La Fundación SGAE, la Sociedad General de Autores de la Argentina (Argentores) y la Asociación General de Autores de Uruguay (AGADU) presentan Interautor Teatro 2025, un ciclo de intercambio teatral que tiene como objetivo impulsar la dramaturgia de los tres países, promover su internacionalización y fomentar la producción teatral creando redes y vínculos entre sus profesionales de las artes escénicas (dramaturgos/as, productores/as, distribuidores, directores/as e intérpretes) y público general. Tras la gira realizada por Uruguay y Argentina en septiembre de Itziar Pascual, Juan Carlos Rubio y Néstor Roldán, en representación de la dramaturgia española, esta edición termina con la visita de seis jóvenes dramaturgas de los dos países mencionados a la Sala Berlanga de Madrid. En formato de lectura dramatizada, y con dirección de diferentes directoras españolas, presentarán seis textos que tratan temas personales, cimentados en la autoficción, que abarcan desde las relaciones sentimentales, sus celos y miedos, o la paternidad primeriza, hasta las relaciones familiares con sus asperezas y silencios. Al finalizar cada lectura, habrá un encuentro con el público moderado por la periodista Paloma Cortina.

“CON ESTE CUERPO ESCRIBIMOS”

Antes de hablar específicamente de las obras que completarán el ciclo, aprovechamos la conexión transatlántica para conocer el estado de salud de la dramaturgia hecha por mujeres y lo necesario de su promoción. “Sigue siendo fundamental -sostiene la argentina Polly Bouquet-. Sobre todo en roles como dirección o dramaturgia. Las líneas de pensamiento de las mujeres siempre van a tener un punto de vista necesario para ser observado. Hay algo que estamos diciendo, pensando, criticando, resaltando, aunque a veces sea sin intención concreta de hacerlo, que tiene que ver con nuestro rol en el mundo. Es importante que esas voces no se apaguen, y que sean cada vez más, así ampliamos las miradas e invitamos a la reflexión”. Desde Argentina, Julieta Otero incide en la gran desigualdad todavía latente ya que “al menos en mi país, es un espacio ocupado mayoritariamente por voces masculinas”, mientras que Laura Sbdar lo sitúa en el contexto actual de violencia contra la mujer: “Estamos en 2025 y, en Argentina, ya son 196 femicidios en lo que va del año, uno cada 32 horas. Esta semana, un joven en su viaje de egresado se disfrazó de ‘mujer violada’, se vistió con ropa rota y se pintó en el cuerpo manchas rojas simulando sangre. Hace menos de un mes, la empresa Shell hizo una publicidad en la que dos hombres secuestran a una mujer, la meten en una bolsa de residuos y toman mate aliviados. Los gobiernos, las empresas, los medios de comunicación y gran parte de la sociedad buscan negar la existencia de la violencia de género, pero las cifras la ponen en evidencia y la dramaturgia hecha por mujeres es capaz de ponerla en escena. Porque a la violencia la llevamos en el cuerpo y con este cuerpo escribimos. Estoy convencida: no hay metáfora que pueda sostener el suelo de huesos sobre el que se cosecha la realidad. Pero desde la escritura seguimos buscando las palabras que puedan desmentir el silencio que se instala mientras los cadáveres se descomponen”.

LAS FRONTERAS SE DIFUMINAN
En los últimos años hemos asistido a una mayor sinergia a nivel de producción de obras de teatro, series y películas entre compañías de países hispanohablantes. Un hecho que favorece que realidades de distintos territorios tengan presencia en la ficción internacional y la dramaturgia vea difuminada más que nunca sus fronteras físicas. Para la uruguaya Josefina Trías, “las plataformas digitales, los festivales internacionales y los programas de intercambio, como el que propone Interautor Teatro, están generando una red mucho más fluida. Cada vez es más habitual que una obra escrita en Montevideo se monte en Madrid, que un texto chileno circule en México o que una dramaturga española sea leída y versionada en Buenos Aires. Esto no solo responde a una afinidad lingüística, sino también a una sensibilidad compartida: las temáticas, los conflictos y las formas de mirar lo social, lo íntimo o lo político dialogan con una naturalidad que trasciende lo geográfico”. Una opinión que también comparte su compatriota Virginia Rodríguez: “Este tipo de instancias favorece la fluidez y eso también abre la posibilidad de descubrir cómo dialogamos, en cada lugar, con problemáticas que nos atraviesan a todos. Más allá de las particularidades locales, emergen ejes temáticos comunes que revelan un lenguaje compartido en la escritura y en la escena”.

