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Improntas que marcan vidas

“Tendríamos que apoyar más al profesorado, son figuras cruciales”

Javier Lázaro y Mercè Bosch son los responsables de La Mercantil, una sala de teatro independiente de Balaguer (Lleida). Ellos han producido Samurái, un texto escrito y dirigido por Ferran Joanmiquel Pla en el que se abordan temas como el actual modelo educativo, nuestra relación con la salud mental y el impacto que tienen en nuestra vida adulta los estímulos que recibimos en la infancia.

En plena época de reivindicaciones educativas, charlamos con Ferran y con Javier para que nos hablen de este camino del guerrero que se emprende en Samurái y que podemos ver en Sala Tarambana.

 

¿Cómo nace La Sala Mercantil? ¿Qué os motiva a abrir una sala?

Javier Lázaro: Pues este proyecto nace del amor a las Artes Escénicas, tanto por parte de Mercè (Bosch) como mía. Ella viene del mundo de la arquitectura y la escenografía, y yo he estado toda la vida formándome como actor. Estuvimos hablando con La Sala Trono de Tarragona y ellos nos comentaron que había un hueco dentro del panorama catalán para las salas de territorio. Había una sala fuera de Barcelona por provincia, La planeta en Gerona, La Trono en Tarragona, La Aurora en Igualada, y faltaba una sala de Artes Escénicas de proximidad en la provincia de Lleida. Así que empezamos a estudiar la viabilidad del proyecto y gracias a su tutorización poco a poco pudimos ir haciendo realidad este sueño que en octubre de 2021 empezó su primera temporada.

 

¿Cómo de complicado es mantener una sala en un circuito que no es el de una gran ciudad?

Javier Lázaro: Primero de todo es ir tomando conciencia de nuestras limitaciones, tenemos que conocer cuáles son nuestras dimensiones reales como espacio. No podemos programar ya no 4 días a la semana como puede suceder en una sala de nuestras características que estén en Madrid o Barcelona, es que hay momentos que ni siquiera podemos programar semanalmente. Solemos tener obras cada 15 días y hacemos una o dos funciones. Es verdad que si seguimos creciendo pues iremos programando más. Tenemos tres líneas de trabajo muy importantes. Aparte de la programación regular, hay un trabajo con adolescentes, no como escuela de teatro, sino que nosotros llevamos institutos de las ciudades próximas a la sala y hacemos funciones o talleres teatralizados de sensibilización sobre temas que les atañen como el suicidio o la igualdad de género. Este tipo de actividades se están recibiendo muy bien por parte de las Instituciones, porque no había nada parecido en la comarca. Y luego, la tercera pata del proyecto son las producciones propias.

 

¿Qué relación tenéis con los vecinos de la comarca? ¿Cómo os han acogido?

Javier Lázaro: Pues maravillosamente. Al principio estaba todo el pueblo un poco sorprendido, la verdad, se preguntaban qué iban a hacer estos dos locos y si seríamos capaces de encontrar un hueco para nuestra sala en una ciudad como Balaguer. Nosotros siempre hemos explicado que es un proyecto de toda la provincia de Lleida, lo que pasa que nos hemos ubicado en la ciudad de Balaguer porque es nuestra ciudad y donde nosotros vivimos y además veíamos que había muchas posibilidades. Incluso lo bonito fue encontrar un local que es una nave industrial dentro de la ciudad que era una antigua discoteca y la hemos reconvertido. Entonces es verdad que al encontrar el hueco, el lugar pues es algo maravilloso y nosotros sí que estamos explicando mucho el proyecto de que es para toda la provincia. Lérida es una provincia descentralizada, forma parte de esa España vaciada.

 

Y en esta tercera pata del proyecto que me comentabas aparece Samurái, una obra que es producción vuestra. ¿Cómo surge este proceso?

Javier Lázaro: Cuando vimos que nos apetecía hacer una primera producción tuvimos claro que queríamos encargar un texto, no queríamos coger un texto ya escrito o un clásico, sino que queríamos un texto hecho a medida, a la pequeña medida de lo que somos nosotros también como espacio. Conocimos a Ferrán porque vino a La Mercantil como dramaturgo con una obra llamada El rey del Gurugú, que nos gustó muchísimo. Y nos pareció que él era una persona que cuadraba mucho con la idea que nosotros tenemos de producciones propias, obras de teatro que profundicen en temas sociales, un teatro en el que haya mucha ética, no solo estética, y también por cómo aborda los temas y por la manera tan bonita que tiene de escribir, tan poética. A él le pareció estupendísimo y al cabo del tiempo nos ofreció Samurái.

