A pesar de la dureza de la historia de Francisca, ¿la premisa fue hacer una obra luminosa?
Pues la verdad es que no utilizaría esa palabra exactamente. Nunca podría decir ‘luminosa’ para describir lo que quería destacar. Entiendo lo que planteas, es cierto que la obra es un canto a la vida, por la idea de exponer su fortaleza y amor por la vida; y que decidí apostar por una puesta en escena contando su historia desde un lugar, digamos, amable, minimalista, resaltando la labor de la interpretación. Luminosa sería, tal vez, porque destacamos que de la violencia machista algunas mujeres se salvan, aunque son muy pocas. Sin embargo, hay tanta lucha llena de oscuridad hasta llegar a eso que la palabra luminosa no puede definir esta historia.
No sé si el germen de este proyecto surgió del anterior trabajo de tu compañía Plexonía Teatro, que tú también dirigías, llamado Vaga, que pudimos ver en El umbral de primavera y que también abordaba la violencia de género.
Gracias por recordar el proyecto de Vaga, la verdad que es cierto que en mi anterior trabajo, en el que el texto también era mío, el personaje principal era hija de una mujer víctima de violencia machista, formaba parte de las entrañas del personaje, pero el tema de la obra era una reflexión sobre el hogar, la vida sin techo, la falta de vínculos estables, por eso no siento que vaya en su línea. Para mí, este proyecto comenzó porque Borja Rodríguez el autor de este bello texto y Anabel Maurín, que es actriz en la obra y artífice de la historia -ella fue quién quiso contar la historia de Francisca de Pedraza-, me pidieron dirigir la función y es así como decidí que Esther Acevedo (actriz de Vaga y cofundadora de Plexonía Teatro) teníamos que formar parte de ello. Después Aníbal Fernández Laespada aceptó encabezar la producción con producciones099. Así que, desde Plexonía estamos, pero desde un segundo plano.
Para la escritura del texto, ¿contactasteis con la Asociación Francisca de Pedraza y consultasteis documentos antiguos sobre los juicios? ¿El texto contiene algunos testimonios reales?
De la época sí, de vecinos que testificaron en los juicios, que forman parte del trabajo de investigación que ha podido recopilar Borja Rodríguez gracias a la documentación que Ignacio Ruiz rescató en su momento sobre la vida de Francisca de Pedraza. Por mi parte, para la puesta en escena pude acceder a testimonios reales y actuales, mujeres que están ahora esperado una sentencia de divorcio en situaciones terribles y que han querido formar parte del montaje gracias a Estela Quijano, que ha sido la asesora de violencia de género que ha colaborado en el proyecto. También quiero destacar el apoyo que tuve con Cintia Leyva, nuestra querida ayudante de dirección, los días que tuvimos que escuchar los testimonios de las mujeres, esas Franciscas que ahora, como lo hizo nuestra protagonista entonces, intentan salvarse de sus captores y comenzar una vida nueva. Fueron días de trabajo lleno de crudeza por el contenido de lo que escuchábamos, tener que seleccionar, montar los vídeos con sus palabras… Es tan importante escucharlas hoy en día que todo son números y se despersonaliza a las mujeres asesinadas. Encontrarnos con esa realidad aplastante para incorporarla a la representación nos colocó como equipo en la solemnidad que necesitábamos en la obra justo para el punto de creación en el que estábamos, creo que hubo un antes y un después de escucharlas. Después de incorporar la selección a todo lo que estaba ya montado, de repente todo encajaba.
Recorremos la historia vital de Francisca desde su estancia en el convento siendo niña hasta conseguir una sentencia favorable para divorciarse de su marido por maltratarla durante su matrimonio. ¿En qué momentos os centráis?
En todos, la obra de teatro cubre todo su arco vital hasta donde tenemos escritos oficiales de lo que fue su vida y lo destacable en este caso, es desde donde está contada la historia que no voy a desvelar, tendrán que venir a descubrirla.
¿Cómo es capaz de sobreponerse una y otra vez a los golpes y las vejaciones e insultos de su marido?
