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Fragmentos de una vida

Mireia Juanals: “Esta obra es mi proceso de muerte y resurrección”

Mireia Juanals es la autora e intérprete de Fragmentos de una Loca, una obra que explora la experiencia psicótica de la propia artista, las causas de su desencadenamiento y su posterior recuperación.

Este proyecto de La Neura Teatre, a caballo entre la instalación, la performance y la autoficción podrá verse en la Sala Tarambana los días 4, 6 y 7 de abril.

 

¿Dónde está la línea que separa la cordura de la locura?

“Entre las formas de la razón y las formas de la locura son grandes las similitudes. La sabiduría y la locura son vecinas cercanas”, escribía Foucault.

Hay en todos nosotros la posibilidad de la locura. Es el sueño, lo insensato, lo irrazonable, caos en movimiento que se opone a la estabilidad de todas las cosas. La locura ha fascinado a artistas a lo largo de la historia que han ido creando un imaginario común tan fluctuante como la locura misma: en la época clásica los locos embarcan en navíos y viven odiseas. En el teatro shakesperiano, los locos son los poseedores de la verdad…

La definición de locura ha ido evolucionando y cambiando al mismo ritmo que ha evolucionado y cambiado la sociedad.

 

¿Quién la decide?

Eso depende de en qué momento de la historia nos centremos. La locura se ha instrumentalizado a lo largo de los años. Tras la revolución industrial encerrando, confinando y apartando a todas aquellas personas consideradas no aptas para trabajar. Más recientemente con la ‘histeria femenina’ un padre o un marido podían bajo su propio criterio e interés propio decidir que una mujer estaba loca y eso era suficiente motivo para apartarla de la sociedad. Hoy en día lo sometemos a la patologización, a la dictadura de los fármacos. ¿Son realmente los psiquiátricos un lugar de cura o un lugar donde encerrar aquello que no podemos entender y no se atañe a la norma?

 

¿Tú sentiste que la traspasaste en un momento de tu vida?

En el año 2018 sufrí un brote psicótico que me llevó a estar ingresada en la planta de psiquiatría del Hospital del Mar en Barcelona. La ‘línea’ es en realidad un cambio en la coherencia de la propia realidad que cada vez se distancia más de la coherencia de las “personas cuerdas”. No deja de ser un viaje, un vértigo, un descenso a los infiernos… ¿cómo se regresa de semejante odisea? ¿Se puede llegar a regresar por completo? Una vez has vivido algo así queda grabado en tu interior, nunca dejas de ser una mujer loca. Y sí, llega un momento en el que la sociedad te vuelve a aceptar. Te has curado, pero nunca vuelves a ser la misma persona y no debes intentar serlo. Un proceso de muerte y resurrección es la mejor manera que tengo de explicarlo.

 

¿Y cómo se detecta un brote psicótico? ¿Es una misma capaz de detectarlo o se necesita una mirada externa?

Para mí, el brote es una entidad propia que poco a poco te separa de la realidad y te va sumiendo en la paranoia, la alucinación, las sombras y que lentamente te va guiando hacia la locura absoluta. Soy consciente de haber buscado dos sinónimos de lentitud en esta frase, pero es algo muy incomprendido en la psicosis. No es que un día te levantes viviendo en una realidad totalmente paralela a la que las personas cuerdas habitan, si fuese así, la gente que te rodea se daría cuenta enseguida de que algo no va bien. No, la psicosis es mucho más lista que eso. Por eso actúa despacio, borrando poco a poco la luz de tus ojos. Por eso creo que es necesaria una visión externa. Porque en tu cabeza todo tiene sentido.

Esta necesidad de una visión externa, de personas que acudan en tu ayuda, se refleja también en la creación de la obra Fragmentos de una Loca. Llegó un momento en la exploración en la que me vi incapaz de continuar sola. Fue allí cuando empecé a tejer una red de apoyo artística que me acompañó y me sigue acompañando en este proceso. De esta necesidad surge la compañía de teatro La Neura Teatre formada por Gemma Ortega directora de la pieza que ha sido capaz de acompañarme en el proceso de dar coherencia al caos en mi mente y ha sido clave para ordenar y dar vida a mis ideas. Y Vanesa Peña Alarcón curadora y productora que ha creado todo el marco conceptual de la pieza y hace posible que el proyecto crezca, avance y llegue a tantas personas como llega.

 

¿De todo ese proceso nace Fragmentos de una Loca?

Fragmentos de una Loca nace de una necesidad vital de dar sentido al sinsentido de lo sucedido. De entender e hilar mi propia vivencia. Es un proceso de muerte y resurrección. Es un intento de sanar, de dar coherencia y es una necesidad de contar, de sacar a fuera. Es la aceptación absoluta de los monstruos que me llevaron al salto al vacío que es la locura y el terror de volver a empezar con una cabeza rota.

