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En busca del público perdido

“El reto es atraer al público adolescente a tener una experiencia que les llame y les apele”

 

Hablamos con nuestra querida compañera Pilar G. Almansa sobre el nuevo reto en el que se ha embarcado: G-Nesis, espectáculo que podremos ver en el Teatro Galileo del 19 al 30 de mayo. Un proyecto desde el que continúa con el empeño por encontrar nuevas vías para atraer al público joven a los teatros, aplicando las nuevas tecnologías a las artes escénicas.

 

Entre la reflexión, lo lúdico y lo ‘techie’

 

Por José Antonio Alba

 

Pilar, vamos a comenzar por lo más básico. ¿Qué es G-Nesis?

Es un lugar intermedio entre una ‘scape room’ y una historia de Among Us, es un juego porque tienes que averiguar cosas. Pero hay todo un dispositivo teatral muy potente y hay una dramaturgia con una historia que habla de cambio climático, de justicia, sobre lo que es justo y lo que no lo es, plantea dilemas éticos, o ¿cuál es mi identidad? ¿la del móvil? ¿la que comparto? Es un espectáculo que sintetiza todo esto desde un lugar lúdico.

Lo interesante de la propuesta es que tienes un marco de una historia donde van ocurriendo acontecimientos, hay desarrollos en los que el público será más decisivo que en otros, pero sí que le imprimirá un carácter a todo lo que ocurra. Cada pase es diferente dependiendo del colectivo y, si la persona vuelve, no va a encontrar lo mismo. La historia es la misma, pero la experiencia va a ser mucho más distinta para el espectador que si fuese a ver dos veces la misma obra de teatro.

Sobre todo, es divertido, hay mucha filosofía detrás, pero lo que se pretende es que sea divertido, reírse y jugar.

 

 

¿El espectador va a encontrarse algo en el escenario o será todo a través de los dispositivos móviles?

Va a llegar a la Galileo, se va a sentar y va a empezar el espectáculo y no va a ver nada en el escenario, solamente una proyección – Hay una actriz que es quien conduce el espectáculo – y en un momento dado los espectadores tendrán que bajar al escenario y a partir de ahí tendrán que hacer cosas.

 

Al ser un espectáculo interactivo, ¿cómo hacéis con los protocolos COVID?

Nosotros repetimos constantemente que mantengan la distancia de seguridad. Todas las dinámicas y lo que planteamos se puede hacer con distancia y funciona bien, no hay mayor problema que a estar en una terraza o ir en el metro.

 

¿Cómo crees que va a recibir el aficionado habitual de teatro esta propuesta? Quizá haya quienes digan que esto no es teatro.

Es un riesgo que, en cualquier caso, creo que hay que correr. Ahora mismo el público de las artes escénicas es muy dispar. Está el clásico que lo que quiere es sentarse y ver un espectáculo, para ese público no es este espectáculo; y luego la gente que está un poco más abierta y que puede empezar a contemplar otro tipo de propuestas. Cada espectáculo tiene su aquel y su afán. No podemos pensar que los productos teatrales tienen que gustar a todo el mundo porque, al estar la entrada abierta a todo el mundo, tiene que gustar a todo el mundo. Creo que es un problema del sector. Además, no niega lo que ya existe, no creo que vaya a sustituirlo, en teatro tienes producciones muy sencillas y otras mucho más complejas, hay un amplio espectro.  No niega lo anterior, lo que debería haber es un mecanismo de creación de públicos, de atraer un público joven y hablar su lenguaje. Tiene que estar abriendo camino, no sustituyendo. Hay que ir incorporando.

 

 

Lo de incluir las nuevas tecnologías en el hecho teatral a ti te viene de lejos, primero fueron Banqueros vs Zombis, luego Comunid3s, ahora G-Nesis. ¿Qué papel juega la tecnología en el ámbito escénico?

Desde hace un tiempo me parece importante encontrar un punto en el que podamos incluir las tecnologías interactivas en las artes escénicas de una manera elegante. Pero todo lo que conozco me ha parecido muy poco mainstream, poco para el gran público, siempre han sido cosas como más experimentales, difíciles. Empecé a pensar en cómo podemos hacer que sea el espectador el que pueda percibir el concepto de Liveness en las artes escénicas -es la cualidad de lo vivo- Y me puse a explorar dos conceptos que me parecen muy importantes: La inmersividad y la interactividad. Hacer que el espectáculo sea 360º, que te rodee, y la capacidad del espectador de influir en lo que pasa en el espectáculo; algo que ya ocurre en los programas de televisión con las llamadas, las expulsiones…, o los videojuegos online. Ahí recibes el feedback inmediato y pensé: “Nosotros que estamos todo el tiempo compartiendo el mismo espacio, a ver cómo hacemos para que se pueda articular la interacción de mucha gente en tiempo real”, y a eso llevo dándole vueltas desde el año 2013.