Está claro que no tengo una respuesta, pienso que su fortaleza estaba en saber que había una vida mejor fuera de ese matrimonio y lo pienso porque las monjas del convento de Alcalá de Henares en el que acogieron a Francisca, presumían de enseñarlas a leer y escribir, y de alguna manera he querido pensar que leer fue su salvavidas y que gracias a ello pudo saber que había otras vidas allá fuera. Es posible que esa idea fuese su motor.
¿Cómo habéis afrontado en la puesta en escena las escenas más duras y las más poéticas?
En mis trabajos, unas veces mejor que otras, siempre he querido poetizar para huir de lo explícito, como decía Pina Baush: «Una caricia puede ser un baile». A veces lo más sutil, lo tímido, lo aparentemente sencillo en el escenario puede estar cargado de intensidad, de intenciones y mensajes. El movimiento en mi opinión es muy importante en el teatro, como se muevan los actores cobra una dimensión enorme. Para este espectáculo, siempre con sencillez y la idea es que todas las y los espectadores, incluidos los que no pueden pagar una entrada a pie de escenario, puedan disfrutar del mismo trabajo. Dicho esto, no quiero decir que haya poetizado las partes violentas, al contrario, además, he cuidado mucho el no romantizarlas, hay muchas formas de contar las historias y de que lleguen al espectador sin tener que mostrar dureza física. En la representación no hay actos violentos, eso lo tenía muy claro, considero que hay muchas formas de contar el horror de la violencia machista y no siempre es necesario hacerlo desde la agresividad y la sangre, las heridas de la violencia machista son mucho más profundas que lo que se puede mostrar en una coreografía de golpes y más cuando quieres llegar al máximo de público posible y que puedan empatizar con la historia.
¿Por qué habéis apostado por una puesta en escena muy contemporánea y formas como el metateatro?
El metateatro es un recurso que personalmente disfruto mucho y que el espectador agradece como juego en esta liturgia teatral porque desde que entra en el teatro asume que forma parte del espectáculo como receptor del mismo. Nuestra labor es trasladarles una historia del Siglo de Oro en el 1624 después de apagar el móvil, imagínate la dificultad. También me parecía muy coherente con el texto que planteaba Borja y, además, iba en esa línea que te he comentado de resaltar la labor actoral, de contar historias sin perder el foco de la importancia que tienen al ser transmisores de lo vivido por Francisca de Pedraza. Nuestro motor siempre ha sido esto último.
¿Cómo ha sido el trabajo con los diferentes elencos para meterse en la piel de personajes tan complejos, sobre todo el de Francisca y su marido?
Pues al comienzo puse mucho empeño en que tuviesen muy clara la propuesta escénica y el único objetivo que era contar todas la misma historia, porque es un trabajo actoral muy coral. Francisca son tres actrices, un actor y una guitarrista. No podría destacar sus interpretaciones sin mencionar a Anabel Maurín que interpreta a cinco personajes durante la representación y sostiene junto con Esther Acevedo (que también interpreta otros 4 personajes) la historia. Carolina Lapausa estuvo desde el principio y ha hecho un trabajo muy dulce, íntimo y personal con matices completamente distintos a los que expone Elena Rey que es la actriz con la que comparte ahora el personaje en el Teatro Quique San Francisco. Elena no ha formado parte del proyecto desde el comienzo, pero como si lo hubiese hecho, porque nos ha dado un impulso tremendo a todo el equipo con su energía desbordante y talento. Uno de los motivos por los que ver dos veces Francisca sería ese, porque son dos Franciscas completamente distintas. Antonio no estrenó con nosotros y podría destacar su valentía porque nunca ha dudado y siempre ha tenido claro quién era Jerónimo y donde lo colocaba a él como actor y persona. Ahora compartirá con su cover Nacho Sánchez funciones, que viene pisando fuerte con la sabiduría de su experiencia y también tenemos a Alicia Ruiz (cover), a la que guardo un cariño tremendo desde hace muchos años y que conoceréis porque forma parte del elenco de las Niñas de Cádiz y de La Estampida teatro. Este espectáculo siempre está vivo y cuenta con las mejores actrices y los mejores actores, sé que puede estar feo que yo lo diga, pero es así.
