Hay escenarios que no sólo cuentan una historia, sino que reclaman justicia. Foot es uno de ellos. Inspirada en hechos reales, esta obra no sólo se representa: se resiste.
Bajo la dirección de Samy Khalil y con la entrega visceral de Nourdin Batan sobre el escenario, este monólogo poético, crudo, cómico y profundamente político, del dramaturgo Ismail Khalidi (nacido en Beirut y padres palestinos) da voz al conflicto silenciado de un pueblo que lleva décadas resistiendo a la ocupación, al exilio, al olvido. La voz es la de un joven futbolista palestino que, con un balón como escudo, atraviesa muros, controles militares y cicatrices heredadas en un intento tan imposible como necesario: llevar a su selección a la Copa Mundial.
Pero Foot va más allá del fútbol: es una denuncia al memoricidio, a la criminalización de la vida cotidiana en Palestina, al exterminio lento pero sistemático. Es también un grito artístico que desborda el escenario: un muro de hormigón preside la escena, atravesado por proyecciones de arte callejero, fechas que duelen y un testimonio que interpela. Aquí no hay neutralidad posible. Conversamos con Nourdin y Samy en un momento donde contar esta historia, en pleno genocidio en Gaza, no sólo es un acto teatral, es un acto político, ético y profundamente humano.
Coincidisteis con la Semana de Solidaridad con el Pueblo Palestino en Casa Árabe. ¿Cómo ha sido el recorrido de Foot hasta ahora?
Samy Khalil: Estuvimos en Casa Árabe en noviembre, haciendo unas funciones dentro de esa semana de solidaridad. Después hicimos un parón porque yo fui a Washington a hacer una función de Fuenteovejuna de Juan Mayorga. Cuando regresamos en marzo hicimos un bolo en Getafe y el próximo será el 26 de abril, también allí. Y luego ya arrancamos temporada en mayo en Nave 73, los viernes y sábados.
¿Y cómo llegasteis al texto de Ismail Khalidi? ¿Lo conocéis personalmente?
Samy Khalil: No le conocía en persona, pero sí había leído algunos de sus textos. Me llamó especialmente la atención Foot, porque soy muy futbolero y me pareció una forma muy interesante de conectar con la mente joven de nuestra generación. Hablar del conflicto a través del fútbol me parecía potentísimo. Conseguí su contacto, le escribí un correo y le dije que me gustaría montar la obra en España. Él fue súper abierto, muy generoso. Le gustó la idea de llevar Foot a un público español. De hecho, seguimos en contacto y habla conmigo casi cada semana. Incluso nos puso en contacto con el primer teatro que lo montó en EE.UU., el Teatro Pangea en Minneapolis, y ahora son colaboradores del proyecto.
¡Qué bien! ¿Va a venir a ver la obra?
Samy Khalil: Sí, viene del 15 al 28 de mayo. Tendremos un encuentro con el público en Nave 73 el día 23 y una mesa redonda el 27 en Casa Árabe con Beatriz Argüello y probablemente Mina El Hammani. Así que sí, lo vamos a tener muy presente en Madrid.
¿Cuál fue el mayor reto de adaptar y montar esta pieza en el contexto español actual, donde también se debate sobre la censura, la polarización y la empatía?
Samy Khalil: El contacto con Ismail Khalidi desde el primer momento nos ofreció la posibilidad de pactar el tener libertad tanto él como yo. Yo le dije que estaba abierto a añadir algo más si lo consideraba oportuno y él me dio la misma oportunidad a mi. Me dijo que era mi propuesta escénica y que podía adaptarla como quisiera. Es verdad que el texto está muy bien porque tampoco pone acotaciones. Que te den un folio en blanco enorme para dibujar, para pintar, para proponer tu imaginario me parece muy interesante.
Nourdin Batan: El texto está escrito como un encuentro con el público. De hecho podría ser una lectura dramatizada. No está escrita como una obra de teatro en la que ya dentro de la propia dramaturgia hay direcciones, hay anotaciones, no, es que lo podría leer perfectamente aquí y ya tiene el peso de la palabra, de lo que está diciendo que es lo suficientemente importante como para que llegue.