Es una forma de catarsis, de encontrar la forma de estar con la gente de tu tiempo, y si estamos buscando eso, creo que es importante trabajar incluyendo la tecnología, igual que la iluminación, el sonido o las audiovisuales acabaron formando parte de las artes escénicas. Es un camino que tenemos que recorrer, por eso la tecnología interactiva tiene que acabar siendo tan elegante como son los audiovisuales, la iluminación o el sonido.

 

Háblame del equipo que hay detrás de G-Nesis.

Cuando estábamos haciendo Comunidad3s en el CDN, Paul Fernández Santa Cecilia y yo, por alguna razón combinamos muy bien. Paul tiene una visión muy joven y a la vez artísticamente es muy maduro. Le propuse seguir trabajando juntos e intentar desarrollar la aplicación. La comenzaron a desarrollar los alumnos de la U-Tad (Centro Universitario de la Tecnología y Arte Digital), pero finalmente esos chicos no pudieron continuar y contacté con dos chicas de experiencia de usuario a través de Paul: Andrea Rubio y Andrea Cuadrado. Ellas son las que traducen, entre pantallas y flujo, las necesidades que estábamos planteando Paul y yo. Y los desarrolladores son Juan Rodríguez y Diego Ramírez, que entraron en enero y se han pegado un curro de la hostia para trasladar esto a una arquitectura que funcione en tan poco tiempo. Es un equipo que está muy comprometido. Me parece que el trabajo que han hecho es extraordinario.

Este proyecto, además, cuenta con la colaboración de la Universidad Carlos III y la Complutense de Madrid que ha solicitado un proyecto de innovación comunicativa para que sociólogos en prácticas del Máster de Análisis Sociocultural trabajen analizando las reacciones del público dentro de la función. El proyecto nace con la voluntad de la investigación sea importante de alguna manera, que haya una devolución a la sociedad. El hecho de que estés de testigo y analizando algo que tiene un componente innovador, me parece importante; que quede constancia y, si viene otra persona a hacer lo mismo, que tenga un referente y no empiece de cero. Es una forma de conectar academia, teatro y comercio o exhibición, este proyecto también tiene esa dimensión. Estamos creando un software nuevo y el objetivo es generar muchas dramaturgias nuevas con esta tecnología.

 

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El equipo creador de ‘G-NESIS’: Pilar G. Almansa, Paul Fernández Santa Cecilia, Andrea Rubio, Andrea Cuadrado, Juan Rodríguez y Diego Ramírez.

 

Desde la compañía expresáis una gran preocupación ante el problema del distanciamiento del público joven con el teatro, ¿a qué crees que es debido?

Quien quiere hacer algo, lo hace. Eso vale también para la vida. Si no van al teatro es porque no les estamos ofreciendo nada que les interese y eso, como sector, nos coloca en un lugar muy preocupante. Porque habla de nuestra escasa capacidad de autocrítica. Creo que somos el único sector que cuando sus productos no gustan al público, culpa al público en vez de pensar qué es lo que estamos haciendo mal. Esto no pasaría en una tienda de muebles; Ikea no piensa cuando la gente no compra un mueble: “La gente es tonta, no entiende mi armario”, lo que hace es pensar que está mal diseñado. Si hacemos campañas escolares a tutiplén y después los datos indican que es el público que más acude al teatro y luego hay una caída a partir de los 20 años, quiere decir que las campañas escolares son un fracaso porque no genera el interés suficiente como para que luego la caída no sea drástica. Como sector, en lugar de pensar que los jóvenes son unos incultos que tendrían que venir a vernos más, y de actuar como tal, ¿por qué no pensamos que tenemos un sistema que es incapaz de generar un producto que les interese a los adolescentes? Es donde hay que depositar la autocrítica, en el sector. Eso habla mal de nosotros.

Pero para mí, el mayor reto es atraer al público de entre 15 y 20 años a tener una experiencia que les llame y les apele y que les resulte inolvidable y les incite a regresar a ese espacio. Cuando empiezas a leer no empiezas con el Ulises de Joyce, hay literatura infantil, juvenil y adulta, pero lo que no hay es teatro juvenil.

 

¿La solución estaría en repensar cómo crear el hábito de ir al teatro?

Hay que ir a los jóvenes, una persona de 40 años con niños no cambia de hábitos. Según Colleen Dillenschneider los hábitos de ocio y cultura se configuran entre los 14 y los 25 años, una vez superada esa etapa tus gustos culturales están asentados y es muy difícil cambiarlos.