Es una exploración desde una vulnerabilidad radical. Encuentro en el escenario un espacio donde poder unir los fragmentos que me quedan de mi propia historia y volver a construirme como persona, reconociéndome como mujer loca. Es un espacio donde se caen las máscaras, abandonando los personajes y la literalidad para entrar a un mundo poético trabajando desde la angustia, desde el fracaso, la mediocridad, desde el deseo de arrancarme la piel para que deje de doler.

 

Fragmentos de una vida en Madrid
Mireia Juanals

¿Qué quieres compartir al mostrar este trabajo?

Quiero colectivizar mi historia, colectivizar el sufrimiento, destruir el tabú. No hay manera más bella y más revolucionaria de hacerlo que tejiendo una red de gente loca, obsesiva, neurótica, una red de todo aquello que la sociedad ha apartado. Porque reconocernos nos hace fuertes. Nos da derecho a existir. Debemos ocupar espacio aunque eso incomode o, precisamente, por el hecho mismo de que incomode.

El arte está siendo el vehículo de La Neura para conseguir esto. El arte como un instrumento sanador. Construyendo los espacios que desearíamos que existieran. Presentando la obra en institutos, abriendo espacios de debate para compartir y acoger las historias del público ahora convertido en agente activo del cambio, mesas redondas donde Vanesa Peña Alarcón encuentra maneras de unir asociaciones que trabajan con el malestar mental para tratar temas como la precariedad y el malestar. Talleres teatrales donde junto a Gemma Ortega diseñamos maneras de explorar el malestar desde el proceso, desde un lugar de apertura y aceptación, desde el triunfo del fracaso y lejos de la perfección.

 

Es un ejercicio extremo de exposición y sinceridad. ¿Cómo recuerdas esa primera función? ¿Qué sentías por dentro?

La primera vez que compartí Fragmentos de una Loca recuerdo pensar que a nadie le iba a interesar la historia de mi vida, que nadie iba a empatizar. Era un ejercicio que hacía más por mi, por una necesidad vital de exploración y comprensión de lo vivido a través del arte.

Mi sorpresa fue encontrarme todo lo contrario. Me encontré que todas las personas podían empatizar con la protagonista porque en la sociedad que vivimos, lamentablemente, quien más o quien menos ha luchado por su salud mental. No hace falta llegar a ser hospitalizado pero todos podemos comprender la ansiedad, la angustia, la búsqueda de la perfección…

 

¿Mostrar abiertamente este proceso por el que tú pasaste ayuda a romper los tabúes sobre la salud mental?

Hay que utilizar el tabú para luchar contra la represión, contra la estupidez de la existencia del propio tabú. Hay que nombrarlo sin miedo, mostrarlo sobre un escenario, darle vida, peso. Decir “yo soy el tabú, estoy aquí, existo” forzar al público a convivir con la incomodidad del tabú es la única manera de destruirlo.

 

¿Por qué decidiste llevar a cabo una puesta en escena así? ¿La performance es el medio de expresión con el que crees que tu mensaje llega mejor?

Los recuerdos de los momentos de psicosis están sumamente fragmentados en mi mente. Ríos y cisternas en la memoria como lo describe Alejandra Pizarnik. Por eso encuentro en el uso de múltiples lenguajes teatrales la libertad necesaria para dar sentido a la fragmentación psicótica.

Esta obra parte de la aceptación del fracaso, del error, de reconocerme como un fraude. Primero aparecieron los bordados. La primera poetización de los monstruos. En bellísimo punto de cruz en rosa y lila pastel las palabras que más me he repetido: Fraude, Vaga, ahora sirven de almohada sobre la que la protagonista reposa. Sobre una sábana blanca, bordado en rojo sangre se repite una y otra vez, una y otra vez la palabra ‘obsesivaobsesivaobsesivaobsesiva’.

El espacio sonoro forma parte del lenguaje escénico con esas voces que no consigo escapar que repiten una y otra vez a la protagonista su fracaso. El propio escenario se convierte en un lenguaje, una cama donde nadie consigue jamás dormir, un espejo hecho pedazos, peluches y juguetes que conviven con latas de cerveza, drogas, libros y altares. Un reflejo de mi mente quebradiza, tan volátil y efímera como la representación escénica.

 

En la obra proponéis repensarnos fuera del letargo triunfal de una sociedad hiperproductiva. Me puedes desarrollar esta frase…

Vivimos en un sistema que marca el valor de una persona tasando su productividad, que nos mantiene en el individualismo de la competición constante. Esto nos lleva a intentar ser siempre las mejores en una búsqueda de una perfección inexistente. Siempre teniendo que hacer más, siempre empujando un poco más para poder demostrar nuestro valor. Esta constante autoexigencia, este no poder descansar hasta haber conseguido el siguiente objetivo, siempre empujando un poquito más, un poquito más, esta necesidad de ser siempre la mejor, la mejor, la mejor… llega a rompernos, al menos este fue mi caso.

