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Hablarse para entender

“Sentirse escuchada sin ser juzgada sana el alma y la mente”

María León, María Páguez y Elena Pino son las autoras, directoras e intérpretes (cada una en su papel) de Háblame que te escucho, una obra en la que se abordan temas como el amor por la familia, la salud mental o el duelo, a través de la relación de dos hermanas completamente distintas, con conversaciones pendientes y ambas llenas de verdades a medias.

Esta obra podrá verse los domingos de diciembre en el Teatro de las Aguas.

 

¿Y cómo surge vuestro amor por las Artes Escénicas?

Elena Pino: Hace poco mi madre me decía que siempre había sido una niña llena de sensibilidad y mis juegos eran dibujar, leer cuentos y bailar. Por eso creo que es algo intrínseco. Empecé desde muy pequeñita bailando y cuando fui creciendo acompañada de la danza, descubrí la interpretación en una asignatura del Conservatorio de Danza y pensé: “Esto es lo mío”. Me enamoré de la primera obra que trabajamos, La Casa de Bernarda Alba, de sus personajes y, sobre todo, del poder contar historias a través del cuerpo y la voz.

María León: Mi amor por las Artes Escénicas también va ligado a la sensibilidad y al amor por otros tipos de expresiones artísticas. En realidad, mis primeros pasos en el mundo de la escritura y la dirección han estado más relacionados con lo cinematográfico, puesto que he escrito y dirigido dos cortometrajes. Sin embargo, lo que me interesa principalmente es contar historias y transmitir un mensaje que pueda remover a la gente de una u otra manera, y creo que el teatro es un buen vehículo para lograr este fin.

María Páguez: En mi caso creo que siempre ha estado ahí. Desde pequeña empecé en el mundo de la danza, y es algo que me apasiona, pero desde que era niña la interpretación me movía algo por dentro. Me hacía mis películas en la cabeza, literalmente, y me imaginaba llevándolas a cabo. En cada ducha se me ocurría un personaje nuevo que luego desarrollaba luego frente al espejo. Recuerdo pensar: “Quiero hacer esto, quiero contar historias y poder vivir muchas vidas en una misma”.

 

¿Quiénes formáis parte de vuestra compañía y qué tipo de teatro os interesa?

María Páguez: De momento la formamos 3 personas, María León como dramaturga y directora, Elena Pino como actriz y dramaturga y yo como actriz.

María León: Decimos de momento, porque estamos abiertas a que se incorporen más personas con las mismas ganas de crear que nosotras si más adelante la ocasión lo requiere.

Elena Pino: Y respecto al tipo de teatro que nos interesa, decantarnos por uno es bastante complicado. Por eso, podemos decir que nos gusta el teatro independiente, el creativo e innovador y todo lo relacionado con la expresión corporal.

 

¿Y cómo surge vuestra unión creativa?

María Páguez: Surge a raíz del querer crear, contar algo que nos conmoviera y juntar a personas que estuviesen en nuestra misma honda. Y qué mejor que junto a amigas, como es nuestro caso, ya que había una relación previa al nacimiento de la obra. Creemos que es muy importante estar a gusto con las personas que trabajas y más en este sector de la creación.

 

¿De dónde nace Háblame que te escucho?

María León: La obra surge de la necesidad de hablar de temas de los que no solemos hablar, por miedo, por desconocimiento o simplemente por el hecho de no sentirnos vulnerables. Nace de la necesidad de ser escuchadas, comprendidas y apoyadas.

María Páguez: Y de no querer quedarnos en la superficialidad de lo banal, de querer empatizar con el otro y de intentar entender lo que nos pasa a nosotras mismas. Y nace en homenaje a la vida, a la familia, a los amigos, a los que están y a los que no.

 

La historia está escrita a 4 manos. ¿Es fácil realizar ese trabajo de escritura bajo la atenta mirada de otra persona? ¿Se acepta de buena gana los cambios sugeridos por la otra parte?

María León: Para ser sinceras, nuestro proceso de escritura ha sido un poco inusual. Elena escribió el primer borrador de la obra con varios frentes abiertos para que una segunda persona modificase o añadiese lo que considerase oportuno. Entonces llegué yo para darle algunos matices y acabar de darle forma a esta historia inacabada en muchas de sus partes.