La dramaturgia Argentina, completamente integrada en nuestra cartelera, sí ha tenido, por otra parte, que adaptarse a la forma de llevar los textos a escena y cómo los recibe el público español: “Creo que tenemos una gran diferencia en los modos de producción teatral y, por lo tanto, una forma muy distinta de relacionarnos con el trabajo, el tiempo y el dinero -explica Laura Sbdar-. Esto, por supuesto, repercute en las estéticas. En Argentina estamos acostumbradxs a crear ex nihilo, sin un mango. El deseo es mucho y el dinero poco, así que hay una tradición, milagro y condena, de hacer más allá de las condiciones de existencia. Esto produce obras magnéticas, capaces de sostenerse con el solo poder del texto y la actuación, escenografías recauchutadas, artistas recolectores, multitareas, artesanxs, espacios escénicos cada tres cuadras, largas temporadas de ensayos y de funciones. Produce también una inmensa precarización laboral. Nuestro teatro, a imagen y semejanza de nuestro país, está hecho de esto: milagro y condena. Diría que como espectadores compartimos una misma lengua que no es poca cosa. Sin embargo, por lo que mencionaba anteriormente y por la diferencia en nuestras tradiciones teatrales, hemos hecho de la lengua infinitos idiomas”. Polly Bouquet, en la misma línea, afirma que “como sudamericanos tenemos una idiosincrasia de lo resolutivo, de la adaptación, de ‘lo atamos con alambre’, y creo que esa identidad cultural se refleja en nuestra cultura y hacer teatral. En Argentina hay una movida teatral gigantesca, y eso nos modela también como espectadores. Estamos entrenados para ver una obra pequeña en el living de una casa o una súper producción en la Calle Corrientes. Y eso, sin querer, nos hace tener un ojo crítico y exigente a la hora de ver teatro”.

Por su parte, el teatro uruguayo, vive actualmente un momento de apertura internacional que también ha llegado hasta nuestros escenarios. “Hace un buen tiempo que está saliendo al mundo, ya sea por festivales, por montajes de textos nacionales en otros países, traducciones, etc. Las políticas públicas de promoción de internalización han sido muy importantes. Más allá de la lengua que nos une, hay una sensibilidad, que quizás es universal, que nos vuelve espectadores que podemos entender de la misma manera. Obviamente las coyunturas a veces nos alejan un poco, pero la esencia permanece”, comenta Josefina Trías.
EL MAGNETISMO DE LA DRAMATURGIA
“Amo el teatro y lo exploré desde todos sus lugares: actuando, dirigiendo, escribiendo, enseñando. Es mi medio natural, donde quiero estar, mi tribu. Y escribir es, de todos los roles, el que más disfruto. Siento que puedo armar un mundo que después todos vamos a disfrutar. Siento la misión de entretener: sostener al espectador en ese paréntesis sin tiempo, sin causas ni consecuencias reales, tenerlo, que no se escape, que se olvide del otro mundo por un rato metiéndose en este”, responde Julieta Otero cuando le preguntamos qué le atrajo de la escritura dramática. En el caso de Virginia Rodríguez, que se acercó en primera instancia al teatro a través de la actuación, “descubrí no solo la posibilidad de imaginar una escena y trasladarla al papel, sino también el sentido de usar la escena para exponer mis propias preguntas, y no únicamente para habitar las que habían formulado otros autores. Desde entonces me atrapó la posibilidad de jugar con las palabras, construir mundos a partir de diálogos y vínculos, inventarme juegos y reglas en la escritura como me los inventaba antes en la construcción de un personaje. Hay algo del teatro jugando a ser teatro que me resulta fascinante: la posibilidad de romper la convención para sembrar dudas sobre la veracidad de lo que ocurre. ¿Es ficción? ¿Es realidad llevada a la ficción? ¿Importa ese límite hoy?”.

Para Florencia Moreira, que presenta su primera obra en el ciclo, la dramaturgia surge de su actividad como actriz y psicóloga: “Escribo desde ahí. La dramaturgia me ofrece la posibilidad de pensar en las acciones, en lo que me gustaría ver y/o hacer. Desde ese punto no me gusta pensar en el lector y posterior espectador, siento que cada uno recibe lo que quiere o puede, tal vez sea una postura medio egoísta pero escribo desde mis intereses”. Algo que no es incompatible con querer que su obra tenga el mayor recorrido posible: «Para mí como artista es muy importante participar de la 3ª Edición de Interautor Teatro, porque ofrece la posibilidad de intercambiar con otros artistas con trayectoria y tener un pequeño acercamiento a una lectura dramatizada de Adicto, una de tantas posibilidades que tendrá el texto».