Foot es un monólogo poético, cómico y distópico ambientado en la Palestina ocupada. ¿Cómo describiríais la obra en una frase que la haga imposible de ignorar?
Samy Khalil: Buf… una frase, complicado…Es difícil resumirla, pero diría que Foot habla de la pulsión de la juventud palestina, que no quiere seguir viviendo como han vivido sus padres, sus abuelos, sus bisabuelos. Es la juventud con deseos de libertad, con esa energía vital que te impulsa cuando eres joven a soñar, a formar una familia, a tener una vida… y cómo todo eso se ve oprimido por el Estado de Israel en su día a día. Así que eso diría: Foot habla de la pulsión de la juventud en Palestina, oprimida por el Estado de Israel. Es una historia de resistencia vital.
Nourdin Batan: Para mí es eso también. El utilizar una historia basada en hechos reales, la de un futbolista palestino, me parece un pretexto ideal. Porque el fútbol, te guste más o menos, es un lenguaje universal. Y aquí hablamos de una persona que nace, crece y se educa en un Estado que desde el primer momento ya le limita. Hay una frase en el monólogo que dice: “Ni siquiera puedo ir al campo de entrenamiento, que está a 7 km, porque hay un muro que me lo impide”. Y eso es algo que forma parte de su día a día. Para nosotros es impensable, pero para ellos es la realidad constante. Ni siquiera pueden jugar al fútbol. Y, de hecho, hay otra frase muy fuerte del monólogo que dice: “El Estado de Israel considera el deporte organizado como un crimen organizado”. Eso lo escribió Ismail Khalidi, y es real. Bajo ocupación, incluso el deporte puede ser criminalizado. Eso viven cada día los jóvenes palestinos.
Yo estuve allí en 2019. Visité Belén, Jerusalén, Tel Aviv… y me pasó algo parecido a lo que contáis. En Belén, por ejemplo, los campos de fútbol estaban cubiertos con mallas metálicas, para proteger a los niños… Fue muy impactante. El contraste era brutal.. Sentí una desconexión brutal entre Tel Aviv, que parecía Disneylandia, y lo que ocurría a escasos kilómetros.
Samy Khalil: Sí, eso es tremendo. Israel ha sabido construir un tipo de turismo que blanquea su imagen. Lleva a la gente a ver lo que quiere que vean. Y ocultan o invisibilizan lo otro. Aunque hoy, con móviles y redes sociales, ya ni siquiera se esfuerzan demasiado en ocultarlo.
Nourdin Batan: Totalmente. Es que ya no hacen ni el esfuerzo. Está todo a la vista, pero como no afecta directamente a Occidente, se permite.
¿Qué significa para vosotros, a nivel personal y profesional, contar una historia como esta, justo ahora, con el genocidio en Gaza desarrollándose en tiempo real?
Samy Khalil: Cuando estalló todo en octubre, estaba en el porche de mi casa, sintiendo impotencia. No sabía cómo ayudar. Entonces pensé: ¿qué puedo hacer yo desde lo que sé hacer? Recuperé el texto de Foot y decidí dirigirlo. Nunca había dirigido antes, pero me movía el compromiso. Mi padre es palestino. Lo viví desde pequeño. Y todos los miedos o dudas que pudiera tener como director debutante se borraban ante esa necesidad. Tengo el privilegio de contar esta historia desde este lado del Mediterráneo, que parece lejos, pero no lo está tanto. Las olas que chocan aquí son las mismas que en Gaza.
Nourdin Batan: Yo conocía a Samy desde hace tiempo, y cuando me propuso leer Foot, me lo leí y le dije: «Vamos p’alante». Porque siento que como artista tengo la responsabilidad de decir cosas que otros no pueden. Esto trasciende banderas, religiones, etnias. Están muriendo personas, niños, recién nacidos. Están bombardeando hospitales. Si el texto hubiese sido sobre un niño judío en un campo de concentración, o sobre un niño somalí en guerra, lo habría hecho igual. Es una cuestión de humanidad.
