El camino hacia lo desconocido

 

 

Por Javier L. Patiño/@javierlpatino

 

 

Volver a casa con las manos negras, sucias en tierra, manchadas de pintura, la ropa oliendo a humo, con zumbidos en los oídos, con imágenes en las retinas, con más dudas que certezas, con más sombras que luces, y con un enorme interrogante sobre la cabeza que más que molestarte, debes alimentar. ¿Cómo es esta obra? ¿Quién será Kurtz?

 

Escribo esto cuando aún queda un mes para estrenar El corazón de la tinieblas en los Teatros del Canal. Cuando lo lea en la revista Godot (gracias por la oportunidad), estoy seguro de que sabré más sobre la obra, y la mitad de las cosas que queden aquí estarán equivocadas o serán estupideces. Un mes en Metatarso es un mundo. Una oportunidad eterna. Llevamos mucho tiempo ensayando y no sabemos aún cómo es la obra. Pero no es fruto del descuido o la incapacidad. La técnica de la cartografía ha avanzado tanto que ahora es posible saber dónde encontrarás un lago, un montículo, una ciudad con su densidad de población o los datos pluviométricos de la zona antes incluso de hacer las maletas. Sin embargo, nuestro mapa está en blanco. Una novela escrita en 1899 por un polaco autoconvertido a inglés que me queda tan cercana y tan alejada como el lugar y el tiempo donde empecé a leerla por primera vez.

 

No considero que inventemos nada. Al igual que Conrad -¿o es Marlow?-, nos enfrentamos a lo desconocido. Remontamos un río sin saber qué vamos a encontrar tras el siguiente recodo. Andar el camino hacia lo desconocido, en búsqueda de lo sublime y de lo terrorífico. ¿Cómo se hace si no? Nos equivocaremos, igual que ellos, y cometeremos errores que quedarán para la Historia. Lo que estamos haciendo es encontrar qué estamos haciendo. Pero, en realidad, no creo que nos equivoquemos. ¿Qué hay más importante que intentarlo?

 

Yo soy el ayudante de dirección de esta compañía desde hace ocho años y medio. Eso hago. Ayudo a Darío, que lleva dirigiéndola desde hace diecisiete años. Mucho antes de que yo llegase, él ya estaba haciendo esto. Con él he hablado de Amor y de forajidos, he versionado clásicos y textos contemporáneos. He estrenado montajes que han permanecido en cartel apenas dos semanas y otros que han girado por toda España y han estado programados en algunos de los teatros más importantes de este país. Hemos creado una compañía que pasó de ser pequeña a ser… lo que es ahora. Cada uno que le ponga el adjetivo que prefiera. Se nos han unido personas ya indispensables; Cris, Álvaro, Manolo. Y ese espíritu permanece. El capitán otea el horizonte y sostiene el timón con firmeza y coherencia. Con cuidado pero al mismo tiempo con riesgo.

 

Luego llegaremos finalmente al Canal (¡qué lugar emocionante para estar este año!). Y creo que llegaremos con algo que decir. Hablaremos de colonialismo, de capitalismo, de Leopoldo, de marfil y caucho, de África y Europa. Del Mal necesario o no, de nosotros, del día de hoy, y de muchas otras cosas que todavía no sé cuáles son. Lo haremos gracias a la generosidad de Ernesto, Ana, Kess y Jose Luís. Igual hay alguien más, ahora no lo sé. Veremos el río y Londres, cabañas y sangre, baile y el tan esperado horror. Estaremos vestidos por Ana y envueltos en Mewi. Inspirados por cada persona que ha pasado por nuestro lado. Y una vez ahí, ya será de los demás. De los que miran. De los que han querido mirar. Si se suben al barco o no es algo que se verá ahí. Hasta entonces, hay que disfrutar del viaje. Porque en eso consiste todo esto, ¿no?

 

 

 

EL CORAZÓN DE LAS TINIEBLAS

Teatros del Canal

Del 26 de abril al 13 de mayo