¿Cómo es formar parte de Teatro Karpas?
Alberto Romo: Pertenecer a esta compañía es estar en activo todo el tiempo. Hacemos funciones de martes a domingo, y eso para cualquier actor es un lujo. Además los títulos que hacemos son grandes obras de la literatura. Para nosotros es un regalo. Karpas dejó de ser escuela hace más de 15 años, aunque yo estudié aquí, pero sí que el director resalta el trabajo de los actores y el texto por encima de todo. Entrar en un Teatro como Karpas a veces es hacer un viaje en el tiempo, ese es su sello de identidad.
¿Y cómo es trabajar con Manuel Carcedo? ¿Cuál es su metodología de dirección?
Alberto Romo: Nosotros llevamos muchos años trabajando con él, como he dicho anteriormente da mucha importancia al trabajo del actor. Da mucha libertad a los actores, nos deja proponer y participar en los procesos. Hace años que trabaja con el mismo equipo y eso hace que la confianza sea plena en nosotros.
¿Cómo se deciden los proyectos que vais a mostrar al público?
Alberto Romo: Manuel propone varias obras y entre el equipo se decide cuál es la que se va a montar, aunque por supuesto él tiene la última palabra. Depende mucho del momento en el que nos encontremos. Por ejemplo justo después de la pandemia se decidió montar Melocotón en almíbar de Mihura porque era una comedia blanca para todos los públicos, y pensamos que el público necesitaba pasarlo bien, y sobre todo en familia. Lo que sí que está claro es que Karpas se caracteriza por hacer obras de grandes autores clásicos.
¿Y qué os ha seducido de este texto de J. B. Priestley?
Alberto Romo: Es una de las mejores obras de este autor. Funciona como una maquinaria de relojería perfecta. Mantiene al público enganchado y en tensión desde principio a fin, porque la trama no da al espectador ni un respiro. Los personajes tienen una riqueza emocional brutal. Hace una denuncia que muestra las injusticias sociales. Y por encima de todo tiene un mensaje que nos hace reflexionar sobre el poder que ejercemos en los demás, a veces sin ser conscientes, y sus consecuencias.
¿El montaje que proponéis es una adaptación o una versión? ¿Hay mucha diferencia con el texto original?
Alberto Romo: Nosotros hemos hecho una adaptación. Hemos adaptado el texto a los recursos con los que contamos. No hay mucha diferencia con el texto original. Ha habido alguna modificación porque el autor usaba referencias históricas y espaciales que nosotros hemos quitado, y también por duración de la obra.
¿Cómo es la puesta en escena que habéis preparado?
Alberto Romo: Es un montaje limpio, con una escenografía sencilla, donde se da importancia al trabajo de los actores y al texto. También queremos resaltar la música original de Rubén Berraquero, que hace que el espectador entre en esa maquinaria perfecta a través de los latidos de un corazón.
Habladme un poco de vuestros personajes y del papel que juegan en la trama…
Alberto Romo: Nuestros personajes son Arthur y Sybil Birling, somos un matrimonio de una familia de clase social alta y estamos celebrando el compromiso de nuestra hija. Sybil es bastante fría y segura de sí misma, no se deja amedrentar por el inspector. Y Arthur es un empresario, magistrado, y lo único que le importa es el dinero y su puesto en la sociedad. Son personajes bastantes superficiales y a los que el inspector no les moverá mucho la conciencia. Cosa que no pasa con algunos de los otros personajes de la obra. Pero no queremos hacer spoiler, para eso tendrán que venir a conocerlos.
¿Habéis visto alguna versión anterior de la obra, bien en cine o teatro, para meteros en vuestros papeles?
Belén Orihuela: Yo vi la versión que hizo José María Pou en el Teatro de la Latina hace más de 10 años y me fascinó. Me atrapó desde el principio y me mantuvo en tensión, Conocía la obra porque es una obra que se ha representado durante años, pero no me la había leído, y cuando la ví, supe que algún día quería representarla. Para una actriz es bueno tener varias referencias, pero yo, en esta obra, no he querido ver nada para no dejarme influenciar y tener mi propio proceso.
No es una obra que se suela ver mucho en nuestra cartelera… ¿Tiene algún tipo de complejidad que la haga difícil de representar?