Elena Pino: A veces, hay que dejar el ego a un lado para incorporar nuevas ideas, siempre se ha dicho que dos cabezas piensan mejor que una y, en este caso, cuatro manos redactan mejor que dos. Aunque en ocasiones cueste aceptar los cambios por enamorarnos de nuestras propias ideas, tenemos que confiar en las personas que están subidas al mismo barco que una misma.

 

Hablarse para entender en Madrid
Elena Pino, María León y María Páguez

 

¿Cómo es la puesta en escena que habéis elaborado?

María Páguez: Queríamos que la puesta en escena estuviese basada en la sencillez, sin mucha elaboración de escenografía donde destacasen algunos elementos claves en la obra, pero sobre todo que el foco estuviese en la relación de los personajes y en entender qué es lo que está pasando conforme avanza la trama. Como elementos claves de la puesta en escena destacamos la proxémica de los personajes, el cambio de posición de elementos escenográficos, los elementos coreográficos y la elección de la música. El conjunto de todos, es fundamental para llevar a cabo nuestra propuesta y para dar sentido al arco emocional de los personajes y la trama de la obra.

 

¿Y cómo ha sido el trabajo desde dirección, María? ¿A qué has apelado para que las dos actrices se metan en sus papeles?

María León: Tengo que admitir que ha resultado un proceso sencillo gracias a la buena sintonía que tienen las actrices entre ellas y a su disposición para aceptar cambios y comentarios. Como directora, creo que lo más me preocupaba era que ambos personajes se diferenciaran claramente, a pesar de partir de perfiles muy cercanos a ellas mismas y que incluso podían ser similares en algunos sentidos, pero también que la relación entre las protagonistas se entendiera, así como su evolución a lo largo de la obra, ya que a medida que avanza se van descubriendo más aspectos de ella.

 

¿Quiénes son Dani y Ale?

María Páguez: Dani y Ale son dos hermanas muy distintas entre sí, como la mayoría de los hermanos. Criadas en un mismo entorno, pero con personalidades, vivencias y circunstancias diferentes.

Comparten una gran cantidad de recuerdos de la infancia que las une, pero han vivido una situación recientemente que las ha separado. Los encuentros entre ellas cada vez son menos frecuentes y Ale está molesta con esto. Su relación actual tiene sus más y sus menos, sobre todo por no decirse todo lo que piensan y reprimir sus emociones.

No obstante, dejarán ver la gran complicidad que existe entre ellas llena de los típicos piques de hermanas, secretos, consejos, tonterías, juegos y conexión.

 

¿Habéis mezclado historias vitales de cada una o es un compendio de experiencias de otras personas?

Elena Pino: La obra parte de una historia real de una de nosotras, pero no es en sí misma una historia basada en hechos reales. Las vivencias personales han sido el motor de esta historia y el impulso que necesitábamos para empaparnos de otras historias, experiencias, situaciones y, en ocasiones, dar rienda suelta a la imaginación.

 

¿Qué es lo que queréis transmitir al público con esta obra?

María Páguez: Queremos decirles que todo pasa si tú quieres y dejas que pase. Pedir ayuda y hablar es fundamental para asumir y avanzar. Y que sentirse escuchada sin ser juzgada sana el alma y la mente.

María León: También que, a pesar del individualismo en el que vive la sociedad actualmente, todxs tenemos familia o amigos a lxs que debemos cuidar de la mejor manera posible, que todxs o casi todxs hemos perdido a alguien y hemos necesitado ayuda en algún momento dado, y que todxs, deberíamos hablar y escuchar a partes iguales.

 

Habéis construido un texto aparentemente sencillo, pero en cada escena hay un subtexto interesante. ¿Es una obra para disfrutar con todos los sentidos bien abiertos?

Elena Pino: Por supuesto. Creemos que el público deberá prestar atención a las pequeñas cosas, conversaciones o gestos, incluso cuando aparentemente no pasa nada.

María León: Cada escena es una pequeña pieza que se debe ir encajando junto a la siguiente hasta llegar al final y construir un gran puzzle. Incluso, intuimos que el espectador tendrá preguntas que se queden sin responder, pero eso también es bonito, inquietante e interesante. Si todo se dice o se expresa explícitamente pierde la magia, yo creo.

 

¿Es sano o lícito esperar siempre cosas de los demás? Quiero decir, en cualquier tipo de relación en la que nos entregamos, siempre se espera una respuesta, pero cuando no se produce o se produce de una forma distinta a la esperada nos genera frustración. ¿Es justo esperar esa respuesta o simplemente hay que dar sin esperar nada?