¿Qué aporta la música en directo de Silvia Nogales?
Todo, sin su sensibilidad posiblemente la obra habría sido distinta y necesitaba contar con una profesional que tratase con el mismo cariño el montaje con el que todo el equipo lo estaba tratando. Llevo trabajando con ella muchos años y no quiero trabajar con nadie más, esto es una declaración de intenciones en toda regla. Sí, lo sé, y algún día me tendré que morder la lengua, pero es que da gusto contar con ella. Quiero destacar que he notado una diferencia enorme al trabajar con una compositora mujer, para bien, por supuesto. Nos entendemos perfectamente y somos igual de exigentes con nuestras ideas.
Su historia es la historia de miles de mujeres, antes y después de ella. ¿Qué tenía Francisca para conseguir finalmente ser libre?
Pues es imposible saberlo, pero lo obvio es su dureza, coraje, confianza y amor por la vida. Es imposible que se hubiese salvado si no amase la vida cuando lo tenía todo en contra.
Podría reflejar perfectamente situaciones que se están dando en la actualidad. ¿Siguen fallando la justicia y la sociedad en estos casos?
Está claro, tenemos casos donde las matan mientras están en proceso de separación y otros muchos casos de mujeres que se ven condenadas porque han querido salvar a sus hijos de sus maltratadores, incluso teniendo ellos sentencias por malos tratos. Debe haber un mensaje claro: un maltratador no es un buen padre.
Desde una obra de teatro como esta, ¿qué granito de arena os gustaría aportar contra la violencia machista?
Colocar a Francisca en el lugar que merece. Al conocer la vida de Francisca de Pedraza entiendes que fue una mujer referente porque, aun teniéndolo todo en contra, consiguió salvarse siempre y gracias a su constancia y fortaleza. Volver una y otra vez al tribunal a denunciar su situación hasta que la universidad de Alcalá de Henares decidió llevar su caso y contar con el testimonio de sus vecinos fue muy importante. Hay una frase del texto de Borja, que incorporé en el cartel, que nos manda un mensaje muy claro: «Porque si todas las voces gritaran una sola cosa, serían una sola voz clamando justicia». Es muy importante como nosotros como individuos, vecinos, compañeros de trabajo, amigos, padres, hijos… como sociedad, que entendamos que no podemos estar impasibles con esta lacra, esta violencia sistemática que se repite en el tiempo contra las mujeres. Lamentablemente estamos escuchando a políticos negar la evidencia y considero que no podemos dudar, ni debatir ante la evidencia, no queda otra que señalar a los maltratadores y acompañar a las mujeres que lo sufren, no es cuestionable, creo que es un mensaje sencillo y claro.
Supongo que fue muy especial conseguir para la obra el reconocimiento de uno de los premios Francisquita otorgado por la Asociación Francisca de Pedraza.
Pues sí, nos hizo ilusión a todo el equipo, un equipazo que se enamoró del proyecto por el tema que trata, un equipazo sostenido por mujeres profesionales casi en su totalidad y por hombres entregados en la misma línea. Además, nos sentimos muy agradecidas por el apoyo constante de la Asociación Francisca de Predaza al proyecto, siempre las tenemos entre el público y dando voz a nuestro trabajo. Cada reconocimiento que nos han dado ha sido un impulso para seguir, lo fue el premio José María Rodero que me otorgó el público del certamen nacional de directoras de escena, lo fue al obtener el apoyo del Instituto de la Mujer y la Concejalía de Cultura de Castilla La Mancha, invirtiendo con el Pacto de Estado para que pudiésemos llegar a todas esas poblaciones donde es complicado que el teatro esté presente, y lo fue cuando nos dieron la ayuda para poder estrenar en el Festival Internacional de Teatro Clásico de Almagro. Todos los apoyos los hemos aprovechado en seguir impulsando el proyecto para poder llevar la historia de Francisca a todos los lugares donde nos sea posible. Ahora nos toca Madrid.
¿Lo próximo?
He escrito y dirigido Me sueño, una comedia divertidísima como homenaje a las dramaturgas del Siglo de Oro. Haremos un preestreno el 27 de enero en el Centro Cultural El Pozo.
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