¿Os sentís en algún momento autocensurados?
Samy Khalil: Autocensura, no. De hecho, creo que alguna vez incluso hemos ido un poco más allá. El texto, y nuestra propuesta en general, es muy reivindicativa, sí, pero en ningún momento es ofensiva. No creo que nadie pueda sentirse atacado. Incluso hablamos también de la corrupción interna entre líderes palestinos. Abordamos el contexto completo. Así que no, no ha habido autocensura por nuestra parte.
¿Y te han cerrado puertas a programarla en algún sitio?
Samy Khalil: Sí, intentamos ir a un pueblo en Almería y el alcalde dijo que esta obra no era ‘de actualidad’. No sé si es que ese señor no ve las noticias o qué…
Y te puedo preguntar a qué partido pertenecía…
Samy Khalil: Empieza por P y acaba en… (Pausa irónica)… P. También es verdad que hay sectores de la izquierda que se posicionan con lo que está haciendo Israel, y eso me resulta muy curioso. Como le decía el otro día a la presidenta de la Asociación Hispano-Palestina: aunque la causa sea política, va más allá de la política. Es una cuestión humanitaria. Todo el mundo debería sentirse interpelado por lo que está ocurriendo allí, más allá de ideologías.
¿Es posible seguir negando lo que ocurre cuando hay tanta documentación visual circulando desde el mismo terreno?
Samy Khalil: Antes no había móviles ni redes sociales. Pero ahora, los chicos y chicas en Gaza sacan el móvil y documentan todo. Es muy difícil escapar de la realidad. No recuerdo dónde fue, pero hace poco mataron un convoy de ambulancias, creo que de la UNRWA. Eran tres ambulancias y asesinaron a todo el personal médico. Los cuerpos no aparecieron hasta tres semanas después, enterrados entre escombros. El Estado de Israel dijo que había terroristas en ese convoy. Y ahora, gracias a un vídeo grabado por uno de los técnicos, se ha demostrado que no era cierto. Fueron acribillados. Afortunadamente, ahora existen medios que lo registran todo. Es muy difícil esconder la verdad.
El montaje se sitúa frente a un muro de hormigón con alambres de púas, un símbolo que ya habla por sí solo. ¿Cómo dialoga el espacio escénico con el discurso del monólogo?
Samy Khalil: Queríamos acompañar el imaginario del personaje. Como decía en los ensayos, el personaje habla de su realidad, pero también escapa a través de su imaginación de esa jaula en la que vive. Y eso lo hemos trabajado con las luces, con la videoescena, y con la escenografía diseñada por Christina Eleftheriadou. Hay momentos en los que habla de algo cotidiano como jugar al fútbol, y de repente viaja a la luna con la imaginación. Para mí, tú en escena (dirigiéndose a Nourdin) eres como un pajarito encerrado, que de pronto escapa con la luz, con la palabra. Hemos querido crear algo realista, ese muro, pero que se transforme en algo onírico cuando él imagina.
¿Siempre tuviste claro que el papel de este futbolista profesional palestino tenía que interpretarlo Nourdin?
Samy Khalil: Lo tenía ubicado por series que ha hecho en las que me ha encantado. Su trabajo me parece brutal. Y dio la casualidad de que nos conocimos en un partido de fútbol benéfico En ese momento, Foot no estaba en mi mente así que cuando aposté por montar este texto supe que tenía que hacerlo él. Afortunadamente, me dijo que sí. He coincidido con otros compañeros durante mi profesión como actor, pero te encuentras poca gente, tan buen actor como es él, pero además tan buena gente, tan humilde, tan de barrio como lo soy yo también. que es. Es muy fácil trabajar con gente como él, así Para mí es mi gran descubrimiento así que el día que dejemos de hacer Foot, habrá que buscar otra cosa para hacer juntos.