 

¿Y de qué modo nos invitáis a salir de ahí?

La propia existencia de La Neura Teatre desde donde nos reivindicamos como neuróticas es romper con este dogma. Nosotras proponemos otra manera de hacer las cosas. Entender que hay una alternativa fuera de este discurso. Una alternativa mucho más cuidadosa con nuestros cuerpos y nuestras mentes. Un lugar donde el reposo esté bien visto y donde el valor de una persona no se mida a través de su productividad, priorizando el proceso, la red y los espacios compartidos.

 

¿Esta obra es un antídoto contra el escozor de ser juzgada?

En el momento que pones en primer plano todas tus sombras, nombrando a tus monstruos, reconociéndolos y llevándolos por bandera les quitas poder.

 

¿Qué papel juega el público en tu obra? ¿Son confidentes o se convierten en esos jueces que te han escrutado toda la vida?

Estos pensamientos que han vivido tantos años en mi almohada impidiéndome dormir cobran vida en la mirada del público. Esa voz que juzga sin compasión. Por eso el público me acompaña en mis momentos más íntimos, por eso pueden ver lo que muestro al mundo y lo que vivo por dentro. En esta pieza se borra la distancia entre el público y el artista. El observador no asiste a un espectáculo ajeno desde el confort de sus sillas sino que se convierte en un agente activo llegando a formar parte de lo representado.

 

¿Qué feedback tienes en las funciones que vas haciendo? ¿Qué te dice la gente?

La verdad es que las palabras de la gente al salir o los escritos que recibimos son increíbles. Hemos encontrado que las personas que asisten a una función, al ver a alguien contar su historia les da fuerzas para contar la suya propia, para romper su silencio o para entender mejor a un familiar o amigo que haya vivido algo similar. Esto es lo que le da sentido a todo. Ya que lo más importante para mi es que nadie tenga que volver a vivir un momento tan difícil en soledad, silencio y vergüenza.

 

También mencionas la violencia. ¿Qué tipo de violencia muestras en este trabajo?

La obra está escrita desde la violencia, desde la angustia, desde el desgarro. Es una obra absolutamente explícita, un descenso hacia mi propia miseria. “Y solo mediante la poesía se hace visible lo que nadie desea ver… Nos permite acceder a la monstruosa naturaleza humana”, decía Angelica Liddell cuando una escribe desde sus monstruos, estos se traducen en el escenario a través del cuerpo. “Mi cuerpo es una zona de guerra, mi mente es una zona de guerra”. Mi propio existir sobre el escenario, reivindicando mi locura es violento porque se escapa de la ficción, porque es íntimo, bello y vulnerable.

 

 

En esta obra también se habla de la soledad. ¿Cómo has vivido y sentido tú la soledad?

Debido al estigma que rodea el malestar mental y sobretodo los psiquiátricos, la mayoría de personas vivimos estos procesos en silencio, con mucha vergüenza, sin hablarlo con nadie. Como dice Kate Millet: “la locura ha estado siempre envuelta en la vergüenza”. Esto hace que nos sumamos en una soledad absoluta, que sintamos que somos las únicas personas que están pasando por algo así.

Es una sensación horrible no poder compartir tu dolor, tus preocupaciones. Tener que atravesar un momento tan difícil cargadas de culpa y vergüenza. Esto es algo que debemos cambiar. Y el cambio empieza
hablando, rompiendo el silencio y colectivizando el dolor. Acabar con la soledad que rodea el malestar mental.

 

Tras vivir lo que tú has vivido, ¿no quedan heridas para las futuras relaciones afectivas?

Ojalá todos y todas mis amantes, futuras y pasadas pudiesen ver esta obra.

 

Imagino que habrás ido a terapia para tener más herramientas. ¿Es algo que deberíamos hacer todxs para comprendernos mejor?

Empecé mi camino en terapia a la vez que el proceso de creación de esta obra. Sin el acompañamiento de mi psicóloga me hubiese sido muy difícil poder abrirme tanto en el escenario y hacerlo desde un lugar tan hermoso y vulnerable.

Desde luego, todas las personas deberíamos tener acceso a un acompañamiento terapéutico accesible y de calidad. Lamentablemente, hoy en día es un privilegio que poca gente se puede permitir. Espero que llegue el día en que se invierta más en el cuidado de la salud mental y que toda persona que lo necesite pueda recibir un tratamiento a través de la seguridad social y no sea necesario pasar por la vía privada.

 

Eres una creadora de Barcelona y estás viniendo habitualmente a Madrid a mostrar tu trabajo. ¿Qué diferencias ves entre ambos ecosistemas teatrales?

Creo que en Madrid hay más salas dispuestas a arriesgar. A nosotras se nos ha acogido muy bien. Esperamos que llegue un día en el que podamos compartir esta pieza en nuestra casa pero está costando mucho moverla allí.

 

Toda la cartelera de obras de teatro de Madrid aquí

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