Escribo esto en mitad del proceso de ensayos de Las pequeñas mudanzas. Nunca pensé que iba a contar algo tan personal. El Siglo de Oro y mi yo adolescente. En segundo de BUP una profesora de literatura me contó que Tirso de Molina era hijo de madre soltera. Como yo, pensé, y eso me salvó un poco la vida. Después de esto miraba a la pija pelirroja de la mesa de atrás sintiéndome menos bastarda.
Mi madre cuando yo nací no quería abrir las piernas. Así empezó mi existencia, mi madre cerrando las piernas. Voy a intentar abrirlas. Esta obra trata de Don Gil de las calzas verdes y de mi existencia. Yo dialogando con esa obra y con Tirso de Molina. Doña Juana es una heroína que perdió la honra como mi madre y las dos cargaron con ese peso sobre sus hombros. Todo esto lo reconozco en mi cuerpo ¿Desde cuándo cargo con ese peso?
En el parque de enfrente del instituto siempre estaba el heavy que me gustaba, tenía cara de ser muy triste y tenía moto, como mi padre de joven. No conseguí hablar con él ni dos palabras. No sé ni cómo se llamaba, tenía el pelo largo y sucio. Siempre me gustaban los que tenían moto.
Bastarda era una palabra que me sepultaba en el fondo del armario, junto a la carpeta azul llena de dibujos para el día del padre. Cada 19 se marzo era una tortura. Cuando veo un hombre con un bebé en brazos me dan ganas de llorar de la pena. Esa es mi relación con la paternidad.
¿Se puede sobrevivir a que un padre no te quiera?