Al principio de esta temporada estuve charlando con Ahmed Younoussi, por el estreno de 14.4 de Juan Diego Botto y Sergio Peris-Mencheta, y estuvimos hablando de lo cansado que es a veces que te encasillen en un papel por ser un actor racionalizado. ¿Cuéntanos en tu caso cómo lo has vivido tú, Nourdin?
Nourdin Batan: Sin victimizarme por nada, lo único que quiero son las mismas oportunidades. Tengo amigos que han llegado de Marruecos a los 12 o 13 años, que a día de hoy son abogados. Por ese motivo, no hay que perpetuar estereotipos porque construyendo esos imaginarios se puede llegar a generar una repercusión peligrosa como inmigrantes que interpretan a prostitutas o un marroquí que interpreta a un yihadista o un camello. Eso es algo que irá cambiando conforme vayan cambiando la idea de los que escriben y de los que proponen. En mi caso particular, siento ese cambio muchísimo. Desde que empecé a adoptar mis primeros papeles y castings, a día de hoy he percibido una diferencia abismal. Ahora me convocan a casting donde el personaje no se llama Mohamed.
Samy, esta es tu primera dirección oficial. ¿Qué te impulsó a dar este salto con una obra como Foot? ¿Cómo lo está siendo esta experiencia?
Samy Khalil: No tengo presión porque lo mejor que he hecho desde el principio es rodearme de un equipo muy bueno: Nourdin, Christina Eleftheriadou, Óscar Fernández (iluminación), Laura Camila Forero (diseño gráfico y redes), Paul Rodríguez (fotografía), Nuria Chacón (distribución), Andoni Larrabeiti (Ayte. dirección)… todos. Tengo muchas patas donde apoyarme y me han ayudado a reforzarme. Vamos con una propuesta muy chula e interesante.
¿Qué se puede desvelar de la video escena?
Samy Khalil: Poca cosa, porque creo que es bonito que el público lo descubra. Alba, que es quien ha hecho la video escena, ha hecho una propuesta muy buena, sobre todo acompañando a Nourdin. Siempre dije que todo lo que hiciéramos -luces, vídeo, escenografía- tenía que ser un acompañamiento al imaginario, a la energía de Nourdin. Y creo que lo han pillado súper bien. En un principio pensamos en proyectar grafitis o pinturas de resistencia en el muro, cosas que están ocurriendo ahora mismo. Pero desechamos un poco esa idea y nos centramos más en acompañar el imaginario. Entonces, todo lo que se refiere a la palabra y la mirada de Nourdin viene acompañado por la videoescena.
¿Qué recepción o feedback habéis recibido por parte del público? ¿Os preocupa que la obra pueda ser tachada de ‘propaganda’?
Samy Khalil: Para mí, un buen indicador, y lo he hablado con el equipo, ha sido ver a gente venir emocionada al final de las funciones, tanto en Getafe como en Casa Árabe. Gente que no tiene por qué estar al día sobre la causa palestina o que directamente desconocía lo que está ocurriendo, pero que ha salido tocada emocionalmente. Eso me parece muy potente. El montaje está funcionando no solo como una obra, sino como un espacio de reflexión.
Nourdin Batan: Mi entorno sí está más comprometido y al tanto de lo que pasa allí, pero no hemos sentido miedo ni hemos tenido que tener un especial cuidado por el tema que tratamos. No me da esa sensación ni al hablar de la obra, ni al promocionarla. Al final, estamos contando una historia real. No arremetemos directamente contra nadie, aunque podríamos, porque tenemos derecho a la libertad de expresión. Pero esto no va de eso. Es un recorte de vida que ponemos sobre el escenario para que el público saque sus propias conclusiones.
En la nota de prensa no aparece la identidad del jugador en el que se inspira la historia. ¿Está hecho a propósito? ¿Es una forma de no hacer spoilers o de no centrar la narrativa solo en él?