 

Ferran, ¿de dónde nace el texto?

Ferran Joanmiquel Pla: Mi relación con los adolescentes ha sido como una cosa muy continua en el tiempo. Suelo dar talleres en institutos y las problemáticas que se dan en las aulas es algo que tengo cercano. Así se me ocurrió la idea inicial de Jorge, el personaje protagonista de Samurái, un profesor interino que llega a un nuevo instituto y que decide vivir en un sótano. Es un sótano literalmente, pero también metafóricamente, porque el protagonista de la historia, al ser interino, va dando tumbos de un instituto a otro y va cambiando constantemente de casa, lo que conlleva un desarraigo personal muy fuerte. Y también laboral, porque al no tener un sitio fijo en el que estar, nunca puede construir una red de compañerxs que le ayuden en caso de que haga falta. Y el contexto de la obra es este, pero el trasfondo está puesto también en la propia realidad del personaje, del trauma que arrastra desde su propia adolescencia.

 

Improntas que marcan vidas en Madrid
Ferran Joanmiquel Pla

 

¿A raíz de ese trauma, quieres hablar sobre temas que tienen que ver con la educación?

Ferran Joanmiquel Pla: Sí, también, esa es la clave, porque de algún modo, el personaje se identifica a sí mismo con lxs alumnxs. Desde su punto de vista, sintió que no fue suficientemente comprendido o apoyado por parte del profesorado ni por su entorno familiar cuando en su adolescencia tuvo ese gran problema, y por eso piensa que los adultos no sabemos comprender a los adolescentes, y al llegar a este nuevo instituto intenta cambiar un poco toda la dinámica.

 

¿Su intención es reventar un poco el sistema?

Ferran Joanmiquel Pla: De alguna manera, sí. Cuando ve las grietas del sistema que hay montado en ese instituto se mete por ellas a modo de gusano para hacer las grietas más grandes y que todo salte por los aires. Y lo hace adrede porque es su manera de redimirse o de sacarse de encima el dolor que lleva dentro, porque no conoce ninguna otra manera de hacerlo, aunque suene paradójico, y por eso lo hace reventando todo, también para echarles en cara a sus compañerxs lo que están haciendo, el tipo de educación que están brindando, donde lxs alumnxs sólo son el producto de una nota, pero que no hacen nada por comprenderles de verdad. Y Jorge, el protagonista, sí siente que los comprende, él se apropia de esa capacidad.

 

¿La puesta en escena es cosa tuya?

Ferran Joanmiquel Pla: El espacio escénico lo han diseñado principalmente Mercè Bosch y María Monseny, pero luego ha sido un trabajo de equipo para ir ensamblando todo y que las cosas que teníamos en la cabeza se fueran plasmando en escena.

 

¿Y Francis Bacon?

Ferran Joanmiquel Pla: Francis Bacon me va muy bien porque leyendo cosas de su proceso de creación, él hablaba de que a veces cogía una tela en blanco y no sabía lo que iba a hacer. Entonces él iba manchando la tela y a partir de ahí iba apareciendo como por arte de magia una forma y luego él iba percibiendo esa forma. Y me pareció que era una metáfora fantástica para hablar de lo que es el proceso de aprendizaje. Y entonces hay muchos momentos en el que el personaje de Jorge hace referencia a esto y habla de lxs alumnxs como si fueran una tela a la que tú le vas dando forma, pero que hay que respetar el proceso.

 

¿Lxs alumnxs son la mancha, no el lienzo en blanco?

Ferran Joanmiquel Pla: Mira, no lo había pensado, me había focalizado más en la mancha en sí, pero claro, pueden ser ambas cosas, pueden ser también ese lienzo en blanco que está abierto para todo, con todo su potencial intacto.

 

Javier, ¿cómo te has sentido dirigido por Ferran? ¿Qué ideas te ha dado para meterte en la piel de Jorge?