Elena Pino: Esto que nos planteas lo considero como uno de los grandes dilemas que se repite en muchos de los conflictos o discusiones entre las personas. De primeras, te diría que no puedes esperar que los demás actúen como lo harías tú, porque cada persona es un mundo y ellos no están en tu mente ni tú en la de ellos y pensar así te evitará muchas decepciones.

La teoría nos la sabemos, pero inevitablemente esperas de los demás, y esperas mucho sobre todo cuando la persona en cuestión te importa. Cuando esto no ocurre de la forma esperada, la frustración siempre aparece. ¿Es justo? No lo sé, habría que tener en cuenta muchos factores y se nos escaparía alguno siempre.

María León: Estoy de acuerdo con Elena, creo que por naturaleza esperamos que el resto de personas actúen en base a como lo haríamos nosotras, pero, por desgracia, somos tan diferentes que es imposible. Y creo que lo más importante es la comunicación, tenemos que aprender a comunicar lo que queremos y necesitamos, y no esperar sin más a que los demás lo sepan.

María Páguez: Yo creo que no es sano, ya que a veces generamos expectativas en los demás que no llegan a cumplirse y eso puede ser frustrante y decepcionante. Pero también pienso que es algo que inevitablemente pasa. Sin querer o de manera inconsciente esperamos ciertos comportamientos o respuestas por parte de los demás que sin duda van acorde a cómo somos nosotros mismos. Entender que cada persona es diferente creo que es clave, pero igualmente este es el tipo de preguntas que me generan un debate interno del que no tengo una respuesta concreta.

 

¿Las verdades a medias son las peores mentiras?

Elena Pino: Ahora está muy de moda el término ‘sincericidio’ y justo el otro día le estuve dando vueltas a esto. Aunque, personalmente, no me guste recurrir a las mentiras porque me parece un acto cobarde, creo que es peor esas verdades dichas desde el egoísmo, sin empatía ni corazón. Así que, yo soy del equipo defensor de las verdades a medias siempre y cuando sea por no hacer daño a la otra persona. Son sinónimos de omitir información o mentiras piadosas. No quiero decir con esto que se usen de manera habitual o preferiblemente a las verdades completas, pero no hace falta que todo el mundo conozca tu sincera opinión sobre todo… todo el rato.

María León: Yo apuesto por la sinceridad, aunque hay ocasiones en las que, como dice Elena, es mejor no decir la verdad si no va a aportar nada bueno a la otra persona. En el caso de las verdades a medias soy más estricta, prefiero la verdad completa o directamente no saber nada, porque siento que sólo generan confusión.

María Páguez: En mi opinión, depende según qué verdades y según cuánto de ‘a medias’. Yo odio la mentira, pero como casi siempre hay excepciones. Creo que una verdad a medias a veces puede evitar un mal innecesario, y otra veces como dicen mis compañeras, esas mentiras piadosas pueden ser aliadas en situaciones concretas, siempre que sea sin hacer daño a nadie.

 

¿Cómo se supera un trauma?

María Páguez: Hay tantos caminos para superarlos como personas hay en el mundo e incluso, a veces, lo único que se necesita es tiempo, pero es verdad que hay conductas claves para ello como pueden ser no reprimirlos, enfrentarte a ellos o pedir ayuda de profesionales. En definitiva, buscar la herramienta que más se ajuste a lo que necesites y ser consciente de ello.

 

Habéis mencionado lo importante que es pedir ayuda. ¿En vuestro entorno sigue habiendo vergüenza por tener que acudir a terapia o ya se está normalizando?

Elena Pino: En mi entorno, por norma general, la vergüenza no creo que sea el principal problema ya que se ha ido normalizando ir a terapia y no se ve como algo malo, pero creo que existe cierto miedo a dar el paso de ir por primera vez y cierto rechazo por ser demasiado caro.

María León: Yo creo que es algo que ha evolucionado muchísimo en los últimos tiempos, pero todavía en las generaciones anteriores a nosotras hay muchas personas que siguen teniendo, en general, un concepto muy erróneo de la terapia, y es cierto que en ocasiones en determinados entornos no te sientes cómoda al admitir que vas a terapia.

