¿Qué significa para ti interpretar a Sir Wilfrid Roberts en esta adaptación de Testigo de Cargo?
Es uno de los grandes personajes de un gran texto teatral de Agatha Christie. Es un gran reto actoral y un trabajo muy diferente a los que había hecho hasta ahora. Y aunque es un personaje que había visto antes, no he querido repasar la película para prepararme el papel.
¿Cómo te preparaste para dar vida a este abogado tan complejo y tan icónico?
El texto es muy bueno y yo me he alimentado puramente del dibujo de la versión de Roberto Santiago y de la información que contiene en su forma como abogado y como ser humano y he huido un poco como te comentaba antes, de ver o repasar el trabajo de Charles Laughton porque entendí que me condicionaría mucho y tenía mucho peso repasar ese trabajo para hacer el mío.
¿Qué retos presentó trabajar con un texto de Agatha Christie adaptado por Roberto Santiago?
El reto es el personaje que es de una gran complejidad que no sale de escena pero es un personaje que tiene pocos asideros emocionales los tiene mucho más basados en su aspecto deductivo, en su pasión hacia su trabajo. Es una obra que navega más en el thriller y no es un teatro especialmente emocional. Hay muchísimo lenguaje procesal que te aleja de lo emocional y te acerca más a lo deductivo y a la performance que tiene que hacer un abogado en una sala de juicio. El personaje tiene dos rasgos diferenciados: en su parte más personal se muestra en su despacho y en su casa y luego el gran bloque de la función que es el juicio donde despliega su parte profesional.
La obra aborda temas como la manipulación y la toxicidad en las relaciones. ¿Cómo afecta este trasfondo a tu interpretación?
La obra aborda temas como la manipulación y la toxicidad en las relaciones y esto se ve en la relación que hay entre el acusado y su mujer, pero la obra también aborda la manipulación de la información, de la verdad, cómo armar la mejor historia para esquivar la justicia o para jugar con ella. Esto está tanto en esa pareja como en la arquitectura de la función. A mi interpretación le afecta de manera relativa porque el abogado que tiene mi personaje es un gran profesional donde prima en él un poco más el escepticismo y la ironía que una empatía muy profunda. Es un viejo zorro.
Fernando Bernués dirige esta puesta en escena. ¿Cómo describirías su estilo de dirección y la atmósfera que crea en el escenario?
Hay que tener en cuenta que Fernando tiene una gran formación como escenógrafo y ha huido de una recreación realista de ese Londres de 1947 y de ese ambiente judicial generando un espacio minimalista, muy contemporáneo, donde luz, interpretación y actitud recrean diferentes espacios y diferentes contextos. Fernando confía muchísimo en nosotros, nos deja hacer, nos deja aportar y nos acompaña de manera maravillosa con un espacio escénico muy sugerente.
El juicio es el eje central de la obra. ¿Cómo se mantiene la tensión en un escenario teatral durante un juicio tan intenso?
Por supuesto, el juicio es el eje central de la obra y es el pilar fundamental de este thriller. El texto de Agatha Christie es tan manipulador e inteligente que en si mismo mantiene esa atmósfera de tensión, teniendo en cuenta que estamos hablando de un juicio por asesinato a una anciana de 77 años de manera muy violenta que ya genera un espacio sórdido. Es Agatha Christie con su texto y la versión de Roberto Santiago la que mantiene la tensión y nosotros con esa interpretación la apoyamos.
Agatha Christie es conocida por sus giros argumentales. ¿Qué efecto tiene esto en la dinámica de los ensayos y la construcción del personaje?
En esta función los giros argumentales son casi el ADN de Agatha Christie. Ese efecto me lo causó en la primera lectura. La sensación que tuve como espectador leyendo la función nos dio las pautas para sentir la sorpresa y el asombro que sienten los espectadores en los giros que tiene la función. Esto se incorporó a los ensayos de una manera muy natural.
¿De qué manera contribuye el diseño del espacio escénico de la narrativa de esta pieza?
Con respecto al diseño del espacio escénico, Fernando huyendo del realismo crea casi un espacio vacío, muy minimalista pero lleno de atmósfera a través de unas proyecciones, de unos dibujos clásicos de los juicios, a través de un blanco y negro muy puro donde destaca el color de los actores y de una música muy minimalista y una luz muy bien diseña nada genera una atmósfera judicial y de tensión estupenda.
El elenco cuenta con actrices y actores como Isabelle Stoffel y Adolfo Fernández, ¿Cómo ha sido y está siendo trabajar con ellos?
Con respecto a toda la compañía, trabajar con ellos está siendo una maravilla. Es una compañía absolutamente deliciosa. Son grandísimos actores y creo que estamos todos remando en la misma dirección. Nos llevamos muy bien con el director y el diálogo creativo es día a día en los ensayos, en el estreno en Zaragoza, en las funciones que hemos hecho en Alicante…
La música original de Orestes Gas añade una dimensión extra a la obra. ¿Cómo influye la atmósfera del juicio y en tu interpretación?
Creo que está en el mismo universo que la dirección escenográfica que Fernando. Es una música minimalista, muy sugerente, que apoya en su precisa y justa medida los momentos de tensión generando atmósferas muy interesantes y también transportándonos a ese Londres de 1947 que nos describía Agatha Christie. Orestes es un gran músico.
¿Qué papel juega el diseño de luces de Ciru Cerdeiriña en los momentos más tensos de la pieza?
Rema en la misma dirección de lo que te comentaba anteriormente. Es una luz precisa, minimalista, muy elegante y cautivadora.
En tu opinión, ¿por qué Testigo de cargo sigue siendo relevante y cautivadora para el público?
Porque habla de la manipulación de la verdad y de cómo una buena historia a veces tiene más peso que la verdad. En los momentos que estamos viviendo de información/desinformación donde el status judicial hay que cuidarlo especialmente, a la gente le llega mucho la función precisamente por cómo Agatha Christie te cuenta cómo se puede jugar con la verdad para sortear la justicia y el poder de la dialéctica. Eso está de plena actualidad.
La obra plantea una lucha entre la verdad y la mejor narrativa, ¿crees que esta reflexión tiene un eco en nuestra sociedad actual?
Como te acabo de comentar, la lucha entre la verdad y la mejor narrativa, la utilización para bien o para mal de la palabra tiene mucho eco en nuestra sociedad actual. Más que nunca porque nos enfrentamos a este momento donde las verdades no son tan verdades y las mentiras se inventan y se instalan como verdad y estamos viviendo un momento de bulos y en el que discernir entre lo que realmente sucede y la mejor narrativa es muy difícil.