Javier Lázaro: Ferran me encanta como director porque me da mucha libertad. Me deja proponer todo lo que me dé la gana y luego ya entre los dos vamos acotando y él tiene la última palabra para tomar la dirección correcta porque tiene muy claro lo que quiere, pero escucha, y yo como actor, evidentemente tengo que escuchar y obedecer, pero él también me escucha y eso es importante. Yo lo que hice fue memorizar todo el texto a saco y ya el primer día de ensayo el texto iba a fuego, estaba a muerte metido y yo le iba proponiendo opciones. En alguna escena Ferran tenía muy claro lo que quería de esa escena y era él el que primero me dejaba hacer y luego me explicaba su idea, pero siempre me dejaba partir casi de la improvisación pero dentro de la rigidez del texto, pero me dejaba improvisar lo que quisiera. A mí eso me pareció maravilloso, porque tengo mucha imaginación, me gusta mucho ofrecer pero también recibir y fue muy fácil la dinámica de trabajo que tuvimos. Fue complicado porque es un personaje que pasa por una gran cantidad de emociones, continuamente está cambiando bajones subidones de emociones y claro, eso te implica estar muy metido y pasar muchos estados emocionales.

 

¿Eso es lo más difícil de esta obra?

Javier Lázaro: Sí, eso es lo más complicado, ir abordando los distintos estados emocionales en los que Jorge está inmerso, porque lo demás más o menos se trabaja. Si es un tema físico de pura mecánica actoral, pues bueno, es cuestión de repetir, repetir, y repetir, pero situarse en ese estado emocional que me exige el personaje en cuestión era muy complicado, porque incluso hay momentos en los que hago de Jorge en el momento actual y hago de Jorge en otros momentos de su vida, y tiene que ser distinto el Jorge de ahora que el de hace 25 años.

 

¿Y a qué apelas para llegar a esos estados emocionales? La mayor parte de ellos muy oscuros.

Javier Lázaro: Yo no soy nada oscuro en mi vida normal, pero nada, lo cual es un reto aún mayor y maravilloso meterme en la piel de este personaje. Y para llegar hasta ahí apelas a todo el poso que tienes de experiencia como actor tras un montón de años de trabajo. Toda la experiencia acumulada es la que te da el pulso para poder entrar en esos estados.

 

Y Ferran, ¿cómo has trabajado con Javier para que se metiera en la piel de Jorge? ¿Qué premisas le has dado?

Ferran Joanmiquel Pla: Fue un proceso de trabajo y de ensayos muy bonito, nos hemos entendido muy bien, y yo, lo que le iba diciendo es que había que entender el personaje de una manera muy profunda y que no teníamos que quedarnos en la superficie, que era lo más tentador, lo de este personaje que va a reventarlo en todo, que también está ahí, claro, es como si fuera una especie de Ricardo III, digamos, que de algún modo va diciéndole al público lo que va a pasar para que se cree la expectativa de lo que cómo va a hacerlo, de cómo va a perpetrar eso que está diciendo. Realmente teníamos que empatizar mucho con el personaje y no quedarnos con ese aspecto más frívolo o más epidémico del personaje, sino profundizar mucho y realmente entender el dolor que lo mueve, porque realmente al personaje le mueve un dolor y ese dolor tenía que aparecer sí o sí en la obra y se tenía que ver claramente. Yo, como director trabajo mucho con los intérpretes, ya sé que es algo que se dice mucho, pero es así, intento no ir con muchas ideas preconcebidas, y luego trabajo con la persona, qué es lo que me da la persona y monto a partir de ahí y con Javier ha sido facilísimo y realmente ha sido muy bonito el trabajo

 

¿Incluso como autor también funcionas así?

Ferran Joanmiquel Pla: En el caso de la dramaturgia no, cuando escribo sí que me preparo muchísimo antes, sí que parto de unas ideas muy trabajadas, porque ya he tenido la experiencia de ponerme a escribir desde 0 y a mí no me funciona, yo necesito una estructura. ¿Qué pasa en este caso? Pues que la Sala Mercantil de Balaguer, productora de la obra, me hizo el encargo. Al ir conociendo a Javi vi cómo era como actor, me dijo que hacía canto lírico, me fue diciendo cosas que le gustaban… y esto a mí me ayudó también a la hora de pensar en el personaje, porque yo me alimente de esos inputs para crearlo, no partía de una tábula rasa y ya está. Y como me gusta prepararme bastante por eso también empecé a leer cosas del proceso creativo, de Francis Bacon, empecé a leerme informes educativos, a rescatar opiniones de foros educativos, donde profesores, madres y padres hablan y había muchas cosas jugosas. Y he intentado ponerlas ponerlas ahí, porque también tuve un dilema que fue de los momentos en los que yo creo que el texto hizo un clic que para mí fue muy interesante, que es que si yo ponía el texto de una manera encima del papel parecía que estaba apoyando una u otra opción pedagógica y no era mi intención, ni tampoco es la del personaje, porque podía ser o la más progresista, digamos, o sobre una educación más libre, o la más directiva y más tradicional y no, yo sentía que el personaje tenía que estar por encima de esto, no está buscando justificar ninguna de las opciones, él se crea su propia opción. Y luego es cuando en la escena final lo termina de reventar todo.

