“Creo que el teatro es un arte colectivo donde nos necesitamos los unos a los otros”
Hablamos con Juan Cecero, uno de los impulsores, junto a Gérard Imbert, de exlímite, un proyecto que pretende fomentar el teatro de creación dentro de un marco independiente y colaborativo y cuya compañía ha creado dos montajes que están llamando mucho la atención: Los Remedios y Cluster.
exlímite, un proyecto de creación diferente
Por Jose Antonio Alba y Sergio Díaz
Foto: web Elvira Sánchez Gallo
Hablemos de exlímite. ¿Cómo os nació la idea de abrir un espacio propio? ¿Qué os impulso a meteros en un proyecto tan arriesgado y necesario?
Gérard Imbert y yo compartíamos la idea de buscar un espacio en Madrid donde continuar la colaboración que venía produciéndose desde hacía años en la Casa del Pino, la residencia artística que tiene en Hondón de las nieves, Alicante. Durante años habíamos organizado talleres, encuentros, laboratorios y ensayos de diversas compañías y proyectos en los que estábamos implicados. Él y yo, además de nuestra amistad, siempre hemos compartido el deseo y el interés de desarrollar a través de distintas experiencias una serie de líneas artísticas donde la formación, la investigación, la creación, la búsqueda de nuevos lenguajes, el riesgo y el compromiso con la sensibilidad contemporánea fueran trazando un camino. Y fue en ese punto donde quisimos buscar un espacio para crear exlímite, un proyecto que nos permitiera hacer eso a nosotros y compartirlo con otras compañías o artistas que tuvieran los mismos objetivos.
Aunque lo habéis rehabilitado, imagino que en las instalaciones de Kubik Fabrik encontrasteis un lugar inmejorable para comenzar vuestro proyecto…
Si, eso fue una suerte. Estuvimos buscando espacio durante tres años y vimos muchos que tenían potencial pero que necesitaban una inversión importante para adecuarlos para la actividad de espacio de creación y muestra. El espacio, de alguna manera, nos determinaba qué tipo de proyecto íbamos a poder. El espacio donde había estado Kubik, además de presentar unas condiciones de partida que nos permitían abrir con relativa facilidad, ampliaba la dimensión del proyecto y nos permitía exhibir lo desarrollado en el espacio. Tardamos un año en dotarlo técnicamente y comenzar las muestras y funciones.
El cierre de Kubik dejó un gran vacío en Usera que vosotros vinisteis a llenar, con vuestra propia identidad, eso sí. ¿Cómo es vuestra relación con el barrio?
Desde que llegamos sentimos la red que el proyecto de Kubik había trenzado en el barrio, con los vecinos y con los servicios necesarios para todo lo que necesitábamos hacer. Toda la rehabilitación se hizo contando con pequeñas empresas del barrio. Pero lo más importante vino cuando empezamos a abrir nuestras puertas y los vecinos volvieron a asistir a las representaciones. Nos dimos cuenta de la necesidad que tenían de volver al teatro y lo necesario de continuar compartiendo todo lo que estábamos desarrollando.
Tras medio año paralizados por la pandemia, estamos tratando de reconectarnos con las asociaciones del barrio, los colectivos artísticos y sociales que desarrollan su labor ahí (que son muchos) y generando nuevas colaboraciones con proyectos propios y de otros agentes que colaboran con nosotros.
¿Cuáles son las líneas maestras que definen el proyecto exlímite?
exlímite es un espacio de investigación, formación, colaboración y creación teatrales, orientado a la innovación y a la búsqueda de nuevas formas teatrales. Acoge trabajos ajenos, guiado por un espíritu colaborativo, pero tiene su propia compañía, que es la que define sus líneas artísticas y es vertebradora del proyecto global. Gérard define las líneas de La_Compañía con mucha precisión; “un teatro vital y de la emoción, más allá del realismo y de la psicología del personaje, donde cohabitan y se complementan texto original, trabajo físico del actor, interpretación coral, más allá de la linealidad del relato, más allá también de la compartimentación entre géneros y lenguajes artísticos. En este sentido, las dos primeras creaciones de La_Compañía son representativas de las líneas artísticas que defendemos. “
Por eso llamamos nuestro espacio exlímite, con una palabra inventada, para significar este aventurarse en lo desconocido, ese reinventar el acto de hacer teatro, buceando más allá de los límites dictados por la rutina y el temor a no corresponder a lo que gusta.
exlímite no es una sala de exhibición al uso. ¿Por qué habéis querido huir del modelo de teatro con multiprogramación y exhibición continua?
