¿Quiénes son los Héroes en diciembre?
Son los que se atreven a poner sobre la mesa lo que está bajo la alfombra el día de nochebuena en la cena familiar. Los que por ser marginados nunca son reconocidos como héroes. Los que por intentar quitarse la vida nunca podrían denominarse así y se les reserva la etiqueta de fracasados o cobardes. Son los que, como decía Lorca “no tienen nada y hasta la tranquilidad de la nada se les niega”.
¿Cómo te surge la necesidad de escribir este texto?
Suena redundante, pero la necesidad ha sido la de escribir en sí. Y aunque esto suela ser la norma, en mi caso es la primera vez que me he sentido con una libertad tan grande durante el proceso creativo. Además de la escritura, también surge de la motivación por abordar todo aquello que está en la sombra, más allá de la concreción del suicidio, preguntas pendientes a nivel personal que se han convertido en universales.
Durante mucho tiempo no se ha hablado del suicidio en los medios de comunicación, pero cada año se suicidan en España 3500 personas. Es una cifra muy elevada como para no hablar más de este tema. ¿Por qué el suicidio sigue siendo un tema tabú?
El suicidio es una realidad que no estamos sabiendo abordar como sociedad. A día de hoy, siguen existiendo protocolos en los medios de comunicación sobre cómo tratar (o mejor dicho, cómo no tratar) las noticias sobre suicidios por el temido Efecto Werther (imitación de conductas suicidas). En cambio, todavía no contamos con un plan nacional de prevención que aúne el sistema educativo, sanitario y social, por lo que solo podemos seguir perpetuando el tabú, los falsos mitos y la marginación.
Imagino que los perfiles también son muy variados. ¿Cualquiera de nosotros puede verse abocado a tener estos pensamientos en un momento dado? No a todo el mundo le pasa, claro, me refiero a que ¿Es algo que puede sobrevenir en un momento dado sin haberlo imaginado antes o sucede por la mochila emocional que arrastramos?
El tratamiento que se hace del suicidio en Héroes en diciembre es precisamente desde la idea de que podríamos ser tú o yo quienes nos viéramos ahí, desmontando la idea de que el suicidio solo está relacionado con los trastornos mentales. Existe un alto porcentaje de personas que se suicidan o intentan suicidarse por un motivo mucho más temporal, súbito o irracional. Como dice el personaje de Agnes en la función, “verme te recuerda que el cerebro puede poner tu destino literalmente en tus manos. Y eso es casi imposible de soportar”. Por eso mismo creamos barreras que nos permitan mirar con distancia y no identificarnos.
Para documentarte, ¿Has hablado con asociaciones, familiares, con personas que se hayan visto en este trance? ¿Cómo han sido esas conversaciones?
La obra no ha partido desde una fase de documentación como tal sino desde la experiencia más personal. Después sí que he ido enriqueciendo la función a través de testimonios de personas cercanas y de materiales preexistentes. Las conversaciones han sido muy liberadoras. Ha sido una fuente de inspiración comprobar que tras pasar por una experiencia así, la mayoría habla sin reparo, despojada de los eufemismos. Hubo anécdotas muy duras de escuchar, sí, pero también comprendí esa necesidad de reírte e incluso de hacer chistes internos sobre tu propia vivencia.
Pero la obra no sólo aborda el suicidio, es mucho más. ¿Qué pretendes mostrar al público con ella? ¿Es un grito de esperanza, de vida, de auxilio?
Como bien refleja la programación del Centro Dramático Nacional, la función está dentro del bloque denominado ‘¿Vivir?’. La obra trata otros temas como la despoblación rural frente a superpoblación urbana… la autoexigencia de una generación que parece creada para cumplir una expectativa que ya está frustrada de antemano… Creo que la obra es un grito de auxilio porque los personajes reclaman ser escuchados, reclaman vivir por encima de sobrevivir. Sí, la esperanza también está presente personificada en la creación artística, que es lo único que tanto a mí como a los personajes de la obra les pudo salvar.
Hay algo que escribes al presentar la obra y es “que sobrevivir no puede devolverle las ganas de vivir”. ¿Podrías ampliar el significado de esta frase?
Los personajes de Héroes en diciembre han aceptado un programa de terapia colectiva para reinsertarse y recuperarse tras su intento de suicidio. Sin embargo, para la protagonista, las dinámicas repetitivas y la falta de profundización en el problema no le ayudan a encontrar la alternativa a la muerte. Como dice Berta en la obra: “yo solo quería que se me pusiera la piel de gallina”…
Tu obra también habla de la despoblación del mundo rural. Personas que quieren volver a la vida dando vida a una tierra que la pierde, ¿Puede ser ese el nexo de unión entre ambos conceptos?
Quizás sí aunque no apareció de forma muy consciente. Suelo partir de imágenes para empezar a escribir y en este caso vi a los personajes reparando unas instalaciones deportivas abandonadas. Después, sí, ha cobrado mucho sentido. Otra lectura posible es que aunque el programa propone la reinserción de los suicidas a través de la repoblación, en realidad supone un desplazamiento de los mismos hacia la periferia.
¿Cómo has elaborado la puesta en escena?
Para mí la dirección es una segunda escritura. Por eso la he asumido sin imponerme nada, ‘olvidándome’ en cierto modo de la autora y buscando la mejor manera de contar esta historia. Creo que es una puesta en escena que refleja la fragmentación y la heterogeneidad que ya existe en el texto, rompiendo con diferentes estilos y lecturas. Espero que la elección de la puesta en escena sea un potenciador del texto que escribí en su momento sin expectativas de ser representado.
Hablando de los intérpretes, ¿Cómo ha sido el casting? ¿Qué premisas les has dado para que puedan abordar mejor el trabajo?
Justo antes de que nos confinaran en marzo de 2020 hice un laboratorio en el que pude indagar con las actrices. Fue tan fácil ver reflejados a esos personajes que ahora me cuesta pensar cómo eran en mi imaginación cuando no existían Marta, Mónica, Rodrigo y Helena. Como premisas para abordar el trabajo, nada especial además de una actitud abierta a la experimentación y del compromiso con lo que estamos contando.
¿Cómo te ha acompañado David Bowie en este viaje?
No tengo ni idea de cómo empezó todo esto de Bowie, solo que me acompañó escribiendo durante el proceso de creación y eso se vio plasmado en el texto. Poco a poco se fue convirtiendo en referente de la libertad creativa, del arte como salvación, y su canción Heroes, en un himno. Lo más increíble para mí fue cuando José Pablo Polo, nuestro músico y diseñador de espacio sonoro, me contó que tenía mucho sentido que Heroes hubiera estado siempre ahí. La canción presenta varios desequilibrios en su composición musical que él vinculaba claramente con esa sensación de vértigo, de abismo que hay en los personajes y en la función.
Con este texto recibiste el Premio de Teatro para Autores Noveles ‘Calderón de la Barca’ 2019. ¿Cómo te sentiste? Imagino que sería un gran espaldarazo para ti, para tu trabajo…
Todo lo que se ha ido sucediendo en mi trayectoria teatral ha venido vinculado al Calderón. Me costó mucho asumir que había pasado y dejar de vivirlo como espectadora. Parece que hasta que no sucede algo así no te ves con la potestad de denominarte a ti misma dramaturga. Que todo esto haya desembocado en estrenar en el Centro Dramático Nacional un texto tan personal y tan al inicio de mi trayectoria supone un reto enorme y un aprendizaje todavía mayor.