 

¿Pero al intentar subvertir el sistema establecido en ese instituto al que llega, él no está de alguna forma posicionándose?

Ferran Joanmiquel Pla: Totalmente, sí, pero no lo hace tomando partido por un sistema u otro, simplemente plantean cuestiones para que sus compañeros y compañeras se hagan preguntas. A ver, su punto de partida es nihilista, tampoco espera que pase algo especialmente bueno para que todos estemos muy felices y la educación sea maravillosa. Como no sabe por dónde sacar el dolor del trauma que él arrastra, lo que necesita es sacarlo en forma de destrucción. Lo hemos hablado mucho en el proceso de la obra con Mercè y con Javi, ¿qué es lo que quiere el personaje?, ¿hacia qué luz quiere ir? No, no, es que no quiere ir hacia ninguna luz, no hay luz. En todo caso si hay una pequeña luz es el hecho de que él quiere que traten a los chicos y las chicas realmente como, comprendiéndoles por lo que sufren y por lo que son, más allá de sus resultados educativos y pedagógicos. Y un poquito sí que intentamos es que se vea que con los con los chavales, cuando está dando clases, no sea un chulo, ni un prepotente, ni un provocador.

 

Javier, ¿cuál es el gran conflicto de Jorge, el personaje al que das vida?

Javier Lázaro: El gran conflicto es el trauma, como comenta Ferran, ese trauma que ha vivido Jorge de joven y que al no estar resuelto lo vomita una vez que ya es mayor.

 

¿Y por qué decide emprender una cruzada él solo contra el mundo como si fuera Don Quijote?

Javier Lázaro: Bueno, es una venganza. Él tiene todo su trauma encapsulado. Como cuando él pidió ayuda en su momento sintió que no se la brindaron, de adulto decide vengarse fastidiando y hundiendo la vida a las personas que tiene alrededor, menos a sus alumnos, con ellxs no la toma porque no quiere que ellxs tengan que pasar por lo que él pasó. Él tiene una manera de dar clases muy especial porque admira, respeta e intenta proteger a sus alumnxs, y lo hace atacando a los demás.

 

Improntas que marcan vidas en Madrid
Javier Lázaro, protagonista de Samurai

 

¿Educar debería ser un trabajo vocacional?

Javier Lázaro: Debería serlo y lo es para muchos. Siempre decimos que en la obra queremos también defender el trabajo que hacen lxs profesorxs de Secundaria y de Primaria, todos, porque cada vez vemos que los problemas de salud mental se extienden más y comienzan antes. Un mal profesor/a te hunde la vida. Pero un buen profesor/a también te puede conseguir que desarrolles potenciales que tú ni veías.

Ferran Joanmiquel Pla: Yo también diría que sí, claro. Evidentemente que si te dedicas a cualquier trabajo tienes una responsabilidad, pero hay desempeños en los que esa responsabilidad es mayor al estar tratando con personas directamente como puede ser en el ámbito educativo y sanitario. Yo creo que un mínimo de vocación es necesario.

 

Como bien decís, en la obra se habla de salud mental, ¿de qué forma lo hacéis?

Ferran Joanmiquel Pla: El tema de la salud mental yo creo que es el más preocupante de los que hay relacionados con la educación, sobre todo a raíz de la pandemia que ha habido un crecimiento de los de problemas de salud mental muy grande. Y Jorge, el personaje, está muy jodido, está muy reventado por dentro. Y él tiene un cierto sentido para detectar quién está, entre los alumnos, más o menos como puede estar él, y empatiza enseguida. Creo que hay mucha necesidad de hablar de este tema, pero de una manera positiva, no estigmatizando ni nada parecido.

 

Al hilo de la obra preparáis charlas para adolescentes tras la función, ¿no?