María Páguez: En mi caso, creo que cada vez más se está normalizando y se entiende lo importante que puede llegar a ser acudir a profesionales cuando es necesario. Con mis amigas por ejemplo, la salud mental no es un tema tabú, al revés, es un tema que ponemos sobre la mesa en algunas ocasiones y hablamos sobre ello.

 

¿Por qué nadie se para a escuchar nada hoy en día?

Elena Pino: Vamos tan deprisa, tan acelerados y centrados en nosotrxs mismxs y en nuestrxs problemas que muchas veces soltamos todo nuestro discurso y después ni preguntamos “¿Y tú qué tal?”. Todxs queremos ser escuchadxs, pero nadie escucha. Vivimos en el yo, yo y después yo, y a veces se nos olvidan los demás. Pararse a escuchar a los demás y a unx mismx es fundamental para vivir en paz.

 

Hablarse para entender en Madrid

 

¿Os preguntáis qué hay después de morir?

Elena Pino: Sinceramente, intento no pensarlo porque siento que es una pregunta demasiado abstracta y de la cual nunca voy a obtener respuesta. Las veces que esta cuestión se me ha pasado por la cabeza, termino divagando en un mar de respuestas sin llegar a ninguna conclusión. Por querer, quiero pensar que el alma de la persona que fallece nunca muere y que aunque no esté físicamente, está. Ese pensamiento me consuela.

María León: Yo sí lo pienso con bastante frecuencia, pero nunca encuentro una respuesta que me deje más tranquila o que me ayude a entender.

María Páguez: Yo antes sí que le daba muchas vueltas a ese tipo de cosas, ahora lo pienso bastante poco. Es el tipo de preguntas que me generan una sensación extraña y luego me dejan un poco revuelta. Igualmente mis creencias me hacen pensar que si hay algo, no trato de averiguar el qué, simplemente confío en ello. Mientras, prefiero centrarme en el aquí y el ahora y valorar cada momento que vivo.

 

¿Cómo veis la escena teatral independiente?

María León: Actualmente hay propuestas escénicas muy innovadoras e interesantes, y muchos tipos de teatro para todos los públicos. Creemos que muchas veces para poder llevar a cabo este tipo de montajes es necesaria una financiación que permita realizar este tipo de producciones, y lamentablemente, eso es lo más complicado. Poder encontrar alguien que confíe en tu proyecto y que te permita llevarlo a cabo de la mejor forma es clave para poder seguir evolucionando en ese sentido.

 

¿Es fácil abrirse camino en el mundo artístico?

María Páguez: Para qué engañarnos, la realidad es que no lo es y más para nosotras que no somos de aquí. Llegamos a Madrid sin saber muy bien cómo funciona la capital y el mundo artístico. Aún nos falta mucho por saber, pero sí que sabemos que Almodóvar no va a venir a darnos un papel para una de sus películas. Es decir, las cosas no caen del cielo y hacerse un hueco es bastante difícil y a veces se puede hacer cuesta arriba, pero no es imposible.

Elena Pino: Por eso resaltamos la importancia de la formación continua, rodearse de personas que tengan las mismas ganas de crear y jugar e iniciar proyectos propios.

 

¿Hay planes B en vuestras vidas o sólo existe el plan A: Vivir de crear?

Elena Pino: Mi mayor plan en la vida es ser feliz y creo que hay muchos caminos para ello, encerrarse en uno solo es limitarse. Es más, yo estudié Psicología a la vez que Arte Dramático y me encanta. Pero cuando pienso en los diferentes planes u opciones siempre incluyo la interpretación. Y es que cuando algo te llena, es lo que tiene, lo deseas con todas tus fuerzas y es muy difícil desprenderse de ello. Por eso, el plan A es mi primer plan, pero no el único. Disfruto del proceso y de los otros planes que se me presentan.

María León: Yo creo que, por desgracia, siempre hay que tener un plan B cuando te dedicas a crear, al menos esa ha sido mi experiencia. En mi caso, me dedico la mayor parte del tiempo a trabajar como traductora, aunque no pare de crear y emplear ratitos a lo que verdaderamente me apasiona.

María Páguez: Definitivamente hay muchos planes en mi vida, como bien dices para poder vivir, pero todos pasan por el plan A. Siento que aunque quisiera renunciar a él no podría. Es una necesidad. Ojalá algún día el plan A sea el único que tenga para vivir y todos los demás que sean por pura satisfacción personal.

 

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