Belén Orihuela: Aquí en España la última vez que se representó fue esa obra que ya te he comentado protagonizada por José María Pou. Pero en Latinoamérica se sigue representando, y en capitales europeas. Nosotros no hemos encontrado ninguna complejidad, al contrario, nos ha encantado el proceso de ensayos, y con las funciones vamos descubriendo cosas nuevas. Además es un clásico, y en Karpas somos expertos en montar obras clásicas.
¿Y cuál es el juego teatral de la obra que atrapa al espectador desde el primer momento?
Belén Orihuela: La obra narra la historia de un inspector de policía que se presenta en el domicilio de una familia adinerada e irrumpe en la pedida de mano de la hija para indagar en la implicación de los comensales en el suicidio de una chica. Puede parecer una simple historia policiaca, pero el autor sitúa a los personajes en un espacio único y cerrado, y la trama coincide con el tiempo real en el que se representa la obra, lo que hace que el espectador no pueda perder detalle de lo que está sucediendo, se siente atrapado por la historia.
¿El mensaje principal de la obra es hacernos reflexionar sobre nuestra responsabilidad como individuos y como sociedad?
Belén Orihuela: Sí, a través del inspector, convertido en conciencia nos hará reflexionar sobre nuestros actos, consecuencias, y conflictos sociales. A veces no somos conscientes de lo que provocamos en el otro. Pero sobre todo, habla del suicidio de una joven, y desgraciadamente, ahora mismo, creo que es importante hablar de salud mental y del grave problema que están sufriendo los jóvenes. Si con esta obra hacemos reflexionar en lo que nuestros actos pueden provocar en el otro, y cambiar actitudes, como ya hemos dicho anteriormente, habremos hecho nuestro trabajo.
¿Es también una obra sobre gente que abusa del poder de su clase?
Belén Orihuela: Sí, también hace una crítica a las clases sociales altas, que con dinero y poder, desgraciadamente, pueden conseguirlo todo.
Han pasado casi 80 años desde su estreno, pero ¿sigue siendo una obra de total vigencia? ¿Han cambiado tanto las cosas como nos pensamos?
Belén Orihuela: No, no han cambiado tanto. Las cosas que pasaban entonces siguen pasando ahora. Hay gente que utiliza su puesto de trabajo, su poder, su posición, y su dinero para conseguir lo que quiere. Y el suicidio es un tema que está más vigente que nunca. En nuestro país hubo un tiempo en que las noticias de suicidio se ocultaban, pero los datos son escalofriantes, y más en jóvenes. Nada ha cambiado tanto.
¿Ha llegado un inspector alberga una crítica sobre la cosificación de la mujer, en el caso de Eva sobre todo?
Belén Orihuela: Claro, es una mujer, y más en aquella época. Se tiene que buscar la vida, la echan de su trabajo, la tratan como un objeto, pelea por sus derechos, se ve obligada a hacer cosas que no quiere, se queda embarazada, no tiene dinero. Es una mujer independiente que quiere y hace las cosas bien, pero finalmente se ve abocada a tener ese final tan terrible. no ve otra salida. Y todos la hemos empujado a eso.
¿Cuánto pueden influir nuestros actos en los demás? ¿Qué consecuencias provocamos en el otro?
Belén Orihuela: Nuestros actos influyen todo el tiempo. No sabemos la importancia que da el que tenemos enfrente a nuestras palabras. Lo que para nosotros no tiene importancia, para el prójimo puede ser un mundo. Y también nunca sabemos cómo está el que tenemos al lado, o un desconocido…si ha tenido un mal día, si le han echado de su trabajo, si está pasando una mala racha…y cualquier comentario o acto puede influir y destrozar a alguien. Por eso es tan importante cuidarnos, preguntarnos, y resaltar lo bueno del otro. Y por supuesto no dar nuestra opinión, o hacer una crítica gratuitamente, cuando no es constructiva. Debemos ser más humildes y prudentes.
¿Y qué queréis provocar a los espectadores que se acerquen a Karpas Teatro?
Belén Orihuela: Remover conciencias, provocar emociones, y sobre todo que tengan ganas de volver. Y creo que eso lo estamos consiguiendo, si no Teatro Karpas hubiera cerrado sus puertas hace muchos años y aquí seguimos.