Ferran Joanmiquel Pla: Sí, eso es, tenemos a una psicóloga especializada en el tema del trauma, sobre cómo se produce y habla sobre ello con lxs alumnos de Bachillerato que vienen a los encuentros. Lo hemos hecho en Cataluña y aquí en Tarambana también. A mí, lo que me interesa de estos encuentros con los chavales y chavalas es su opinión. Tampoco es nuestra intención dar ningún tipo de máster class ni nada de eso, lo que más nos interesa es conocer todo lo que tengan que decir de la obra o de su propia realidad.

 

¿Las improntas que recibimos de pequeños marcan el devenir de nuestra vida adulta?

Ferran Joanmiquel Pla: Yo pienso que sí te marca definitivamente y ese peso lo llevas siempre. Otra cosa es que lo puedes trabajar de manera muy consciente y profunda y luego puedas hacer cambios. Y eso también es posible, aunque cuesta lo suyo.

 

Sobre todo si no eres capaz de detectar la raíz del problema…

Ferran Joanmiquel Pla: Claro, cuando es inconsciente es complicado y por eso lo tienes que trabajar para ponerle luz. Y ahí también entramos en el ámbito del personaje, porque el personaje es perfectamente consciente de dónde viene eso, pero no hace nada para remediarlo. Es que no quiere. A ver, también la obra es producto de un momento mío tirando a oscuro y que yo decidí, como autor y de una manera consciente, que no iba a ver luz en la obra porque quería poner el foco sobre el momento en el que estamos a nivel colectivo, un momento en el que no veo mucha luz, la verdad.

 

¿Una persona que no ve la luz puede educar?

Ferran Joanmiquel Pla: Yo creo que de la manera que lo hace él no, porque si el último objetivo suyo personal, y ahora me estoy poniendo desde fuera, es reventar por reventar no tiene ningún sentido ni tiene ninguna validez. Lo que le salva ante el espectador es que mantiene todo el rato la empatía con los jóvenes. Si no fuera así yo creo que sería un personaje excesivamente banal.

 

O nihilista…

Ferran Joanmiquel Pla: Sí, eso es, nihilista total.

Javier Lázaro: El personaje de Jorge cree que provocar es una manera de enseñar, y yo creo que todos hemos tenido alguna vez un profesor que nos ha provocado y nos ha gustado o no nos ha gustado nada, depende de cada unx, pero él cree que la manera de dar luz, el único punto de luz que tiene en esa vida oscura y subterránea que lleva, es el momento en el que se relaciona con los alumnos. Y luego también ve luz cuando provoca a sus compañeros, pero ve la luz del incendio. Es en esa provocación cuando él encuentra felicidad, cuando ve que le hunde la vida a alguien siente que está consiguiendo su misión. Pero es una felicidad mal entendida, es esa alegría instantánea que luego te deja vacío, igual que le debe suceder a los pirómanos.

 

¿Esta obra ha cambiado vuestra percepción sobre el mundo educativo?

Ferran Joanmiquel Pla: Yo creo que habría que dotar a lxs profesorxs de más recursos, tiempo y formación para que puedan desempeñar mejor su trabajo.

Javier Lázaro: A mí me ha ayudado a profundizar en más aspectos sobre la Educación. Tendríamos que apoyar más a lxs profesorxs, son figuras cruciales en el desarrollo de nuestrxs hijxs. ¿Nos hemos planteado si lxs profesorxs disponen del tiempo necesario para desempeñar su labor?, ¿si tienen toda la formación adecuada y actualizada?, ¿si tienen las suficientes herramientas como para abordar ciertos problemas?, ¿si realmente son ellxs quienes tienen que abordar esos problemas? Esas son algunas de las preguntas que me han surgido a mí y que también queremos suscitar con Samurái.

 

Ferran, has recibido un premio por esta obra y por también por otras. ¿A qué saben los premios? ¿Le reafirman a uno?

Ferran Joanmiquel Pla: Saben muy bien, la verdad, a mí los premios me hacen mucha ilusión. En primer lugar es un reconocimiento, eso seguro, y está bien dejar que te reconozcan de vez en cuando que en este oficio tan complicado viene bien. En este caso fue especialmente bonito porque me dieron el premio antes de estrenar, ya habíamos empezado con los ensayos y reconforta mucho empezar el camino así. El texto está publicado, estrenado, premiado y está traducido al inglés y espero que pronto también al francés.

 

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