Por Álvaro Vicente / @AlvaroMajer
Foto portada: Luis Montalvo
El actor y director de origen polaco vuelve, 15 años después, con la que fue y sigue siendo la única tentativa en España sobre la mítica obra de Dale Wasserman, Alguien voló sobre el nido del cuco, basada en la novela de Ken Kesey e inmortalizada en el cine por Milos Forman y Jack Nicholson. Bielski montó con su compañía Réplika la obra de Dale Wasserman hace década y media, con Pablo Chiapella como protagonista, que volverá a encabezar un reparto de 16 intérpretes en el que están, entre otros, Mona Martínez, Alejandro Tous, Niko Verona, Rodrigo Poisón, Manuel Tiedra, Emilio Gómez o Fernando Tielve.
Hace 15 años afrontabas la dirección de esta obra con tu compañía y en tu recién estrenada sala Réplika. ¿Cómo ha sido volver a ella?
Pues responde a una propuesta de Nico Verona. Él se la ofreció a la productora de cine Dalia Films, que querían hacer algo de teatro, y hablaron conmigo por si me apetecía volver a dirigirla con mi versión y mi traducción. Y yo acepté, por supuesto, encantado. Y desde el principio quise que Pablo Chiapella volviera a ser McMurphy.
¿Y eso?
Entonces Pablo era muy joven, tenía 25 años, y yo siempre le decía: si tuvieras unos años más serías el McMurphy ideal. Ahora se nos presentaba esta oportunidad y había que intentarlo otra vez, también por rescatarlo un poco de la tele para que la gente vea que es un actor como pocos en este país.
¿Cómo ha sido tu reencuentro con el material? ¿Ha habido que actualizar la versión? Supongo que si volvéis a ella es porque su vigencia sigue intacta.
Es una cosa muy curiosa, porque al principio tienes miedo de que esto haya caducado, que esté fuera de nuestro tiempo, porque las instituciones psiquiátricas prácticamente han desaparecido tal y como eran entonces. Pero si lo piensas en otros términos, están volviendo otra vez. De pronto nos dimos cuenta de que todo esto que cuenta la obra funciona ahora de una forma más velada, inadvertida, invisible, pero esta fuerza invisible adquiere una dimensión que antes no era tan potente. Los que nos oprimen hoy, los que nos utilizan, son fuerzas invisibles que tienen más influencia y han conseguido que nos dejemos manipular.
¿A qué fuerzas te refieres exactamente?
Dalia Films quería una adaptación distinta y yo también, porque el público es diferente, y cuando hablo de esas fuerzas invisibles me refiero a todo lo que tiene que ver con Internet. En la vida de hoy, todo lo que es imagen tiene mucha más presencia y cada vez la gente se mueve más y mejor en el mundo ficticio que en el mundo real. Estos son los locos de ahora, personas que no saben adaptarse a esas dinámicas, esos cambios que exigen las empresas tecnológicas. Esa gente se refugia en un sitio buscando un auxilio, una ayuda. Y McMurphy en ese sentido es alguien que por encima de todo se guía por su propia libertad. La libertad es para él lo más importante. Este concepto de la libertad es curioso, porque realmente hoy la gente no se da cuenta de hasta qué punto está totalmente condicionada y manipulada por esas fuerzas exteriores. Vas por la calle y ves a todo el mundo mirando su móvil, haciéndose fotos. No viven la realidad, viven otra cosa. Y de eso va esta obra.
El hecho de que haya una productora de cine detrás del montaje, ¿contribuye a que tenga una estética más audiovisual?
Eso es lo que pretendemos, claro. El teatro no debe ser cine y el cine no es teatro, todos somos conscientes de ello, pero hay ciertos aspectos, sobre todo a nivel visual y musical, aspectos no tan directos, que pueden potenciar la presencia de todo ese mundo imaginario que debe aparecer en el escenario.
Tú que eres profesor de actores y actrices, ¿sientes que la tecnología en el teatro cambia la forma de actuar, exige un plus de atención para que la interpretación no se diluya?
Está cambiando un poco el concepto de la verdad escénica. El actor cada vez busca más la verdad escénica de otra manera, no tanto identificándose con un personaje, sino más bien poniéndose él mismo en las circunstancias del personaje. Esto es interesante. El actor no busca construir un personaje, sino ser una presencia viva, concreta, que transmite los temores que todos tenemos y que a veces aparecen de forma inesperada. En ese sentido sí, es un viaje diferente. Se trata de huir de la teatralidad y crear un mundo propio, nuevo, vivo, verdadero.
Poderte poner frente a 16 actores en un montaje es noticia, mal que nos pese.
Sí, pero es un riesgo siempre, porque la situación teatral en España es de una inestabilidad tremenda, cualquier elenco elevado supone un gran riesgo que asume la productora, y en este caso hay que agradecerle que lo hagan. El teatro consiste en eso, precisamente, no podemos reducir todo a 5, 6 o 7 actores, que incluso el CDN lo está haciendo y me parece muy grave. El teatro tiene que volver a recuperar músculo, presencia en la sociedad, no solamente a través de monólogos cómicos, sino también a través de grandes obras con grandes elencos.
Igual está un poco traído por los pelos, pero ¿podría hacerse un paralelismo entre McMurphy y el teatro? Lo digo porque el teatro es un arte hoy revolucionario porque intenta romper dinámicas culturales más preocupadas por el negocio, por el dinero.
Bueno, si lo quieres ver así… El teatro lucha justamente contra ese poder económico, lo que pasa es que ese poder es demasiado fuerte. El ministerio de cultura es en realidad el ministerio de repartir dinero en subvenciones. ¿Hasta qué punto hace cultura o hace economía? Si a estas alturas la relación con el poder pasa solamente por estar contando dinero, el teatro tiene que rebelarse, constantemente. El teatro no es cuestión de dinero, o no solo, y se puede hacer buen teatro con poco dinero. Pero para eso lo que hace falta es imaginación.
Quiero aprovechar para preguntarte por Réplika, la sala que fundaste hace 16 años con tu mujer, Socorro Anadón, que en septiembre cambió de sede e inicia una nueva etapa. ¿Cómo estás viviendo tú este cambio de rumbo? ¿Es como pasarle la herencia a tu hijo Mikolaj Bielski, también director de teatro?
No hay necesidad de pasar la herencia a nadie, son cosas que suceden, y está bien, menos mal que suceden, ¿no? Menos mal que hay gente que quiere seguir haciendo cosas, no solamente Mikolaj. Su presencia es un elemento importante, desde luego, y su idea del teatro, pero nosotros siempre hemos buscado seguir nuestro camino independientemente de las modas, de las exigencias, de las situaciones económicas. Este cambio era absolutamente necesario, porque todos nos caducamos, nos acomodamos, y cualquier cambio te provoca la necesidad de despertar y seguir luchando, seguir pensando, porque el arte teatral cambia, como cambia el público, como cambia nuestra sensibilidad, y no podemos quedarnos atrás. Lo decían los grandes autores y directores del teatro ruso, que la vida de una compañía no dura más que la vida de un perro, y ya con 16 años se va cumpliendo. Réplika renace y a por otros 16.
ALGUIEN VOLÓ SOBRE EL NIDO DEL CUCO
Teatro Fernán Gómez
Del 11 de octubre al 4 de noviembre