Tratamos de concebir el proyecto desde un ángulo artístico tratando de ocupar el vacío que las compañías, proyectos y artistas escénicos tenemos a la hora de crear; el espacio de creación. Es muy difícil encontrar un espacio, fuera de los marcos institucionales, donde poder desarrollar un proyecto en todas sus fases. A menudo nos encontramos con la imposibilidad de probar los aspectos técnicos o de adaptar el ‘escenario’ a las dimensiones reales del teatro en el que representamos.
Nuestra atención está puesta en tratar de modificar el cómo hacemos teatro, desde todos los ángulos. Para eso hace falta tiempo y disponer de un espacio que permita los desarrollos tanto artísticos como técnicos. Creemos que la manera en la que creamos tiene un impacto directo en el resultado de las propuestas.
Por eso el proyecto no está enfocado a la exhibición, y no digamos de la multiprogramación, porque subordinaría el espacio a ser una sala al uso y no una incubadora de proyectos. Exhibimos porque consideramos que el encuentro con el público es fundamental en el proceso de creación de una pieza y necesita de ese contacto continuado para terminar su cristalización. Puedo hablar por experiencia propia cuando digo que he estado en muchos proyectos que al no haber tenido la oportunidad de mostrarse delante de un público más que en contadas ocasiones nunca llegaron a terminarse del todo. Uno de nuestros objetivos principales es dilatar las fases por las que atraviesa cualquier producción, dar tiempo y espacio, tanto para ensayo, como para mostrarlo, para que consiga fraguarse y alcanzar su máximo potencial.
¿La programación de Los Remedios, obra de vuestra compañía, en el CDN es un reconocimiento a vuestro trabajo? ¿Cómo lo sentís?
Nos sentimos muy afortunados y agradecidos. Los Remedios está siendo toda una aventura que cada día no deja de sorprendernos. Las reacciones de los espectadores que nos han acompañado durante la temporada que hemos estado en el CDN han sido emocionantes. Pero personalmente trato de no perder de vista que el compromiso con el trabajo, el rigor y la confianza con la que hemos trabajado debe ser el mismo haciendo la función en exlímite, en el María Guerrero o en cualquier teatro. Hemos alcanzado a un público, gracias a la visibilidad que nos aporta el CDN, al que no hubiéramos podido llegar de otra manera. Toda lo que estamos viviendo con Los Remedios nos hace sentir que este es el camino.
Ahora tenéis entre manos Cluster, una producción que, por complejidad y equipo, posee un formato más propio de un teatro institucional que de una sala off. ¿Qué lleva a una compañía como exlímite a embarcarse en este ‘más difícil todavía’?
Para mí, Cluster podría leerse como una declaración de intenciones artísticas, al igual que Los Remedios, pero más radical, por el número de artistas que forman el equipo, por su extensión y si, por su complejidad. El epicentro del trabajo está en el contenido de la obra, nuestro viaje hacia las profundidades de nuestra ‘juventud crepuscular’, y el desarrollo de una manera de hacer y entender el hecho escénico. Como actor y tras muchos años de formación en entrenamientos y proyectos basados en ‘lo grupal’, mi idea de teatro pasa por la idea de compañía. Las compañías que me inspiran son aquellas que desarrollan trabajos donde la co-creación y la colaboración entre los elencos y el equipo artístico es estrecha y sincrónica. Yo me acerco a la dirección y la creación para experimentar determinadas formas de hacer. De ahí la importancia que le doy al entrenamiento del elenco, la aplicación de metodologías, el trabajo por capas y simultáneo de todos los aspectos de la pieza; puesta en escena, texto, interpretación, universo plástico, sonoro, etc. Creo firmemente, siguiendo las lecciones de gigantes como Anne Bogart o Jan Lauwers que el teatro es un arte colectivo donde nos necesitamos los unos a los otros y en realidad, el más difícil todavía, tiene que ver con llevar esas ideas lo más lejos posible.
