Allá por 2014, con motivo del estreno de ese gran fenómeno teatral que fue Los nadadores nocturnos, decías que al leer por primera vez aquel texto de José Manuel Mora sentiste una sacudida muy fuerte y una mezcla extraña de emociones. ¿Cuáles han sido sus sensaciones al leer esta nueva propuesta tan deudora de aquella?
José Manuel Mora siempre me sorprende, desafía y desestabiliza emocional e intelectualmente, maneja al mismo tiempo el plano cotidiano más terrenal y un plano filosófico en el que se hace preguntas sobre la belleza del dolor. Ya pasaba en Los Nadadores nocturnos y aquí se suma una capa de anhelo religioso y búsqueda espiritual. Cuando leo a José Manuel siempre se abre un gran enigma. Un enigma que no quiero descifrar ni explicar, sino tratar de trasladárselo al espectador para poner a salvo el misterio al que yo me enfrento primero.
Ha llovido mucho desde esa colaboración con Mora. ¿Cómo ha cambiado vuestra dinámica a la hora de trabajar juntos? ¿Qué mantienes, qué has mejorado y qué has perdido como creadora tú en estos años?
Ha llovido desde ese montaje, pero hemos hecho siete montajes juntos después. Nuestra manera de trabajar cambia paralelamente a cómo nos va cambiando la vida a ambos, ahora vivimos en ciudades distintas y antes, José Manuel estaba más presente en los ensayos y nuestras charlas se producían tomando cava en hoteles ampulosos y decadentes, karaokes, discotecas de salsa, cafés con música en vivo, en viajes para ver teatro en el extranjero o tomando chocolate con churros. Ahora tenemos reuniones preestablecidas y nos conectamos por zoom o por teléfono, en horario diurno. Pero la dinámica es la misma, es un proceso muy creativo y de intercambio activo. Compartimos lecturas, imágenes, referencias, y vamos construyendo nuestro mundo. Mejorar… es una palabra que no me gusta demasiado, uno de los directores que más quiero y admiro de este país, me dijo hace años que tenía un defecto como directora: eres muy buena persona. Espero no haber mejorado. Perdido… a veces, el entusiasmo, ya hablábamos de ello en Preguntando al universo de José Manuel Mora que hemos representado hace poco en el Festival Stückemarkt de Heildeberg (Alemania) donde, sin embargo, nos acogieron con gran entusiasmo.
¿Qué factores dirías que se dieron para el exitazo prolongado de Los nadadores nocturnos?
El factor fundamental del éxito de ‘nadadores’ fue debido a que Salbi Senante, que había sido mi representante como actriz, vino al estreno, se enamoró del proyecto, nos ofreció distribuirlo y convenció con su entusiasmo a un gran número de programadores a los que antes había vendido un sinfín de productos comerciales. Si no hubiera sido de su mano, nunca habría sucedido. Por otro lado, se produjo un efecto ‘boca a boca’ brutal en Madrid. José Manuel y yo nos habíamos endeudado con el único propósito de estrenar en el Fringe y hacer lo que nos diera la gana.
¿Cómo enlaza aquella producción con esta a nivel de historia y espíritu?
El fundador de la secta Los nadadores nocturnos se inmola en un atentado terrorista anticapitalista. En esta segunda parte, La mujer rota, el Chico Paloma y un hijo nacido de dos miembros de la secta, fundan un salón de belleza para curar a Dios que está enfermo.
No tendría sentido volver a hacer lo mismo que entonces. Por ello, ¿qué nuevos elementos tiene este texto que te convencieron para llevar a cabo el proyecto?
A lo mejor nos gusta hacer cosas sin sentido… y en cierto modo, el espíritu es el mismo. Aunque es diferente. El reparto es nuevo, salvo Alberto Velasco que es reincidente en el delito.
¿Va a tener el mismo peso la forma y el fondo en la propuesta?
