En 2018 Lara Brown (Covarrubias, Burgos, 1986) decidió volver a la jota de Castilla y León que practicaba a conciencia cuando era pequeña. Fue un acto de regresión hacia el folclore y a un pasado, pero desde el prisma de performer y creadora de movimiento que viene desarrollando a través de un cuerpo que se mueve y genera pensamiento. En esto de volver la mirada de nuevo a lo que fue, a aquel baile regional que practicaba de niña, cuenta la creadora a esta revista que fue una anécdota la que lo desencadenó todo. “Fui de visita a mi pueblo (Brown reside en Barcelona) y había una exposición con fotografías de aquellas danzas y en una aparecía yo de niña. Pensé, ‘ostras, claro, esto pasó’. Por supuesto que lo sabía, forma parte de mi vida, pero no lo tenía presente. Entonces, algo se despertó y me empezó a interesar la relación que he tenido con el baile desde niña, tan pequeña. Así que empecé a revisar todo lo que quedaba de aquello en mí, y resultó que era mucho, es increíble la memoria que habita en el cuerpo”.
De aquella vuelta a un cuerpo transitado por el folclore seguramente sea la obra Bailar o lo salvaje la que mejor represente el discurso que Lara Brown viene perfilando en los últimos años a través de una creación contemporánea del movimiento que, de alguna manera, deconstruye aquellas jotas para armarlas de nuevo desde otro lugar. “Me di cuenta de que me apetecía mucho estudiar. Relacionarme con hechos históricos, prácticos y concretos, ensayos atravesados por la filosofía pero también por los datos, con fechas”, explica.
Los próximos 11 y 12 de enero Brown mostrará en los Teatros del Canal su último trabajo, Lo imposible es desaparecer, estrenado en 2023 en Mérida dentro del Festival Escena Patrimonio. La pieza continúa esa misma estela de investigación, acompañada, en esta ocasión, del también performer Jonás de Murias. Ella, desde el movimiento pensado y desarrollado a partir de pasos y bailes de la jota serrana; él, con las palabras que recorren las instrucciones de esta jota que Justo del Río dejó escritas en la revista Folklore. “En este trabajo nos preguntamos qué función tienen los archivos de cultura popular, de folclore. Está la intención de los folcloristas de mantener los bailes como son, pero encontré muy difícil la relación que hay entre la palabra y el movimiento. Te encuentras con descripciones del contexto, del lugar, instrucciones de los pasos. La intención es buena, escribir para mantener y dejar constancia de algo, pero la interpretación de esas instrucciones, incide demasiado la subjetividad. Porque en cuanto pones en relación tu cuerpo con esas instrucciones, se produce una tensión. Entonces aparece la pregunta ¿cómo puede mi cuerpo interpretar las palabras así?
En la sinopsis de esta pieza aparece otra pregunta: ¿cómo es posible que las danzas populares puedan haber llegado hasta el presente? ¿Cómo creen que ha sido este proceso?
Lara Brown: No tengo una respuesta y por eso hago la pieza. De hecho, esta pregunta se presenta como el motor de la obra. En mis creaciones hablo o planteo hipótesis, pero, en principio, sin respuesta. Mi investigación abarca el cómo los cuerpos bailan, por qué se juntan para bailar, por qué aplaudimos, todo en relación con la cultura popular. Y la hipótesis es cómo es posible que los bailes viajen por el tiempo, más que por el espacio. No es lo mismo un cuerpo de 2024 que uno de 1880. Influyen contextos como el clima, el motivo de la celebración, el estado en el que bailes. Pero los cuerpos de los danzantes trasladan los bailes hasta nuestros días y la idea es sostener la pregunta durante toda la pieza.
¿Es la primera vez que trabaja de una manera tan directa con la palabra?
Lara Brown: La verdad es que la palabra no es algo con lo haya trabajado hasta ahora como material de movimiento. Y lo que me interesa en realidad es encontrar fisuras a partir del propio movimiento. Si vieses mis apuntes… aparecen personajes, lemas como ‘piernas violentas’, ‘brazo trapo’… Las palabras me sirven para construir imágenes, lugares. Me interesa lo que hay de la piel para adentro, que debe ser como un parque de atracciones que no podemos ver. Y llevo varios años trabajando desde ahí. La obra versa sobre relacionarnos con las instrucciones de Justo del Río y ponemos en marcha x ejercicios. Yo, desde la danza y Jonás con la palabra. ¿Cuántos lugares tiene la danza dentro del cuerpo?
Lo imposible es desaparecer se estrenó en un espacio muy determinado dentro de Escena Patrimonio, ¿cómo ha evolucionado en relación a otros lugares de exhibición?
Lara Brown: La verdad es que la pieza tiene un recorrido muy curioso. Antes de la invitación del festival para la creación de un trabajo, ya había una intención de trabajar con Jonás para hacer una cocreación que incluyera su trabajo alrededor de la palabra y sonidos tradicionales. Tras la propuesta de Escena Patrimonio de mostrarla en Mérida el año pasado, el trabajo se pensó para un escenario en la Alcazaba, gigante, de noche, y se relacionaba de manera muy concreta en el espacio. Finalmente no pudo ser ahí porque llovió a mares y se cambió al Museo de Arte Romano que también tiene una arquitectura realmente impactante. Desde entonces, Lo imposible es desaparecer se ha ido relacionando con lugares muy diversos lo que nos ha permitido entender también qué es la pieza en sí misma, más allá de su relación con los espacios donde se muestra. Ahora, trabajando en los Teatros del Canal, donde se mostrará en la Sala Negra, estamos emocionados descubriendo nuevas posibilidades y descubriendo cómo la obra es capaz de mantener la esencia de la propuesta.
Desde hace unos años el folclore está bastante presente desde la danza contemporánea, ¿a qué cree que obedece este hecho?
Lara Brown: La historia y el contexto sociopolítico siempre han atravesado las danzas. Es como poder mirarlo desde el ahora, no se trata de desempolvarlo, sino de hacerlo visible a través de otras prácticas y materiales. El baile popular sucede porque las celebraciones siguen pasando. Supongo que en relación a tu pregunta habrá de todo en la escena contemporánea, pero prefiero pensar que responde al hecho de hacerse preguntas profundas alrededor del folclore, por lo menos, esa es mi relación. Es como descubrir una de esas maravillosas máquinas de coser antiguas y descubrir todas las posibilidades que tenían desde el presente. Un ejercicio de memoria, en este caso desde un cuerpo que piensa y genera pensamiento.
El cuerpo y sus infinitas posibilidades, marcado por una investigación contemporánea de la jota serrana, atraviesa esta obra en la que la danza también recorre diversos estados, “desde un baile sutil, hasta la animalización, desde la coreografía ligera hasta la formación de figuras imposibles”.