La obra es una creación colectiva que, a través de las vivencias de cada uno de los integrantes del elenco, mezclando lenguajes, reflexiona sobre lo colectivo y lo individual, ¿cómo se logra dar coherencia a una apuesta como esta?
En realidad, ese es uno de los retos principales de Cluster. En el origen del proyecto estaba el deseo de zambullirnos en la complejidad y la coralidad, tomando como referencia, sobre todo del cine, estructuras corales y cruzadas, como en Magnolia de Paul Thomas Anderson.
La coherencia se consigue despojando a las estructuras del componente dramático donde la fábula o la acción dramática se desencadena, se desarrolla y llega a un punto. Pasar por la fragmentación, la desconstrucción de los elementos que intervienen en el material y su posterior ensamblaje a través de lógicas asociativas, combinaciones o lógicas musicales o energéticas.
En este sentido, el trabajo de Paola de Diego ha sido fundamental para la propia estructura dramaturgia del espectáculo, ya que la idea que sostiene todo el universo plástico enmarca, habilita y cataliza el trenzado de historias, siendo al mismo tiempo un lugar concreto, un bar, y un espacio donde los imaginarios de los personajes pueden desplegarse.
En Cluster hay sueños, miedos, anhelos, humor, desencanto habláis de la épica de lo cotidiano a través de personajes que tienen en común la edad, ¿es un canto a vuestra generación?
El punto de partida fue pensarnos de manera individual y tratar de percibir qué era aquello que podría definir nuestro ‘sentir’ como generación que nacimos en los ochenta. Pero el propio proceso de creación fue revelando algo que no podíamos ver al principio, pero que siempre había estado allí. Uno de los materiales de partida era el poema de Gil de Biedma “No volveré a ser joven”, sobre todos sus primeros versos: Que la vida iba en serio / uno lo empieza a comprender más tarde / -como todos los jóvenes, yo vine /a llevarme la vida por delante. Pero al ver toda la pieza ensamblada Fernando Delgado-Hierro, quien firma la dramaturgia textual, y yo, sentimos que más que un canto a nuestra generación era una despedida de nuestra juventud, una suerte de réquiem. En realidad hablamos de que hemos dejado de ser el hijo y la hija de nuestros padres, para convertirnos en los padres y las madres de nuestros hijos.
¿Cuál es el mensaje o la reflexión que queréis que cale en el público?
Cluster tiene mucho de ‘neoexistencialismo’, como lo nombra Gérard Imbert en su libro Crisis de los valores en el cine postmoderno. Y ese estado de duda, introspectivo, de autoreflexión, de cierto narcisismo está muy presente en la sensibilidad actual. Lo que hacen los cuatro actores y las cuatro actrices en escena es un ejercicio de apertura, honestidad y desgarro que el público recibe como un torrente de energía que nos ilumina con su potencial y su vida y nos conmueve por su angustia y su oscuridad.
Primero con Los Remedios, ahora con Cluster, ¿podríamos decir que la autoficción es la seña de identidad de vuestros espectáculos?
Fernando Delgado-Hierro y yo sentimos cierta debilidad por jugar con lo propio y crear desde ahí, pero creo que ambos coincidiremos en que es un vehículo que hemos utilizado en estos trabajos para acceder a una manera de estar en el escenario y de relacionarnos con nuestra propia creatividad. En mi caso, ya que yo trabajo con el universo de los demás, lo importante es cómo lo propio genera una relación muy específica en la presencia del actor y en la profundidad del vínculo con el material. Creo que eso no es exclusivo de la autoficción, pero sí es fundamental que la voz creativa del actor o la actriz, a través del proceso de creación, esté presente. Nosotros trabajamos con la ficción, aunque el punto de partida sea lo propio. Pero una ficción que se crea en el proceso, no que viene dada a priori. Por lo tanto, si tuviéramos que nombrar una seña de identidad de La_Compañía serían más los procesos de investigación y co-creación.
¿Habrá vida para Cluster fuera de las paredes de exlímite?
Sí, y más pronto de lo que esperábamos. No podemos estar más emocionados. Todo un reto. Vamos a estar del 9 al 13 de Junio en la sala Max Aub de las Naves del Español en Matadero.