Samy Khalil: Un poco sí. Tomamos su historia como excusa, pero no queríamos centrarnos únicamente en su experiencia, porque eso limitaría el relato. Usamos su historia para hablar de las miles de historias como la suya, incluso peores. No queríamos hacer un biopic, sino rendir homenaje y a la vez mostrar una realidad colectiva.

Nourdin, eres hijo de madre ceutí y has mencionado que si no fueras actor, serías político. ¿Cómo conecta tu historia personal con el conflicto que narra Foot?
Nourdin Batan: No siento que esté interpretando algo lejano. Cada vez que hacemos Foot siento un compromiso personal. Me encanta el texto. Imagino que se debe a mi origen, a la religión que practico, pero también a que esto forma parte de mi día a día. Si no estuviera haciendo esta obra, estaría hablando del tema en casa con mis amigos. Como artista, muchas veces uno siente la tentación de autocensurarse por miedo, pero aquí siento que estoy haciendo lo que tengo que hacer.
¿Y cómo gestionáis las emociones?
Nourdin Batan: Acabo como si me hubiese pasado un camión por encima. Pero aún así, no es nada comparado con lo que se vive allí. Aquí salgo del teatro, me monto en mi coche, me voy a casa con calefacción a jugar a la Play. Emocionalmente es un viaje duro, pero como actor es un regalo. Me permite aportar algo.
Samy, como hijo de padre palestino, ¿cómo ha influido tu herencia en la manera en que has dirigido esta historia? ¿qué heridas personales o familiares atraviesan esta puesta en escena?
Samy Khalil: Durante el proceso de ensayos, asesinaron a mi tía Hanan. Fue en octubre, mientras recogía aceitunas. Le dispararon por la espalda. La mataron en el acto. Ese dolor inevitablemente influye en la propuesta que he hecho como director. La obra comenzó siendo un compromiso con una causa que me atraviesa desde pequeño, mi padre es palestino, pero ahora, después de lo que pasó, me toca aún más de cerca. Todo ese dolor lo estoy intentando convertir en algo escénico, en una manera de contar y resistir.
Nourdin, no sé si eres aficionado del fútbol o si tú has jugado… cuéntanos cómo construiste el personaje?
Nourdin Batan: Bueno, es algo que… es verdad que nunca lo he pensado ni lo he verbalizado, pero mi padre era futbolista profesional en Marruecos, en el equipo de Casablanca, que era un equipo muy importante. Y a los 18 años se coló en un barco que salía de Casablanca a Cádiz y vino como inmigrante ilegal a España. Yo jugué al fútbol desde los 4 años hasta los 14, que ya me cansé. He jugado al fútbol y me encanta. Entonces, sí que es verdad que era como… fútbol, y una historia de algo que está ocurriendo, una denuncia… o sea, era como todo lo que…
¿Qué es más difícil, trabajarla a nivel emocional o técnicamente?
Samy Khalil: Yo creo que un poco las dos cosas. Conducir lo emocional… no sé a ti qué te parece desde la interpretación, pero yo desde fuera… Para mí lo más complicado es eso: técnicamente, conducir la emoción. Porque claro, es un monólogo. Tenemos que pasar de momentos muy íntimos a momentos con el público, más emocionales, y luego otras cosas más narrativas. Todo eso, técnicamente, cómo dibujarlo, cómo transitarlo… claro.
Nourdin Batan: Por la parte que me toca, no tanto a nivel técnico, no soy tan consciente de las cosas que están ocurriendo. O sea, yo me encargo de la parte única y exclusivamente interpretativa. No pienso en el foco, ni en las cosas… en conceptos que ni siquiera entiendo. Ni siquiera sé lo que es un símbolo en teatro. Simplemente empiezo, lo hago, disfruto… y ya está. Tengo la suerte de no tener que estar pendiente.
Samy Khalil: Es muy interesante lo que dices. Que digas que no entiendes, porque es verdad que no lo entiendes, pero lo intuyes muy bien.