En unas líneas es imposible contestar a una pregunta sobre fondo y forma. Las palabras cuando las escuchamos o leemos, nos transmiten siempre una imagen. La diferencia reside en que yo leo Salón de belleza y donde muchos ven una peluquería, yo veo un museo, o un hospital, que son lugares en los que se produce el milagro. Para mí la forma en el teatro viene siempre del texto. Sin embargo, entiendo, aunque no lo comparto, que haya gente que piense lo contrario sobre mi trabajo. La belleza en su acepción platónica alude a la forma pero también a las acciones del hombre.
La historia transcurre en un salón de belleza, pero realmente es…
Un lugar de tránsito.
El sitio está regentado por el hijo de Jean G. (fundador de la Orden de Los Nadadores Nocturnos). ¿Vamos a conocer cómo se ha desarrollado su vida?
Una de las tramas principales es la crisis existencial de este personaje, un joven de 20 años que está perdido y busca una senda en la que encontrarse. Interpretado por Manuel Tejera. Quédense con este nombre, no solo porque es un actor fantástico, auguro que va a ser un gran director.
Entiendo que no es necesario haber visto la anterior obra para disfrutar de esta, ¿no?
No es necesario. Sería muy osado pretender que los que la vieran hace 10 años, la recuerden en su totalidad. Yo no me acuerdo de lo que he comido hoy, aunque me acuerde de que estaba muy rico.
¿Cómo son los demás personajes que vamos a ir descubriendo a través de fragmentos de la vida de cada uno?
Lo de los personajes no te lo digo que me parece ‘spoiler’.
Cuando todos los personajes que vamos a descubrir van haciendo balance de sus vidas, ¿qué les pesa más?
En el salón de belleza nadie es juzgado, todo el mundo es aceptado tal y cómo es. No existen derechos porque no es necesario.
Es un montaje que juega con diversos elementos como el surrealismo, el humor, la música… ¿Cómo defines lo que se va a encontrar el público en escena?
Yo no usaría la palabra surrealista para describir esta pieza. La gente va a disfrutar de un texto que no deja indiferente con altas dosis de humor negro, incorrección política y anhelo de religiosidad y de las películas del oeste, como Johnny Guitar. La música, concretamente, está compuesta originalmente por Tagore González y es interpretada en directo por Julia De Castro con el violín, Enrico el violonchelo, Carlos Beluga guitarra acústica y eléctrica y el mismo Tagore con los clarinetes y bases techno y cantos sacros mezcladas en directo.
Muchos de los intérpretes son también parte del equipo técnico y creativo. No es muy habitual ver esto.
A mí no me parece extraño. Tienen el talento necesario. Me parece más arriesgado que José Manuel Mora, Fernando Valero y yo, seamos coproductores y hagamos un espectáculo de ocho actores sin ningún cabeza de cartel, un texto inédito y una directora a la que no conocen ni en su casa. Encima con un estudio de mercado que ya nos dice que llenando en Madrid no vamos a recuperar. Y que se da la feliz coincidencia de que tengo tres espectáculos en gira que yo no he producido: se estrena en Madrid, La leona, un espectáculo de flamenco, de la Magnífica Olga Pericet con una banda de músicos que quita el hipo, en Conde Duque los días 9,10 y 11 de febrero, que tuve el placer de dirigir y crear junto a Olga en Sevilla y ya ha rodado por otras ciudades. El beso de la mujer araña acaba de pasar por el Teatro Arriaga y se puede ver en muchas ciudades de España y Tanatología de Xabi Uriz, una producción del Teatro Principal de Palma de Mallorca, estará en el Teatre Nacional de Cataluña. Es decir, que a nivel económico no me renta y encima me hago la competencia a misma.
A los 17 años, leí a Eugenio Barba: “Uno tiene que pagar por el teatro que uno quiere hacer”. En su momento no lo entendí, o lo interpreté como una metáfora, ahora me doy cuenta de que era literal.