PROGRAMACIÓN
DRAMATURGIA URUGUAYA
Abrirá el ciclo la primera representante de Uruguay en participar, la dramaturga, guionista, actriz y docente Josefina Trías con Terrorismo emocional (día 24). Mireia Gabilondo será la encargada de la dirección de la lectura dramatizada de esta historia sobre las rupturas sentimentales escrita en 2020 y que obtuvo el Premio Nacional de Letras de Dramaturgia Uruguaya. “Creo que ese dolor de la ruptura me hizo escribir un texto descarnadamente honesto, pero siendo muy consciente, a la vez, de la posibilidad de ‘sanar’ a través del humor mientras lo escribía. Eso que me pasó a mí mientras lo escribía. La actuación de este espectáculo también fue muy pensada para estar viva con cada función, creo que eso la volvió una obra abierta, compleja”.
El día 26 será el turno de la actriz y psicóloga Florencia Moreira y su primera obra como dramaturga, Adicto, con dirección de Pilar Valenciano. La autora aprovecha su dualidad profesional para narrar el camino hacia la autodestrucción de un joven. “Como psicóloga, hace bastantes años me dedico a la atención a personas con consumo problemático de sustancias. Esta es la historia de todos y la de nadie, nace de las ganas de poner en palabras y posteriormente en escena la vivencia de una persona en particular desde el lado humano. No tengo la intención de juzgar ni moralizar, solo acercar una historia y que las personas saquen sus propias conclusiones”.
Cerrando la presencia de la dramaturgia uruguaya esta edición, Virginia Rodríguez (dramaturga, directora, actriz y docente) estará el día 29 en la Sala Berlanga con Tal vez mi olvido tenga forma de familia. Laura Garmo será, en este caso, quien dirigirá la lectura de un texto que surgió de la necesidad de su autora de mirarse a sí misma “interpretada por otra actriz, exponer mis miserias, jugar con las luces y sombras de una familia que parece rota, pero que aun así permanece unida, reconocer a mis hermanos con sus nombres y no por sus roles. El juego dramatúrgico consiste en poner a la protagonista como narradora de los hechos, pero dejar que las voces de los otros personajes traicionen su relato. De ahí nace la búsqueda del ‘tumor de memoria’: una enfermedad imposible que pone en duda toda narración. Si ella no puede reconstruir sus recuerdos sin la ayuda de su familia, la obra se vuelve una construcción colectiva, fragmentada e incoherente por momentos”.
DRAMATURGIA ARGENTINA
El día 25 tendrá lugar la lectura de Los Santillán, de la dramaturga, directora, actriz y profesora Polly Bouquet. La obra, que contará con Denise Despeyroux como directora, orbita alrededor del “núcleo principal desde donde comienza todo, como es la familia”, explica la autora. “Me interesa contar cómo es el conjunto de personas que se ama solo por el hecho de ser un grupo, con sus errores y aciertos. Individuos que están juntos en la vida, de la manera que pueden y que son. Me pregunto, ¿qué esconden las familias? ¿Cómo son frente a los demás? Nadie es malo ni bueno, nadie quiere hacer el mal, las cosas salen como pueden, como creen que es mejor hacerlas. En las familias hay roles, internas, secretos, locos, enfermos, gente rota y cansada, hay penas, alegrías, temores, prejuicios, hay chistes, maneras de ser, bajadas de línea, rencores, deseos. Todo eso me interesa abordar”.
También desde Argentina, Laura Sbdar, escritora, dramaturga, directora teatral, docente y Licenciada en Artes, llegará con La obra siamesa (día 27), bajo la dirección de Ana Maestrojuan. Sbdar nos cuenta que el texto surgió de las voces de los siameses: “A partir de esa prueba de lenguaje, de ese juego rítmico y sonoro empecé a escribir una novela narrada por estos personajes. Pero el cuerpo fue ganando territorio y decidí transformar ese texto en una obra dramática. Así nace una performance duracional que expone la vida de unos siameses cuyos padres, artistas, se obsesionan con los cuerpos, las figuras, y declaran que sus hijos son una obra de arte”.
La última representante de este país será la directora, actriz, dramaturga y profesora Julieta Otero. Yolanda García Serrano será la encargada de dirigir su texto La teoría del desencanto (día 28), una reflexión sobre el éxito que Otero confiesa que habla también del “fracaso, la verdad, la honestidad, la vida del artista conviviendo con sus propias ficciones dentro de su casa, la invasión de la profesión en la vida cotidiana, el amor… antes del divorcio. Contiene muchas de mis preguntas y ninguna respuesta porque el arte y el amor son dos motores de búsqueda en mi vida, quizás cuando entienda algo ya me aburra y dejen de serlo”.
Además, el próximo día 26 Casa de América acogerá la mesa redonda Puentes escénicos: diálogos entre dramaturgas iberoamericanas, donde las seis dramaturgas invitadas reflexionarán sobre sus experiencias y retos a futuro en torno a la creación escénica contemporánea en Uruguay y Buenos Aires.