo que trabajaba conmigo que no forman parte de este proyecto. Era importante para mí que las audiciones fuesen totalmente pulcras, que no hubiese ningún favoritismo hacia nadie. Los que están, son los que mejor audición hicieron. Hablo a nivel de intérpretes, dentro del equipo de gestión sí que han venido conmigo algunos colaboradores con los que siempre trabajo porque necesitaba perfiles que me conocieran y compartieran mis líneas artísticas.

 

Jesús Carmona y el BECM se estrenan mirando a Albéniz en Madrid

 

¿Ha marcado la elección de los intérpretes la búsqueda de un elenco ecléctico?

Era el punto de partida, pero lo que se ha seleccionado, principalmente, por el talento de cada uno. La mayor fortaleza que va a tener este ballet es la identidad de cada uno de ellos, que hace un conjunto precioso. Lo que no quería en ningún caso era un grupo homogéneo, en el que todos miden lo mismo, tienen los ojos del mismo color y bailan igual. Era importante que repre-sentáramos todos los cuerpos, todas las formas que somos como ser humano y como país, y dentro de eso las diferentes formas dancísticas. Cada uno tiene tiene su sello, por así decirlo, y muchos de ellos lo están descubriendo con el trabajo que están haciendo aquí. La idea es que cuando veas al grupo sobre el escenario serán como una marea, como gotas que se unen, pero cada gota es diferente y con una identidad propia.

 

¿Cuál sería un buen referente de compañía internacional o nacional al que aspirar?

Nunca me ha pasado eso de querer parecerme a nadie, pero ni desde pequeño. Entonces esa respuesta no te la puedo responder, no nos queremos parecer a nadie. Tampoco buscamos la comparación con nadie. Llevamos cuatro meses, nunca vamos a intentar medirnos con el BNE o la CND que llevan décadas, por ejemplo.

 

El primer espectáculo que estrenáis está formado por un doble programa. Una de las partes es Suite Española OP 47 que, por primera vez, se presenta coreografiada en su orden original. ¿Cuál es tu relación con esta obra y por qué esta elección?

Mi relación con ella viene a través de Asturias, una de las ocho piezas que la componen. De alguna forma siempre ha estado en mi vida. Desde el momento en el que decidí que quería hacer una pieza con los tres estilos prioritarios de la danza española me fui a ella y luego decidí ampliar al resto de piezas al escucharlas atentamente. Me pareció que podía ser algo muy conmovedor tanto para los amantes de la música como para los de la danza.

 

Asturias es una pieza que casi todo el mundo a escuchado alguna vez porque ha estado muy presente en canciones, en el cine o en la televisión. ¿El público va a descubrir otras joyas al mismo nivel?

Según lo conocedor que sea de la obra de Albéniz y de esta obra. Por ejemplo, la última pieza es Cuba, quién no haya escuchado la Suite completa en su orden original, se va a sorprender que forme parte de este grupo. Normalmente, se han incluido alguna pieza suelta dentro de algún espectáculo o de diferentes suites, pero la experiencia de ver todas juntas empezando por Granada (Serenata) hasta Cuba (Notturno / Capricho), pasando por Cataluña (Corranda), Sevilla (Sevillanas), Cádiz (Saeta), Asturias (Leyenda), Aragón (Fantasía) y Castillas (Seguidillas), no ha sucedido. Para realizar todas las coreografías es importante decir que he contado con dos coreógrafos invitados: Eduardo Martínez y Arantxa Carmona.

 

La segunda parte del programa es Epifanía de lo flamenco. ¿En ella estarán las líneas generales que van a acompañar al nuevo ballet?

En las dos se va a vislumbrar cuál es el punto de partida y, más o menos, cuáles son esas líneas que iremos desarrollando, pero no queremos tener cadenas que nos ahoguen. En esta parte se hace un recorrido muy amplio a nivel musical, estilístico y artístico de los cantes de ida y vuelta: caracoles de Madrid, milongas, guajiras, serranas, seguidillas…

 

 

En el flamenco, ¿cómo se consigue un equilibrio entre tradición y vanguardia?

Bajo mi punto de vista, yo soy incapaz de ser tradicionalista porque no lo he vivido. Quiero decir, aunque pasa de generación a generación, nuestra tradición de hoy no es la misma que la de hace 20 años o la de hace 40. Podemos escuchar esos cantes o ver a esas esas bailaoras y esos bailadores, pero nosotros no estamos en esa época, ni en ese lugar, ni nuestros cuerpos y conocimientos son los mismos. Pienso que tradición y vanguardia hoy en día están cogidos muy fuerte de la mano. La tradición está, pero luego al cogerla nosotros la intoxicamos, presentamos algo que parece que va a ser una cosa y de repente deja de serlo.

 

¿En las actuaciones del BECM vamos a poder disfrutarte sobre el escenario?

Sí, pero será brevemente. No seré la pieza angular del espectáculo, ni muchísimo menos. Aquí lo importante es el elenco. Uno de mis objetivos personales es que esto sea una verdadera ventana para ellos y que el público cuando los vea bailar diga: ¿quién es este? Y se interese por ellos y que, de repente, desde dentro de cinco años, esté en el festival Suma Flamenca con su propio espectáculo. Ese es mi objetivo, el que esto sea un espacio que a ellos les dé voz para poder desarrollar su propia carrera.

 

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