Es un problema global. En Europa la edad media del espectador es de 55 años, si no empazamos a pensar seriamente en cómo podemos dirigirnos e interesar al público adolescente, dentro de 10 o 15 años vamos a estar totalmente solos. Solo vendrán a vernos los estudiantes de teatro. Desde mi pequeño lugar, como creadora, con mis posibilidades estoy haciendo aquello en lo que creo con un impacto limitado, pero que puede ser un buen laboratorio. Yo tengo una hipótesis de trabajo, G-Nesis es una hipótesis. Si generamos espectáculos más participativos en espacios teatrales, a lo mejor conseguimos enganchar a un tipo de público que luego quiera repetir en ese espacio otro tipo de experiencia. Creo que quienes tienen que empezar a escuchar están dentro de las instituciones, como siempre. Me parece súper importante.

 

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¿Cuál es la situación en la que se encuentra, para ti, el sector en este momento?

El impulso del ser humano de contar historias, de estar juntos y vivir experiencias comunitarias no va a desaparecer, pero ¿puede desaparecer la industria de contar historias en vivo? Creo que sí. Y me gusta ponerme alarmista y taxativa porque si no, no reaccionamos. Hasta el renacimiento no había industria teatral, no existía y no pasaba nada. Evidentemente, nunca van a desaparecer las ganas, pero si tenemos plataformas, cine, conciertos, ¿nosotros que ofrecemos? Tenemos que pensar en ofrecer algo, e insisto que las tecnologías interactivas son mi hipótesis. ¿Por qué un adolescente, si tienes 40€, se los gasta en ir a ver a C Tangana en vez de irme a ver a mí? Si no se los gasta en mí, no tengo que pensar que el adolescente es tonto y le falta educación, es porque yo no le estoy ofreciendo nada que le interese y tengo que aprender a ofrecerle algo que le interese porque si no, dentro de 20 años, no va a venir nadie. La industria se reduce, hasta que se convierte en algo museístico.

¿Qué estamos dejándoles a los que están comenzando ahora en el teatro? ¿Qué falta de responsabilidad es esta? Les estamos dejando un sector vacío, hueco. Soy muy crítica con eso. Voy a ver espectáculos todo el tiempo y pienso: “es que es lo mismo todo el rato”, para cierto público está bien, pero necesitamos una apuesta más allá, más decidida. Esta cosa romántica del artista incomprendido que, si se le vacía el teatro es porque su obra es muy buena, pues a lo mejor sí, pero si el teatro lo tienes vacío 15 días seguidos, no tienes taquilla. Yo no me puedo permitir eso. No puedo vivir de eso.

El teatro posdramático es un intento fallido de generar catarsis en el espectador, ¿y porque es fallido? Porque las grandes productoras no han programado teatro posdramático nunca. Si el teatro posdramático generara catarsis colectivas, te digo yo que los grandes empresarios serían los primeros en programarlo. El teatro posdramático es maravilloso y hemos aprendido mucho de él, pero si no ha llegado a las grandes masas, es porque no ha acabado de cuajar. Angélica Liddell es una crack, pero no te aguanta seis meses en un teatro en Madrid. Hay una deformación en la gente que está estudiando teatro que quieren ser ella por estar en Canal, pero ¿tú de qué vas a vivir: De las subvenciones o de la taquilla? Igual hay que preocuparse por aprender a hacer taquilla.

 

Dices que te consideras una alarmista, pero ¿qué soluciones ves?

Hay un problema y es que el teatro es fenómeno local y estamos en un mundo global, todas las iniciativas que hay de hacerlo más global siempre carecen de fuertes vínculos con la comunidad. Por un lado, nosotros, necesitamos expandirnos a través de la tecnología, que es global, pero necesitaríamos meternos en todos los otros sitios, pero físicamente. En España que somos tan de terrazas, deberíamos hacer teatro en terrazas. ¡Nosotros deberíamos ser una potencia en teatro de calle! A lo mejor, quien tiene que ir a las escuelas es Carmen Machi para que a la gente le guste el teatro, y no yo que a mí no me conoce nadie. A lo mejor habría que hacer una campaña de celebrities para que la gente muestre interés. Habría que hacer realmente una reflexión muy gorda e ir probando.

No sé, el caso es que tenemos que salir a buscar al público, tanto desde el sector privado como desde el público. La clave de la supervivencia del sector no está en la multiprogramación, a la larga está en ofertar cosas que apelen al público y no a nosotros. Pero hay que empezar ya.

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